Todos los animalitos vivían felices y despreocupados en el país de Bombonlandia.
Ardillas trepadoras, serpientes de cascabel y gatos descascabelados, golondrinas de austero frac y gaviotas pandilleras, perros, lobos, perros lobos, leones con densa melena y hienas de risa floja, ciervos, ginetas, urogallos, halcones de ojo avizor y palomas de la paz con ramo de olivo en pico, vacas, ovejas y gacelas saltarinas… compartían sueños y rutina en una tierra generosa. Todos tenían sus ocupaciones, se ganaban el sustento honradamente con el sudor de su frente y a cambio disfrutaban de ciertos momentos de asueto en los que relajarse y practicar su afición favorita. Y es que los animales que poblaban Bombonlandia tenían una adicción común, un pequeño e inofensivo pecado al que se entregaban sin excepción en sus ratos de ocio. ¡A todos les encantaban los bombones!
Nadie sabe a ciencia cierta cómo empezó tan singular inquietud, pues su recuerdo se remonta a la noche de los tiempos, pero cada cual hasta donde se lo permitiese su capacidad adquisitiva sucumbía al sabroso encanto de esos dulces centenarios. Bien es cierto que con el tiempo algunos animales tomaron por costumbre agenciarse más bombones de los que les correspondían, o dicho de un modo más claro, los robaban. Esto enfadó mucho a los Bombonlandienses, pues los bombones que unos cogían de más eran bombones que otros comían de menos. Así que quien era sorprendido con las manos en la masa recibía un ejemplar castigo, tras el cual los demás animalitos podían seguir comiendo dulces con la satisfacción de que se había hecho justicia.
Por eso la indignación de los habitantes del país alcanzó cotas jamás imaginadas cuando ocurrió aquel suceso.
Y es que el señor Jirafa no era un animal cualquiera. El señor Jirafa pasaba por ser un ciudadano querido y sin mácula, y descubrir que había metido mano en la caja de bombones, en realidad la mano y el antebrazo entero, supuso una conmoción sin precedentes en aquella tranquila sociedad. La opinión pública animal exigió unánimemente un castigo ejemplarizante y la insatisfacción social terminó por amenazar con hacer temblar los mismos cimientos de la sociedad Bombona.
Las autoridades al principio lo ignoraron. Sabían muy bien que los arrebatos de indignación popular podían contenerse creando focos de indignación artificiales y más potentes que desviasen la atención de sus ciudadanos y sembraran la división entre los animales herbívoros y carnívoros. La estrategia siempre había funcionado y esa vez no tenía por qué ser una excepción. Pero las cosas cambiaron. Una época de malas cosechas había mermado las reservas de comida, y los estómagos a medio llenar de los animales no eran tan fáciles de acallar como en otras ocasiones, máxime cuando algunos de ellos comenzaban a darse cuenta de que las barrigas de sus dirigentes no menguaban en la proporción en que lo hacían las suyas propias. Así que al Gran Elefante no le quedó más remedio que convocar a todos los mandamases del Reino para buscar una solución que evitase un levantamiento.
Se encerraron los Condes, los Duques, los Marqueses y los animales más abombonados en el mayor salón de Palacio, mientras afuera una multitud de gorriones medio desplumados, vencejos que habían perdido sus nidos, tejones sin madriguera, tortugas que hacía meses no cobraban su pensión, delfines que malvivían en una bañera, azores que habían dejado de soñar con alcanzar las nubes, cigüeñas cuyos hijos no habían podido volver por San Blas desde hacía años y un sinfín de otras especies animales clamaban por una respuesta a sus demandas.
En el centro del salón se encontraba cabizbajo el señor Jirafa, que habría de ser sometido a juicio sumario por los desmanes cometidos. El Gran Elefante exigió silencio y todos callaron.
— Jirafa —dijo en un tono que sonó despectivo —Todos te han visto tomando más bombones de los permitidos. ¿Qué tienes que alegar?
