Pensilvania, Estados Unidos. Julio de 1945.
El Dodge
Deluxe negro circulaba por la carretera entre los prados verdes de la campiña.
En el asiento trasero, un hombre delgado se revolvía nervioso. Al acercarse a
una curva pronunciada, se dirigió al chófer.
—Es ahí, Sam.
Tras doblar el recodo, rebasaron a otro Deluxe idéntico estacionado en el arcén y tomaron una desviación hacia la derecha. El segundo coche se incorporó a la calzada y circuló despacio, hasta que el conductor vio aparecer en el retrovisor al Chrysler Airflow que discretamente seguía al primero. Con una media sonrisa, el piloto aceleró la marcha, dispuesto a dar un largo paseo por las carreteras del condado.
El automóvil con
el hombre delgado continuó por la estrecha vía hasta pararse junto a un bosquecillo situado en un promontorio. Tras unos árboles surgió un caballero
trajeado de estricto negro, tocada su cabeza con un fedora de ala ancha, que se
incorporó por la puerta de atrás. El chófer descendió, dejando solos a los dos
individuos.
—Herr
Schneider. Ha pasado mucho tiempo —saludó el flaco.
—Wolf sería
más correcto, o sino Haakon Olsen. No deberías llamarme por mi nombre alemán.
—¡Vamos,
Franz! Nos conocemos desde la Gran Guerra, combatimos juntos en Verdún. Entre
nosotros no tenemos que andarnos con formalismos.
Franz Schneider guardó silencio unos segundos, entreteniéndose en jugar con el ojal de un botón.
—Poco queda ya
de lo que vimos antaño, Gunther.
—Hace mucho
que dejé la patria, desde que el ascenso de Hitler nos hizo tomar caminos
diferentes. Pero créeme, es una suerte que Alemania haya capitulado ya. ¡Una gran
suerte!
—Tú eres
científico, supongo que es difícil que pienses como un militar.
—¡Cuánta verdad hay en esa afirmación!
—¿Para qué
querías verme?
—Necesito
hacer llegar un mensaje urgente al Alto Mando. Estoy de permiso por un asunto ineludible, pero en unos días vuelvo al trabajo. No tengo mucho tiempo.
—El Alto Mando
ha caído, ya lo sabes.
—Al Alto Mando japonés.
Schneider se
aflojó el nudo de la corbata, no pudo disimular un ligero temblor en la mano.
—Los canales
con Japón son en este momento peligrosos.
Gunther
Neumann le tendió un sobre y acercó los labios a su oído; susurró tan solo tres
palabras. Franz Schneider palideció.
—¿Por qué
ahora? —preguntó con un hilo de voz.
—Roosevelt ha
muerto. Al menos con él quizás habría alguna posibilidad. Truman es un loco
peligroso.
—Quizás
—el alemán se guardó el sobre en un bolsillo— Si no tienes noticias mías en un
par de semanas, sería buena idea que fueras haciendo las maletas.
Franz Schneider llegó hasta el Hilton Garden, en Pittsburg, y subió directamente a su habitación. Aquella frase susurrada al oído le martilleaba la cabeza. Tomó el sobre, estaba lacrado pero tenía formas más que sobradas de abrirlo y volver a cerrarlo sin que nadie lo notase, de manera que llegase intacto a su próximo contacto. Lo que leyó no le sorprendió demasiado. Era esa frase deslizada con sutileza la que lo inquietaba, la que cambiaba el orden de las cosas, la que lo obligaba a actuar sin demora. Esas palabras que auguraban un futuro tan negro para la humanidad como una noche de invierno: Manhattan is alive.
¡Pero
Manhattan no podría actuar si no había guerra!
Bajó hasta la
recepción, se sentó en un sofá y observó. Llamó a un botones que acababa de
dejar unas maletas. El chico parecía espabilado y físicamente serviría.
—¿Quieres
ganarte un sueldo extra, muchacho?
Le puso un
billete de diez dólares en la mano.
—El triple si
aceptas.
—¿Qué tengo
que hacer?
—Ven,
acompáñame a mi cuarto.
