El bullicio henchía la taberna aquella noche de diciembre. Era el año 1808, y yo apenas una jovenzuela que servía viandas a quienes se resguardaban de la nevada a unas leguas de Tordesillas. Se abrió la puerta de forma abrupta y junto con un aire helado entraron unos gabachos uniformados. Desalojaron la estancia, exceptuando al dueño y la servidumbre. No tardó en aparecer una comitiva de hombres altivos, vistiendo ropas engalanadas de condecoraciones. Sentáronse a una de las mesas y ordenaron que se les sirviera vino, lo cual me apresté a hacer sin dilación. Varios de los generales no tuvieron reparo en recrearse en la linde de mi corpiño y alguno hizo el amago de deshacer el lazo que cerraba el escote, ante las risotadas de sus compañeros.
—Excusez
les manieres de mes homes —dijo quien parecía el jefe— el rango militar no
siempre va acompañado de la cortesía que se le supone.
A
un gesto suyo abandonaron la mesa, dejándonos solos. Permanecí en pie sosteniendo la jarra sin acertar
qué hacer.
—Sentad,
mademoiselle. La compañía de una belle femme es más adecuada para
esta noche que la de unos pretenziosi militare.
Pidió
comida al tabernero.
—Hoy
seréis vous la servida. Decidme, ¿Cómo os llamáis?
—Carmen,
señor.
—Nabolione
di Buonaparte me bautizaron. En la pequeña Córsica, los nombres tienen
una sonoritá propia.
Se
quedó mirando la indiferencia de mi rostro.
—¡Pardiez!
no sabéis quién soy. Mi piace.
Era
víspera de Navidad y el emperador se mostró especialmente locuaz, quizás
recordando con nostalgia su infancia en una tierra de asentada tradición
familiar. Al finalizar la velada, se empecinó en obsequiarme.
—Aceptadlo,
signora. Si lo usáis con sabiduría puede abriros muchas puertas.
Admiré
la alhaja sin dar crédito. Se trataba de un anillo en el que se engarzaba una
deslumbrante piedra roja en la cual se había cincelado un escudo de armas.
—Ordenaré
a mi joyero que os lo ajuste.
Jamás
olvidé esa noche en la que una humilde tabernera tuvo ocasión de compartir mesa
con el emperador Bonaparte. No sabía entonces que, a aquella asombrosa historia,
le faltaba todavía un capítulo por cerrar.
Santa
Elena acoge al visitante con la sensación del abandono más absoluto. El
gobernador Lowe me recibió con frialdad, tras lo que me trasladé a Longwood
House. Encontré a Napoleón sentado a una mesa con vistas al Atlántico, repleta
de papeles. Al verme hizo ademán de levantarse esbozando un rictus de dolor,
pero se lo impedí. Me acomodé en una silla a su lado.
—No
os esperaba hasta mañana, baronesa Belmonte, el paso del tiempo no os ha robado
un ápice de belleza. Admiro vuestro tesón, tan solo nos hemos visto una vez y aun
así hacéis tan largo viaje para venir a ver a un moribundo.
—Os
debo todo lo que soy, emperador.
—Ya
no soy emperador más que de este acantilado. Veo que, en lo referente al
anillo, habéis seguido mi consejo.
—Y
vos mejorado vuestro castellano.
—Los
días de destierro duran más horas que en el continente, en algo habría de
emplearlas. Fijaos, toda mi vida está en estos legajos —compuso un gesto
abarcando el ancho de la mesa— Mon Dieu, ¡Cuánto daría por otros tantos
años!
—Habéis
alcanzado más gloria que nadie.
—Para
algunos soy un héroe, para otros, un tirano. Seguramente a todos les asiste
razón. Ahora echo en falta no haber prestado más atención a las pequeñas cosas
que ofrece la existencia.
—Minucias,
para un hombre de vuestra talla.
—Creedme
si os digo que no, la gloria no se lleva a la tumba. A veces me pregunto si ha
merecido la pena. Me consuela pensar que en el más allá compartiré tertulias
con Aníbal, César o Alejandro, no sé si en el cielo… o en el infierno.
