Corrían los lustros previos al derrumbe de la Unión Soviética. El gigante rojo agonizaba, mientras de cara al exterior trataba de mostrar una salud inmejorable. Fue en ese contexto que vio la luz el proyecto Bialystok, un ambicioso programa que pretendía colocar una nave en el espacio mediante una técnica revolucionaria. La idea era tan simple de concebir como difícil de realizar.
Mediante el
suministro de energía focalizado en un punto concreto, se forzaba una
singularidad en torno a la nave que revertía el campo gravitatorio terrestre a
un valor negativo. Y era en ese instante cuando los ingenieros soviéticos fueron
capaces de hacer funcionar la auténtica genialidad del dispositivo: consiguieron
que la singularidad se retroalimentase, de manera que a medida que la nave
ascendía, la gravedad negativa, cebada por el campo positivo de la Tierra,
generaba cada vez mayor impulso. De este modo, salvo el gasto
energético inicial, el resto del viaje se realizaba a coste cero. Los primeros
ensayos fueron prometedores.
Se mandaron al
espacio pequeñas cápsulas no tripuladas, apenas del tamaño de un balón.
Después, se colocaron en órbita animales. Y por último, llegó la hora de enviar
al cosmos un ser humano. Mas ese reto exigía el rediseño del vehículo para
albergar al tripulante y su soporte vital. Se optó por utilizar una Soyuz
modificada, a la que se incorporó el motor gravitacional. Ellos aún no lo
sabían, pero aquello fue un error fatal. Un desliz que desembocaría en el
suceso que, jamás, debió haber ocurrido.
Mijail Kovalev
fue el cosmonauta seleccionado.
En el momento
del lanzamiento se observó una extraña luz azulada en torno al cohete, no vista
en ensayos anteriores. Después, todo en un radio de varios metros se difuminó y
el metal pareció contorsionarse como una hoja mecida por el viento. Luego, la
nada. La nave desapareció, sin dejar rastro. Sin que ningún dispositivo de
monitorización registrase su trayectoria. Sin que hubiera constancia física
alguna de su existencia.
Investigaciones
posteriores sugirieron que a partir de cierta masa, la singularidad
gravitacional adquiría tal proporción que tendía a desestabilizarse. Algo que
los físicos e ingenieros no previeron. Incluso en la época de la Federación
Rusa, al albor de nuevos conocimientos científicos, se propuso que la extraña
radiación detectada durante el evento podría deberse a una ruptura del tejido
espaciotemporal. En cualquier caso, nadie volvería a ver al malogrado Kovalev. O
al menos, eso se pensaba.
Pero la
realidad se empeña a menudo en contradecir toda lógica esperable. Y eso nos
lleva hasta lo acontecido tres décadas después, hace ahora justo un año.
Y a la sobrecogedora
reaparición del cosmonauta.
¡Malditos! ¡Yo os maldigo, os
maldigo a todos!
La frase llegó distorsionada en interferencias,
pero fue captada por varias estaciones a lo largo del globo. Transmitía en una
frecuencia abierta, habitual de las comunicaciones rusas. Enseguida se comenzó
a rastrear el espacio cercano en busca de la fuente, y no se tardó en dar con
una semiesfera que penetraba en la atmósfera terrestre.
El objeto fue identificado como
un módulo de descenso perteneciente a una Soyuz. El desconcierto se tornó mayúsculo en todas las agencias espaciales, cuyos mandos fueron de inmediato
informados. ¡No había programada ninguna reentrada de ese tipo!
Lo teníais delante de vuestras
narices, ¡y no supisteis verlo!
Esta vez el
mensaje fue más nítido, pero ¡no sonaba como la voz de un hombre!
La nave se
dirigía de manera programada a las estepas de Kazajistán. En poco tiempo, un
equipo militar partió hacia la zona estimada del aterrizaje. Las comunicaciones
se cortaron debido al aire ionizado que envolvió la nave y la
expectación alcanzó su punto álgido esperando la reanudación de la señal. Mas eso
nunca llegó a ocurrir.
La cápsula
tomó tierra en buen estado, tras desplegar sus paracaídas y hacer funcionar los
retropropulsores. Cuando los equipos de rescate llegaron, pudieron escuchar unos
suaves e inquietantes golpes de cadencia uniforme provenientes del interior. Al
momento procedieron a la apertura.
