jueves, 13 de octubre de 2022

La muerte bella (desenlace)

    A partir del reto propuesto por el Tintero de Oro ¡Cita a la vista! consistente en escribir un micro de no más de 250 palabras a partir de una cita famosa, surgió el inicio de este relato, cuya continuación publico ahora. Puedes leer el comienzo del relato Aquí


La Muerte Bella (desenlace):

     Una sombra envuelta en una capa cruza el bosque. El viento que sopla sobre las copas parece advertir con un murmullo incansable que algo está a punto de ocurrir, al tiempo que esparce sombras juguetonas por la espesura; el ulular de una lechuza azuza el miedo y alerta los sentidos. Amalia camina con paso rápido, igual que si el tiempo le mordiese el alma. En sus manos sujeta un cesto en el que porta los remedios que Evaristo, el viejo curandero, le ha dado. Lo recuerda nervioso y agitado, como si el anciano supiera algo que ella desconoce. Algo importante. Enfrascada en sus cavilaciones no se da cuenta que alguien más llega por el sendero, hasta que ya es demasiado tarde. El sonido de una rama que se rompe la saca del ensimismamiento, justo a tiempo para contemplar bajo la escasa claridad que se filtra entre el follaje la inquietante figura de Isidro Fuensanta. El pirado luce una media sonrisa en los labios, un atisbo de lucidez parece haberle iluminado el entendimiento.

sábado, 8 de octubre de 2022

La luna en su sonrisa

    Tres siglos. Apenas un suspiro en los entresijos de la historia, pero una carga pesada en exceso para descansar sobre los frágiles hombros de una niña. Una niña que se adentra en la adolescencia, que ansía deshacer los nudos que constriñen su libertad, una joven que despierta al amor. Sus ojos azules de mirada cándida han visto desfilar ante sí dieciséis primaveras; seguirá cumpliendo años, pero esa inocencia que sus padres mimaron entre sábanas de seda quedó definitivamente atrás. Ahora, lejos del hogar, deberá aprender a buscar su propio camino en el bienio de internado en tierra extranjera que tiene por delante. A veces, enmadejada con la almohada, se siente minúscula y las lágrimas afloran para recordarle que no es fácil crecer deprisa. En otras ocasiones se alegra de poder hacer y deshacer sin que un ojo inquisidor fiscalice todos sus actos. Es entonces cuando escucha la voz grave de su padre, que le recuerda quién es y para qué ha nacido. Tres siglos, Alejandra, tres siglos de historia preceden a nuestra dinastía, ocupando un trono que muchos desearían ver vacío. Tú eres la heredera, sobre tus espaldas recae la responsabilidad de continuar un legado centenario. Sé digna de ello. La princesa, futura reina si Dios y las circunstancias lo permiten, cierra los ojos y sueña, sueña que corretea por un campo sembrado de flores y que nadie, tan solo el viento, es capaz de alcanzarla.