— Eso, que hable —se pronunció el chimpancé Faustino—su torpeza nos ha puesto a todos en tela de juicio.
Un murmullo de desaprobación recorrió la sala.
— ¡A la cárcel, a la cárcel con él! —se escuchó vociferar.
Cerca del Gran Elefante, la Cacatúa, emperifollada en deslumbrantes plumajes de vivos colores, propinó de forma furtiva un codazo a su marido el señor Gallo apremiándolo a hacer valer su figura ante la audiencia — es tu oportunidad de demostrar de que pasta estás hecho ¿a qué esperas? —casi le ordenó bajando la voz. Éste se ajustó la corbata sin poder disimular el temblor en su ala derecha y se puso en pie intentando atraer la atención de los presentes y atajar el enfado de su esposa.
— Quiero dejar constancia, por si a alguien le quedaba alguna duda —dijo dejando escapar un sonoro gallo que hacía honor a su condición —que el señor Jirafa hace tiempo que no tiene nada que ver conmigo ni con mi familia.
La concurrencia aplaudió enfervorizada y algunos animales comenzaron a mostrar un cierto alivio. Después de todo, pensaron, tal vez las cosas se arreglasen de manera satisfactoria para sus intereses. El Gran Elefante se inclinó con dificultad hacia adelante y le propinó una palmada en el hombro al señor Gallo.
— Así se habla, hijo mío —quizás os pueda extrañar semejante relación de parentesco entre personajes tan dispares, y a los más sucios de pensamiento se les habrá dibujado una sonrisa traviesa, pero con el tiempo os daréis cuenta que todo es posible en el país de Bombonlandia.
En ese momento mamá Corzo se puso en pie al lado del Gran Elefante. Algunos entre el público no pudieron disimular un rictus de fastidio. El paquidermo movió nervioso su incontenible trompa de un lado a otro, su esposa no era dada a actuar por libre pero en ese asunto había demostrado tener ideas propias, y eso lo inquietaba. La sala calló, Doña Corzo podía ser a veces un incordio pero era lo suficientemente respetada como para que nadie osase interrumpirla. Estiró todo lo que pudo su cabeza adornada por una ajada cornamenta y habló con el acento típico de los corzos.
— Estamos siendo demasiado duros con el señor Jirafa —dijo —Se ha equivocado, es cierto, pero es uno de los nuestros. Deberíamos tener compasión de él y de su familia. ¡Tiene unos hijos que mantener!
Se iniciaron tímidos aplausos que pronto fueron acallados.
— ¡Culpable, es culpable! —chilló Faustino. A su derecha un castor con pajarita lo jaleaba, mientras en su lado izquierdo una entusiasmada mofeta aplaudía mostrando su sonrisa de oreja a oreja, sin poder evitar que se le escaparan algunos gases.
— Dejemos hablar al acusado —pidió la señora Flamenco, que ese día lucía unos botines de cuero que llamaban la atención de todos.
— ¡A ver que tiene qué decir! — graznó el Cuervo. Delante suya Doña Paloma arropaba a sus pichones sin que el ave de negras plumas pudiera apartar la vista de ellos.
La leona de espesa melena rubia enseñaba los dientes con sonrisa de hiena mientras condenaba al reo junto a sus allegados, erre que ere, con su particular gracejo sureño. Poco a poco se hizo el silencio y todas las miradas se clavaron en el señor Jirafa y sus lunares disformes. A su lado la Elefanta, a la sazón hija del Gran Elefante, se secaba las lágrimas con un pañuelo.
La leona de espesa melena rubia enseñaba los dientes con sonrisa de hiena mientras condenaba al reo junto a sus allegados, erre que ere, con su particular gracejo sureño. Poco a poco se hizo el silencio y todas las miradas se clavaron en el señor Jirafa y sus lunares disformes. A su lado la Elefanta, a la sazón hija del Gran Elefante, se secaba las lágrimas con un pañuelo.