Un lamento
agónico se dejó oír cuando deslizaron la escotilla, más parecido al sonido de
un punzante llanto que a un grito humano. Y entonces, lo que fuese que había allí
dentro habló.
—Han sido unas horas, tan solo
unas horas, ¡oh Dios!
Potentes focos alumbraron la
oscuridad. Dentro, observaron desconcertados un traje espacial de factura
antigua, derrumbado sobre sí mismo como si no albergase nada entre sus formas
flácidas.
—Pero miradme, malditos,
¡miradme ahora!
Pronunciaba con la desesperación
anidada en las palabras. Y la voz, ¡esa voz!
—¿Cuánto tiempo ha transcurrido?
¿En qué año estamos?
Los militares extrajeron la
escafandra con manos temblorosas. No vieron nada. Se obligaron a abrir el traje
espacial.
—Queríais revertir la gravedad,
¡jugar a ser dioses!
Al fin el tripulante apareció ante
sus ojos. Se oyeron exclamaciones de angustia. Todos dieron un salto hacia
atrás. Aquello no podía estar allí.
—Y no fuisteis capaces de daros
cuenta —la
criatura hizo una pausa agónica—¡qué también habéis revertido el tiempo!
Y en la cápsula
solo había, tembloroso y asustado, ¡el cuerpo de un niño de no más de cinco
años!
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Impresionante relato.
ResponderEliminarSuerte en el concurso.
Un abrazo.
Gracias Chema. Un abrazo.
EliminarUff, me quedé sin palabras. Qué agónico. El final es una sorpresa. Un abrazo y suerte
ResponderEliminarHola Nuria. Me alegro haberte sorprendido. Un abrazo.
EliminarMagnífico, Jorge! Sí, solemos hacer todo al revés. En tren de "conquistar el espacio", o sea dejar la pesantez de la tierra para volar al cielo, con tanta materialidad experimental lo único que logramos es retroceder en el tiempo. Interesantísimo enfoque. Un aplauso porque no voto, que si pudiera tendrías muy buen puntaje de mi parte. Un gran abrazo
ResponderEliminarHola Juana. Con estas cosas tan complejas hay que tener cuidado, porque son conocimientos difíciles de manejar. Me alegro que te gustase. Un abrazo.
EliminarBuenoooo... que no se queje tanto que la han regalado 60 años de vida. se fue con 35 y vuelve 30 después con 5. Bueno, 30 de ellos seguro que han sido aburridos. pero por como habla tiene la mente de los 35. imagina la niñez y la adolescencia wue vienen ahora con la experiencia que tiene.
ResponderEliminarMagnífico final muy bien protegido, porque después de leído, parece que tenga cierta lógica, pero no sé ve venir en absoluto.
Además has montado una historia con una transformación no mágica, lo cual te convierte en el primero, creo.
Muy bien estructurada en dos partes en que cuando parece que acaba, se da paso a la segunda, así como diciendo " ¿ creíais que acababa? Os vais a enterar..."
Abrazo y sierte
Hola Gabiliante. Bueno, esos 30 años de viaje en el plano temporal terrestre creo que no han sido tales en su propio plano temporal, al menos en cuanto a percepción del paso del tiempo...
EliminarMuy bien visto lo de como habla el personaje, de hecho planteé los diálogos finales para que se notase deliberadamente que hablaba como un adulto y con conocimientos de adulto aun cuando su cuerpo era el de un niño. Cosas de las paradojas espaciotemporales, que por lo visto han dejado su mente intacta.
Respecto a si se debe quejar o no, bueno son puntos de vista. El susto de verse de repente en el cuerpo de un niño no hay quien se lo quite, y al llegar a la Tierra 30 años despues se encontrará con que muchos de sus seres queridos habrán muerto, su mujer podría tener 60 años y sus hijos podrían ser sus padres. Eso por no hablar de que lo tratarán como un sujeto de investigación al que tendrán de aquí para allá haciendole pruebas, cosa que como astronauta y militar el sabrá bien. Lo de tener la mente de un adulto en el cuerpo de un niño puede ser una ventaja, aunque por otro lado no debe estar exento de sufrir daños psicológicos. En fin que yo no quisiera verme en su pellejo, pero vete a saber si al final le saca ventaja.
