miércoles, 29 de marzo de 2023

Lúa y las estrellas

    Era duro el viejo, tanto que parecía que iba a durar eternamente. No lo mató la silicosis que a fuerza de años de trabajo en la mina fue socavando sus pulmones. Tampoco la gripe del dieciocho, ni el hambre de la posguerra, ni las palizas que durante dos días recibió en el cuartel de la Guardia Civil. Y sin embargo allí estaba, tan tieso como una vara de mimbre. Al menos la dama de la guadaña tuvo a bien no castigarlo con los mismos padecimientos que soportó en vida, y la muerte le sobrevino a Dositeo Loureiro una noche del 54, en cama mientras dormía. Las mujeres de la aldea acudieron esa mañana para acompañar en su llanto a la viuda y sus hijas. De los hijos varones, solo Ezequiel seguía en casa. Ramón andaba emigrado en Venezuela y Antonio marchara hacía tres meses a trabajar la hacienda del señor Rodrigo, a una jornada de camino.

miércoles, 8 de marzo de 2023

El abrigo rojo

    El tío Berthold está tirado en el suelo. Unos hombres malos se llevaron a la tía Elsa. Nadie se ha fijado en mí. Hay mucho ruido en el edificio, gritos, golpes, petardos. Nunca había hecho el camino de vuelta sola, pero creo que podré llegar, papá y mamá sabrán lo que hacer. Tengo frío cuando salgo a la calle, suerte que llevo puesto mi abrigo rojo y las botas de saltar los charcos. Tiran cosas desde las casas, todo el mundo corre como si tuvieran prisa, parecen asustados, como yo. Suenan fuegos artificiales, un señor cae detrás mía, alguien lo ayudará a levantarse. Camino entre una fila de gente, así no podrán verme porque soy pequeña.  Hago como que son mis amigos de la escuela y cantamos juntos nuestra canción para sentirme más tranquila.

martes, 7 de marzo de 2023

La playa

Este relato participó en el concurso de relatos #Historiasdemujeres de Zendalibros. Se trata de una versión actualizada y reducida de un relato que escribí hace ya muchos años, que he rescatado para la ocasión. Espero que os guste.


La Playa

El sol se despereza rasgando el alba, asoma sobre las aguas de un mar todavía adormecido. Sabe lo que está a punto de acontecer y ha reservado un asiento privilegiado.

Despunta el primer lucero que decora la mañana, ella llega a la hora acostumbrada, liberándose el cuerpo de las ropas que lo enjaulan. El cielo se ruboriza de encarnado, la mar suspira en cada envite por regalarle sus caricias, la brisa se empeña en erizarle la piel mientras la roza. Avanza por la playa vestida solo de un pudor aletargado y sumerge sus formas alabeadas en el abrazo infinito del mar. Neptuno brama por arrebatarla, mas Eolo también la reclama, justo equilibrio el que la mantiene a flote. Emerge del océano tiritando, diminutas gotas saladas fracasan en un intento por vencer las inmutables leyes de la física, aquellas que lo consiguen fenecen entre los brazos de una vulgar toalla.

jueves, 9 de febrero de 2023

Star Guars: La nenaza fantasma

    


  El viaje a Madrid en globo aerostático fue duro, pero había que ahorrar huella de carbono en aras de objetivos más elevados. De regreso y sin margen para descansar, el alcalde había organizado una reunión en su domicilio particular; problemas acuciantes amenazaban el evento más esperado del año.

  —Alcalde, la puerta del salón no abre —se quejó Carmela, la vicealcaldesa.

  El batiente cedió ante un suave empujón del regidor.

martes, 17 de enero de 2023

La procesión de las ánimas

    Nací un dos de noviembre, día de los muertos. Mi hermano gemelo sobrevivió tan sólo un par de meses y, sin embargo, recuerdo con detalle su rostro rosáceo mirándome fijamente. Madre me contó cómo, al bautizarme, el maldito sacerdote confundió el óleo bautismal con el de difuntos. Mal presagio, murmuran las viejas.

