Jamás podré olvidar aquel día de difuntos del 76. Había ido con mis
amigos a tomar unas cervezas a la cantina de Santiso, distante unos tres
quilómetros de la casa de mis padres en la aldea. Discutí con mi madre,
supersticiosa como pocas, porque consideraba que en el día de los muertos no
era adecuado estar de fiesta con la pandilla. Como buen adolescente rebelde, no
le hice caso.
Se apagaban las últimas luces de la tarde cuando volvía caminando entre
verdes prados solitarios. Además de mis propios pasos, oía tan solo el correr
del agua de un regato junto a la vereda y el ulular intermitente de la curuxa. Caía una niebla espesa que anegaba el valle y
me incrustaba el frío en el cuerpo. Recordé lo que decían los viejos, nunca collas
o camiño do muíño cando hai néboa. Pero el sendero del molino era el atajo
más corto para llegar a casa y no me apetecía dar un rodeo. Ese fue mi segundo
error.
A medida que bajaba hacia el río la niebla se volvía más cerrada. Un
lobo aulló en la distancia; era extraño, no solían descender al valle. Llegó un
momento en que apenas distinguía nada a más de tres o cuatro metros. Encendí una
linterna pero tan solo conseguí que el haz de luz jugara a crear inquietantes
reflejos sobre las gotas de la neblina. Entonces me pareció escuchar una voz.
Sonó lejana y se extinguió al momento. Llegué a pensar que no fue más que mi
imaginación. ¡Qué equivocado estaba! El sonido se repitió unos segundos más
tarde. Parecía un lamento de mujer.
No era un chaval miedoso, pero comenzaba a inquietarme. ¿Quién anda
ahí? Pregunté. Silencio. Apuré el paso, deseaba dejar atrás aquel paraje
cuanto antes. Llegué a la altura de la ermita de Santa Eulalia, los muros
cubiertos de musgo de un camposanto surgieron entre las sombras como salidos de
la nada. Pétreas cruces difuminadas por la bruma sobresalían por encima de la
mampostería igual que brazos suplicantes clamando al cielo. La verja estaba
abierta. De nuevo y sin aviso previo me torturó aquel lamento lacerante, esta
vez lo escuché más nítido. Procedía del interior.
El primer impulso fue salir corriendo, pero enseguida sentí vergüenza
de mis miedos. ¿Y si alguien necesitaba ayuda? No podía irme de ese modo, la
responsabilidad pesó más que los temores. Me adentré en el cementerio,
apuntando con la linterna al frente como si de un arma se tratase. No se oía
más que el murmullo del cercano río. La curuxa cantó de nuevo y la
maldije mil veces con el pulso acelerado. Justo después escuché el chirriar de
la verja al cerrarse; supe que fuera lo que fuese, tendría que enfrentarme a ello.
No tuve demasiado tiempo para pensar, esta vez la voz habló. Acércate.
Moví el haz enfocando a todos lados. Estaba empapado, no recuerdo si
debido a la niebla pegajosa o al sudor frío que recorría mi cuerpo. Entonces la
vi. Una sombra en la lejanía, apenas una silueta recortada entre la bruma. Mis
músculos se negaron a obedecer, la linterna resbaló de mi mano y cayó al suelo
sobre una lápida. La figura comenzó a moverse hacia mi posición, se perfilaba
con mayor nitidez según se acercaba. Formas de mujer, el cabello largo, un
vestido ancho y con vuelo que parecía de otra época. Al aproximarse más pude
apreciar su rostro. Pómulos redondos, afilada la barbilla, la piel pálida como
la irrealidad que me envolvía. Me llamó la atención una marca oscura bajo el
ojo izquierdo, manchando su faz inmaculada.
—Te conozco —sonó como un susurro, semejaba hablar desde un
lugar lejano.
Negué con la cabeza. No fui capaz de articular palabra.
—Un día fuiste mío.
Apenas metro y medio nos separaba, su mirada perdida parecía no concentrarse
en ningún punto.
—En este mismo lugar.
Un metro, tan solo un metro.
—Hace mucho tiempo.
Casi nos tocábamos.
—En otra vida.
—¡No! —grité.