— Yo, yo… — empezó a balbucear Don Jirafa.
Comenzaron a oírse los primeros abucheos.
— Yo… ¡No he hecho más que lo que todos vosotros hacéis! — explotó al fin señalando al Gran Elefante.
Una exclamación de incredulidad recorrió la estancia. ¿Cómo se atrevía aquel advenedizo a acusar al animal más animal de todos? El rostro del paquidermo se tornó pálido primero, después amarillo, luego verde, para terminar en un rojo volcánico que hacía presagiar los peores augurios. Se levantó tan aprisa que casi perdió el equilibrio.
— ¡¿Por qué no te callas?! —retumbó su voz gangosa en un salón atenazado por el silencio.
Se escucharon risas tímidas, exclamaciones de sorpresa, alguna que otra blasfemia y hasta hubo quien se desmayó de la impresión. Tan sólo el Faisán dorado de porte marcial y gafas perfiladas en negro permanecía indiferente mientras cerraba negocios con Venancio el Gorila, quien no dejaba pasar ocasión para acrecentar su patrimonio. En el estrado la Orangután, ajena como de costumbre a cuanto la rodeaba, propinaba una colleja a su pequeño vástago sin poder disimular su enfado — niño, ¿te ha dado tu padre esa escopeta? ¡a ver si te vas a lastimar! —
— ¡Quieto todo el mundo! — gritó el Águila Imperial luciendo orgullosa sus cinco estrellas sobre las plumas del pecho.
La imponente presencia de la autoridad comenzó a surtir efecto, mas fue la imagen del Gran Elefante en pie sobre el estrado, con las patas cruzadas y la trompa enhiesta, la que terminó por intimidar a la concurrencia. El Cuervo negro voló para facilitar la extremaunción a Don Jirafa y sólo la intervención in extremis del señor Avispo impidió que aquel acto imprudente se llevara a cabo.
— ¡Esta es mi decisión! —bramó el paquidermo — Tú, Jirafa, serás el trofeo que entregaremos a la plebe, el cortafuegos que impedirá que nos quememos. ¡Un peón prescindible, ni tan grande como para hacer caer las piezas mayores, ni tan pequeño que no sacie el ansia de justicia de la chusma!
La sala coreó las palabras del monarca, que henchía ahora el pecho orgulloso de la autoridad con que lo investía su rango.
— ¡Si aceptas sin rechistar, tu calvario no será excesivo! —continuó — ¡buenas condiciones, una condena asumible y luego una vida despreocupada en pago por tus servicios! Después de todo — guiñó un ojo a la concurrencia —no deja de ser, aunque advenedizo, uno de los nuestros.
Los animales rieron a gusto, acallando por un momento el griterío que se dejaba oír procedente del exterior.
— ¡Id, Jilgueros, y proclamad a los cuatro vientos la consigna que os doy! Decid a todos los ciudadanos que hoy aquí se ha hecho justicia, que aquel que la hace la paga. ¡Qué en Bombonlandia la ley es igual para todos!
El pingüino mayordomo de barba blanca y anteojos etéreos abrió de par en par la pajarera, y la bandada de aves salió volando por un tragaluz. Muy jilgueros y mucho jilgueros, pensó para sí en un arranque de lucidez. En poco tiempo el barullo del exterior fue perdiendo intensidad. Los congregados aplaudían al Gran Elefante Blanco al borde de la histeria, riendo y felicitándose entre bombón y bombón, mientras este recibía con gusto su baño de gloria con las patas abiertas y una sonrisa de colmillo a colmillo.
Afuera comenzó a llover y la multitud no tardó en dispersarse. Como cada día desde que el mundo es mundo, llegó la noche.
En la sala, sobre el estrado, a pesar de las advertencias de su madre el pequeño Orangután terminó por pegarse un tiro en un pie.
