Aquel viaje
en tren no fue, no podía ser, como cualquier otro. Sí, contemplaba de nuevo el
paisaje esplendoroso, los campos verdes en los que soñaba corretear sobre su
hierba mullida y un cielo de agosto limpio de nubes, hiriente a la vista con su
azul intenso. Al atardecer, el sol pintaba el horizonte de un encarnado arrogante, acertado símil de lo que acontecía no muy lejos de nosotros. Sin embargo tenía que pelear a cada instante por asomarme a una rendija o
cualquier ventanuco de aquel mastodonte de hierro y madera que nos torturaba con
su traqueteo interminable. El hacinamiento y el hedor a sudor y excrementos se
habían convertido en rutina, y la sed, junto con el hambre, clamaban por el pronto final
de aquel viaje tortuoso. Nunca perdí la esperanza, estaba convencida, lo sigo
estando, de que al término de este camino nos aguarda la redención.
Valeria se ajustó los auriculares y sorbió un trago de agua. Acercó el micrófono a los labios, activando el interruptor. Nunca agradecería lo suficiente que la magia de la electrónica le facilitara de ese modo su trabajo. Llevaba ya un buen rato hablando y aquella pausa le había dado un respiro.
—Continuamos.
Ya sé que hay quien está deseando pasar directamente a las cámaras —se dejaron
oír algunas risas —pero antes vamos a visitar los barracones.
La multitud
traspasó el umbral en ordenada hilera. Un niño travieso se adelantó corriendo y
empujó a una señora que casi pierde el equilibrio. El tal Juanito se ganó un
tirón de orejas de su madre, que lo obligó a reintegrarse a la disciplina del
grupo.
—Aunque sé que
es innecesario, les recuerdo una vez más el respeto que ha de
guardarse en este lugar —la franca sonrisa contrastaba con la seriedad de sus
palabras— No se conservan todos los barracones, pero se han restaurado algunos
sin modificar la estructura original. Como pueden imaginar, las condiciones de
vida eran en extremo complicadas.
Las miradas se
concentraron en escrutar los tablones de madera, algunos quebrados por
el paso de los años, enfilados en un orden caótico hasta donde se perdía la
vista. Por encima de ellos, gruesas vigas sostenían un techo que parecía a
punto de derrumbarse en cualquier momento. El niño travieso, aprovechando la
inexplicable fascinación que aquellas tablas viejas ejercían sobre los adultos,
se escabulló sin ser visto entre las literas.
—Al hambre y
el frío se unían las epidemias que, sobre todo en los últimos tiempos, asolaron
el Campo.
—¡Juanito, sal
de ahí inmediatamente o…! disculpen, este niño no tiene remedio.
—¡Mira mamá,
mira lo que he encontrado!
El crío
llevaba en su mano unos cartones doblados cubiertos de polvo y alguna telaraña.
—Estaban ahí, escondidos en una rendija de esa pata.
—¿Pero qué es esto?
Parece que están escritos.
La guía se
acercó torciendo el gesto, tomó el hallazgo con cuidado.
—Parece
carboncillo… y los últimos párrafos…
—Es de un tono
como encarnado, ¿no?
A Valeria
comenzaron a temblarle las manos. Su rostro palideció.
Otra vez el
traqueteo martilleante, de nuevo la incertidumbre y el miedo. Afuera todo era
desolación, la imagen de un mundo que se derrumba en estos tiempos convulsos
que nos ha tocado vivir. Esa vez fueron tres días de viaje. Corrían rumores que no
quería creer. Al llegar, una constante columna de humo se elevaba de entre los
edificios, el peor presagio que parecía confirmar nuestros temores. Desde el
tren acerté a leer una inscripción: “Arbeit macht frei”. Que ironía, hacía ya
mucho tiempo que no sabía lo que era la libertad.
Un despacho en
la universidad de Varsovia y dos hombres expectantes.
—¿Tenemos ya
el resultado, profesor?
—Así es.
—¿Y bien? No
me haga esperar más.
—Las pruebas
caligráficas han dado positivo.
Por un momento
se hizo el silencio, ninguno sabía que decir.