Han pasado más de veinte primaveras. Hace treinta días expiró mi padre y tuve que enterrarlo en el cementerio de la pequeña aldea perdida en el interior de la remota sierra de Ancares donde me crié. Ahora, Virginia me ha hecho regresar. Quien fue mi primer amor, fallecida en la flor de su juventud en un desafortunado accidente. Cayó por un pozo sin señalizar; dicen que su muerte fue lenta y agónica. Un nuevo sepelio.

miércoles, 11 de enero de 2023

La última Navidad

Este cuento participó en el VII concurso de cuentos de Navidad de Zendalibros (Zendalibros.com)


A veces sueño que consigo atrapar el tiempo, congelarlo en un instante e impedir que siga mofándose mientras escapa con una sonrisa burlona, dibujando un ayer inexistente, un presente efímero y un futuro inalcanzable. ¿Qué es el tiempo sino recuerdos pasados y anhelos futuros, bits de información que rellenan espacios vacíos entre las oscuras sinapsis de nuestro cerebro? Mas ese sueño irrealizable me tortura. Porque la quimérica posibilidad de materializarlo me obliga a admitir que estas serán las últimas, que no volveré a vivir un tiempo igual. Que ya no habrá jamás otras Navidades.

jueves, 15 de diciembre de 2022

El sol de Ariadna

   Siento vértigo cuando echo la vista atrás, todo era más sencillo cuando niño. Después llegaron los sustitutos, idénticos a nosotros pero modificados genéticamente para liberar a la humanidad de la ingrata condena del trabajo. Resistentes, obedientes… esclavos. Sólo las profesiones especializadas quedaron a cargo de humanos, la chusma recibe una renta que les permite sobrevivir y complacer con cierta holgura sus caprichos. Mas pronto comprendimos que el exceso de ocio puede ser tan pernicioso como su falta. La producción industrial se disparó y con ella la contaminación y las enfermedades; hace años que apenas nacen niños y solo los más adinerados alcanzan a costearse tratamientos de fertilidad. Entre la masa desocupada aumentaron el consumo de drogas y la delincuencia. Este es mi mundo, en el cual me encargaron un trabajo que, jamás imaginé, tendría que realizar. ¡Un sustituto había cometido un asesinato!

lunes, 21 de noviembre de 2022

Gran hermano

    Tiene unas formas suaves, el contorno deliciosamente redondeado, la piel de un negro nacarado y regala una luz azulada, tan cambiante en tono e intensidad que encandila. En sus entrañas, mi guiñol desgrana la actualidad sin concesiones improvisadas, sin salirse de la senda que le marca el amo. Incluso se permite, en ocasiones, fundir noticia con opinión en un malabarismo digno del mejor funambulista. Maestro del engaño, experto en verdades a medias y medias mentiras, dibuja con sutileza una realidad edulcorada, reducida a la candidez de lo simple, masticada hasta la saciedad para evitar hernias indeseables en ti, ávido consumidor de sensaciones. La razón importa si es la mía, se impone quien más alto habla o, simplemente, a quien dejamos hablar.

El contrario es tu enemigo, el miedo tu alimento, el individualismo lo que da sentido a la existencia. Cree, trabaja, consume. Lucha por los ideales que te muestro como un señuelo, esos no son los importantes. Puedes permitirte algún capricho, sueña con llegar a lo más alto, pero no te hagas ilusiones. No cabemos todos aquí arriba. No me importa tu miseria, tu existencia solo vale el beneficio que pueda reportarme. Regálame tu vida si así lo requiero, la guerra no es más que otro medio para enriquecerme, la muerte y el sufrimiento son tan solo un daño colateral.

jueves, 13 de octubre de 2022

La muerte bella (desenlace)

    A partir del reto propuesto por el Tintero de Oro ¡Cita a la vista! consistente en escribir un micro de no más de 250 palabras a partir de una cita famosa, surgió el inicio de este relato, cuya continuación publico ahora. Puedes leer el comienzo del relato Aquí


La Muerte Bella (desenlace):

     Una sombra envuelta en una capa cruza el bosque. El viento que sopla sobre las copas parece advertir con un murmullo incansable que algo está a punto de ocurrir, al tiempo que esparce sombras juguetonas por la espesura; el ulular de una lechuza azuza el miedo y alerta los sentidos. Amalia camina con paso rápido, igual que si el tiempo le mordiese el alma. En sus manos sujeta un cesto en el que porta los remedios que Evaristo, el viejo curandero, le ha dado. Lo recuerda nervioso y agitado, como si el anciano supiera algo que ella desconoce. Algo importante. Enfrascada en sus cavilaciones no se da cuenta que alguien más llega por el sendero, hasta que ya es demasiado tarde. El sonido de una rama que se rompe la saca del ensimismamiento, justo a tiempo para contemplar bajo la escasa claridad que se filtra entre el follaje la inquietante figura de Isidro Fuensanta. El pirado luce una media sonrisa en los labios, un atisbo de lucidez parece haberle iluminado el entendimiento.

