jueves, 9 de febrero de 2017

Buscando a Lorca. Capítulo XV: Ana

    Siempre critiqué la conducción temeraria de Francisco Pujales, pero en aquel momento lo azuzaba para que fuese más deprisa. No veía el instante de llegar a su apartamento. La ansiedad me devoraba. Se saltó dos semáforos en rojo y a punto estuvimos de golpear a otro turismo en el tercero. Maldijo por lo bajo tanta prisa y levantó el pie, alargando mi sufrimiento. Al llegar me abalancé sobre la maleta. Mi instinto me había aconsejado traerme a Granada el cofre que Ana me confiara hacía unas semanas. Sospechaba que sería necesario y no me equivoqué.

    Nada más tenerlo ante mí y tras un par de intentos fallidos, introduje la llave en la cerradura. Me temblaban las manos. Comprobé aliviada que encajaba perfectamente. Por un instante había dudado. 

    ¿Por qué, por qué yo? La pregunta martilleaba en una letanía mi mente.

    No podía ser casual que Ana me hubiera confiado aquella empresa, no encajaba que asegurase que no tenía a nadie más que una casi desconocida. La respuesta tenía que estar en aquel cofre. Los breves momentos que pasara con Ana me habían ayudado a conocerla, a conocerla lo suficiente como para saber que allí se escondía algo que podía cambiarme la vida. Y sin embargo, por más que hubiera imaginado, jamás podría sospechar lo que aquella mujer tenía que decirme después de muerta.

    El cofre se abrió con un crujido seco. Su madera se lamentó semejando un llanto postrero, invocando la memoria de la que fuera su dueña. Me asomé al interior como si esperase encontrar un tesoro. Tan sólo hallé el vacío y un sobre cuidadosamente cerrado. Lo rasgué con el ansia de querer saber y el cuidado por no estropear su contenido. Extraje una carta que todavía desprendía un penetrante olor perfumado. Estaba escrita a mano con una letra cuidada. Estaba escrita por ella.

    Deshice las dobleces con un nudo en la garganta  y comencé a leer.

Mi querida Virginia

    Me alegra volver a encontrarte, aunque sólo sea a través de estas letras. Ante todo debo pedirte disculpas por recurrir a esta artimaña para cerrar este capítulo de mi vida y también de la tuya. Debo disculparme igualmente por no haber tenido el valor de contarte todo esto en persona, mirándote a los ojos, como hubiera sido pertinente. Pero como te habrás dado cuenta, no soy persona que exteriorice bien sus sentimientos.

    Una vez te dije que había llegado la hora en que debía expiar mis pecados. El primero de ellos estoy segura que queda encarrilado hacia la restitución de la memoria de mi tío Federico García Lorca. El segundo, y quizás más grave, confío en poder expiarlo, al menos en parte, en este preciso momento.

    Virginia, sé que de niña sufriste con la separación de tus padres. Tú no lo sabías, pero había otra mujer. Esa mujer era yo.

    Es el destino el que dirige nuestros actos y supongo que esa mano invisible nos puso a tu padre y a mí en el mismo camino. Ambos nos movíamos en el negocio literario y nuestra relación profesional dio paso con el tiempo a algo más. Ninguno de los dos hubiera deseado que ocurriera así, pero ocurrió. Tratamos de mantener la relación en secreto hasta que fue imposible ocultarlo por más tiempo a los ojos de tu madre.

    Recuerdo que tu padre me enseñaba las fotografías de su niña. Aprendí a quererte como la hija que nunca tuve a través de sus palabras. Él sufría con tu dolor cuando se rompió el matrimonio, y yo sufría contigo. 

    El azar quiso que con el tiempo nuestras vidas acabaran tomando rumbos diferentes. A mí me quedó el recuerdo de unos años felices y el pesar por haberte hecho tanto daño sin desearlo. Esa sensación, puedes creerme, me acompañó el resto de mis días.

    Sé que nunca podré devolverte lo que te he quitado, ni reparar el dolor que te han causado mis actos. Ni el dinero, ni el hecho de haber ligado tu nombre y tu carrera a García Lorca, pueden enmendar los errores del pasado. Espero, al menos, que este insignificante regalo compense parte del daño que te he infringido.

    Sólo deseo, Virginia, que un día puedas perdonarme. Haber compartido contigo algunos de los últimos días de mi vida ha sido el mejor de los regalos.

Siempre tuya

Ana

    No negaré que me temblaban las manos al terminar de leer. Tampoco pude evitar que dos lágrimas resbalasen por mis mejillas. Al fin sabía por qué había de ser yo necesariamente quien estuviese a cargo de la excavación, mi vinculación al proyecto era la forma que Ana había ideado para pedirme perdón y tratar de paliar el daño que me había hecho de forma indirecta. Francisco me abrazaba y así permanecimos un tiempo. Hablamos sobre todo lo que habíamos vivido en las últimas semanas, aunque hablamos poco. Era momento de sensaciones, más que de palabras.