—Es asombroso. ¿Se da cuenta del valor que puede llegar a alcanzar?
—Ciertamente,
no se le podría poner un precio.
—¿Cómo haría
para esconderlo, y cómo es posible que no se haya encontrado hasta ahora?
—De momento
eso entra en el terreno de la especulación, tal vez algún día sepamos más.
—Lo que nunca
sabremos es lo que el mundo se ha perdido. Una vocación incuestionable, sin
duda.
—Las primeras
páginas están escritas a lápiz, las últimas con sangre, amigo mío. Sencillamente
admirable.
—Brindemos
entonces por lo que pudo ser y no fue.
—Brindemos por lo que ahora tenemos la certeza que sí ha sido.
Cada día
parece que puede ser el último, y sin embargo la vida se empeña en obsequiarnos
una y otra vez con un nuevo amanecer. Aun ahora, seguir vivos es un regalo,
a pesar de tanto sufrimiento. No puedo dejar de pensar en quienes ya se han
ido, víctimas de esta barbarie sin sentido. Papá, mamá, en algún lugar volveremos a
encontrarnos, pero os prometo que saldré de aquí con la cabeza alta y el
orgullo intacto para mantener viva vuestra memoria. El mundo sabrá lo que ha
pasado, yo me encargaré que así sea.
Están
trasladando a la gente de nuevo, pronto tocará emprender otro viaje. Dicen que
hacia el oeste, otra vez al oeste. Vaya donde vaya, tengo la certeza de que tú
siempre estarás conmigo. Podrán quitármelo todo, podrán quitarme incluso la
vida, pero a ti nunca te alejarán de mi lado; mi amiga, mi compañera, mi amada y querida
Kitty.
Por lo que veo, Anna Frank continuó escribiendo su diario en Bergen-Belsen. Me ha gustado mucho, Jorge, sobre todo cómo reflejas ese aterrorizador afán por lucrarse con el dolor ajeno que, por desgracia, se ve tan a menudo. Enhorabuena.
ResponderEliminarUn beso muy grande
Pues si y no Ana, je je. Bien visto lo de Ana Frank, aunque no se la nombra en ningún momento se dan suficientes pistas para identificarla, sobre todo en las dos últimas líneas. Bergen Belsen fue el lugar donde murió Ana, pero antes pasó por los campos de Westerbork y Auschwitz. Bergen Belsen no es visitable en la actualidad por lo que no puede ser el lugar del hallazgo del manuscrito. En el relato se dan algunas pistas para identificar el lugar como Auschwitz, hay un viaje en tren de llegada y otro de salida, las cámaras de gas que no existían en los otros dos campos al no ser campos de exterminio, la famosa inscripción de la entrada: el trabajo os hará libres, y el hecho de que el manuscrito se analice en la universidad de Varsovia en Polonia, donde estaba Auschwitz, y no en Berlín o incluso Hamburgo, que sería lo propio si fuera Bergen-Belsen. Espero no haber sido demasiado críptico. Un beso y gracias por comentar, como siempre la primera.
EliminarBuenas, Jorge. El campo de concentración de Bergen-Belsen sí que es visitable, aunque no queda nada en pie, tan solo hay un museo y la tumba en recuerdo de Anna Frank, y unos cuantos más de todos los millones de personas que allí murieron.
EliminarTu relato me ha gustado mucho, de mis favoritos.
Un saludo.
Hola Irene, me refería lógicamente a que no es visitable la estructura del campo, no podría haber unos barracones en los que encontrar un manuscrito escondido como se hace ver en el relato, de ahí que el hallazgo debiera trasladarse a Auschwitz. No obstante te agradezco la puntualización, me alegra que te haya gustado el relato, entre nosotros, el tuyo me gustado mucho también. Un saludo.
EliminarMe ha gustado mucho la utilización del flashback, en tu narrativa con estos saltos temporales, del pasado (escrito en cursiva) al presente. Es además muy aconsejable para aumentar el suspense de la trama pausada.
ResponderEliminarDestacaría también la riqueza de matices respecto a las descripciones tanto de personajes como del decorado.