Un hombre
trajeado de estricto negro, tocada su cabeza con un fedora de ala ancha, salió
del hotel y paró un taxi. No bien hubo arrancado, un Chrysler Airflow aceleró
tras él.
Al mismo
tiempo, Franz Schneider bajaba por la escalera trasera de incendios. Todavía se le dibujaba una sonrisa maliciosa al recordar la expresión aterrada del botones cuando, acuciado por las prisas, empezó a quitarse la ropa antes de dar ninguna explicación. Tomó un taxi y ordenó que lo
llevase a la estación de tren. Allí compró un billete con destino a Nueva York, salió del edificio y, sacando un mechero del bolsillo, lo quemó.
Los Ángeles, California. 2 de agosto
de 1945.
A través de
los cristales empañados se adivinaba una luz tenue de fogata, interrumpida a
intervalos por las sombras que los cuerpos de un hombre y una mujer proyectaban
al cruzarse ante el haz que arrojaban las llamas. La casa se situaba a las
afueras de la ciudad, rodeada de bosques de coníferas. Era propiedad de Kenzo
Tanaka, acaudalado hombre de negocios dedicado a la importación y exportación
de maquinaria, aunque la mayor parte del año estaba vacía. Solo su hija Sakura
solía visitarla, y esa noche hacía buen uso de ella.
Sakura era la
sensualidad disfrazada de mujer. Largas piernas de porcelana, senos de áureas
proporciones, el cabello liso y negro cubriéndole la espalda y unos ojos
rasgados que podían escrutar la inmensidad del alma. Estudiaba el último año de
derecho con un expediente impecable. Sakura se elevaba hasta el cielo esa noche
en brazos del alemán Franz Schneider, cuya identidad ahora para el mundo era la de Haakon Olsen, un exiliado noruego que
prosperaba al calor de la floreciente economía americana. La dulce japonesa
constituía un paréntesis, una inyección de vida, en toda aquella aberración en
que la guerra había convertido su universo. Los dos yacían boca arriba entre una maraña de sábanas revueltas.
—Tengo algo
para ti. Deberá llegar a Japón a través de los canales habituales, lo antes
posible.
—¿Y en qué momento no
tienes algo para mí, querido? A veces pienso que nos acostamos solo cuando
necesitas de mis servicios —le acarició con suavidad el pelo.
—Hay que
espaciar la frecuencia con la que uno se acerca al sol, o se corre riesgo de
quemarse.
—¡Eres un
idiota! —rió la joven.
Schneider le tendió el sobre
que Neumann le había dado. Sakura comenzó a abrirlo rompiendo el lacre.
—Te ahorraré
el trabajo —dijo el alemán— Un científico exiliado, con cargo de conciencia y que actúa al
margen del gobierno que le paga, ruega a las autoridades japonesas que rindan
el país para evitar cientos de miles de muertos y una destrucción sin
precedentes. Advierte de la inminencia, en cuestión de semanas o pocos meses, de
que los Estados Unidos dispongan de un arma atómica letal capaz de volatilizar
una ciudad entera en segundos.
—¿Es eso
cierto? —preguntó Sakura, asustada.
—Si y no.
—No es momento
de andarse con enigmas, Haakon ¿no crees? —se incorporó en la cama.
—Ese papel es
una trampa. Debo reconocer que lo montaron bien, un coche siguiendo al de mi
contacto que supuestamente es despistado, sin duda micrófonos en el auto en el
que hablamos, un sobre que sabían abriría y cuya lectura me llevaría a ponerme en acción… solo un cabo suelto, tan solo uno. Él me recordó que combatimos
juntos en Verdún, ¡y en realidad lo hicimos en el Somme! A buen seguro lo
chantajearon para ejercer de cebo, pero aun así encontró una forma de burlarlos. A quien buscan es a ti, tratan de dar con la
red de espionaje que pasa información hacia Japón y yo podía conducirles hasta
ella.
—¿Entonces,
por qué has venido? ¿te han seguido?
—No a lo
segundo. Respecto al por qué, la bomba ya está operativa. Será cuestión de días, y no semanas, que la usen. Los Estados Unidos arrasaron ya Japón, pero hay cinco ciudades que no han sido tocadas; una de ellas será pronto borrada del mapa. ¡Esa es la información que debes transmitir! Y otra cosa, tendremos
que dejar de vernos por una temporada, ya no es seguro.