    Supongo que debería sentir rabia, tal vez impotencia, quizás incluso hasta odio. Pero ninguno de esos sentimientos me embargaba. Había cerrado por fin un capítulo de mi vida, encontrado respuestas a preguntas que hasta ese día no las tenían. Ahora conocía la verdad y esa verdad me proporcionaba paz. Ana García Lorca era una mujer excepcional, a pesar de todos sus errores, y el recuerdo de los últimos días junto a ella formaba ya parte de mis propias vivencias.

    Las sombras de la noche comenzaron a caer y acordamos salir a cenar algo para romper con la tensión que se había acumulado en el apartamento. Francisco decidió darse una ducha rápida y me dejó sola en el salón, no sin antes regalarme un beso. Era una suerte tenerlo junto a mí en esos momentos, de no ser por toda aquella aventura tampoco lo hubiera conocido. Hasta eso tenía que agradecerle a Ana. 

    Jugué con el anillo que se había dejado sobre la mesa, me quedaba grande y me atacó la risa cuando intenté probármelo. El tacto de su cartera de cuero se me antojó como una caricia. Tomé su móvil y se me iluminaron los ojos al comprobar que tenía una fotografía de los dos como fondo de pantalla, no la había visto hasta entonces. No estaba bloqueado y trasteé un poco sin ser muy consciente de estar invadiendo su intimidad. Tenía algunos iconos de juegos en el escritorio y diversas aplicaciones. En un momento dado se abrió sin saber muy bien como el registro de llamadas, algo debía haber tocado.  Me dediqué a recorrer la lista con una curiosidad inocente. Entonces algo llamó mi atención.

    Era una llamada del mismo día en que desperté por primera vez en su apartamento. No podía olvidar aquella fecha pues la jornada anterior todo se había desmoronado. El día que me había dicho que el Instituto financiaba la excavación. Era una llamada de primera hora de la mañana. Me dijo que lo había llamado una de sus fuentes. Y el nombre que figuraba en el registro era un imposible: Ana García Lorca.


Capítulo siguiente:
http://brumasdegallaecia.blogspot.com.es/2017/02/buscando-lorca-capitulo-xvi-el-sueno-y.html

22 comentarios:

  1. Madre mía, Jorge. Me tienes en un ay con esos giros inesperados tan bien puestos que le dan la vuelta a la historia y en este capítulo hay nada menos que dos: la revelación de la carta y la llamada imposible. Ahora sí que estoy deseando ver cómo sigue tu novela.

    Un beso, Jorge. Te está quedando genial.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Bueno Ana ya quedan pocos misterios por resolver, estamos en la recta final. Gracias por tu fidelidad a la historia, es un placer comprobar que siempre es tuyo el primer comentario, sin duda eres una lectora fiel. Besos.

      Eliminar
  2. Es increíble la maestría que tienes para sorprender, no sé cómo haces, pero el que te lee queda tan intrigado que ni siquiera atina a pensarlo. Lo que logras es que el lector quiera, inevitablemente, saber cómo sigue esta historia. Brillante amigo Jorge. Un abrazo.
    Ariel

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues no hay más misterio Ariel que darle la vuelta a lo que parece evidente y tratar de presentarlo de forma atractiva al lector. Es curioso que como lectores siempre tendemos a dar por supuesto que los hechos son tal como se intuye en la lectura, incluso aunque el autor no lo diga expresamente. Algo parecido pasa en el cine por ejemplo. Eso sí, hay que respetar siempre dos reglas básicas: 1- No mentir nunca al lector, engañarlo sí, pero nunca mentirle. 2- No sacarse los hechos de la manga, lo que suceda debe ser coherente con la trama y debe haber indicios más o menos velados que apunten en este sentido.
      Recuerdo una película de Woody Alen sobre una mujer que parecía tener el poder de adivinar el futuro y un hombre que intentaba desenmascararla, no me acuerdo del título, donde tras conocer el final éste parecía tremendamente obvio, y sin embargo durante la película no caes hasta que lo explican. En eso consiste lo que decía antes, tendemos a creer las cosas tal como nos las presentan aunque las pistas para ver lo contrario estén delante nuestra más o menos escondidas. Ese es parte del arte de "sorprender".
      No obstante tus halagos me parecen un tanto exagerados, aunque se agradecen por supuesto. Un abrazo amigo.

      Eliminar
  3. Jorge, cuando piensas que ya no nos puedes sorprender vuelves a dar otro giro inesperado y acabas dejándome de nuevo con la intriga.
    Fantástico

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ya poco podré sorprenderos pues la historia se agota ya, desvelado el hilo principal (lo ocurrido con Lorca) quedan los flecos que implican personalmente a los protagonistas. Gracias por pasarte Conxita.