Bonito cuento de animales, fábula de un mundo taaaaan distinto al nuestro. ¡Ah, no! Que por eso es una fábula. Con consejo moral que he captado a la primera: ojito con las escopetas, que se disparan solas y luego, de mayor, acabas cazando elefantes.
ResponderEliminarBromas aparte, un texto divertido y de mensaje claro. El mundo animal siempre ha dado mucho de sí, que se lo digan a Disney. Y tú te has servido con pericia de todo el Arca de Noé (serpientes de cascabel y gatos descascabelados, ja ja, menudo trabalenguas) ¡Y esas frases! ("¡Quieto todo el mundo!", "¿Por qué no te callas?"), Guiños geniales a nuestra historia reciente que van como anillo al dedo en esa "Asamblea" de bombonarios
Y a buen entendedor...
Un placer leerte, sin duda
Seguiremos por aquí, paisano, a ver qué tal se nos da el verano
Un fuerte abrazo
Has captado perfectamente la esencia del relato, Isidoro. Un inocente cuentecito de animales con una advertencia a las nuevas generaciones para que no cacen elefantes, no vaya a ser que apunten a algún elefante demasiado grande, que estos mastodontes tienen muy mala leche. La verdad es que mientras lo escribía me recordaba más a la Aldea del Arce, por aquello de que los osos se casaban entre ellos y tenían ositos, los conejos mas de lo mismo... pero luego los jovenzuelos ligaban unos con otros entre si. ¿Para qué si la coneja sabía que tendría que casarse con un conejo? Misterios del mundo animal.
EliminarLa frase de ¡Quieto todo el mundo! al principio figuraba como ¡silencio todo el mundo! pero decidí cambiarla porque le pegaba mejor al señor Aguila Imperial.
Y si, como bien dices, a buen entendedor... (no cacéis elefantes, jóvenes generaciones)
Un abrazo, paisano, y buen verano!
Fíjate, fíjate, que según iba leyendo me iba sonando la historia y los personajes me iban pareciendo familiares, ¿por qué será? Yo creo que como no guarden los bombones con un buen cepo en Bombolandia va a seguir habiendo pillos que metan la zarpa, el pico o el morro en la caja, ¿no crees? Nada, nada, que por lo visto también se te dan de vicio las fábulas. Enhorabuena y un beso
ResponderEliminar¿Ah si, Ana? mmm habré plagiado algún relato que hayas leído con anterioridad? será cierto eso de la conciencia común? porque te puedo asegurar que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia ¿Donde has visto tú que un elefante y un corzo tengan por hijo un gallo? sólo de imaginarlo... Bueno hasta aquí mi intento porque no me cierren el blog. Y ahora que ya no nos lee nadie... entre tú y yo... El elefante es... es... @-ç'$/(%#+¡. ¿A que no lo esperabas? Un beso.
EliminarAy Jorge, que me ha pasado como al resto, la historia me suena muchísimo, ¿será la versión mejorada de nuestra realidad? Hasta he identificado a un par de animalillos, :)
ResponderEliminarMuy bueno y divertido con notas de crítica y cinismo para que yo, como lectora, lo haya disfrutado cantidad, jejeje
Un abrazo fuerte.
¿Realidad? no no Irene, esto es una simple fábula a la que le echado un poco de imaginación. A mi el animalito que más me mola es el faisán dorado, por aquello de la cercanía... quiero decir, aunque parezca que no los faisanes son animales muy cariñosos, ejem. ¿usarán bronceador? esto no viene muy a cuento. Gracias por tu lectura Irene. Un abrazo!
EliminarUn bonito cuento de animalitos que según fui leyendo iba entendiendo esta fábula que trata de esa burla irónica a la familia Bombonlandia. Me he reído mucho. Se te dá bien todo hasta los cuentos de animalitos. Eres un crak. Un abrazo
ResponderEliminarEs que esta familia tan particular da mucho juego Mamen. En el fondo son unos animalitos entrañables, tan bien avenidos y simpáticos. ¿se me dan bien los cuentos de animales? espero que los niños lo hayan disfrutado. Gracias por comentar, un abrazo!
