«Por favor, oh Dios, no te lo lleves tan pronto. No lo apartes aún de
mí».
Apenas un susurro se le escapa
entre los labios, tal vez teme que romper la quietud del lugar santo pueda
suponer una ofensa hacia aquel que todo lo puede.
«Pero si esa es tu voluntad, tan solo te suplico que abras
sus ojos y vea la luz, que se humille ante ti antes del último aliento, como yo
lo hago en este mismo instante. ¡No nos condenes a separarnos para toda la
eternidad!»
Un sacerdote orondo de gruesa papada camina por el pasillo. Atisba las lágrimas de la mujer humedeciéndole los ojos, mas nadie debe interrumpir cuando se habla con el Altísimo. Las tribulaciones de aquella sierva de Dios no son de su incumbencia. Todavía no.
La casa se
enseñorea sobre la campiña, rodeada de prados verdes. Aunque majestuosa, ahora
no le insufla más que tristes recuerdos de un pasado cada vez más lejano. No es
más que una posesión y como tal sucumbirá tarde o temprano al paso del tiempo.
Igual que todo. Igual que todos.
Él está
acostado en su cama. Los sirvientes dicen que no se ha levantado en toda la
mañana. Lleva así varios días, presagiando el inevitable final. Ella le acerca
un zumo y unas tostadas, pero no tiene apetito.
— Debes comer.
— Luego.
Le acaricia el
cabello canoso y besa sus labios resecos, él corresponde. Parece que el amor
que siempre se han profesado es lo único que mantiene firmes sus raíces entre
aquellas paredes que algún día albergaron felicidad.
— ¿Vienes de
la Iglesia?
— Sí. He
rezado por ti.
— No hay
oración que pueda cambiar esto. Lo sabes.
— Si tiene que
ser así, al menos déjame hacer venir al sacerdote y que te prepare para partir—
dice conteniendo el llanto.
— Ya hemos
hablado de eso. Nuestro amor ha perdurado porque hemos respetado nuestras
diferencias. No tiene por qué ser distinto ahora.
— Tú siempre
has sido un cabezota descreído— se le escapa un suspiro— Pero en este momento
la idea de que tu alma se condene eternamente me tortura, la idea de perderte,
de no volver a verte más. Si no lo haces por convicción, o por miedo, hazlo al
menos por mí.
— ¿Y de qué te
servirá, si pierdes tu alma?
El sueño lo
vence, la sonrisa que su esposa se obliga a forzar es lo último que contemplan
sus ojos. Entre el sopor que precede al descanso acepta que sí, que ha de
renunciar a su orgullo con tal de que la mujer a la que ama obtenga paz en lo
que le resta de vida. «Puede que mañana», piensa. No sabe en ese momento
que para él, ya no habrá un mañana.
Las malditas
campanadas repicando a muerte no dejan de martillearle las sienes, aun cuando
hace horas que han dejado de sonar. Todo ha acabado, su único amor yace ahora
bajo tierra, y su alma… su alma condenada sin duda al fuego perpetuo. Era un
buen hombre. ¿Lo era? Ni siquiera de eso está convencida. Siempre la trató con
cariño, pero no podría asegurarse que el resto de sus actos mundanos
consiguieran aprobar el examen de los Diez Mandamientos. En cualquier caso, la
doctrina de la Santa Madre Iglesia es clara: honrarás a Dios sobre todas las
cosas, santificarás las fiestas… el castigo por infringirla es el llanto
eterno; si no crees, te condenas. Sabe que lo ha perdido sin remedio.
La angustia
más despiadada se adueña de su espíritu, la soledad no es buena compañía. Una
mano temblorosa abre el cajón del velador, dentro un arma que algún día sirvió
para espantar el miedo. «¡El infierno!». La toma como si fuese otra
persona quien la empuñase. «¡El fuego eterno!». El cañón roza su
sien, la desesperación le muerde el alma. Mas en el último momento, no consigue
reunir el valor. Quizás los designios de la Providencia le han reservado otro
camino.