      Eliminar
  4. Vaya, ya ni me acordaba que Pujales se llamaba Francisco, ja, ja. Bueno, me hiciste pensar, en tu respuesta a mi comentario de tu entrada anterior, que Pujales no intervendría de forma decisiva pero... querías despistarme ¿no? Quizás esperemos, como dices, demasiado de tus personajes, ja, jaaaa, pero parece que el amigo Pujales aún tiene algo que contarnos, ja, jaa
    Por lo demás, ¡menuda sorpresa! O sea, que Ana y el padre de Virginia... Bueno, ahora ya comprende el porqué de las excursiones de su padre a tierras andaluzas tan a menudo, y la ruptura de su matrimonio. Eso, por un lado, deja su espíritu en paz y por otro, descubre aquello que le faltaba saber para comprender a Ana. Ha sucedido algo que ha terminado de unir a esas dos mujeres, y de una forma como no hubiéramos esperado. Pero como decían en los dibus, "no se vayan todavía amigos... Aún hay más"
    ¿Por qué Pujales calla sobre aquella llamada, cuando él averiguó quien financiaba la excavación, ahora que todo se ha aclarado?
    Está claro que no nos vas a dejar respirar hasta la última línea, ja, jaaa
    Un placer leerte amigo. Hasta el próximo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ja ja hubo que esperar para que Virginia se refiriese a él por su nombre, pero ya ves, ha llegado el momento. Pujales es un personaje importante en la trama, pero además de Lorca los principales son Virginia y Ana, quedando Cárdenas más desmarcado. No obstante no es una mera comparsa sexual desde luego.
      Has sabido ver bien la vinculación entre los viajes a Andalucía y lo que se cuenta en este capítulo, ojo de buen lector sin duda.
      Y con esto estamos casi en el final y el misterio que queda por revelar se resolverá pronto. Nos vemos en el próximo capítulo si no es antes en uno de tus relatos Isidoro. Un abrazo.

      Eliminar
  5. Este es el capítulo, hasta ahora, más sorprendente de todos (eso me parece) Nunca sospeché la vinculación personal entre Ana y Virginia (el primero de sus encuentros fue tenso).
    Creas una atmósfera de nerviosismo y curiosidad en la primera parte del relato, hay sobre todo velocidad: coche-semáforo-conducción temeraria –azuzar-deprisa…Consigues no solo que vea la situación, sino que haces que sienta la misma ansiedad y las mismas ganas por abrir el cofre.
    Sobre Pujales, es curioso que Virginia que siempre lo ha llamado y nombrado como Pujales, a raíz de la lectura de la carta lo llame Francisco, da la impresión de que se ha creado un vínculo más íntimo.
    ¡Y cómo no! se abren nuevas conjeturas con la lectura del mensaje del móvil.
    Desde luego Jorge, eres el maestro de la expectativa y siempre siempre nos sorprendes sin que decaiga el interés.
    A por el XVI Jorge.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Veo que has sabido captar muy bien la esencia del capítulo Isabel, lo cual me agrada mucho. Efectivamente el principio está concebido para crear esa sensación de premura y de vértigo, frases cortas sin apenas adjetivos, acciones rápidas, tensión en la protagonista... me alegra comprobar que he logrado ese efecto.
      También como apuntas, Virginia está en un momento vulnerable al conocer algo que la afecta tan directamente y eso la lleva a ese vínculo más íntimo con Pujales, tal como has sabido ver.
      Lo de la vinculación entre Ana y Virginia es uno de los ejes del relato desde el primer momento. Como una de las principales incógnitas se apuntaba al motivo por el que se había contratado a una Universidad Madrileña y más tarde por qué Ana deseaba expresamente a Virginia al frente de la excavación. Había que dar al lector un motivo creíble y este es precisamente. Durante toda la narración se apunta hacia este hecho, pero debía manejar el equilibrio entre lo que se dice y lo que no. Por un lado no me gusta sacarme estas cosas de la manga sin más, por lo que había que dar ir dejando pistas y alusiones más o menos veladas.Por otro, el lector no debía descubrir la verdad hasta este momento o de lo contrario se hubiera echado a perder al misterio en torno a ello. Durante toda la historia he ido dejando pistas más o menos sutiles al respecto.
      En el primer capítulo ya se habla de los continuos viajes del padre de Virginia a Andalucía y de como eso tuvo que ver en la ruptura del matrimonio, como acertadamente hace notar Isidoro. También del trauma que supuso eso para la niña.
      Más adelante se incide de nuevo en el tema en la conversación que mantienen Ana y Virginia en la casa de Nerja. Virginia relata que "hablamos sobre el divorcio de mis padres" y "sobre amores prohibidos que se fueron para no volver", la primera cuestión la atañe a ella, la segunda a Ana aunque Virginia no supiera entonces que hablaba de su padre. También cuando Virginia le dice "usted apenas me conoce" y Ana responde "la conozco mejor de lo que piensa" aludiendo a lo que el padre le había contado sobre ella, o al despedirse el momento en que Virginia comenta que no estaba convencida de los motivos que Ana le había dado para encomendarle la misión de dar a conocer el paradero de Lorca.
      Otra pequeña pista es cuando Ana le dice que ha cometido muchos pecados en su vida y la expiación del primero pasa por restituir la memoria de Lorca, implicándola a ella personalmente; no comenta nada sobre el resto de pecados a expiar, pero dado que se lo cuenta no es descabellado pensar que algún otro la atañe a ella personalmente al igual que el primero.
      Por último el hecho de que Ana la incluya en el testamento y estipule una lectura pública con el resto de la familia, donde la trata al mismo nivel o incluso mayor que sus familiares de sangre también apuntaba en ese sentido.
      Sé que son pistas demasiado sutiles tal vez, pero más de una vez llegué a pensar "ahora alguien se dará cuenta y me chafará la historia poniéndolo en un comentario", si fue así quien haya caído tuvo el tacto de no decir nada. Y sino me doy por satisfecho habiéndolo ocultado hasta el final.
      He procurado en esta historia que casi todos los capítulos terminasen con un nuevo enigma, tratando de enganchar al lector para el siguiente, espero haberlo conseguido. Eres muy generosa con eso de maestro de la expectativa pero soy un aprendiz que ensaya estas cosas.
      Gracias por tu certero análisis Isabel, son de los que como escritor gusta leer. Un abrazo.