El fantasma traspasó mi cuerpo como si alguno de los dos nunca hubiera
estado allí. Una quemazón me recorrió las entrañas y después silencio, el mundo
parecía haberse detenido. Me giré, pero allí no había nada más que tumbas y
neblina. Sentía el corazón latiéndome en las sienes. Eché a correr todo lo
aprisa que me permitieron mis piernas temblorosas, salté la tapia del
cementerio y tomé el sendero hacia la aldea.
Llegué a casa jadeando y mareado. Se oían voces procedentes del salón,
mis padres tenían visita. Hice ademán de mirar la hora, pero el reloj de
pulsera no se encontraba sobre mi muñeca, tal vez lo había perdido en la huida.
Palpé los bolsillos e identifiqué un bulto extraño. Extraje un reloj, pero no
era mi reloj. Era redondo y dorado, con una anilla en su parte superior de la
que salía una cadena. Levanté la tapa de la cubierta y pude ver una esfera
blanca con números romanos en toda su circunferencia. Oía el tic-tac del
segundero. Las agujas marcaban las once y media ¡de la mañana!
Mi madre salió del salón, parecía de un humor radiante. Juan, te
presento a una amiga, Edelmira, y esta es su hija… la joven me
tendió la mano, lucía una sonrisa franca …Arcadia… el cabello le caía en
bucles… ¡salúdala!... enmarcándole el rostro de pómulos redondos, barbilla afilada, la piel pálida. Y un lunar bajo el ojo izquierdo.
Esta era mi otra opción para presentar a la XXI EDICIÓN del Tintero de Oro, EL EXORCISTA. Finalmente me decidí por "El fantasma de Katie Cook", que quedó en quinta posición. En los anales de lo que pudo ser y no fue estará escrito lo que hubiera ocurrido de haber sido este el relato presentado. Aquí lo dejo y que cada cual valore como mejor entienda.
ResponderEliminarLos dos son muy buenos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias Macondo. Un abrazo.
EliminarHola Jorge!, todavía no leí tu "otro relato",... pero este es realmente bueno. Quien no haya caminado por una corredoira galega un día de niebla cerrada no sabe lo que es,... pero tú lo has descrito muy bien,... y ese final inquietante,...
ResponderEliminarMe ha encantado!
Cierto Norte, esas corredoiras solitarias en un día de niebla tienen algo que las hace especiales, creo que ambos hemos compartido esa experiencia. gracias por comentar. Un abrazo.
Eliminar¡Hola Jorge!
ResponderEliminarConsidero que ambos relatos son de gran calidad, pero si tuviera que decantarme por el que más miedo me ha dado o el que me ha resultado más original, pero no tan documentado ni con un esfuerzo tan concienzudo, como el que presentaste al Tintero, sería este, puesto que de este último, conozco el entorno y las costumbres antiguas gallegas me resultan familiares.
Si en algo te he podido ayudar, apreciado Jorge, pues ya me doy por satisfecha.
Un abrazo.
Es que la morriña tira mucho, Estrella. No se por donde andas ahora pero imagino que no por Galicia, así que esta es una forma de estar en contacto con a terriña. Precisamente me decanté por el fantasma de Katie por ser más elaborado y con una trama más contundente. Gracias por dejar tus impresiones, me son de gran ayuda. Un abrazo.
Eliminar¡Hola, Jorge! ¡Qué bueno que tuvieras dos opciones! Siendo los dos muy buenos, creo que elegiste la mejor opción. El fantasma de Katie tiene una ambientación, personajes e historia oculta más elaborada, como más "superproducción cinematográfica" no sé si me explico. Este sería un poco más serie B, que a mi me encanta por cierto. La tensión narrativa es pareja pero yo hubiera hecho lo mismo que tú. Un fuerte abrazo!
ResponderEliminarPues ese fue el criterio que al final pesó, David. El fantasma de Katie es efectivamente más elaborado y cuidado, no solo en la historia en sí sino en cuanto a documentación, recreación histórica y personajes, dentro de los límites que dejan las 900 palabras. Néboa es más de sentir y menos de pensar, de dejarse llevar de corrido, y cae más en lugares comunes, aunque quizás mantiene un punto de tensión narrativa más álgido durante todo el relato. El motivo por el que escribí una segunda opción fue porque me da la impresión de que últimamente son precisamente este tipo de relatos los que están siendo más valorados en el concurso. Al final pesó más la opción de presentar un relato más elaborado que otro más efectista, quien sabe que hubiera pasado de haber sido al revés. Gracias por comentar y por aportar tu visión, David. Un abrazo.