Su mensaje francamente es impactante. Opino igual que Ana Madrigal, ya que resulta aterrador ese afán de unos pocos sinvergüenzas por lucrarse del dolor ajeno.
Espero que tu relato sea también merecedor de premio. ¡Suerte, Jorge!
Un saludo.
Muchas gracias por comentar Estrella, espero haber conseguido ese suspense al que aludes. Un saludo.
EliminarHola, Jorge,
ResponderEliminaruna historia variada, contrapuntada por tres historietas que se complementan para formar un relato coral que suena con una armonía perfectamente ordenada. Muy bien trabajado y elaborado para pasar de un escenario a otro sin casi apenas dar explicaciones. Mis felicitaciones; como dice Estrella, también espero que tu relato acabe bien alto.
Un saludo.
En un relato tan corto no hay mucho espacio para dar explicaciones, por lo que la esencia del relato debe sobrentenderse. Por otro lado siempre es mejor mostrar la escena que tratar de contarla. Muchas gracias por comentar Pepe, y bienvenido a mi blog. Un saludo.
EliminarUna historia genial, Jorge. Estremecedora y muy visual. Muy en tu línea. Sin duda un relato digno de un buen Tintero. Un saludo gallaecio.
ResponderEliminarMuchas gracias Carmen, de paisano a paisana. Un saludo.
EliminarSaludos Jorge, un relato del pasado unido a uno del presente, muy bien unidos. Por cierto que coincidimos en el espacio y tiempo (y también las víctimas) de nuestros relatos (el de la parte del pasado del tuyo con el mío). Éxitos y bendiciones!
ResponderEliminarPues aún no he tenido tiempo de leer tu relato Mery, pero en cuanto pueda me pongo a ello. Gracias por comentar, un saludo.
Eliminar¡Hombre Don Jorge! ¡Benditos los ojos...! :))
ResponderEliminarPues nada, me guardo tu tren y ya te diré.
Un abrazo muy grande y me alegra mucho "verte" de nuevo. Hasta pronto.
Un abrazo también para ti Isabel, en cuanto me sea posible me paso a comentar tu relato.
EliminarUna historia genial, Jorge. Estremecedora y muy visual. Muy en tu línea. Sin duda un relato digno de un buen Tintero. Un saludo gallaecio.
ResponderEliminarMuchas gracias Carmen, de paisano a paisana. Un saludo.
EliminarHola Jorge, encantado de haber leído tu relato. Me pasma esa manera tan fluída y natural de pasar de una trama a otra. Historia estremecedora que se entremezcla con planteamientos tan prosaicos como la ambición de los individuos que han conocido la autenticidad del escrito. Magistral relato, sí señor.
ResponderEliminarGracias Beri, y bienvenido al blog. Me alegra haber conseguido ese efecto que comentas en el enlace de las tramas. Un saludo.
EliminarQué gran historia, Jorge y qué bien reconducida hacia Ana Frank. Me ha gustado muchísimo. Felicidades.
ResponderEliminarGracias Marta por comentar, me alegra que te haya gustado. Saludos.
EliminarBuen relato de un tu estilo que nos tienes acostumbrado. Has enhebrado el presente y el pasado.Según iba leyendo me acordaba de un lugar que visité cerca de Berlín. Me he trasladado e a ese lugar que por lo que parece es el Auschwitz. Yo estuve en el campo de concentración Sachsenhausen, y lo que allí vivieron fue terrible. Un abrazo.
ResponderEliminarDebe ser estremecedor visitar cualquiera de esos lugares, sin duda tuvieron que pasar unas vivencias terribles. Gracias Mamen, un abrazo.
EliminarHola, Jorge.
ResponderEliminarUna historia con presente y un pasado que no se debe olvidar. Muy bien construido el relato trágico por lo que representa y basado en la actualidad con ese niño inquieto y molesto que tanta diferencia marca sobre esos lamentables hechos ocurridos. Felicidades, me alegra volver a leerte.
Un fuerte abrazo.
Hay cosas que no deberíamos olvidar nunca, muy cierto Irene. También me alegro de verte por aquí. Un abrazo.
EliminarAdmirable historia en dos tiempos.Buena apelación a la emotividad del lector.