Sakura
permaneció un largo minuto en silencio. Después se recostó sobre la cama, secó una lágrima que resbalaba por su mejilla, nacida de la resignación y la impotencia, y atrajo al alemán hacia sí.
—En ese caso ¡no perdamos más el tiempo!
Los Álamos, Nuevo México. 7 de agosto
de 1945.
Gunther
Neumann tamborileaba los dedos sobre la mesa de su despacho. Había sido su
lugar de trabajo los últimos años, pero en realidad constituía más una cárcel
de la que era casi imposible escapar. Esperaba una visita que, era consciente, no tardaría en llegar. Un alemán, por mucho
que hubiera renegado de su patria, siempre atraería sobre sí la sombra de la
sospecha. Cuando descubrieron que en el pasado había seguido manteniendo contactos con agentes
infiltrados en los Estados Unidos, amenazaron con encarcelarlo si no se
prestaba a ser utilizado.
Sabía que la
operación había sido un fracaso, igual que sabía que la advertencia que musitara
a Schneider no sirvió para nada. Demasiado escaso margen de actuación pero,
aunque lo hubiera habido ¿se podría haber evitado la masacre? Tal vez unos
pocos cientos, a lo mejor algunos miles, con suerte decenas de miles de muertos
menos. ¿Qué importaba ya? Aquel proyecto que comenzara de manera
preventiva contra la amenaza nazi constituía ahora una realidad macabra. El
mundo había entrado en la era nuclear, y era un mundo en el que a él no se le
perdía nada. Escuchó abrirse la puerta a sus espaldas; entraron varios hombres trajeados.
—Herr Neumann
—advirtió cierta sorna en la voz del agente del FBI— le ruego que nos acompañe.
Podríamos salir a dar un paseo hasta el Somme.
Gunther
Neumann no se volvió. Levantó la mano derecha, en la que sostenía una pistola,
y se descerrajó un tiro en la cabeza.
¡Hola, Jorge! Jo, que estupendo relato para cerrar esta edición. Y has elegido nada menos que el momento más negro de nuestra historia como fueron esos dos frutos nucleares del proyecto Manhattan. La Historia la suelen escribir los vencedores, solo así se comprende que después de tanta propaganda sobre los peligros de una guerra nuclear, de los ensayos locos de dictadores, por supuesto no occidentales, al final las únicas dos bombas nucleares que se han lanzado sobre una población llevaban el sello democrático de USA. Ni el peor de los dictadores ha llegado a eso. Y lo que más indigna es que, seguramente, a esas alturas de la Guerra ya no hubiera sido necesario, en términos bélicos. En fin, esperemos que ello no se repita jamás, aunque con los pirados que manejan el famoso botón nunca se sabe.
ResponderEliminarMe ha gustado los distintos focos de la historia, estremece ni qué decirlo el japonés y, por supuesto, el final. Un abrazo!!
Hola David. La verdad es que si que he tratado de escribir la historia desde una óptica diferente, la de quienes han visto sus paises arrasados por la guerra desde el bando perdedor, e incluso en el bando alemán uno de los protagonistas es un firme detractor del nazismo y otro un colaborador, pero ambos sufren el peso de la desolación y la muerte que sus actos y los actos ajenos han provocado en el mundo. Huyendo de aleccionamientos moralistas y de posicionamientos de buenos y malos, que todos somos mayorcitos para comprender lo que significó la aberración nazi en la historia de la humanidad, pero como bien dices nos cuesta más tildar de criminales a los gloriosos vencedores de la contienda por la propaganda constante, a pesar de que se pueden contar por cientos las atrocidades que también cometieron. Totalmente de acuerdo en que el uso de las bombas atómicas era innecesario, igual que lo fueron los bombardeos constantes sobre objetivos civiles en Alemania y Japón hacia el final de la guerra, de hecho se hicieron explotar mas como una advertencia a la URSS de Stalin, para dar un golpe en la mesa diciendo aqui estoy yo como superpotencia hegemónica y a partir de ya os voy a imponer mis condiciones para la posguerra, y creo que también para ver que potencial tenía esa arma carísima que acababan de desarrollar y que no sabían todavía muy bien para que servía. Japón estaba derrotado y buscando una rendición ya por aquel entonces, y creo que a los yankis les entró la prisa para que no se les acabara la guerra antes de tiempo. Los personajes de mi historia no son más que peones en un mundo que los arrastra a su pesar y que ven con desolación todo cuanto acontece a su alrededor. Muchas gracias por comentar, tengo pendientes varias entradas en tu blog, pero el tiempo no me da para más. Un abrazo.