Espero haber dotado de lógica el final, he ido dejando algunas pistas a lo largo del relato, no me gustan los finales al estilo Deus ex machina jeje.
Y si, a mi personalmente no me gustan los relatos mágicos porque parece que dan al autor carta blanca para hacer lo que quiera sin tener que justificarlo, es magia y ya. Yo prefiero tener que crear un relato coherente con la realidad, aun cuando crees tus propias reglas tecnológicas, que deben tener aun asi un sustento cientifico. Es cierto que la magia la puedes acotar a unas reglas concretas, pero ya es mas subjetivo y hay que hilar muy fino.
Muchas gracias por comentar. Un abrazo.
Magistral resolución.
ResponderEliminarPero tal vez no sea tan malo, sólo tendrá que esperar a crecer.
Saludos.
Gracias Demiurgo. Malo o no, el susto no hay quien se lo quite. Un abrazo.
EliminarUn relato muy interesante, muy bien narrado, sobre todo la parte "técnica" que da sentido a la historia. Por supuesto el final es lo mejor. Mucha suerte en el concurso. Saludos.
ResponderEliminarHola Ana. En todo relato de ciencia ficción debe haber una parte técnica creíble, aunque no es menos cierto que desde un punto de vista físico igual me he tomado algunas licencias. Un abrazo.
EliminarImpactante, excelente relato, muy bueno todo desde toda la descripción técnica hasta el inesperado final.
ResponderEliminarUn abrazo.
PATRICIA F.
Muchas gracias Patricia. Un abrazo.
EliminarEstupendo, Jorge. Me ha gustado mucho el contraste entre el tono de crónica que recorre la narración y el dramatismo de la voz del cosmonauta en ese final tan lleno de tensión y de suspense. Has logrado muy bien ese equilibrio. Tampoco se intuye en ningún momento lo que realmente ha sucedido y el impacto final es muy bueno. Un gran relato.
ResponderEliminarHola Marta. No tenía muy claro que el final no llegase a verse, pero parece que así es. No obstante he intentado que quede coherente con el planteamiento del relato. Un abrazo.
EliminarMuy bueno. Suerte, y enhorabuena.
ResponderEliminarGracias Guille.
EliminarImpresionante relato! Mucha suerte. Saludos!
ResponderEliminarlady_p
Gracias Lady_p
EliminarPuede ser que hubo sabotaje, estos fisicos que no todos eran rusos sino que habia ucranianos y algunos de Armenia, eran dados a guardar informacion vital, de modo que los rusos como gobierno fallaran. Pero valio la pena: se encontro la fuente de la eterna juventud. De ese modo ordas de ancianos podrian reconvertirse en furiosos guerreros jovenes.
ResponderEliminarHola Jose. Bueno, el día que lleguen a dominar la técnica puede que la utilicen para rejuvenecer a la gente, eso si los sujetos del experimento no se vuelven locos. De momento creo que el efecto sobre Kovalev no ha sido el deseado. Un abrazo.
EliminarHola, Jorge. Muy buen relato, con un inicio casi periodístico en el que vas aumentando la tensión progresivamente hasta la impactante frase final y la inesperada resolución. Enhorabuena, una vez más. Un abrazo y suerte en el concurso.
ResponderEliminarHola Enrique. En este relato la tensión narrativa debía ser la protagonista, espero haberlo conseguido. Un abrazo.
EliminarLa tecnología nos da muchos regalos, pero también tiene un aura de destrucción, en este experimento ocurrió algo malo, pero la caja de pandora ya ha sido abierta: Nada detendrá a que otros vuelvan a intentar lo mismo. Corregirán ciertas cosas hasta dominar el secreto y ya nadie podrá dormir tranquilo.
ResponderEliminarHola Lucy, la verdad que me dan ganas de escribir una segunda parte jeje, una vez dominada la tecnología puede haber tentaciones... pero seguro que algo inesperado volverá a ocurrir, las fuerzas con las que juegan son demasiado intensas. Un abrazo.
EliminarHola, Jorge!! Me ha gustado tu relato. Y qué verdad tan grande cuando Kovalev les dice: “Queríais revertir la gravedad, ¡jugar a ser dioses!”. Los avances de la ciencia nos hacen avanzar sin duda, pero muchas veces creo que tendríamos que establecer ciertos límites porque tal y como el protagonista expresa jugar a ser dioses puede traer consecuencias nefastas. Aunque lo cierto es que pensé que a Kovalev le había ocurrido algo peor. Me alegra que esté vivo. Suerte en el concurso y un abrazo!!