—El
mismo reconocimiento que recibisteis en vida, lo hallaréis en el otro mundo, no
os quepa duda —coloqué una mano sobre la suya.
—¿Permitiréis
que os diga que de haber tenido diez años menos y no tanta ambición, os hubiera
hecho emperatriz? Jamás he conocido mujer más dulce.
—A
vos todo os lo permito. Pero no lamentemos un pasado que nunca fue, disfrutemos
el presente que conservamos, por escaso que sea.
Las pupilas del que fuera emperador de media Europa se empañaron en lágrimas.
—No
os extrañéis —me dijo— Ante la muerte, todos nos hallamos igual de desvalidos.
Se
fue una tarde de niebla, con mayor sigilo del que tuvo en vida. Prendí el
anillo a la solapa de su uniforme, a mí ya me había servido todo cuanto podía
hacerlo. Lo enterramos en una hondonada a la sombra de los sauces que ese día se
aprestaron, generosos, a llorar con nosotros.
Santa Elena despide al visitante con un hasta luego que sabe es para siempre. Ahora será el rumor del mar quien acompañará mis horas vacías. Aún sin Napoleón, la vieja Europa sigue desangrándose en guerras estériles, desconociendo si los nuevos aires de la Revolución terminarán por abrazarla.
Cierro los ojos, una figura uniformada
permanece en pie sobre el acantilado. Sonríe. En su mano izquierda destella el
rubí de un anillo. ¡Au revoir, mon amí!
Te puedo decir con sinceridad que me ha emocionado.
ResponderEliminarAl comenzar las primeras líneas pensé en qué clase de historia guardaría esa isla de la que la protagonista se aleja.
He entrado completamente en tu historia. Has logrado que visualice cada escena. Está contado con una naturalidad y serenidad que emociona. Además el ritmo narrativo es perfecto.
Muy, muy bonita.
Un abrazo, y suerte :)
Hola Mayte. Que te digan que algo que has escrito ha conseguido emocionar a alguien es de las mejores cosas que te pueden comentar, me alegra que así haya sido. Buscaba presentar a un Napoleón altivo y seguro de si mismo en la primera parte, para luego enseñarlo derrotado e inseguro ante la muerte en la segunda, intentando hacer ver el lado más humano de alguien que campó por Europa al mando de sus ejércitos. La falta de espacio es una limitación pero espero haberme acercado algo a ese propósito. Muchas gracias por comentar, un abrazo.
EliminarNo exagera un ápice Maite. Es un relato precioso. Felicidades.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias Chema, me alegra que te haya gustado. Un abrazo.
EliminarHola Jorge, que historia más emotiva. Me ha dolido el final tan melancólico. Qué preciosidad. Un placer leerte. Abrazos y suerte.
ResponderEliminarHola Nuria, me alegro si te ha gustado, un abrazo y gracias por comentar.
EliminarPrecioso relato, Jorge. Ese final contagia melancolía y duele la sensación de abandono y derrota de la segunda parte del cuento. El tono, la ambientación, el perfil de los personajes..., has logrado una historia estupenda. Felicidades y mucha suerte.
ResponderEliminarHola Marta, abandono y derrota son las palabras perfectas para describir la sensación que he intentado transmitir en la última parte del relato. Muchas gracias por comentar!
EliminarMagnífico relato, Jorge. Una historia que avanza es garantía para que un lector se enganche. Si además avanza con lo estrictamente imprescindible eso ya es muestra de maestría. La que tú tienes como autor. Gracias por compartir. Puntuable alto sin ninguna duda.
ResponderEliminarGracias Javier, lo estrictamente imprescindible debe ser norma en cualquier relato, porque todos tendemos a recargarlos más de la cuenta, pero con las 900 palabras de límite se hace obligado si se quiere dar un poco de recorrido a la historia, pues siempre toca recortarlos. Me alegra que te haya gustado. Un abrazo.
EliminarAlgo hice mal. Lo siento, pienso que deberías eliminar esta lascada de comentarios. Un abrazo
ResponderEliminarJavier Rodríguez-Morán
Hecho, no hay problema!