EliminarImpresionante, querido amigo. Sin tiempo ahora para comentarlo como merece -eso llegará-, tan solo trasmitirte esa primera impresión que tanto importa a veces.
ResponderEliminarUna historia rica en detalles, con una ambientación realmente espectacular, y sobre todo con ese clima tenso de intriga, sostenido pero en continuo crescendo, tan propio de la parte mejor de este género, esa que emparenta con el thriller.
¡Qué mano tienes! ¡Qué oficio! Sería imperdonable que no aspiraras a metas mucho más altas. Ánimo, por mi parte, no te ha de faltar.
Muchas gracias por escribir así.
Un abrazo.
Hola Isra. Gracias a ti por pasarte y por tan generoso comentario. Siempre tengo muchas dudas con lo que escribo, como supongo que nos pasa a todos, sobre todo cuando llevas un tiempo en esto y vas adquiriendo algo de oficio ves errores por todas partes y no me canso de corregir y volver a corregir, que te voy a contar que no sepas. Para un escritor es difícil saber exactamente que sensaciones transmite lo que escribimos, si no es a través de lo que nos comentan nuestros lectores, salvo un esbozo de lo que intuimos que puede provocar. De ahi la importancia de lo que comentas acerca de la intriga en aumento, que es algo que suelo buscar casi siempre, con mayor o menor acierto. Siéntete libre de comentar a tu antojo, tanto lo positivo como lo negativo. Será un placer disfrutar de tu análisis. Un abrazo.
EliminarSi, el descubrimiento de la energía que hay en el átomo, CAMBIÓ para siempre la historia humana, esas bombas en manos de las mentes de 1945 era claro que las iban a usar como fuera. Y bueno estallo eso, y puff la guerra se acabo. Curioso: el Japón se volvió aliado de los USA y las Rusias pasaron a ser el enemigo.... Alemania también se volvió aliada de usa.
ResponderEliminarLa Historia es caprichosa, enemigos vueltos amigos y amigos vueltos enemigos, amigos de nuevo y vuelta a ser enemigos.... es cosa de locos.
Ahora bien esos japoneses de 1945.... no son los bonachones japoneses de nuestros dias.... ese japon de 1945 de tener bombas atomicas.... las hubieran usado en china de seguro.
El mundo estaba LOCO en esa decada.
Y tu cuento nos pone a alucinar, claro que es SUPER bueno para el reto, porque nos trae a esa epoca historica tan interesante Me ha encantado
Hola Jose. Bueno entre los científicos que desarrollaron la bomba había opiniones para todos los gustos, en general los que dirigían el proyecto estaban a favor y el resto en contra. Luego con el paso del tiempo casi todos acabaron renegando de ella. Incluso en el estamento militar creo que había divisiones. Otra cosa son los políticos, que hay que darles de comer a parte. Respecto a de aliados... bueno, yo diría más bien pequeñas colonias o países supeditados a... creo que eso refleja mejor la realidad.
EliminarEvidentemente los japoneses, entendiendo ello como las clases dirigentes que llevaron a Japón a la guerra, no eran para nada angelitos, aunque también es cierto que no se nos cuenta toda la historia tal como es. El expansionismo Japonés no fue más que una respuesta al propio expansionismo occidental en Asia, que Japón consideraba su área de influencia, asi que pensaron si va a ser para otros, mejor que sea para mi. Aquí todos tienen vergüenzas que mostrar, pero solo se nos muestran las de una parte. Eso sin menoscabo de las barbaridades que los japoneses cometieron en sus correrías por China y otras zonas. Es probable que de haber tenido la bomba la hubieran usado, pero como quienes la tuvieron fueron USA, la usaron ellos. Esa es la historia. El mundo estaba loco y tras un breve periodo de mas o menos paz (porque pequeñas guerras siempre las ha habido) parece que los dirigentes actuales han olvidado lo que significó la segunda guerra mundial para la humanidad y vuelven a las andadas.