ResponderEliminarHola Cristina. Si, Kovalev está vivo. Me dicen ciertas fuentes, que no puedo nombrar a riesgo de perder la vida yo y todos mis lectores, que lo tienen encerrado en ciertas instalaciones militares y es objeto de varios estudios y experimentos. Espero que el pobre consiga superarlo. Un abrazo.
EliminarHola, Jorge. Un relato al más puro estilo Asimov. La narración es impecable, como siempre, y la historia de lo más agónica. Y esa referencia (supongo que buscada) al planeta de los simios de Heston es todo un acierto pues le da un toque de clásico moderno que le va genial.
ResponderEliminarEn definitiva, un muy buen aporte. Felicidades.
Hola Bruno. ¡Pero qué grande era Asimov! La verdad que con la frase de la maldición no pensé en El Planeta de los Simios. La inspiración fue el accidente del cosmonauta ruso Valadimir Komarov, que murió en 1967 en la reentrada de su Soyuz a la atmósfera, siendo el primer hombre fallecido en el espacio. Se dice que murió maldiciendo a quienes diseñaron la nave y quienes lo hicieron volar en un artefacto que todavía no estaba listo. Pero bien vista igualmente la referencia a la película, ahora que lo dices. Un abrazo.
EliminarMuy bueno Jorge me ha gustado mucho la atmosfera decadente y el final apoteósico. Suerte. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias Ainhoa. Un abrazo.
EliminarOstras, Jorge, me has impresionado con el manejo del lenguaje técnico así como de los procedimientos. Un accidente sin igual, jugando con las leyes de la relatividad y dando un giro que en ningún momento vi venir.
ResponderEliminarMuchas gracias por participar, mucha suerte y un abrazo
Hola Pepe. quizás ha quedado demasiado técnico jaja, muchas gracias por comentar. Un abrazo.
EliminarInmejorable trabajo, Jorge. Es impresionante que de una realidad certera o relativa te montes una historia ficcionada hasta el punto de que nos haces dudar a tus lectores cuanto tiene de realidad o de imaginación .Es una tónica habitual en ti, que por cierto, déjame decirte que cada vez escribes mejor, y es que el hábito de hacerlo y la intención de superación se nota. Te felicito por la idea de la retrospección como final apoteósico, por los términos técnicos y por la buena factura de tu relato ¿futurista…o al revés?
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, escritor.
Hola Isabel. Vete tu a saber la cantidad de cosas que pasan en la trastienda del poder, sea político, científico o de cualquier índole, y no nos enteramos. Muchas gracias por comentar. Un abrazo.
Eliminar¡Hola, Jorge! Un ScyFi con todas las de la ley. Logras, en la primera parte, una gran verosimilitud tanto con el contexto histórico como en la explicación tecnológica del experimento. Además, presumo, haces un guiño a Contact, con esa escena donde la realidad se difumina y al clásico como es El planeta de los simios. Ese ¡Yo os maldigo! me llevó a aquella playa en la que Charlton Heston observa a la Estatua de la Libertad, dándose cuenta de dónde está. Eso me llevó a pensar en un final distinto, algo así como que Kovalev hubiera visto en otra dimensión un futuro donde hubiera estallado la Guerra Nuclear. Así que me sorprendiste doblemente en ese rejuvenecimiento. Fantástico relato. Un fuerte abrazo!!
ResponderEliminarHola David. he de decir que Contact si que se me pasó pro la cabeza, pero en la escena final del planeta de los simios no caí hasta que lo comentó Bruno. Como le dije, esa frase esta más inspirada en el accidente de Komarov y la leyenda que hay detrás de él, que en la película. La ciencia ficción es uno de mis géneros preferidos, pero reconozco que es literatura para una minoría. Respecto a un final apocalíptico... es algo un poco visto para terminar así jaja, había que tirar por otro lado. Un abrazo.
EliminarHola, Jorge.
ResponderEliminarSi jugamos a ser dios, si intentamos manejar los hilos desde la ignorancia, nunca conseguiremos nuestros propósitos. El ser humano y sus experimentos.