EliminarGracias, Jorge, por participar con este relato en el homenaje a Truman Capote y Desayuno en Tiffany's. Un abrazo y suerte!
ResponderEliminarGracias a ti David, un abrazo!
EliminarHola,Jorge. Muy bella y emotiva tu historia. Está bueno rescatar algunas "buenas obras" de este personaje controversial. Excelente escritura, como de costumbre. Un saludo.
ResponderEliminarHola Beba, la figura de Napoleón es muy controvertida como dices, y tiene sus luces y sus muchas sombras. En todo caso no he querido entrar en ello en este relato, sino intentar presentar su faceta más humana y frágil en el momento final. Muchas gracias por comentar. Un abrazo.
EliminarDeberías seleccionar algunos de tus relatos e intentar publicarlos. Éste, desde luego, es muy bueno y está escrito magníficamente. Me gusta este Napoleón con tantos matices: altivo, primero, galante, locuaz, generoso y derrotado al final. Tan lejos de los estereotipos que rodean al emperador.
ResponderEliminarEnhorabuena, Jorge, y un beso
Hola Ana, En tan poco espacio es difícil conferir una personalidad al emperador, en cualquier caso parece que era un hombre culto y bastante activo y he intentado imaginar su personalidad adaptándome a esas premisas. me alegra que te haya gustado. Un abrazo!
EliminarVaya, me gusta que se haya recurrido a la Historia, Universal, pues la figura de Napoleon marca completamente el siglo XIX, y creo tu relato va inspirar un relato en mi lado, je je, me alegro haber pasado por aqui.
ResponderEliminarHola José, me gusta la historia y creo que introducir ese tipo de elementos en un relato le da un plus de interés. Me alegro si además te ha inspirado. Un abrazo.
EliminarBravo por regalarnos un relato que dibuja un personaje histórico y que se presenta en diferentes facetas. Una perla para ti. Saludos desde Venezuela.
ResponderEliminarHola Raquel, he intentado sacar lo que he podido teniendo en cuenta la limitación de espacio. gracias por comentar, un abrazo.
EliminarEnamorado desde siempre de la figura histórica de Napoleón (¡¡¡ sin quitar ni un ápice la alegría de "cómo les dimos pa´l pelo" en La Guerra de Independencia defendiendo suelo patrio!!!) has escrito una fenomenal ficción con ingenio, cultura, gracia, imaginación, profunda emoción, humanismo......¡¡¡ y enigma!!!
ResponderEliminarHola Juan, Napoleón es un personaje histórico de talla, con sus luces y sombras. A la invasión de España se la llamó "la úlcera de Napoleón" pues junto con la campaña de Rusia marcaron el declive de su aventura imperial, tal como él reconoció en sus memorias escritas en su destierro en Santa Elena. Ciertamente les dimos duro y no se llevaron un buen recuerdo. Muchas gracias por comentar. Un abrazo.
EliminarHola Jorge, lo que podría haber ocurrido en la historia sacando su lado romántico a esta figura napoleónica. El gran azote de España. Es curioso que ahora la ruta napoleónica por tierras de Valladolid, donde se firma el famoso tratado de Tordesillas, vaya en vías de convertirse en patrimonio cultural. El cambio de la Abadesa por una tabernera, y luego una baronesa es genial, y el oro por el anillo, le da ese toque, muy propio de buenas letras, romántico. Por no decir el entierro bajo los árboles en vez de los cinco ataudes que cubren sus huesos. Qué disfrute cambiar la historia y ver el lado bueno transformando la historia en una cinta cinematográfica. Ya tenemos bastante con la realidad, vamos a cambiar el mundo y de paso, el mismo pasado. Un abrazo, compañero.