EliminarUn relato muy bueno Jorge.
ResponderEliminarDestaco de él varios aspectos. Comienzo por el buen ritmo, las comas colocadas justo donde deben ir.
El entorno y la ambientación. Tierra de meigas, sin duda. La “curuxa”, que mira que tenéis cien maneras de nombrar a la lluvia. Esa niebla cerrada que envuelve el prado ayuda a dar un clima adecuado… y ¡cómo no! el camposanto con sus cruces como brazos.
Me gustó mucho el tratamiento del diálogo entre la aparición y el chico. Solo habla ella, y el narrador describe la distancia y circunstancia. ¡Perfecto!
Bien elegido el nombre de la chica, Arcadia, que suena a arcano, algo lejano, de otro tiempo.
Y ese final, de aplauso.
P.D. debo estar perdiéndome algo, el título, NÉBOA. Curiosidad.
Me acabo de dar cuenta, NIEBLA, (adecuado título), si es que a despistada no me gana nadie :))
EliminarOye Isabel, me ofrezco a darte unas clases de gallego gratis jaja. Curuxa es una lechuza, y néboa efectivamente es niebla. Hay dos palabras para decir niebla en gallego, brétema que es una niebla más fina, sería el equivalente a bruma, y néboa que es la niebla más espesa. Ya lo dicen los viejos: "nunca collas o camiño do muíño cando hai néboa". Lo de la lluvia ya es otra cuestión y no me extiendo porque no cabría en el comentario jaja.
EliminarEl relato tiene una ambientación típica de un cuento de miedo, la niebla, el cementerio, el fantasma... como le decía a David, lugares comunes en el género pero no se puede negar que ambientan bien la escena. Efectivamente el diálogo está concebido desde el punto de vista del chaval, ella habla y el lo percibe, pero está enfrascado en sus propias sensaciones y miedos. Es curioso lo que comentas del nombre de la chica, porque efectivamente quería uno que sonase misterioso y lejano.
Pues nada, al final este cuento se quedó en la retaguardia en favor del Fantasma de Katie Cook. Muchas gracias por comentar y dejar tus impresiones. Un abrazo.
so amazing blog dear :)
ResponderEliminarI follow you #61 , follow back?
https://bubasworld.blogspot.com/
Gracias Buba
EliminarHola, Jorge. El título me recordó la serie que echaron recientemente, no sé si la viste. Un gran relato de terror, el tuyo, muy bien ambientado, esa fantástica foto ayuda lo suyo. La fecha señalada, relacionada de siempre con sucesos sobrenaturales, especialmente en las zonas rurales; la noche y la niebla, una mezcla que promete emociones guertes; ese cementerio, con sus cruces como "brazos suplicantes"; la voz fantasmal que lo llama...Conjuras y manejas con maestría todos los ingredientes necesarios para crear una atmósfera de terror opresivo, donde el más templado espíritu sucumbiria a su poderoso influjo.
ResponderEliminarTiene su mérito que el acongojado protagonista no quedara tieso allí mismo. Su corazón está realmente sano.
Sorprendente resulta la declaración del fantasma, desde luego, los amantes tenían aficiones macabras.
Muy logrado me parece el inesperado desenlace, con el protagonista que parece regresar a una vida anterior para encontrarse con Arcadia, ahora en carne y hueso. A destacar los detalles del reloj, que anuncia ese retroceso temporal, y el lunar como confirmación de la inquietante identidad de la chica.
Los dos relatos son muy buenos, no te he leído ninguno malo, no tan siquiera regular. Puede que el de Katie tenga una trama más elaborada, pero por la atmósfera, ambientación,( me faltó lo del aullido del lobo), tensión narrativa y desenlace, yo voto por Neboa. Igual, es que me tira la tierra...
Un fuerte abrazo, Jorge.
Hola Paco, si vi la serie Néboa y me pareció muy buena, de lo mejor que he visto últimamente en televisión. Loa dos son relatos diferentes, seguramente en este la tensión narrativa es mayor y parece que eso es lo que está primando en el Tintero en esta edición. En todo caso nunca sabremos como le hubiera ido. Muchas gracias por comentar Paco y enhorabuena por tu Tintero de Plata. Un abrazo.
EliminarImagino que estarás a punto de publicar el de Alicia.
ResponderEliminarJusto ahora :)
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