EliminarPlacer leer este relato..fábula..que en si tiene coincidencias con la vida humana.Buenísima. Suerte en el Tintero.Abrazo
ResponderEliminarGracias Graciela. La verdad es que para los que sois de fuera debe resultaros un poco extraño y difícil de entender, me imagino que en más de una ocasión os habréis perdido. Y es que aquí por estas tierras ya viejas tenemos unos animalitos muy particulares que no tenéis por ahí. Supongo que vosotros tendréis los vuestros propios. Y es que animales hay en todos lados. Gracias por leer Graciela. Un abrazo!
EliminarGenial parodia del mundo (político) en el que vivimos y que sufrimos. Si muchos humanos se comportan como animales, aquí se han invertido los papeles, jajaja. Desde la rebelión en la granja que no había disfrutado de una historia animal con moraleja.
ResponderEliminarMi enhorabuena.
Un abrazo.
La política está en todos los aspectos de nuestra vida, también en el mundo animal por lo que se ve, o eso dicen, que yo de política no entiendo mucho y aunque no creo en ellos... habelos hainos! como decimos por aquí. Gracias por comentar Josep. Un abrazo!
Eliminar¡Muy pero que muy bueno Jorge! Una parodia genial, más que fabula diría un certero repaso de la sociedad Bobónica y sus adeptos, digo…Bombónica.
ResponderEliminarHas hecho un fiel retrato de los animalistos del bosque regio. Cuando vuelva a ver por la tele a todos estos pájaros de buena cuenta no voy a poder evitar (ni quiero), relacionarlos con el animal que has elegido tan bien por cada uno de ellos.
Y además me has hecho reír.
¡Bravísimo Jorge!
Bombónica Isabel, Bombónica... no te comas la R... ¡digooooooo la M la M!
EliminarLos personajes, como bien le decía a Isidoro, son los de la Aldea del Arce, que supongo recordarás porque creo que a ti y a mi nos pilló mas bien de niños. Yo era más fan de Banner y Flappy, una serie de dibujos lacrimógenos precursor de las actuales telenovelas. Que pena cuando les talaron el bosque! Me alegra que te hayas reído, no es tarea sencilla transmitir la risa a través de la pantalla, pero es lo que nos queda. El día que no podamos hacer un rap con estas cosas es que algo no andará muy bien. Ah... ¿qué ese día ya ha llegado? Un beso Isabel.
¡Excelente!Muy bien fundamentado, sin duda... En todas partes se cuecen... ¿jirafas?. Aplausos.
ResponderEliminarGracias Beba, como le decía a Graciela imagino que a los que no sois de aquí este cuento os ha de despistar un poco. Gracias por tu lectura. Un saludo.
EliminarTe iba a decir que es una preciosa fábula, pero no se yo si designar como tal a este fantástico relato. Una parodia divertida de nuestra triste realidad, con esos guiños deliciosos del por qué no te callas o el quietos todo el mundo.
ResponderEliminarMe ha encantado esa frase que dice algo así como que necesitamos condenar a alguien que no sea demasiado grande, para arrastrar al resto; ni demasiado pequeño para que deje sin saciar el hambre de justicia del pueblo.
Un relato en la mejor tradición de aquel Rebelión en la granja de Orwell y harías bien en no olvidar Bombolandia, creo que puede servirte para mostrarnos todas las contradicciones y locuras de la sociedad que nos ha tocado en suerte. Un abrazo!!