Me alegro que te haya gustado el relato y que hayas disfrutado con él. Un abrazo, Jose.
Estremecida me dejas. Es una historia sensacional. No dejas ni un cabo suelto (aunque seguro que por torpona no he visto cosas). Conmueve el final, cómo ese hombre "encarcelado" y aprisionado por su propio pasado, valientemente trasmite el mensaje (¡ay, el viejo compañero de batallas...!); y no menos impacta la actitud del protagonista, que astutamente burla a sus perseguidores y protege a la chica, aunque no haya podido evitar la gran catástrofe. Imagino cómo debía sentirse con esa información en su oído. Merito tuyo.
ResponderEliminarLas tres partes en que se divide la historia quedan muy claras. La parte romántica, concisa y bella, no necesita más palabras, le da un toque delicado, de íntima complicidad; la parte del conserje y el misterio inicial donde todos son "secretos" me ha atrapado.
Sabes combinar suspense y drama (histórico) con una compleja y perfecta historias de espías "en toda regla", porque creo que no le falta nada del género (espías, contraespías, astucia, política, amor, y la bala inedulible, que este caso es suicidio.).
Impecable.
Me gusta también de tu estilo lo ordenado y preciso que eres con cada tiempo y escena; el ritmo elegante que le imprimes, y la fuerza dramática que dejas siempre sutilmente entre las líneas.
El incluir realismo histórico hace este relato más trascendente; nos deja con la idea de qué hubiera podido pasar si los japoneses hubieran sabido lo que les venía encima...
Los vencidos son malos; los vencedores buenos. Pero cuando ves todo esto... En fin.
Magistral cierre para este estupendo reto.
Un abrazo
Hola Maite. Muchas gracias por tu generoso comentario, del que no se si seré merecedor. La verdad es que me cuesta saber exactamente que sensaciones genera lo que escribo y si se entiende todo, procuro moverme entre que las cosas no sean demasiado obvias pero que se entienda lo que quiero contar, y a veces no se de que lado caen.
EliminarCreo que has dado con una de las claves a la hora de hacer literatura, la forma en la que se ordena el texto y donde, cuando y de que modo se pone en conocimiento del lector la información precisa para que vaya enganchándose a la trama sin desvelar más de la cuenta. La planificación de las escenas es algo para mí esencial, donde queda definido lo que se va a contar y lo que no en cada una de ellas. Aunque a decir verdad este ha sido un relato raro, pues no he tenido el tiempo suficiente para planificarlo y partió de una idea muy simple; así que cuando me puse a escribir me di cuenta de que eso no iba a ningún lado, y la historia fue surgiendo y cobrando vida a medida que la fui escribiendo, de manera que apenas se parece a la original. No es el modo habitual en que suelo escribir, y ello me llevó a tener que ir hacia atrás constantemente para añadir elementos a la trama no previstos que tendrían su repercusión más adelante. Lo curioso es que no me llevó más de 4 días terminarla, aunque aun ahora la releo y voy corrigiendo cosas.
Evidentemente el nazismo significó una época de atraso y barbarie, pero eso no nos debe llevar a caer en posiciones maniqueas donde unos son absolutamente buenos y otros absolutamente malos. Incluso en los malos hay humanidad, y en los buenos barbarie. Un escritor ha de saber encontrar ese equilibrio, huyendo de falsos maniqueísmos.
Me alegro que te haya gustado, y una vez más agradecerte tu extenso y generoso comentario. Un abrazo.
Magnífico relato Jorge! Me ha encantado, además de por lo bien escrito que está, porque me encantan las historias relacionadas con todo lo acontecido en torno a la Segunda Guerra Mundial. La descripción del comienzo, la llegada de los vehículos y el encuentro entre los dos antiguos camaradas me ha parecido excepcional, ¡parecía que estábamos viendo una película! Felicidades por el trabajo.
