domingo, 26 de abril de 2020

El fantasma de Katie Cook

Londres, 1879
Las sesiones que mi amigo David Archer organizaba en su mansión corrían en boca de la alta sociedad. Siempre fui escéptico en lo tocante al espiritismo, pero su prestigio académico y una creciente curiosidad consiguieron que aceptase su invitación para asistir a una de las apariciones de quien se hacía llamar Katie Cook. Fui imprudente, olvidé mi pasado. Ahora maldigo ese momento.
Aquel día plomizo de noviembre llegué al caer la tarde. Hice ademán de consultar la hora, pero recordé que había perdido el reloj de oro con mis iniciales grabadas. El del salón marcaba las ocho. Las siluetas de las treinta personas que lo llenaban se recortaron a la escasa luz de algunas velas. Al fondo se había dispuesto un cortinón tapando el espacio que hacía las veces de la habitual cabina, donde se ubicaba la médium y el ente tomaría forma corpórea. Poco después advertimos movimiento tras la tela.