La frase que mencionas, David, es alrededor de lo que gira todo el relato. Si lo he escrito es porque me indigna que se nos trate como si fuésemos tontos y eso es a mi entender lo que ha pasado en fechas recientes. Me parece tan obvio que se ha sacrificado un peón para tapar las vergüenzas de otros que se esconden mucho más arriba, que creo que es escandaloso que no haya una mayoría social que no lo vea y se rebele contra ello. Por eso mismo, por obvio, quienes manejan los hilos necesitan a los jilgueros para proclamar al unísono lo contrario y los mass media se han lanzado, vergonzosamente todos y sin excepción, a tratarnos de hacer comulgar con ruedas de molino. Por desgracia lo que se repite una y otra vez, por infumable que pueda ser, cala hondo en una sociedad a la que hace tiempo se ha inmunizado contra el sentido crítico. Estoy seguro que muchos de los que lean esto no compartirán su conclusión final y creo que este no es un relato para hacer muchos amigos, pero sentía la necesidad de escribirlo y dejar clara mi postura. Si puede hacer reflexionar a alguien me doy por satisfecho. Quiero pensar por otro lado que entre quienes practicamos el arte de la escritura la capacidad de análisis y crítica está por encima de la media, y es que en este país hace faltar leer más y menos tele. En fin, que he aprovechado tu réplica para despacharme a gusto jeje. Gracias por comentar, un abrazo!
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarGracias recomenzar!
EliminarHola Jorge, esta asamblea-juzgado (ah,no me gusta, lo animales son más cívicos y se escuchan más) solo asamblea, para decidir que hacer con la larguicuello de la jiraga, robando bombones. Me recordó la peli de "la rebelión de la granja". Inocente cuento, parodia somera del mundo de las dos patas, esos si que roban, pero un montón. Un abrazo
ResponderEliminarEl parecido con Rebelión en la granja es mucho, aunque en la novela de Orwell los animales al menos tuvieron la decencia de rebelarse. Bien es cierto que pronto fueron acallados por los que decían ser sus salvadores. En este cuento la masa animal no ha llegado a ese extremo, ha sido silenciada antes, supongo que esa es la gran diferencia. Gracia por leer Eme. Un abrazo.
EliminarHe visto representado a muchos de nuestros "queridos" representantes en esta fábula que nos presentas, Jorge, aunque me quedo con esa orangutana que le avisa a su hijo de los peligros de la escopeta. ¿Qué animal será el que haga una moción de censura al gran elefante? ¿Habrá un máster ficticio que investigar?
ResponderEliminarMuy buen relato, Jorge, y de una actualidad pasmosa.
Un saludo.
Bueno esas cosas ya quedan para una segunda entrega jeje. Es curioso que según me han contado, a los Bombones, una familia de vividores que siempre se han mirado el ombligo, culpables en gran medida del atraso endémico de Bombonlandia con respecto al resto de sus vecinos, les hicieron ya dos mociones de censura, siempre según lo que ha llegado a mis oidos, claro. Y es curioso que aun asi se las han ingeniado para estar ahí otra vez. Si los animales antepasados de los bombonlandienses levantaran la cabeza!! paradojas del mundo animal. Un abrazo Bruno.
EliminarMuy buena fábula Jorge y qué por desgracia suena muchísimo. Genial la manera de recrear todos esos tics y vergüenzas y decir las cosas tal y como son, que ya está bien de parecer tontos.
ResponderEliminarUn beso enorme y muy feliz verano compañero
pues si Conxita, yo creo que nos toman por tontos y como tales nos tratan. En nuestras manos está el dejarnos tratar así. Gracias por comentar. Un beso y buen verano.
EliminarHola, Jorge. Nos has presentado un cuento que es a su vez una alegoría de los tiempos actuales. Más que a una fábula, al leerlo me ha recordado a Orwell con su "Rebelión en la granja" aunque la temática es bien diferente.
ResponderEliminarEn esencia, lo que extraigo de tu cuento es que hasta en "Bombonlandia" hay los mismos problemas de todas partes, ay, esta ansia primitiva que nos pierde, es común a todos los animales ;)
Me ha encantado. Abrazo grande.
