Me llamo Manuel Blanco Romasanta. Y soy un hombre lobo.
Aunque resulte inverosímil, durante años fui víctima de una maldición que, en las noches de luna llena, me impulsaba a transformarme en semejante criatura y vagar por los montes Orensanos cerca de mi aldea natal de Rebordechao, en busca de comida y sangre fresca. Carne humana, claro está. Quien conozca los pormenores del posterior juicio sabrá que no andaba solo en mis correrías; otros dos desdichados participaban en la orgía de miembros desgarrados y vísceras, que devorábamos con ensañamiento.
Hambre, miseria, incultura… todo ello formaba parte de la Galicia rural de principios del XIX y, por qué no decirlo, del resto de este país por el que no siento apego alguno. Los monarcas pendencieros Fernando VII, llamado primero El Deseado y luego con mejor tino El Rey felón, junto con su descendiente La de los Tristes Destinos, Isabel II, ninfómana donde las haya, reinaron durante los funestos años de mis correrías. No me hubiera disgustado hincar el diente a cualquiera de ellos. Al menos sabría ahora, por fin, cual hubiera sido el sentido, el feliz sentido, de mi existencia.
martes, 15 de diciembre de 2020
Romasanta. Memorias de un Licántropo
viernes, 29 de mayo de 2020
Anelisse
El campamento élfico era una oda a lo peor de la guerra. Ya nadie
recordaba cómo había comenzado, pero continuaba acrecentando sin mesura la
inquina entre hombres y elfos. Junto a fogatas y quejumbrosos cuerpos heridos me
conducían, prisionero y humillado, a un destino que en aquel momento estaba
lejos de imaginar. Entré en una tienda decorada con mayor opulencia de la que
cabría esperar y, para mi sorpresa, cortaron las ataduras dejándome solo.
Eleariel, reina de los elfos, no podía ser otra
quien apareció tras la cortina. Su belleza era legendaria pero la leyenda empequeñecía
ante la realidad. De rostro alargado, sus pupilas de un violeta amatista
semejaban refulgir a la luz de las antorchas; mostraba una expresión triste,
como si soportase el peso de todas las almas que se había llevado la maldita
guerra. Se cubría con sedas que abrazaban su contorno, apenas suficientes para
esconder la sensualidad que rezumaban sus formas. Aparentaba unos veinticinco,
aunque ¿qué hombre es capaz de adivinar la verdadera edad de un elfo?
sábado, 16 de mayo de 2020
Néboa
Jamás podré olvidar aquel día de difuntos del 76. Había ido con mis
amigos a tomar unas cervezas a la cantina de Santiso, distante unos tres
quilómetros de la casa de mis padres en la aldea. Discutí con mi madre,
supersticiosa como pocas, porque consideraba que en el día de los muertos no
era adecuado estar de fiesta con la pandilla. Como buen adolescente rebelde, no
le hice caso.
Se apagaban las últimas luces de la tarde cuando volvía caminando entre
verdes prados solitarios. Además de mis propios pasos, oía tan solo el correr
del agua de un regato junto a la vereda y el ulular intermitente de la curuxa. Caía una niebla espesa que anegaba el valle y
me incrustaba el frío en el cuerpo. Recordé lo que decían los viejos, nunca collas
o camiño do muíño cando hai néboa. Pero el sendero del molino era el atajo
más corto para llegar a casa y no me apetecía dar un rodeo. Ese fue mi segundo
error.
domingo, 26 de abril de 2020
El fantasma de Katie Cook
Londres, 1879
Las sesiones que mi amigo David Archer
organizaba en su mansión corrían en boca de la alta sociedad. Siempre fui
escéptico en lo tocante al espiritismo, pero su prestigio académico y una
creciente curiosidad consiguieron que aceptase su invitación para asistir a una
de las apariciones de quien se hacía llamar Katie Cook. Fui imprudente, olvidé mi pasado. Ahora
maldigo ese momento.
Aquel día plomizo de noviembre llegué al
caer la tarde. Hice ademán de consultar la hora, pero recordé que había perdido
el reloj de oro con mis iniciales grabadas. El del salón marcaba las ocho. Las
siluetas de las treinta personas que lo llenaban se recortaron a la escasa luz de
algunas velas. Al fondo se había dispuesto un cortinón tapando el espacio que
hacía las veces de la habitual cabina, donde se ubicaba la médium y el ente tomaría
forma corpórea. Poco después advertimos movimiento tras la tela.
viernes, 20 de marzo de 2020
La Señal
Llegó hace 35 años, faltaban trece para que yo naciera. Marcó a toda una
generación y terminaría por determinar mi vocación cuando era niña. El
acontecimiento supuso un punto de inflexión en la historia de la raza humana,
la primera prueba irrefutable de inteligencia extraterrestre.
La Señal se recibió en todas las estaciones del planeta capaces de
rastrear ondas electromagnéticas procedentes del espacio. La secuencia inicial
se repitió cíclicamente durante casi un mes, un intento por establecer un marco
de comunicación que pudiera servir de base para el entendimiento entre las dos
partes. No fue difícil descifrarla, las similitudes con nuestros estándares lingüísticos
eran asombrosas. Después llegó la segunda secuencia.
miércoles, 26 de febrero de 2020
El valor de una vida
¿Cuánto vale una vida? Hace tiempo que intento responder esta pregunta y tan solo ahora creo haber encontrado la respuesta.
Me bautizaron Virginia.
Mancillé ese nombre a los trece años en el desvencijado asiento de un seiscientos,
entre caricias prestadas y sorbos de pasión y ginebra. Siempre viví deprisa, sentía
demasiado vértigo como para detenerme a contemplar la existencia con la laxitud
que envenena al común de los mortales. Pero no se puede correr eternamente.
Cierto espíritu inconformista y
la influencia de un profesor de militancia bohemia consiguieron empujarme a estudiar
periodismo. Fueron los años del amor libre y la crítica a un sistema que nos oprimía,
el paso por la universidad me dio la oportunidad de rebelarme haciendo honor a las
dos cosas. En poco tiempo obtuve también una licenciatura en carreras delante
de los grises. No estaba hecha para pasar el día sentada en una oficina,
y la sección de sucesos se me antojaba una gigantesca opereta para entretener a
las masas, así que enseguida comencé a peregrinar por el mundo cargada con
toneladas de inocencia y los ochocientos gramos de mi Canon F1.
jueves, 23 de enero de 2020
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