Aurora era el primer lucero de la mañana, la savia que alimentaba el día. Las raíces que sostenían mi mundo. Al alba corría a su lado para saludarla antes de comenzar la jornada. Con la caída de la tarde me sentaba a su vera y la leía poemas, le susurraba canciones engranadas al mecer de las hojas y de vez en cuando, le decía piropos. Y ella se ruborizaba, y reía como el agua bajando por la torrentera. Y me hablaba, lo juro. Lo hacía a pesar de no ser yo más que un pobre rapaz huérfano que vivía de pastorear algunas reses, allá en una aldea remota de la sierra de Ancares, donde el tiempo se entretiene en deshojar margaritas. Un aldeano que leía poesía e inventaba cuentos, mas aldeano al fin y al cabo. Un don nadie enamorado de una diosa.
jueves, 21 de marzo de 2024
La voz de Aurora
martes, 12 de marzo de 2024
El cielo se puede esperar
He avisado a los colegas. Nos vamos a divertir de lo lindo. Los dejaremos hacer y cuando estén en el momento álgido, protagonizaremos una aparición estelar de las nuestras. Saldremos de entre las moradas del fondo, las de mármol rosa. Vendrán hasta los héroes de Cuba y también los duques de Medina y Luengo, que esto no se lo pierde nadie.
martes, 13 de febrero de 2024
Una mano cándida
Estruendo, polvo, miedo. Las piernas me tiemblan y no alcanzo a llenar de aire los pulmones. Corro, tropiezo con los escombros esparcidos por lo que un día fueron calles. A lo lejos oigo una explosión. Nunca se está preparado para morir. Añoro tomarme un arak1 frío con los amigos en la vieja taberna. Alguien camina cerca. Disparo. No acierto a ver al enemigo y disparo de nuevo. Un animal, más asustado que yo, escapa de las ruinas.
—¡Control de
misión, aquí Bravo Seis! Toda mi unidad abatida. Dirigiéndome a Papa Zulu2
para recogida. Cambio.
Estática de nuevo. Se me hiela la sangre. Estoy desorientado. Calma, me digo. Si hay alguna posibilidad de salir de aquí será templando el ánimo. Trepo sobre unos ladrillos para otear el horizonte. Me topo de bruces con un terrorista sorprendido. Soy más rápido y sus sesos estallan como los fuegos artificiales del Yom Ha'atzmaut3. Uno menos. Si he de morir, venderé cara mi vida. Escupo sobre su cuerpo. ¡Maldito shtink4! Se apaga el día.
viernes, 5 de enero de 2024
Inalcanzable
Decían que era hija del embajador. Todas las
mañanas aquella silueta contorneada en arabescos aparecía en clase. Su melena
pelirroja abrasaba el aire, lanzando un vahído que encendía mis mejillas. Siempre
llevaba algo a juego: un abrigo encarnado, las medias escarlata aflorando bajo su
falda, un jersey granate que le encorsetaba el busto o una camiseta de Mickey Mouse.
Y yo solo imaginaba, pobre de mí, si Ninette había decidido vestir a juego
también aquello que no podía verse.
Se le dibujaban constelaciones en las orillas de la boca las pocas veces que conseguía hablarle. En realidad, Ninette siempre sonreía. Así transcurrió el curso, enganchado al olor traicionero de su perfume. Y tras el verano, Ninette no volvió.