Bombonlandia es un tanto peculiar, sus animalitos tienen unas tragaderas algo más grandes de lo habitual... para comer bombones claro. Gracias Manoli por tu visita, espero que todo vaya bien. Un abrazo.
EliminarHola Jorge, qué decirte de tu cuento. ¡Genial! ¡Excelente! Están todos, no falta ninguno. Cada uno en su papel, desde el Gran Elefante, con su voz gangosa, el señor Gallo y la Cacatúa..Es verdad el señor Jirafa no es ni tan grande ni tan pequeño, pero calma el ansia de la "plebe" No he podido por momentos dejar de reírme con ganas, tal vez puede ser de los nervios, ya que es una pintura de todo lo que nos ha pasado en los últimos tiempos. Ni te has olvidado de la división entre los animales herbívoros y carnívoros, ay si lo sabré yo Jorge, y sí, otro motivo para entretener a la audiencia. En Bombonlandia todo es posible. Lo bueno sería que de una vez por todas se acabara esa afición a los "Bombones"..Te felicito por tu escrito y por tu agudeza. Lo aprecio mucho. Un abrazo.
ResponderEliminarHe querido introducir varios de los personajes animales que pueblan Bombonlandia, aunque se podrían haber incluido algunos más. Trato de reflejar la connivencia que se da en ese imaginario país de animalitos entre las clases dirigentes y las que dirigen en la sombra. Por supuesto las discusiones artificiales que utilizan para dividir a los animales es parte importante del relato, algo en lo que los animales de Bombonlandia pican una y otra vez. Todo es posible en el país de Bombonlandia, una frase que he querido poner en boca del narrador expresamente y que pretende reflejar a las claras la particular idiosincrasia de ese mundillo animal. Gracias por tu comentario Mirta. Un abrazo.
EliminarAmigo Jorge, Escritor con E mayúscula, ¡excelente relato-fábula-sátira el que nos has regalado!
ResponderEliminarTe diré que me lo he pasado en grande leyéndolo e imaginándote buscando los paralelismos que deseabas introducir para cada personaje, en cada frase. Te confesaré que, ¡llámame raro!, me quedo con «tortugas que hacía meses no cobraban su pensión»; me ha parecido muy fino, sutil y, sobre todo, inteligente. ¡Qué genio!
Poco puedo añadir a lo que ya han dicho todos los compañeros que me han precedido, salvo reiterar que lo has bordado, amigo, no faltaba (casi) nadie. Y estoy seguro de que en sucesivas lecturas irán apareciendo matices que han permanecido escondidos en esta primera lectura a mi cansado entender...
Por todo ello, ¡mil gracias y enhorabuena!
Un fuerte abrazo.
No se si a todos los personajes se les encuentra correspondencia, pero todos la tienen. A las tortugas se me ocurrió ponerlas sin caparazón, hubiera quedado simpatico que las deshauciasen de su propia casa, al final se quedó así por ancianas.
EliminarGracias a ti por tu generoso comentario Patxi. Un abrazo!
Me has hecho empezar el jueves sonriendo!!!! Gracias por alegrarme la mañana.
ResponderEliminarUn abrazo
Siendo así el relato habrá cumplido su cometido. Un abrazo David!
EliminarUn cuento-fábula ingenioso y entretenido, con una gran variedad de personajes, muy bien caracterizados, constituyendo una notable metáfora zoomorfa de nuestra entrañable rutina político-jurídica. Tu fértil creatividad no deja de sorprenderme. Un abrazo, Jorge.
ResponderEliminarSe hace lo que se puede respecto a la creatividad Paco, hay que reconocer que nuestros abombonados animales dan mucho juego. Un abrazo!