ResponderEliminarHola Emerencia. Supongo que Napoleón tendría también su lado romántico, parece ser que toda su vida estuvo enamorado de Josefina hasta el final, aunque la hubiera repudiado por no poder darle hijos. Desconocía que a raíz del periplo de Napoleón por tierras españolas existiera una ruta de Napoleón en Valladolid, aunque seguro que está interesante. Realmente en el relato no se cambia abadesa por tabernera, el encuentro histórico con la abadesa de las monjas clarisas en Tordesillas se produce el día de Navidad, a donde Napoleón llega esa misma mañana del 25 de Diciembre, y el relato se sitúa en la tarde-noche del día anterior 24 de Diciembre, por lo que ambos encuentros son compatibles. Sí es cierto que como inspiración para la velada con la tabernera eché mano del histórico encuentro con la abadesa, con la que el emperador hizo buenas migas y compartió cena esa noche de navidad. De igual modo, a Napoleón se le entierra en la isla de Santa Elena en 1821 dentro de dos féretros si no me equivoco, que es la escena que se recrea en el final del relato, y no es hasta 1840 cuando se trasladan sus restos a París y aparecen en escena los 6 ataúdes. Por tanto no pretendo cambiar la historia en absoluto, sino añadirle elementos de mi cosecha que bien podrían ser compatibles con la historia real. la progresión de la tabernera hacia baronesa es otra historia, y deberá ser contada en otro momento como se decía en La Historia Interminable. Muchas gracias por comentar. Un abrazo.
EliminarHola, Jorge. Comienzo diciéndote, que, en términos generales, cuando un relato se escribe con términos de antaño algo obsoletos, emulando otros tiempos, puede resultar al lector lejano y caduco. Depende la cercanía y la empatía de la pericia del autor, y en esta ocasión, sin duda, el narrador la ha tenido sobradamente. Además del soporte histórico, te has adentrado en la faceta personal, sentimientos y sensaciones de Napoleón dando rienda suelta a tu imaginación, lo cual me parece muy loable.
ResponderEliminarEl lenguaje apropiado, el ritmo, los diálogos el “juego floral” del amor o la conquista… es un gran trabajo, Jorge. Mi aplauso y mi admiración, compañero.
Hola Isabel. Si te digo la verdad le di muchas vueltas al lenguaje que resultaría mas adecuado para escribir el relato. Por otros relatos que he ambientado en épocas antiguas me he documentado bastante sobre el voseo, y éste empieza a desaparecer en España en el siglo XVII, sobre todo para el trato en ambientes de confianza, y partir del XVIII se usa solo para dirigirse a personalidades de alto rango y dignidad o bien en ambientes muy formales, reemplazándose primero por vuesa merced que luego derivaría en el actual usted, para en el XIX terminar desapareciendo progresivamente pasando a usarse el usted como trato de cortesía y el quedando el tú en el trato cercano. Teniendo en cuenta que la tabernera se dirige a un oficial francés pienso que es normal que utilizase el vos como preferente al rango de su interlocutor. Por otro lado está el vos francés (vous, que es como se dirige en el relato Napoleón primeramente a la tabernera) que es aún hoy en día el trato preferencial para referirse a otra persona salvo en ambientes muy distendidos y de confianza, que sin duda habría de influir en el poco fluido español de Napoleón. En el relato habla un mejor español del que históricamente se le supone (por razones de comprensión lectora), que era una mezcla de francés, italiano y algo de español y de hecho en el diálogo inicial tomo palabras tanto del francés como del italiano, que era su lengua nativa. He revisado algunos escritos, películas y series ambientados hacia finales del XVIII y principios del XIX y es habitual utilizar el vos para el trato muy formal y el tuteo en ambientes más distendidos, y este es también el uso que se hace en la serie franco-alemana de 2002 "Napoleón" sobre la vida del emperador, donde se aprecia muy claramente este uso. Así que como tampoco me imaginaba una conversación entre el emperador y la tabernera tratándose de usted o de tu, me decanté por el tradicional voseo que parece adecuado a la situación, rango y circunstancias de los personajes y le da algo más de ambiente de época, pero hasta el final estuve dudando bastante sobre ello. Me hubiera gustado disponer de más espacio para profundizar en la personalidad del emperador, tanto en la cúspide de su poder como en en su derrota en la vida y ante la muerte, pero el espacio es el mismo para todos y a él debemos atenernos. Muchas gracias por tus palabras. Un abrazo.