Un sacerdote orondo y de gruesa papada mata el tiempo en el interior del
confesionario. Escucha un taconeo que se acerca y le hormiguea el estómago. La
mujer no se arrodilla junto al lateral, sino que aparece tentadora frente a él, apenas escondiendo sus formas voluptuosas bajo un negro sin concesiones.
— Hija mía,
debes ir por el otro lado —titubea.
— ¿Es pecado
mortal?
— No, por
Dios, mortal no, pero…
— Entonces no
me vale.
Un destello resplandece en su mano diestra y dos disparos
retumban entre los muros. El cura exhala su último aliento con la cabeza
convertida en un amasijo sanguinolento.
«Purgaré mi pecado con el sufrimiento eterno», sonríe. «Pero al menos, amor
mío, ¡estaremos por siempre juntos!»
Qué buen relato, Jorge! Me ha encantado y me ha sorprendido también ese final. Sobrio y muy bien escrito.
ResponderEliminargracias Marta, me alegra haberte sorprendido con el final
EliminarMuy buena historia, escrita con una sutil ironía que muestra hasta dónde puede llegar el fanatismo o la obsesión por las creencias.
ResponderEliminarMe gustó mucho, Jorge.
Un abrazo.
esa idea de la imposibilidad de razonar acerca de ideas preconcebidas es uno de los pilares del relato. Gracias por comentar Mirella.
EliminarDesde luego no esperaba para nada ese final. Desde luego la protagonista ha buscado premio doble, jajaja para asegurar la condena al purgatorio. Me ha hecho sonreír ese humor negro.
ResponderEliminarBesos
el purgatorio sería temporal y infierno definitivo, así que lo que obsesiona a la protagonista es el castigo eterno. Gracias por comentar Conxita.
EliminarNo todos los finales tristes son infelices. Buen relato, Jorge. Se puede decir que esta es una historia de amor eterno: "De ti no me separa ni Dios". Una mujer decidida. Me gusta. Un abrazo.
ResponderEliminarespero que al menos a la pobre mujer le sirva para aferrarse a algo lo que le quede de vida. Gracias Carmen!
Eliminar"Gruesos muros de piedra atrapan el silencio" es un comienzo magistral que atrapa, también, la atención del lector. Se trata de una historia muy bien ambientada con tu habitual e impecable nervio narrativo, con las emociones sabiamente descritas, el afán por mimar los pequeños detalles que nos hace vivir el relato, al servicio de un argumento ciertamente original con una propuesta tan creativa como arriesgada. Al final, la protagonista actúa siguiendo una lógica, fanática y disparatada, pero lógica, al fin y al cabo. Quizás por eso, intuí el final hacia la mitad del relato, es decir, el objetivo, no la forma de conseguirlo, claro. Mucha Suerte en el Tintero, Jorge. Un abrazo.
ResponderEliminarSiempre debe haber una lógica en las motivaciones de los personajes, aunque esa lógica sea la suya particular. Crear esa personalidad propia, esa forma de pensar y actuar, forma parte de la tarea de dar vida a un personaje, y hacerlo en 900 palabras le da mayor dificultad. Gracias Paco por comentar. Un abrazo!
EliminarJorge: qué buen giro le has dado a este relato que partía de un lugar que podríamos pensar común y se torna en la acción desesperada de quien no puede resignarse a perder a su amor aún después de la muerte.
ResponderEliminarAdemás de la originalidad de la propuesta, el relato se disfruta paso a paso con una poética sutil que acompaña el desarrollo.
Un abrazo
Difícil equilibrio el de combinar una narrativa estética con la agilidad que merece el relato, espero haber dosificado cada cual en su justa medida. Gracias Mirna por comentar. Un abrazo!
EliminarHola Jorge, me ha gustado la disposición de las escenas, de hecho la historia la ha visto mientras la leía como una película, sería genial como argumento para un corto, de esos que con el final te quedas K.O, ni te lo esperas. Un abrazo
ResponderEliminarMe gustan los giros finales sorpresivos (hay a quien no) pero hay que guardar cuidado de no sacarlos de la manga, de que encajen en la historia que se viene contando. Gracias Eme y un abrazo!
