Los rayos de sol se colaban a través de las cortinas. Del exterior llegaba el canto de los pájaros que colonizaban la copa de un árbol cercano. Me levanté al baño poniendo cuidado en no despertar a mi acompañante y regresé al calor del lecho. Cubrí mi cuerpo hasta la altura de los ojos agarrando la sábana con las dos manos de modo instintivo, y dejé pasar el tiempo.
En los últimos años había estado tan volcada en mi carrera que definitivamente pasara demasiado tiempo desde mi última vez. Estuve tentada de regresar sola al hotel, pero no me pareció apropiado desaparecer sin más. Permanecí un rato acunada por la sinfonía que me llegaba desde el otro lado del cristal de la ventana, sin que el sueño se decidiera a abandonarme del todo. Cuando el periodista mostró señales de despertar noté como un calor repentino me subía hasta las mejillas. Se dio media vuelta y nos quedamos mirándonos el uno al otro. Sonreí como una adolescente insegura y me besó en los labios.
—¿En qué piensas? —me tuteó.
—Va a sonar el móvil en cualquier momento —fue lo primero que se me ocurrió.
—¿Qué dices?
—Últimamente siempre suena cuando estoy desnuda, ya es como una costumbre.
—Estás loca —rió.
—Pues vas a tener que aceptarlo.
—¿Y qué tal si aprovechamos el tiempo mientras no suena?
Acarició con delicadeza uno de mis senos. Lo abracé. Hicimos el amor con la parsimonia de quienes no tienen que rendirle cuentas al tiempo. Sin el velo nebuloso del alcohol las sensaciones eran más prístinas, como si la noche anterior hubiera sido un ensayo y éste fuera en realidad nuestro primer encuentro. Hubiera deseado parar el mundo en aquel instante para saborear lo efímero de la felicidad durante una eternidad infinita. Pero la felicidad está compuesta de minúsculas partículas de tiempo y yo había vivido lo suficiente como para saberlo.
La mañana nos contempló largo rato fundidos en un abrazo. Afuera, mi particular coro de pajarillos se había cansado de trinar y las hojas del paciente árbol que los cobijara se agitaban ahora libres mecidas por la brisa. El incansable tic tac de un reloj se acompasaba a los latidos de mi corazón sonando desde algún punto inconcreto, pero las horas parecían haberse ralentizado burlándose del impasible caminar del minutero. Respiraba el olor de su colonia mezclado con el sudor acre que expelía su cuerpo.
—Qué raro lo de Lorca. Don Federico parece ser alguien muy esquivo —me dijo.
—¡Al carajo las excavaciones, las fosas y los poetas esquivos! No quiero saber nada de todo esto durante un tiempo.
—Me refiero a que todo hacía suponer que esta vez sí se daría con su paradero. Y aun así el destino nos ha burlado otra vez —compensó mi enfado con una sonrisa.
—A veces pienso que es como un rompecabezas que nadie será capaz de resolver jamás. Creo que lo hemos perdido para siempre.
—Allá donde esté, descanse en paz.
—No dejo de pensar en lo que me dijiste el otro día, ¿por qué la Universidad de Granada ha quedado excluida de la excavación cuando es cierto que hasta ahora siempre habían contado con ellos? —dije al rato sin poder evitar expresar mis dudas en voz alta.
—No tengo respuesta para eso. Otro enigma más en todo este asunto.
Permanecimos callados un momento, disfrutando del reconfortante abrazo del silencio. Fue entonces cuando se cumplió mi premonición y sonó el teléfono. Pero no el mío, sino el del periodista. Se levantó para tomarlo de encima de una mesa. Me sorprendí mirándolo de espaldas, aunque no fue precisamente su espalda sobre la que se posaron mis ojos. Mi comportamiento había devenido por completo en el de una chiquilla, pensé un tanto avergonzada. Noté por el tono de Pujales que algo extraño sucedía.
Habló durante unos segundos. Me di cuenta que intentaba bajar la voz. Cuando colgó vino a sentarse sobre la cama a mi lado. No dijo nada, su mirada parecía extraviada.
—¿Qué pasa? —quise saber.