EliminarMientras leía, a poco de comenzar el relato, pude percibir la aguda ironía en el modo de contar esta ingeniosa fábula. Yo estoy del otro lado del Atlántico y aunque me da pudor emitir una opinión acerca de las "cuestiones internas" de Bombonlandia debo decir que no puedo dejar de ver cierta similitud en los sucesos y personajes de esta historia con noticias de dominio público que han llegado a estas costas a través de los medios masivos de comunicación. Desde el punto de vista literario una narración impecable escrita con gran talento, como no podía ser de otro modo. Un excelente trabajo, Jorge. Te mando un gran saludo!!
ResponderEliminarAriel
Supongo que para vosotros que sois un tanto ajenos a las vicisitudes del reino de Bombonlandia os será más complicado atar todos los cabos de esta fábula, pues aunque animales muy animales y mucho animales hay en todos lados, cada lugar tiene su propia fauna particular e intransferible. Vayan mis disculpas por adelantado por haberos presentado una historia de recorrido geográfico tan reducido, pero a veces uno escribe lo que quiere y otras lo que debe, pues cualquier arte que se precie de serlo, y por ende cualquier artista, no puede renunciar a ser crítico con su entorno. Muchas gracias Ariel por tu lectura y comentario. Un saludo!!
EliminarTu fábula tiene una doble lectura que es universal. Me resonó tanto que pensé que estabas hablando de estas tierras y los bichos que las poblamos. En todos los órdenes, no solo el político, hay una grieta que divide a los que están afuera, esperando jussticia, de los que están adentro, arreglando los chanchullos entre ellos.
ResponderEliminarMuy bien narrada, amena y atrapante.
Un abrazo, Jorge.
En la próxima Mirella prometo incluir un cóndor y una llama, para darle una ambientación más internacional jaja. Tienes toda la razón en eso que comentas de la grieta. Gracias por comentar. Un abrazo!
EliminarHola, Jorge. Te he nominado a los Blogger Recognition 2018. Puedes verlo en:
ResponderEliminarhttps://isladelosvientos.wordpress.com/2018/07/18/me-han-nominado-para-el-blogger-recognition-2018-award/
Saludos.
Gracias Mirna, pasaré a echar un vistazo. Un saludo.
EliminarTal cual. Estos "simpáticos" animalitos nos han imitado y han creado una realidad paralela idéntica a nuestra triste monarquía parlamentaria. Jorge, da igual el tema y el tono, siempre lo acabas bordando. Te deseo un feliz verano alejado de ese zoo que nos desgobierna. Un abrazo
ResponderEliminarIntento ser lo más versátil que puedo con los temas a tratar, para no aburriros en exceso. Gracias Jose, te deseo un feliz verano también. Un abrazo.
EliminarHola, Jorge. Qué tal todo? escribo poco últimamente, pero acaban de nominarme para el Blogger Recognition Award y entre las condiciones del premio está la de nominar blogs para el mismo premio, por lo que he pensado en el tuyo, porque creo que siempre aporta visibilidad.
ResponderEliminarSi quieres y te interesa, puedes recoger el premio y premisas en el siguiente enlace:
https://lascosasqueescribo.wordpress.com/2018/10/22/nominada-para-el-blogger-recognition-award-2018/
Un abrazo.
Hola Manoli! pues yo tampoco escribo mucho últimamente, pero bueno son etapas supongo. Muchas gracias por la nominación, por supuesto que pasaré a recogerla. Un abrazo!
EliminarHola Jorge:
ResponderEliminarYo también te he echado de menos, así que para que des señales de vida y te asomes entre las brumas de Galicia, te nomino al mismo premio. Ya sabes dónde puedes recogerlo:
http://elcrujirdelaescarcha.blogspot.com/2018/10/the-bloggers-recognition-awards.html
Un beso
Gracias Ana, el sentimiento es mutuo, tampoco veo que publiques tan asiduamente como antes, aunque yo llevo unos meses un poco desconectado de esto. Espero que el tiempo y las ganas no tarden en volver. Será un placer pasar por tu blog. Un beso.
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