Eliminar¡Qué buen relato, Jorge! Lo he disfrutado un montón y el sorprenderse final un plus.
ResponderEliminarUn abrazo
Me alegro que lo hayas disfrutado Pilar. Un abrazo!
EliminarTodavía estoy con el alma en vilo por el estruendo del disparo, porque es tan impactabte el final que se oye la detonación. Al final el amor vence a las creencias, incluso él está a punto de capitular.
ResponderEliminarTe echaba de menos, Jorge.
Un beso muy grande
Espero haber sorprendido con el final, Ana, y que no haya desentonado con el resto de la historia. También se te echa de menos. Un beso!
EliminarCreo que en este relato despliegas las mejores dotes que tienes para la narración: la prosa exacta, el manejo del suspenso y la construcción de los personajes mediante los diálogos. Todo puesto a trabajar para lograr un texto excelente y sobre una temática que te interesa. Has logrado una historia digna, sin ninguna duda, de ser premiada. Mis felicitaciones, Jorge. Un afectuoso abrazo.
ResponderEliminarAriel
En relación a esa temática que dices me interesa, Ariel, pretendía ahondar en la idea de si la felicidad eterna es posible creyendo en la existencia de un infierno al que con toda seguridad se condenarán personas a las que otras que "están en el cielo" han amado a lo largo de sus vidas. ¿tan egoístas somos en el más allá que podemos ser infinitamente felices mientras quienes hemos querido sufren para toda la eternidad? Una gran contradicción, desde mi punto de vista. Gracias por tu comentario, Ariel. Un abrazo!
EliminarTerrible acto de amor, Jorge, aunque creo que el difunto no se merecía el sacrificio eterno de su esposa cuando él no fue capaz de renunciar a tiempo a su orgullo.
ResponderEliminarUn relato increíble, con un magistral giro final. Mucha suerte en el Tintero.
En realidad si no fuese su marido sería un hijo, un padre, un hermano... siempre hubiera habido algún candidato a la condenación eterna. Tal vez el problema no fuese el orgullo de él. Gracias por comentar Bruno. Un abrazo!
EliminarHola Jorge
ResponderEliminarUna buena trama, bien ambientado y con su dosis de misterio.
Disfruté imaginando los posibles finales que le ibas a dar. Me parece correcto que él se niegue, es un hombre de principios... y ella tiene las cosas muy claras y sabe lo que quiere. El precio...lo de menos!
Enhorabuena y suerte
Un saludo
Difícil elección entre los principios y la fidelidad a la persona amada en un momento como ese. ¿cual es la elección buena? tal vez no existe respuesta. Gracias Paola, un saludo!
EliminarGracias, Jorge, por participar con este relato en EL TINTERO DE ORO. Un fuerte abrazo y suerte!!
ResponderEliminarGracias a ti David, por organizarlo un año más. Un abrazo!
EliminarMe gusta como va avanzando la historia. Muy oportuna la aparición del cura orondo en la primera parte, para evitar el deus ex machina final. Habrá buenas puntuaciones sin duda. Un saludo
ResponderEliminarNo es casualidad la aparición del sacerdote ya en la primera escena, se le reservaba un final protagonista. Gracias por comentar, Luigi. Un saludo.
EliminarHola Jorge
ResponderEliminarPero esta mujer es de armas tomar, y fiel hasta la médula! verdaderamente me dejó anonadada ese final, mejor dicho me impactó tanto como esa detonación del arma en el relato. Genial, me encanto! Suerte en el tintero!
Me alegra que te haya sorprendido el final, Yessy. Gracias por tu visita. Saludos!
EliminarEstoy en ello... ;)
ResponderEliminarUn abrazo de los fuertes Jorge
Pues un abrazo de los fuertes Isabel, que los abrazos siempre sientan bien :)
EliminarPues mira..., ya estoy aquí.
ResponderEliminarUn acto de amor y de fe llevado a su máxima consecuencia.
La reiteración del orondo sacerdote de gruesa papada, hace que no sintamos empatía por él, y fíjate que solo has pintado su retrato en una breve línea repetida, con muy buen criterio la reiteración, incidiendo en su figura oronda de papada.