ResponderEliminarUn abrazo!
Hola Antonio. Me alegra que te haya gustado el relato, he intentado reflejar esos juegos de despiste y de jugar al gato y al ratón tan típicos de ese mundillo de espías. Felicitarte de nuevo por tu Tintero de Oro en esta edición. Un abrazo.
EliminarHola, Jorge. Bestial. Simplemente. Un relato crudo sobre uno de los peores momentos de la Historia. A día de hoy sólo dos bombas nucleares han caído sobre población civil, ambas marcadas con las barras y estrellas. Ojalá que no se repita pero la Humanidad no se caracteriza por aprender de sus errores.
ResponderEliminarUn muy buen trabajo para terminar la temporada. Gracias por aceptar el reto.
Hola Bruno. La verdad es que llegué justo a este reto porque se me echó el tiempo encima con otro relato que estaba preparando para un concurso cuyo plazo vencía a la vez que el del Tintero, así que no apostaba nada a que consiguiese participar, pero no quería perderme el último reto de la temporada aunque fuese fuera de concurso. Al final lo conseguimos, me alegra que te haya gustado. Un abrazo.
EliminarHola,Jorge. Acojonante es la palabra. Un relato cojonudo. Lo he devorado con ansia a ver cómo terminaba la historia. Y acaba en alto, muy alto. Los diálogos en cada escena están genial. Tintero de libro para mi, pero como estabas castigado...Un abrazo y buen verano.
ResponderEliminarHola Pedro ¿para qué andarse con remilgos a la hora de calificar un relato, jaja? La verdad que no se si con el epílogo del final pierde algo de fuerza, pero había que cerrar ese fleco de las motivaciones de Neumann y su destino final. En esta ocasión, al no tener la limitación de palabras, pude irme a una historia un poco más compleja de lo habitual, que de haber tenido que encajarla en las 900 palabras de rigor creo que hubiera quedado muy desvirtuada, por no decir imposible de contar. Las ventajas que tiene estar castigado. Me alegro que te haya gustado. Un abrazo y buen verano también. Y felicitarte por tu merecido Tintero de Bronce.
EliminarMagnífico, Jorge. Coincido con todos los comentarios que ya te han hecho. Un relato que lo tiene todo: romance, intriga y un punto de crítica respecto a las consecuencias del proyecto Manhatan muy acertado. La perspectiva desde la que abordas el tema le da un tono diferente y especial. Una historia de espías apasionante con una ambientación histórica perfecta. Enhorabuena.
ResponderEliminarHola Marta. Como ya he comentado, no quería darle al relato la típica perspectiva desde el punto de vista de los vencedores, sino explorar las sensaciones de los vencidos que ven como todo a su alrededor se derrumba. Me alegro mucho que te haya gustado. Un abrazo y felicidades por tu Tintero de Plata.
EliminarHola, Jorge!
EliminarMe alegra mucho que hayas participado aun estando en la barrera. Y lo haces con un relato que va a convertirse en tendencia ya que Nolan va a estrenar la peli sobre el mismo tema. Desde luego que es un tema muy potente,, nada mas ni menos que la puñetera bomba atómica. Pero lo planteas desde un punto de vista distinto, que atrae y estremece, con esos maravillosos personajes tam bien trazados.
Me ha gustado mucho, el tema me conmueve y fascina a partes iguales. Una de las mayores acontecimientos de la historia donde espias y secretos perpetraron la mayor vergüenza de la historia.
Un abrazo, compañero y feliz verabo!
Hola Pepe. La verdad es que mi participación esta vez estuvo pendiente de un hilo hasta el final. Pues la idea original del relato era que el personaje de Gunther Newman fuese finalmente Oppenheimer, pero tras bucear a fondo en su biografía lo descarté. Una de las ideas del relato era presentar la historia desde el punto de vista de los vencidos, huyendo del clásico relato que idealiza la victoria desde el punto de vista de los vencedores. Me alegro que te haya gustado, gracias por comentar. Un abrazo y buen verano.
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