sábado, 8 de octubre de 2022

La luna en su sonrisa

    Tres siglos. Apenas un suspiro en los entresijos de la historia, pero una carga pesada en exceso para descansar sobre los frágiles hombros de una niña. Una niña que se adentra en la adolescencia, que ansía deshacer los nudos que constriñen su libertad, una joven que despierta al amor. Sus ojos azules de mirada cándida han visto desfilar ante sí dieciséis primaveras; seguirá cumpliendo años, pero esa inocencia que sus padres mimaron entre sábanas de seda quedó definitivamente atrás. Ahora, lejos del hogar, deberá aprender a buscar su propio camino en el bienio de internado en tierra extranjera que tiene por delante. A veces, enmadejada con la almohada, se siente minúscula y las lágrimas afloran para recordarle que no es fácil crecer deprisa. En otras ocasiones se alegra de poder hacer y deshacer sin que un ojo inquisidor fiscalice todos sus actos. Es entonces cuando escucha la voz grave de su padre, que le recuerda quién es y para qué ha nacido. Tres siglos, Alejandra, tres siglos de historia preceden a nuestra dinastía, ocupando un trono que muchos desearían ver vacío. Tú eres la heredera, sobre tus espaldas recae la responsabilidad de continuar un legado centenario. Sé digna de ello. La princesa, futura reina si Dios y las circunstancias lo permiten, cierra los ojos y sueña, sueña que corretea por un campo sembrado de flores y que nadie, tan solo el viento, es capaz de alcanzarla.

lunes, 12 de septiembre de 2022

La muerte bella

Isidro Fuensanta, el pirado, camina por el bosquecillo; la ropa sucia y andrajosa, un macuto y una hoz a su espalda. Los pájaros callan al escuchar el crujir de la hojarasca bajo sus pies. Abandona el robledal, internándose en una extensa plantación de eucaliptos. Donde antes había vida, ahora impera un silencio solo roto por el tétrico crujir de los largos troncos mecidos por el viento, como un lamento del más allá. Si no conociera el lugar, el carácter supersticioso del pueblerino lo habría inducido a dar marcha atrás. Entre las primeras sombras de la noche una figura se deja entrever en el sendero, cubierta con una capa. Se adivinan unas formas juveniles de mujer, Isidro se relame los labios.

—¿Quién eres, niña?

La presencia levanta la cabeza, bajo su capucha asoman unos mechones rubios.

—La muerte, me llaman.

—Tú no eres fea, como Ella —titubea.

—Entonces ven conmigo —muestra un papel en su mano— ¡Estás en mi lista, Isidro Fuensanta!

El pirado se arroja al suelo y suplica aterrado por su vida. La muerte, entre carcajadas, le grita que corra, si alcanza la linde del eucaliptal antes que ella, podrá vivir.

martes, 14 de junio de 2022

Lady Leana

     Fui un niño enfermizo, solo la providencia quiso que llegase a la edad adulta. A los nueve quedé huérfano de madre. Mi padre la siguió a la tumba tres años más tarde, alcoholizado. Presumo que de tales tribulaciones infantiles procede mi absoluto terror por la muerte y, para acallar ese miedo irracional necesitaba, ansiaba con desesperación, conocer qué hay más allá de ese infranqueable umbral. Viajé por medio mundo, estudié medicina, filosofía, religiones… incluso espiritismo, hipnosis o galvanismo. Y ante la acuciante falta de respuestas llegué a la conclusión de que sólo había una forma, un único modo, por el que podría obtener el conocimiento que anhelaba. ¡Debía hacer regresar a alguien de entre los muertos!

Maldita sea la infausta hora en que se me ocurrió asomarme a ese limbo prohibido a los mortales.

Mi profesión me permitió hacerme con una pequeña fortuna y relacionarme con la alta sociedad. Los barones de Tremaine buscaban casar a su hija, que acababa de cumplir los dieciséis, y un médico de creciente prestigio constituía un buen candidato. Lady Leana era una joven encantadora, de larga melena rubia y vivaces ojos tan azules como el cielo de una mañana primaveral. Pareciera que le costase esfuerzo no exhibir una permanente sonrisa, que le punteaba dos simpáticos hoyuelos en ambas mejillas. Destilaba la inocencia y ensoñación propias de su edad, mas era inteligente y de conversación mordaz, ¡jamás conocí a nadie con tanta pasión por la vida! No fue difícil engatusarla, los dieciocho años que le llevaba nunca fueron impedimento. Podría ser, estoy convencido, la esposa perfecta, pero, ¿acaso no debe un hombre ser consecuente hasta el extremo con sus deseos?