Los diálogos, aunque bien escritos y bien puntuados, me han parecido (solo es una opinión personal), un tanto forzados, casi teatrales, aunque soy consciente de que los últimos momentos de una persona es un acto, último acto, serio, grave, y requieren de cierta trascendencia.
Por alguna comentario que te le he leído Jorge, no creo que seas especialmente religioso, y sin embargo, te las has apañado para con respeto y carisma hablar de la profunda creencia de la mujer de tu relato.
Como siempre, trabajo, rigor, sorpresa y traca final justificada para la trama.
Un cariñoso saludo Jorge, y suerte en el tintero, seguro la tendrás, pues es un buen aporte el que nos regalas.
Efectivamente el sacerdote, que al final será la víctima, se presenta como un personaje que genera rechazo, tanto en ella como en el lector al final del relato, cuando siente "un hormigueo en el estómago" al oir acercarse a la mujer al confesionario. Pequeños detalles que pretenden generar esa sensación sin mencionarla explícitamente.
EliminarRespecto a los diálogos, llegué a plantearme eso mismo que comentas. Decidí no tocarlos al final, los dos personajes son de clase alta, acostumbrados a vivir en la opulencia y la apariencia, se aman y tienen cierta dependencia entre ellos (más ella que él) aunque su relación no deja de estar marcada por ese distante aparentar. Los diálogos pretender ir en esa línea, no se si con o sin éxito.
Es cierto Isabel, no soy una persona religiosa aunque el tema de como se viven intimamente las creencias, las ideas, los sentimientos... siempre me ha interesado. Por supuesto el respeto al mostrar una forma de pensar o sentir, incluso aunque lleve una crítica inherente, no debe faltar nunca. Aunque 900 palabras son poco espacio para ello, la idea subyacente gira en torno a como puede alguien ser eternamente feliz sabiendo que con total seguridad, alguien a quien ha amado en su vida terrenal va a sufrir eternamente. Cualquier idea expuesta sin respeto pierde su fuerza y su razón de ser.
Lo de la sorpresa final me gusta y suelo practicarlo, aunque no todo vale en literatura. No somos magos, sino escritores, y todo ha de tener una justificación.
Gracias por tu comentario Isabel, un abrazo.
Te respondo de nuevo Jorge, sobre los diálogos. Dices que son dos personas de clase alta a los que se les presupone cierta cultura, pero incluso, los cultivados, en la intimidad suelen hablar más coloquialmente. Tienen coherencia, pero adolecen de algo de naturalidad, a mi me parece verlos interpretando y se me hacen poco verosímil. Estoy convencida, conociendo tu manera de escribir, ya llevamos años leyéndonos, que has tenido en cuenta la educación y el ambiente, pues el soporte de tus personajes sueles manejarlo con destreza. Es la única parte, según mi humilde criterio, en la que decae el relato.
EliminarSobre el final, sobradamente justificado.
Un abrazo Jorge, y abrígate, que por Galicia hace fresquete.
Hola Isabel. No se si me explicado bien en mi comentario anterior, pero el tono de los diálogos no lo marca la opulencia, sino ese "distante aparentar" al que me refería. He pretendido dibujar una relación donde la dependencia y un marcado sentido de la apariencia social (incluso en la intimidad) juegan un papel más importante que el amor, aun cuando este existe. Por supuesto la percepción que obtenga cada lector es libre e interpretable.
EliminarAbrigados estamos, que hace mucho frío.
Un relato muy bien llevado como acostumbras. Y ese giro final para ir al mismo lugar que si marido ha estado genial. Ni sobra ni falta dialogo para entenderse. El amor llevado hasta el final. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias Mamen. Amor, extremo, es cierto, o tal vez dependencia extrema. Un abrazo.
EliminarEl enfoque de la salvación o condenación eterna es muy original, porque está planteado desde el amor de la mujer; no importa tanto tanto el Cielo o el Infierno, como la continuidad de la pareja. Ella obra en consecuencia.
ResponderEliminarEs un relato muy bien elaborado, ágil y pulcro.
Suerte, compañero.