—¿Recuerdas que tenía dudas sobre quién financiaba la excavación? Una de mis fuentes acaba de confirmármelo.
—¡Otra vez este asunto no, por favor! ¿Quién lo hace? —lo apremié sin estar segura de desear conocer la respuesta.
—Si te lo digo no vas a creerme.
—¡Pues dímelo ya y acabemos de una vez! —exclamé a punto de perder los nervios.
Me miró con el gesto serio. En sus ojos pude apreciar el desconcierto.
—¡El Instituto Federico García Lorca!
Capítulo siguiente:
http://brumasdegallaecia.blogspot.com.es/2016/12/buscando-lorca-capitulo-x-mentiras-y.html
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Me encanta el lado divertido de Virginia. Este capítulo que parece de transición viene muy bien para dejarnos ver matices de los personajes. Me tiene muy intrigada el periodista que va ganando terreno en el relato y que no sé muy bien si será un aliado o acabará jugándosela. A ver qué nos depara el siguiente capítulo que me da que va a ser más movido.
ResponderEliminarUn beso Jorge y Feliz Navidad
En efecto este capítulo pretende mostrar un poco mejor a éstos dos personajes y cambiar la forma en la que van a relacionarse a partir de ahora. También la idea era introducir un nuevo giro en la trama con el enigma final, aunque veo por los comentarios que la idea que más ha calado es la primera jeje. Un beso Ana y feliz Navidad para ti también.
EliminarCapítulo de transición. Virginia diluye el fracaso en brazos del periodista, pero la tranquilidad dura poco y ya tenemos un nuevo misterio sobre la mesa.
ResponderEliminarUn saludo y feliz Navidad.
Yo no lo hubiera descrito mejor Bruno, esa es la esencia del capítulo, a ver que nos depara esta nueva situación. Un abrazo y feliz Navidad!
EliminarEste capítulo como dicen los compañeros sirve para conocer un poco más a la protagonista.
ResponderEliminarSaludos y feliz navidad
Es un capítulo más pausado, cierto, donde he procurado recrearme más en el momento. Feliz Navidad Conxita, un abrazo.
EliminarUn capítulo de respiro y de diversión para Virginia que ya se lo iba mereciendo.
ResponderEliminarEstupendo.
Un abrazo.
P.D. La primera frase del segundo párrafo no la entiendo muy bien. ¿Están bien puestos los tiempos verbales o soy yo que ando algo espesa después de tanta comida navideña?
capítulo de transición efectivamente Kirke, aunque al final se introduce el comienzo del siguiente.
EliminarRespecto a los tiempos verbales del segundo párrafo, supongo que te refieres a "pasara". El tiempo verbal es pretérito imperfecto de subjuntivo, que se utiliza en sustitución del pretérito pluscuamperfecto (había pasado) para no repetir ese había que ya figura en la misma frase con el mismo tiempo verbal sobre el verbo estar (había estado).
Un abrazo y felices fiestas.
Has humanizado a Virginia metiéndola en la cama del periodista y la has puesto a “hacer el amor”, no un simple acto físico (lo cuenta el autor), además con el plus del toque romántico del trino de los pajarillos como música de fondo. Así que Virginia no es tan dura ni estricta como parecía…a lo mejor hasta se nos enamora, a saber…
ResponderEliminarA mi no solo me parece un capítulo de transición, me parece tan importante la trama como poner a "sentir" a los personajes (a amar, a dudar, a pensar, a distraerse...), así nos creemos sus cuitas, sentimos con ellos, son verosímiles y nos hacen partícipes de sus historias.
Dominas muy bien el tema de los diálogos (siempre digo lo mismo, pero es que es así, me resulta fácil ver a los personajes a través de ellos, en esta caso a la pareja), y el de la intriga, y con estas dos bazas conformas una buena historia que en la última parte del capítulo (de los capítulos)…nos dejas abierta la puerta de la curiosidad para seguir leyendo.
Buen golpe de efecto final…a ver ahora como resuelves el conflicto Jorge.