ResponderEliminarGracias Beba, me alegra que te haya gustado. Un saludo.
EliminarBueno, pues valió la pena esperar Jorge.
ResponderEliminarUn relato en tu línea habitual: meticuloso, trabajado, con algunos datos históricos, bien mezclada la ficción y la realidad, y sin duda, emotivo.
Me recordó un poco a la supuesta tumba de Lorca que escribiste hace algún tiempo ya.
Un dato personal, mi hijo acaba de venir de Amsterdam (yo no la conozco), y aunque intentó ver la casa donde estuvo escondida la familia de Ana Frank, como no hizo la reserva con suficiente tiempo se quedó sin verla. Ha leído el diario, es una lectura no sé si obligada, pero sí recomendada, en algunos colegios, y me parece estupendo. Ojalá se leyera, sobre todo los estudiantes, la convulsa historia de las dos Españas de la guerra civil, y su posguerra, no tan lejana. Para entender el presente hay que conocer el pasado.
El relato tiene inicio, nudo y desenlace. Orquestando el autor las dos corrientes narrativas (la voz de las cartas, y la de la narradora en primer apersona)
En definitiva, un buen trabajo con las premisas del reto de Tintero más que cumplidas.
Un abrazo, amigo Jorge.
Vaya Isabel, con esa primera frase ya has colmado mis expectativas. Ahora que lo dices, tienen algo en común con "Buscando a Lorca", en cuanto a la mezcla de hechos reales y ficticios.
EliminarMi primer contacto con el Diario fue precisamente en un libro de texto de una de mis hermanas, donde se incluían algunos fragmentos del diario, posteriormente tuve oportunidad de leerlo entero. Estoy de acuerdo en que debemos conocer el pasado para no repetir los mismos errores en el futuro, aunque a veces es difícil encontrar un relato coherente de los acontecimientos más cercanos.
Muchas gracias por comentar, en cuanto pueda me paso por el tuyo. Un abrazo!
Gracias, Jorge, por participar con este relato en El Tintero de Oro. Un abrazo y suerte!!
ResponderEliminarGracias a ti David por organizar una edición más del Tintero de Oro. Un abrazo!
EliminarHola Jorge
ResponderEliminarMe han gustado "los dos tiempos" y las tres imágenes del relato. Dan que pensar, te quedas dándole vueltas al asunto. Además, se diferencian muy bien con lo cual el relato fluye como es debido.
Enhorabuena y saludos
Hola Paola, si el relato te ha dejado pensando me alegro de ello, es un punto a favor. Gracias por comentar. Un saludo.
EliminarUna muy buena continuación de la obra y vida de Anna, amigo Jorge. Creo que se sentiría orgullosa si llegara a leer este relato. Que su nombre no se borre de la Historia, como diría una rosa.
ResponderEliminarUn saludo y mucha suerte, aunque no creo que te haga falta.
Muchas veces me he preguntado que pensaría Ana Frank de saber a donde llegó su diario, ella que era una simple niña de 15 años, víctima como tantas otras de la barbarie. Al menos su muerte no fue en vano. Gracias por tus palabras Bruno. Un saludo.
EliminarMe ha parecido un relato soberbio. Creas muy bien las imágenes que recibe el lector. Es muy realista, te mete en la situación del protagonista y te hace sentir esas emociones tan devastadoras. Mucha suerte, Valin, en el tintero!
ResponderEliminarAbrazo
Hola, Kan ;) me alegro mucho que te haya gustado, de esos se trata, y de meterse en la piel de la protagonista. Un abrazo!
EliminarHacía mucho tiempo que no sabía nada de ti y ahora, zas, me sorprendes con este tremedo (por su contenido y por su calidad) relato. Aparte de muy bien narrado, con esos saltos en el tiempo, describes, por una parte el horror que todos conocemos, contado en primera persona y cuya autoría me ha sorprendido al final, y por otra cómo de ese horror se puede hacer negocio y obtener la fama.
ResponderEliminarHe disfrutado mucho de su lectura.
Un abrazo y suerte en el concurso.