Cierto Beba, en ese momento de desesperación lo que a ella le importa es seguir junto a él. Gracias por comentar. Un saludo.
EliminarSeguimos en ambiente de "santidad", ja ja
ResponderEliminar¡Cómo me gustan estos relatos, compañero Jorge! Te contaré que siempre he sido aficionado al cómic (como lo llamamos ahora) y en otros tiempos pasaron por mis manos, entre otras muchas, revistas como Creepy o Vampus. Tu relato, aún siendo solo texto, me ha llevado de nuevo a aquellas "grandes" pequeñas historias gráficas de terror y suspense. Y ha sido un placer, sin duda. Enhorabuena por lo bien que lo haces. Un fuerte abrazo, Jorge
Últimamente la santidad, o todo lo contrario, pero ahondando en el tema religioso, están presentes por este blog jaja. No negaré que es un tema que da mucho juego. Un abrazo Isidoro, y a ver si te vemos más a menudo por tu blog.
EliminarHola, Jorge. Siento repetir lo de anteriores ocasiones (aunque sospecho que no me lo tomarás en cuenta negativa), pero es que tienes una forma de escribir que destaca tanto por su calidad literaria como por la originalidad de sus propuestas argumentales. Una vez más te ha vuelto a quedar un texto redondo, excelente a todas luces, con ese giro final tan elegante y que, si recapacitamos, no lo es tanto por la lógica con que se justifica. ¡Enorme, amigo!
ResponderEliminarEsta vez no voy a desearte mucha suerte en "El Tintero...", créeme cuando te digo que con textos así no la necesitas...
Un abrazo.
Muchas gracias Patxi. Te agradezco de veras tu comentario tan generoso. Es un placer saber que lo que escribes gusta de ese modo. Siempre he sido de la idea de que además de escribir con corrección, lo que se cuenta debe desarrollar una historia y no ser simplemente una sucesión de palabras bien hiladas, y trato de ser fiel a ello. Muchas gracias por tu visita y un abrazo!
EliminarMuy bueno, Jorge. Fíjate que yo cuando leí la frase "¡No nos condenes a separarnos para toda la eternidad!", apunté en mi libreta la idea de alguien que se vuelve malo para poder estar junto a un ser amado, sin saber aún que tu relato terminaría así exactamente. Muy original y bien escrito. Solo, si me permites, me gustaría hacer una puntualización acerca de los guiones de diálogo y es que no hay que dejar espacio entre la raya y el inicio del diálogo. La acotación del narrador debe llevar pegada la raya igualmente al inicio de la frase y al final (sin espacio). Si el parlamento continúa tras la acotación sí que mediará un espacio. Te pongo ejemplo porque me he explicado fatal.
ResponderEliminar"—Dar coartada a tus temores no te traerá la paz, mi amor —hace una pausa, le cuesta tomar aliento—. Además, sería una traición..."
Espero que ahí lo veas claro.
Suerte y un abrazo.
Pues me alegro de haberte dado una idea para tu libreta, Alma. Tienes razón en lo de las acotaciones, me lo apunto. Muchas gracias por tu visita y comentario. Un abrazo.
EliminarUn final negro para un relato que comienza con tintes melancólicos. Magnífico giro, Jorge. Mucha suerte en el Tintero. Saludos.
ResponderEliminarMuchas gracias Beatriz por pasar a comentar. Un saludo.
EliminarEl amor llevado al extremo. El excesivo fervor religioso con la absoluta convicción de la existencia de cielos e infiernos puede trae malas consecuencias. La verdad que no imaginaba el final. La imagen de la ultracatólica señora reventando de 2 disparos los sesos al orondo cura, como si fuera un guión de los hermanos Coen. Un estupendo relato, como nos tienes acostumbrados. Un abrazo, compañero. Mucha suerte en el tintero.
ResponderEliminarDa para pensar mucho ese tema de los cielos e infiernos, y lo compatible que es o no es con la felicidad eterna. Me alegro de haberte despistado con el final. Como siempre un placer contar con tu visita, Jose. Un abrazo.