EliminarSin duda, se nota el trabajo de documentación que hay detrás, algo que es de agradecer, y además, dentro de lo dificultoso de mantener una conversación de este tipo, hay cierta naturalidad a pesar de los modismos tan antiguos. Te felicito, Jorge, tomarse en serio la información como soporte de una historia es, cuando así se requiere, como es el caso, habla mucho de tu manera de escribir.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Hola de nuevo Isabel, es ese otro aspecto, el de la naturalidad en los diálogos, que intenté trabajar, no se si con mejor o peor resultado, intentando no tirarlos demasiado hacia un lenguaje arcaico, por un lado porque en el XIX la forma de expresarse era bastante parecida ya a la de nuestros días, sin ese atavismo medieval tan propio de la edad media y principios de la moderna, y por otro porque al ser conversaciones en el ámbito de la intimidad, sobre todo la segunda, esa cercanía requería de un lenguaje mas sencillo. Lo de documentarme yo creo que a veces ya es enfermizo jaja, a veces empleo más tiempo en ello en escribir el propio relato, y aun asi seguro que cometo muchos errores. De todas formas creo que nos pasa un poco a todos, y en tu caso viendo lo bien documentada que está tu novela Villa Herbania se nota también que es así. Un abrazo.
EliminarHola Jorge, un relato muy bien escrito que engancha desde el primer momento. Tomar figuras históricas y hacer alguna historia creíble con ellas no es nada fácil. Lo has hecho muy bien y el resultado es un relato muy agradable que llega a emocionar. Saludos.
ResponderEliminarHola Ana, cierto que es difícil escribir de manera creíble sobre personajes que en realidad han existido, hay que documentarse mucho y aún así el resultado no siempre es satisfactorio. Muchas gracias por comentar. Un abrazo.
EliminarMe gustó mucho, realmente me pude imaginar cada imagen desde el comienzo, naturalmente narrado, manteniéndose fiel a los hechos históricos, felicitaciones, saludos, Patricia Fulvey.
ResponderEliminarHola Patricia, me alegra que te haya gustado y causado esas impresiones. gracias por comentar. Un abrazo.
EliminarBrillante, amigo Jorge. Me fascina tu forma de contar.
ResponderEliminarUn câlin.
Gracias Carmen, ya me explicaras que es eso de un "calin" jaja. Un abrazo.
EliminarBrillante trabajo, Jorge. y muy emotivo. Soy redundante, lo sé pero de veras me ha conmovido. Un abrazo
ResponderEliminarGracias Juana, si he conseguido conmoverte en verdad me alegra mucho. Un abrazo.
EliminarJorge! Muy bueno! Te has puesto el mono de faena y nos has ofrecido una historia sublime sobre una de las figuras más notables de la historia europea encasillándola en dos escenas magníficas. Si te soy sincero, no puedo con la mayoría de las novelas históricas. No me atrapan. Las únicas que me han atrapado son aquellas que no narran la historia de forma académica, las que viran por pequeñas intrahistorias mientras los grandes acontecimientos ocurren de fondo. Justo eso he sentido en tu magnífico relato, un par de intrahistorias, la humanización del genio (o el tirano), el acercamiento y la empatía hacia un ser eterno. La ambientación también es digna de destacar, así como el uso del francés en su justa medida, ya que no desorienta ni corta la lectura pero no deja de mostrar la naturaleza tan bien trazada del personaje.
ResponderEliminarEn definitiva, y como te digo, un trabajo magnífico, muy currado, investigado y con una puesta en escena fantástica.
Un fuerte abrazo y mucha suerte.