Hola Josep, es difícil describir tanto horror y menos en tan poco espacio, pero si una parte ha llegado hasta vosotros me doy por satisfecho. Gracias por tu comentario y suerte también. Un abrazo.
EliminarNos metes de nuevo en la trágica vida Anna Frank y lo haces con maestría y respeto. El mismo que pide la guía en su particular tour. Hermoso y duro relato. Muy ameno dentro de lo que subyace en él. ¡Suerte en el Tintero! Un abrazo y felices fiestas.
ResponderEliminarHola Rebeca, trágica y corta vida, cierto, aunque ha dejado un gran legado. Gracias por comentar y felices fiestas también. Un abrazo!
EliminarHola Jorge, pese a que tienes un blog completísimo es la primera vez que leo tus escritos, me voy adentrando en él y me gusta todo lo que veo.
ResponderEliminarPincelada histórica para este concurso y muy emotiva. El niño otorga un toque ameno y mágico a la arquitectura muy bien lograda de este tema tan serio.
Un saludo, y me quedo por tu casa, si me lo permites.
Hola Carla, bienvenida a mi blog, espero que te sientas como en tu propia casa. Me alegra que le hayas encontrado el punto emotivo al relato, en un espacio tan corto es difícil conseguir ese efecto. Un saludo y gracias.
Eliminar¿Cuántos trenes se han de coger para llegar al destino final de una vida?
ResponderEliminarMe ha parecido una historia la mar de factible, ese hallazgo fortuito de un posible escrito de la autora de un famosísimo diario pone los pelos de punta por la tragedia que esconde detrás. Se puede calificar de historia negra, ya lo creo.
Un abrazo.
Una página negra de la historia de la humanidad, sin duda, Francisco. Gracias por comentar, un abrazo!
EliminarUn relato escrito a dos voces que se complementan. Los diálogos muy logrados y la parte narrativa escrita en presente te sumerge en un mundo escalofriante. Me has llevado a un rincón de Amsterdan junto al río Amstel sentada en una casa flotante mirando y mirando la ventana abierta de la parte alta de la casa de Anne Frank. Donde se asomaba cuando ya escribía el diario, donde tantos la vieron y callaron, donde la vi yo o al menos no puedo pensar en esa ventana sin la silueta de su imagen, donde alguien más la vio y la denunció... También me has llevado a auschwitz, juré que no volvería, y tu escrito pausado, sereno me ha devuelto a aquel terrible lugar sobre el que nunca encontraré las palabras adecuadas para describir lo que representa.
ResponderEliminarCon el corazón encogido, toda la suerte en El tintero, Jorge.
Conociendo personalmente los lugares en los que se desarrolla la historia, tiene que ser mucho más vívida y trágica su lectura. No se si es bueno o malo haberte llevado de nuevo a Auschwitz, pero si el relato te ha hecho sentir aquellas mismas sensaciones, algo ha logrado ya. Muchas gracias por comentar, Pilar. Un saludo.
EliminarSaludos desde Venezuela. Interesante narrativa con su valor histórico y buen uso de los tiempos. Me encantó el relato. Éxitos en el Tintero
ResponderEliminarMuchas gracias, me alegra que te haya gustado. Saludos hacia Venezuela!
EliminarHola Jorge,
ResponderEliminarTriste y brillante historia. ¿Pueden ir estos adjetivos juntos? Pues sí. El primero tiene que ver no solamente con la historia de Ana Frank sino también con la de la codicia humana. El segundo, está relacionado con tu forma de relatar. Mis felicitaciones. Un saludo
Hola Juana, bienvenida al blog. Es el tema del Holocausto una historia triste, de la que no parece que hayamos aprendido mucho pues los propios descendientes de quienes lo sufrieron están haciendo algo parecido. Me alegra que te haya gustado. Un saludo.
EliminarUn gran relato el que nos presentas, Jorge, narrado con tu maestría habitual. Magnífica la ambientación con que arranca la historia, que nos hace vivir los escenarios que describes y acompañar a los atribulados personajes. Funciona muy bien el recurso de intercalar pasado y presente, que nos va revelando la compleja trama con el ritmo justo para atrapar al lector hasta que el ayer y el ahora parecen entrelazarse hasta desembocar en ese traumático final.