EliminarHola Jorge, el comienzo del relato es apasionante y el final estremecedor,y con esos ingredientes el resto de la historia es desgarradora.Como dicen algunos compañeros " a estos no los separa ni Dios" .
ResponderEliminarTe felicito por la narración tan detallada de toda la historia donde alberga pasiones y locuras.
Un abrazo y mucha suerte en el concurso.
Puri
Ni Dios los separa, ni el Diablo por lo visto. Muchas gracias por tus deseos y tu comentario, Puri. Un abrazo.
Eliminar¡Menudo acto de amor el de esta buena señora! El cura le ha valido como instrumento para conseguir un pasaporte al infierno, pero, ¿Y si su compañero se convirtió en el último momento también como acto de su amor hacia ella?
ResponderEliminarEntonces menudo negocio hizo la pendeja.
Un abrazo y mucha suerte, compañero.
Por lo visto en los esquemas mentales de la señora no entra la posibilidad de que el hombre se convierta sin la participación directa de un intermediario, aunque la posibilidad que planteas es interesante, Francisco. Un abrazo y gracias por comentar.
EliminarHola Jorge, leí hace unos días tu relato, me ha parecido una buena historia. Suspenso. religión y una situación compleja la decisión de la mujer, ¿valía la pena? ¿el marido era de verdad el único amor de su vida? Interrogantes que flotan en el aire de este singular relato que has creado. Un abrazo Jorge.
ResponderEliminarNo se si de su vida, pero después de ella es sin duda su único amor. Gracias Miry por comentar. Un abrazo.
EliminarJorge ¡qué bueno tu tintero de plata!, comenté que tanto a ti, como a Paco Castelao y a mí misma, nos ha servido de rodaje tanto tiempo pasado en TR, y mira,aquí estamos los tres compartiendo podio. ¡Qué alegría!
ResponderEliminarUn abrazo querido Jorge.
Gracias Isabel! hubo un tiempo en el que en TR se podía aprender de grandes plumas, con el tiempo la mayoría acabaron marchando, nosotros también lo hicimos, pero es cierto, el bagaje adquirido leyendo y dejando que nos leyesen nos sirvió a los tres y alguno mas ex de TR que anda por aquí también. Felicidades también por tu primer puesto. Bicos!
Eliminar¡Felicitaciones, Jorge! Un abrazo muy grande, y ¡a festejar!
ResponderEliminarAriel
Gracias Ariel! se te ha echado de menos en esta edición. Un abrazo!
EliminarYo también los he echado y echaré de menos, son todos maravillosos compañeros y compañeras. Aunque no voy a participar más del concurso seguiré, como siempre, visitando vuestros blogs. Un gran abrazo y ¡qué siga el festejo!
EliminarAriel
supongo que andas embarcado en otros proyectos, de lo cual me alegro. Mucha suerte Ariel, un abrazo!
EliminarAsí es, Jorge, estoy entusiasmado con un proyecto, pero de todos modos el blog continúa activo, es como mi casa. No dejo de subir relatos. Gracias por tus buenos deseos, un fuerte abrazo para ti.
EliminarAriel
Pues lo dicho, Ariel, mucha suerte en aquello que estés emprendiendo. Abrazos!
EliminarENHORABUENA, Jorge, por ese Tintero de Plata. Aunque ya se está convirtiendo en costumbre que acabes siempre en el pódium, supongo que seguirás disfrutándolo como el primero. Un honor y una gran alegría compartirlo con Isabel y contigo. Un fuerte abrazo, amigo.
ResponderEliminarGracias Paco! siempre es agradable que reconozcan tu trabajo y más con el excelente nivel que hay aquí. Un placer compartir podium también con vosotros. Un abrazo!
EliminarMi más sincera enhorabuena, amigo Jorge, por ese "Tintero de Plata". Tengo claro siempre que cualquier texto tuyo es garantía de éxito, y quiero que sepas que tu relato consiguió una alta alta alta posición entre los nominados de mi votación.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
muchas gracias Patxi, ahora que no nos lee nadie te diré que tu relato tuvo también una posición de privilegio en mis votaciones. Un abrazo!
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