Hola Pepe! Creo que has dado con la clave para que el género histórico sea atractivo, contarlo a través de las vivencias de sus personajes. Yo soy más aficionado a las series históricas que a la novela histórica, y de las series que más me han llegado han sido las que se articulan bajo esa premisa, recuerdo la serie italiana "Roma", que narra las épocas de César y Augusto a partir de las vivencias de dos centuriones, Lucio Voreno y Tito Pullo, o la gran serie española "Isabel", sobre todo en su primera temporada, que hace lo propio presentándonos a una reina de Castilla humanizada y cercana. Por otro lado lo que comentas del uso del francés (y del italiano, pues mezclo frases de uno y otro idioma) me dio bastantes quebraderos de cabeza precisamente para hacer la lectura inteligible y a la vez dar verosimilitud al personaje, de hecho recurrí indistintamente a uno u otro idioma en función de lo inteligibles que resultaran las frases para un lector de habla hispana. En la segunda parte, por razones de legibilidad, de llegar más al lector y sobre todo de espacio, prescindo de esas florituras. Muchas gracias por tu detallado comentario. Un abrazo.
EliminarHola, Jorge. Me ha gustado mucho. Los diálogos, el personaje protagonista y la ambientación son magníficos. El final con ese toque de melancolía que enlaza con las líneas iniciales del texto, lo dotan de una elegancia que le viene fantástico a este tipo de relatos. Mucha suerte en el concurso. Un abrazo.
ResponderEliminarHola Pedro, en cualquier relato histórico es importante darle algo de ambientación, aunque las 900 palabras limiten mucho en ese aspecto. Muchas gracias por comentar. Un abrazo.
EliminarHola, Jorge. Como siempre es un gran placer leer un texto tuyo. La manera en laz que relatas esos últimos días de Napoleón es magistral. Sin meterte en descripciones exhaustivas has conseguido meternos con solo 900 palabras en la apasionante época napoleónica, trabajando como nadie esa relación de amistad entre el emperador y una sirvienta. Tendrás que contarnos cómo llegó Carmen a baronesa gracias al anillo de Napoleón.
ResponderEliminarTe deseo lo mejor, compañero. Un abrazo.
Hola Bruno, quería mostrar al Napoleón más humano, y no tanto la figura histórica que ya todos conocemos. Lo de la progresión de la sirvienta es otra historia, aunque personajes que han prosperado de la nada los hay, y no pocos, se me viene a la memoria Manuel Godoy, que pasó de simple guardia de corps a primer ministro (y amante de la reina María Luisa de Parma). Muchas gracias por comentar. Un abrazo.
EliminarY es que el tiempo, es el general paciente que acaba derrotando a los altivos. Y humillando a los poderosos, imponiéndoles el yugo de la vejez.
ResponderEliminarUn relato que nos traslada, a una especie de pasaje de historia novelada.
Me ha gustado mucho tu narración en primera persona.
Un abrazo.
Hola Francisco, al final, ricos o pobres, nuestro destino es el mismo. Como dijo Felipe II a su hijo el futuro Felipe III, en su lecho de muerte "Hijo mío, he querido que os halléis presente en esta hora para que veáis en qué paran las monarquías de este mundo". Muchas gracias por comentar. Un abrazo.
EliminarHola Jorge , un relato muy bonito es como estar viendo una escena de ese diálogo entre los dos personajes.
ResponderEliminarA mi sinceramente me a gustado mucho.
Te deseo mucha suerte , yo también participó en el reto del tintero de oro , besos de flor
Hola Flor, y yo me alegro mucho de que te haya gustado. gracias por comentar. Un abrazo!
EliminarUn relato magnífico reproduciendo una parte de la historia de ese emperador que todo lo tuvo, incluso el destierro. Has intercalado la figura de una joven imaginaria que, bajo los influjos de esa joya misteriosa, logra alcanzar un alto rango social, pero que no olvida a quien lo hizo posible. Lo has ambientado a la perfección, con la jerga propia de la época y de los personajes. Me ha encantado.
ResponderEliminarEspero que la suerte y el mérito, te sonrían en el concurso.
Un abrazo.
Hola Josep, Napoleón lo tuvo todo y lo perdió todo también. De lo que no andaba falto era de ambición. Muchas gracias por comentar. Un abrazo.
EliminarUna historia muy emotiva, consigues hacernos partícipe de lo que sucede gracias a esos diálogos tan sutiles
ResponderEliminarLo que era el azote de Europa aquí es un hombre romántico y que vive en la mas absoluta soledad.