ResponderEliminarUna más que lograda revisión de un clásico literario y cinematográfico con el consigues traer al presente todo el horror de aquel terrible episodio condensado en un trozo de cartón. Suerte en El Concurso. Un abrazo, Jorge.
La intercalación de fragmentos del diario con el relato de los hechos presentes es uno de los pilares del relato, efectivamente Paco. La idea era llevar al lector de un momento a otro para ir descubriendo la trama y al personaje. Me alegra que te haya gustado, gracias por la visita y un abrazo.
EliminarUn relato escrito con maestría y, sin dudas, sobre un tema que conmueve.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias Mirna, me alegra que te gustase. Un abrazo.
EliminarMuy bien reconducida la trama hacia Ana Frank mezclando presente y pasado. Muy bien ambientada.
ResponderEliminarUn abrazo Jorge
Puri
Gracias Puri, espero haber sido capaz de esconder a Ana hasta el final, aunque sin sacármela de la manga. Un abrazo.
EliminarHola Jorge, acabo de leer a Mery y coincidís con vuestras historias en el mismo tren. el tren de la muerte. Me gustó esa parte de carta (pasado) y la dialogada (presente). Un viaje morboso el actual. Hacer un negocio lucrativo... Creo que yo nunca lo haría, me basta con saber que jamás se vuelva a repetir ese genocidio. Un abrazo compañero.
ResponderEliminarOjalá nunca se repitiese, Eme, aunque temo que en muchas partes del mundo ocurren cosas muy similares a mnos precisamente de los descendientes de quienes lo sufrieron. Muchas gracias y un abrazo!
EliminarPrecioso relato Jorge, desborda sensibilidad en contraposición a los que se lucran del sufrimiento ajeno. Me ha encantado la estrategia narrativa que nos muestra el testimonio de Anna Frank por un lado y el relato del tiempo presente por el otro. El estilo es muy visual, me imagino en el tren y luego en esos barracones.
ResponderEliminarEnhorabuena y suerte en El Tintero.
Un abrazo
Me halaga eso que dices del estilo visual y que has podido meterte en la escena. Muchas gracias Araceli por tu visita y comentario, un abrazo!
EliminarEn tu línea Jorge. Muy buena historia, sorprendente y bien narrada.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias David, me alegro que te gustara. Un abrazo.
EliminarTremendo relato por su calidad y por su contenido. La desripción minuciosa en el primer párrafo del horror que acontecía en los vagones, en contraste con la libertad y la poesía del paisaje contemplado a través de una rendija. Jamás se debe olvidar el pasado y aprender de los errores y los horrores cometidos. Deleznable también la actitud de aquellos que se lucran con el sufrimiento del pasado. Sin duda un relato de podium. Un abrazo y suerte para el Tintero.
ResponderEliminarHe intentado que los pasajes de Ana pasasen de la esperanza y percepción de la belleza después de tanto tiempo de encierro, a la desolación final. Espero haber conseguido parte de ese efecto. Me alegro que te gustase, gracias por comentar. Un abrazo Jose!
EliminarMe han gustado los tiempos y el personaje del niño, que le da un toque fresco a una historia tan densa. Suerte en el tintero 🐾
ResponderEliminarEl niño representa la inocencia y casualidad del hallazgo, me pareció una forma solvente de contarlo. Gracias Rosa por comentar, un saludo.
EliminarQué delicia de relato, Jorge. Los saltos temporales están más que justificados y, sobre todo, bien unidos. Mucha suerte en el concurso. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias Beatriz, espero que esos saltos temporales hayan quedado bien unidos. Un abrazo.
EliminarENHORABUENA, Jorge, por ese meritorio CUARTO PUESTO, en una Edición en la que, como bien señalas, había gran nivel. Nos vemos en la granja del amigo Orwell. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarGracias Paco, ha sido una edición de alto nivel y un cuarto puesto es de agradecer. Un abrazo.
EliminarFelicidades Jorge, más que merecida esa Mención Honorífica. Un saludo y hasta la próxima.
ResponderEliminarMuchas gracias Carla, nos vemos en la siguiente. Un saludo.
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