Tiene unas formas
suaves, el contorno deliciosamente redondeado, la piel de un negro nacarado y regala
una luz azulada, tan cambiante en tono e intensidad que encandila. En sus entrañas,
mi guiñol desgrana la actualidad sin concesiones improvisadas, sin salirse de
la senda que le marca el amo. Incluso se permite, en ocasiones, fundir noticia con
opinión en un malabarismo digno del mejor funambulista. Maestro del engaño, experto
en verdades a medias y medias mentiras, dibuja con sutileza una realidad
edulcorada, reducida a la candidez de lo simple, masticada hasta la saciedad para
evitar hernias indeseables en ti, ávido consumidor de sensaciones. La razón
importa si es la mía, se impone quien más alto habla o, simplemente, a quien dejamos
hablar.
El contrario es tu enemigo, el miedo tu alimento, el individualismo lo que da sentido a la existencia. Cree, trabaja, consume. Lucha por los ideales que te muestro como un señuelo, esos no son los importantes. Puedes permitirte algún capricho, sueña con llegar a lo más alto, pero no te hagas ilusiones. No cabemos todos aquí arriba. No me importa tu miseria, tu existencia solo vale el beneficio que pueda reportarme. Regálame tu vida si así lo requiero, la guerra no es más que otro medio para enriquecerme, la muerte y el sufrimiento son tan solo un daño colateral.