Lo has contado muy bien, con un lenguaje propio de la época y discurriendo a través del tiempo viajan los personajes.
Te felicito, muy buen texto
Un abrazo Jorge
Puri
Hola Puri, haber alcanzado mucho poder no libra de padecer la mayor de las soledades. Muchas gracias por comentar, Un abrazo!
EliminarHola, Jorge!! Me ha gustado mucho tu relato. Me han llamado la atención, especialmente los diálogos y en general tu forma tan clara y bella de narrar. Enhorabuena. Suerte y un abrazo!!
ResponderEliminarHola Cristina. Puede parecer una tontería pero ser claro en la forma de llegar al lector es clave en cualquier relato, al lector no hay que hacerle la lectura difícil ni ponerle trabas, lo cual no quiere decir tampoco que se le de todo hecho y no se le haga pensar. Muchas gracias por comentar. Un abrazo.
EliminarHola, Jorge. Este relato es una historia de amor limpio y eterno. Lo has enmarcado en un entorno histórico muy creíble y con un lenguaje adecuado. Me ha hecho gracia, y gustado, cómo has cambiado el lenguaje al perfecto castellano para comprensión lectora. Un ardid muy ingenioso. Sin duda un relato de premio. Felicidades.
ResponderEliminarHola Isan. En la segunda parte del relato no tocaba hacer hablar al emperador de manera imprecisa, por falta de espacio y por la forma en la que se pretendía llegar al lector. Gracias por comentar. Un abrazo.
EliminarHola, Jorge. La historia en dos partes que nos cuentas para mí tiene el ritmo ideal de las que puedes leer casi sin respirar. Una intriga o, más bien anécdota misteriosa entre el apogeo y destierro de tan conocido personaje. Si bien a mí la narrativa histórica no me atrae el ritmo de la misma ajustado a la limitación de la extensión me ha parecido redondo dejando todo claro sin adornos innecesarios. Saludos y suerte.
ResponderEliminarHola JM. Los adornos excesivos muchas veces pueden jugar en contra de la comprensión del relato y de la forma en la que este llega al lector. Muchas gracias por tu comentario. Un abrazo.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarHola, Jorge. Un relato histórico muy emotivo, que tiene como protagonista a una de las figuras más interesantes de la historia.
ResponderEliminarSuerte en el concurso.
Un saludo.
Hola Cinthya, me alegra que te haya resultado emotivo. Un saludo.
EliminarAtrapa desde el primer instante, me ha encantado, y esos diálogos son excelentes
ResponderEliminarUn abrazo
Hola Albada, me alegra que te hayan gustado los diálogos. Un abrazo.
EliminarMuy buen relato, bien armado y bien dialogado. Me parece xomplicadísimo eso de hablar como se hacía en otros tiempos y hacerlo tan bien. Mis felicitaciones y suerte en el concurso, aunque algunos creo que ya tenéis todas las papeletas para triunfar.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola MJ, lo de hablar en modo antiguo es como todo, cuestión de ver y leer mucho, no tiene más ciencias. Me alegra que te haya gustado, gracias por comentar. Un abrazo.
EliminarHola, Jorge. Un principio y un final poéticos para este magnífico relato. En todos tus textos se nota el trabajo de documentación o tus grandes conocimientos sobre el tema a tratar. Has creado una historia que bien pudo suceder, con unos fantásticos diálogos y mostrando el lado amable de Napoleón .El final, como ya te han comentado, llega a emocionar. Es un placer siempre pasar a visitarte. Un abrazo y suerte en el Tintero.
ResponderEliminarHola Jose, La verdad es que uno de mis mayores miedos es que me pillen en un renuncio, así que trato de documentarme lo más posible, además de que creo que la única forma de sentirse a gusto y satisfecho con el propio trabajo es haberlo dado todo para que el resultado final quede coherente. Por otro lado a mi personalmente me gusta conocer sobre lo que escribo, asi que documentarme tampoco me supone un trabajo ingrato sino todo lo contrario. Aún así siempre queda algún fleco por ahí coleando. Muchas gracias por comentar. Un abrazo!