      Eliminar
    2. Todo el mérito es del autor que ha sabido exponerlo con las dosis justas de información (miguitas de pan que diría nuestro amigo Alejandro Gallardo)

      Eliminar
  6. ¡Vaya giro le has dado al relato, amigo Jorge! De una investigación histórica pasamos a una historia de amores prohibidos, pérdidas y liberaciones. Ana como responsable de la separación de los padres de Virginia... ¡Magnífico! Y ahora tenemos los secretos de Pujales.
    Magnífica la frase "Su madera se lamentó semejando un llanto postrero, invocando la memoria de la que fuera su dueña"; bella imagen, de verdad.
    Un saludo y hasta el próximo capítulo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Bueno en este relato se mezcla la trama de Lorca y su trasfondo histórico con las circunstancias personales de los protagonistas. La idea era entrelazar todas esas tramas de forma que unas tuvieran consecuencias sobre las demás. Desvelado el misterio de lo ocurrido con Lorca ya sólo quedaba revelar esas sinergias. Un saludo Bruno y gracias por pasarte.

      Eliminar
  7. Debido a mi paso intermitente por los blogs he leído de un tirón las dos últimas entregas. Esa carta llena de sentimiento y de revelaciones impactantes hace encajar muchas piezas del puzzle, pero una vez más, cuando creíamos que ya empezaba a cobrar forma definida la historia nos sales con otro enigma.
    Seguiré expectante.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Enigmas y respuestas, esa es la tónica de éstos capítulos finales. Un abrazo Kirke, gracias por tu visita.

      Eliminar
  8. Bueno, así que al fin ha obtenido las respuestas a unas preguntas que seguramente ella nunca se planteó en torno a esta investigación. Queda por ver qué desencadena el hecho de haber visto el registro de llamadas (cotilla cotilla jaja). ¡Un saludo!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ya tocaba que la pobre resolviese algunos enigmas. Un saludo José Carlos.

      Eliminar
  9. Bien resuelto, Jorge, me gusta que las cosas encajen, que hayas ido dejando pistas logró no hacerme extrañar demasiado que Ana conociese a Virginia del pasado, al fin y al cabo, es la ventaja que tiene llevarle tantos años. En cuanto al incidente con Pujales, pues habrá que ver qué nos tienes preparado, porque si relación con Virginia también fue tensa en un principio, tanto como con su póstuma benefactora. Muy buen capitulo, sigo que quiero sabe qué viene después.
    Bicos :)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Intento no sacarme los hechos de la manga sino que vengan trabajados desde atrás, esa coherencia siempre debe guardarse, aunque dejar pistas demasiado claras que puedan anticipar el final tampoco sería un acierto. Es verdad que la historia está perfectamente delimitada en la cabeza del autor y muchos detalles seguramente os pasarán desapercibidos a los lectores. Al final de lo que se trata es de que exista esa sensación de coherencia en toda la trama, como bien dices. Pues vamos a por el siguiente Eva. Bicos.

      Eliminar
  10. * su relación, perdón, que se me fue la tecla :(

    ResponderEliminar