Muy bueno, en verdad en el final me esperaba un monstruo, o vete a saber qué ha visualizado mi imaginación, :) Pero un niño, está bien, quién sabe si ahora con algo más de conocimiento cuando crezca, puede hacer algún bien a la humanidad.
Muy bueno.
Un abrazo.
Hola Irene. Parece que el final ha quedado bastante oculto, eso es bueno, salvo que parezca sacado de manga, en cuyo caso sería malo. Espero que haya ido más bien por lo segundo. Respecto al niño, creo que deberá tener bastante entereza mental si quiere sobrevivir al futuro que le espera. Un abrazo.
EliminarHola Jorge, me has dejado sin palabras. el final con ese niño es apoteósico. Te felicito fantástico relato.
ResponderEliminarUn abrazo
Puri
Hola Puri. Espero que haya recuperado el habla o me sentiré muy culpable ;) muchas gracias por comentar. Un abrazo.
Eliminar¡Fabuloso! Eres un As. Nada se te resiste,, da lo mismo el tema que sea. Un relato de ciencia ficción; una trasformación inesperada: me esperaba cualquier bichejo; todo menos eso, y sin embargo es lo que más sentido tiene... una alteración temporal. Y qué bien has jugado con las frases misteriosas... artista... para tenernos expectantes...
ResponderEliminarTodo el relato desemboca irremediablemente ahí y eso es un logro muy grande: atrapar al lector y dejarlo impresionado y satisfecho a la vez. En este caso me recordaste a Asimov, esa agilidad narrativa y su gran imaginación.
Un aplauso.
Y un abrazo cordial :)
Hola Maite. Ya sabes que me gusta tocar todos los palos, es más, cuando escribo mucho de un género concreto me aburro y me apetece pasarme a otro jaja. En este caso la tensión narrativa debía ser la protagonista, de ahí los juegos de frases a los que aludes. Ya quisiera yo llegarle a la suela de los zapatos al gran Asimov. Un abrazo.
EliminarMe ha recordado a la primera peli de "El Planeta de los Simios"
ResponderEliminarHola de la Flor. Pues no era un simio, sino un niño, la sorpresa final. gracias por comentar. Un abrazo.
EliminarSorprendente y original relato, Jorge.
ResponderEliminarMe ha encantado.
Mucha suerte en el concurso.
Un fuerte abrazo.
Hola Estrella. Muchas gracias. Un abrazao.
EliminarMe encantó el relato. Debo decir que has hecho un gran trabajo de Ciencia Ficción (de mis géneros favoritos, por cierto). Destacaría varios aspectos de tu historia: la originalidad vista en cómo la manipulación de la gravedad genera un efecto en el tiempo. Y, en segundo lugar, creo que manejaste muy bien la tensión durante todo el relato.
ResponderEliminarSuerte y saludos.
Hola Cynthia. Coincidimos en gustos por el género, entonces. Muchas gracias por comentar. Un abrazo.
EliminarHola, Jorge! Impresionante relato, muy creíble y bien contado. Me encantó. Un abrazo
ResponderEliminarHola Mirna. Muchas gracias. Un abrazo.
EliminarAmigo Jorge. Aunque ultimamente no suelo felicitar a los de fuera del podio de modo particular (no porque no se lo merezcan, sino por falta de tiempo), esta vez y como excepción, tu relato fue original, y el salirse de los cánones propuestos, para mi por lo menos, es un plus. Enhorabuena, compañero.
ResponderEliminarHola Isabel. ¡Ay el tiempo! que falta nos hace a todos. Espero que todo te vaya bien. Bueno, ya sabes tú que en esto del Tintero hay temáticas ganadoras, aunque luego haya que escribirlas con calidad, y otras mas frikis. Escribir ciencia ficción siempre es un riesgo, pero era lo que me apetecía y estoy contento. No puedo quejarme, desde luego, de la temporada. Muchas gracias por el detalle de pasarte, y enhorabuena también por tu octavo puesto.
Eliminar¡Hola Jorge! Sorprendente final. No esperaba que el fallo que habían tenido tuviera que ver con revertir el tiempo. Al final es lo que puede pasar si se juega a ser dioses.
ResponderEliminarUn saludo.
Hola Rocío. Cierto, jugar a ser dioses tiene estas cosas. Un abrazo.
Eliminar