EliminarEse fracohispanoitaliano del principio es perfecto, y su actitud, cansado de representar el papel de emperador, aunwue aun no lo fuera, y poderse bajar al nivel de una tabernera, le resulta reconfortante. Al final parece amsiodo de rivslizar con otros empedsfores, pero no puexe dejsr trsslucir , ante quien nunca ha tenido que fingir, que el miedo a la muerte le atenaza, la soledad frente a lo que no ha podido conquistar ni él ni nadie.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho la evolucion de los personajes.
Saludos
Hola Gabiliante, ante el miedo a la muerte todos somos iguales, como indica el propio emperador. Muchas gracias por comentar. Un abrazo.
EliminarPor cierto, Napoleon es coronado emperador en 1804 :) . Abrazos!
EliminarHola, Jorge. Una historia muy bien documentada. A destacar la dicción de los personajes que hace muy verosímil el relato. Muy buenos diálogos que hacen avanzar la trama de las dos escenas que llevan a los momentos finales y emotivos del gran corso.
ResponderEliminarMuy buen relato histórico, un abrazo.
Hola Carles, la mejor forma de mostrar a un personaje es, pienso, a través de los diálogos, que es cuando sale todo lo que cada cual lleva dentro. Muchas gracias por comentar. Un abrazo.
Eliminar¡Felicidades mon ami! Un curradísimo y elaborado relato con resultado de plata, no podía ser menos.
ResponderEliminarEnhorabuena, Jorge. Un fuerte abrazo.
Muchas gracias Isabel, subido está el diploma al blog, un abrazo!
EliminarJorge, termino de leerlo y me parece una gran historia.
ResponderEliminarEnhorabuena por el resultado.
Un saludo.
Muchas gracias Ángel, saludos!
EliminarHola, Jorge. Me alero de que se haya reconocido el valor de este relato. Un premio merecidísimo. Enhorabuena.
ResponderEliminarMuchas gracias Isan, el nivel era muy alto. Abrazos.
EliminarTe quedaste con nuestros corazones con tan precioso cuento.
ResponderEliminar¡Felicidades!
Un fuerte abrazo
Muchas gracias Maite, un abrazo para ti también.
EliminarHola, Jorge. Felicidades por ese segundo puesto tan merecido. Disfruta de tu Tintero de Plata.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Gracias Bruno, se disfrutará. Un abrazo.
EliminarJorge! Felicidades por ese merecidísimo Tintero. Te lo trabajaste mucho y ahí tienes el premio.
ResponderEliminarUn abrazo!
Gracias Pepe, alguien se lo trabajó más y se llevó el oro jaja. Un abrazo!
EliminarFelicidades, Jorge, por ese tintero de plata. Enhorabuena por tan buen gran trabajo, señalado con este gran reconocimiento.
ResponderEliminarMe encantó tu relato, un abrazo.
Muchas gracias Carles, un abrazo!
EliminarMuchas felicidades Jorge por el Tintero de plata.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias Pedro, Un abrazo!
EliminarFelicidades, Jorge. Sin duda, un relato merecedor de ese Tintero de plata. El trabajo realizado ha tenido su recompensa.Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias Jose, un abrazo!
EliminarQue relato tan emotivo.
ResponderEliminarNapoleón fue cortés con esa mujer, la hizo respetar.
Y ella fue agradecida con él, yendo a visitarlo, cuando el Emperador fue vencido y desterrado.
Lo habla muy bien de ambos personajes. Muy bien contado.
Muchas gracias, Demiurgo. Al final los dos obtuvieron algo del otro. Saludos.
EliminarHe llegado por casualidad y ya me quedo. Qué magnífico relato y que bien narrado. Escribes muy bien, te felicito. Me quedo disfrutando por aquí...
ResponderEliminarSaludos
Hola Clarisa, bienvenida a mi blog, puedes pasar siempre que te apetezca, intentaré sacar tiempo para leer algo tuyo. Muchas gracias por tus amables palabras, me alegra mucho que te haya gustado. Un saludo.
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