Día1: Tras 42 jornadas de viaje
ponemos el contador a cero, la ocasión bien lo merece. La nave nodriza Shenzhou,
última tecnología en propulsión iónica, orbita el planeta en modo
automático mientras nuestra lanzadera desciende hacia la superficie. Una nube de
polvo bañado en óxido de hierro se levanta bajo nosotros. En la primera mitad
del XXI, todavía en la era de los combustibles fósiles, la Endeavour se
perdió en el espacio intentando una odisea hacia el planeta rojo. Más de medio siglo después, el suelo del esquivo mundo será hollado por el pie
humano. Marte, cruel Dios de la guerra, ¡al fin has sido conquistado!
Día24: Instalarnos nos ha tomado más tiempo del esperado. Conseguimos desplegar los módulos de supervivencia en el interior de una de las múltiples cuevas tubulares bajo suelo marciano, y el invernadero con los cultivos hidropónicos en superficie está casi operativo. Tras alimentar al completo los equipos electrónicos, el sargento Martínez ha detectado una misteriosa señal de cadencia uniforme. El comandante Zhang cree que es de origen natural. Ha decidido enviar una expedición de reconocimiento.