Espero que la escena no haya quedado demasiado pastelosa jeje. Es importante eso que dices Isabel de la importancia de poner a sentir a los personajes. Yo creo que el lector termina por empatizar con ellos, no por la cantidad de palabras bonitas con las que se recubre el texto, sino por la capacidad del autor para humanizar a sus personajes, para dotarlos de vivencias y sentimientos con los que el lector se pueda sentir identificado. En ese sentido, reservar un espacio para hacer sentir a los personajes me parece, como tú dices, importante, sobre todo en una historia tan larga.
EliminarLo de los diálogos, viniendo de alguien que los maneja como tú, es todo un halago. Intento que parezcan naturales, sin ir directo a lo que se quiere decir, pero tampoco sobrecargándolos.
¡El conflicto! lo verdaderamente divertido de escribir estas historias es buscar un conflicto cuya resolución no sea evidente para el lector y a su vez sea coherente (a mi siempre me parece que la resolución es muy obvia, pero supongo que es porque la conozco) y a la vez eso es el verdadero quebradero de cabeza al construir una trama de este tipo.
Próximamente una nueva entrega. Saludos Isabel.
No voy a decirte nada que tenga que ver con la técnica literaria, solo callo y observo. Me ha encantado como le has dado sentimiento, como has bajado a la sensualidad a Virginia, como has combinado esta actividad tan mundana como la de hacer el amor con los vericuetos que afronta su tarea profesional. Sigues manteniendo el suspenso con maestría. Hago silencio y espero con ansia la próxima entrega. Exquisito plato nos estás regalando Jorge. Un abrazo.
ResponderEliminarTodos los que por aquí publicamos no somos más que aprendices Ariel, poca técnica podrás aprender de mi, pero te agradezco el cumplido. Tocaba humanizar un poco a Virginia en este capítulo y dar un pequeño respiro al lector. Gracias por tu lectura Ariel. Un abrazo.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarBueno, bueno, Jorge. Como tú dices, una pausa para humanizar a Virginia y, de paso, caldear el ambiente. Eso sí, sin olvidar dejarnos ese final perfecto para cada capítulo, que pone el punto de intriga necesario para enlazar con el siguiente. Muy acertado el comentario que haces a Isabel. Cómo mantener el misterio oculto hasta el final, sin dejar de ser coherente. Porque el lector de misterio, siempre busca avanzar en la resolución un poco por delante del autor (aunque se equivoque)... Y hay que dejarle, porque si le planteas situaciones o resoluciones demasiado absurdas, se pierde y acaba por marcharse. En cambio, sin son demasiado obvias, se aburre y deja la lectura. Difícil equilibrio, el de mantener el misterio hasta el final pero dejando siempre la pregunta clave en la mente del lector: "¡Claro! ¿Cómo no lo vi antes?" En mi opinión, lo haces de p.m. Una clave: el Instituto financia la excavación y permite los análisis, en aparente contradicción con su filosofía anterior. Una pista: la Universidad de Granada se queda fuera. Por mucho que nos podamos suponer por dónde irán los tiros, amigo Jorge, nos tienes en ascuas, porque nos faltan muchos elementos de juicio. Danos más pistas, andaaaaaaa. Te espero en el próximo capítulo amigo
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Se nota en tus comentarios Isidoro que eres un buen lector, sobre todo un buen lector de misterio. Y por supuesto también un buen autor, pues conoces los entresijos de este género. Hacer equilibrios entre el misterio y el suspense y la coherencia en los hechos no es tarea fácil, es cierto, y muchas veces se acaba por construir una buena trama que se viene abajo porque la resolución no es lo suficientemente consistente. He visto a autores consagrados caer en esto, espero que no sea el caso.
ResponderEliminarPoco a poco se irán resolviendo algunos misterios... a cambio de que aparezcan otros jeje. Gracias por tu visita Isidoro, un abrazo.
Veo que mi desorientación inicial con la frase del segundo párrafo también le sucedió a Kirke jaja. ¿Quizás te sirve "transcurrió"? Es sólo una sugerencia puntillosa.
ResponderEliminarEn otro orden de cosas, este capítulo añade algo de profundidad a esta extraña relación (lo digo porque soy de los pocos a los que les ha parecido forzada jaja), pero bueno, en las historias de misterio con hombres y mujeres, mayoritariamente ocurre.
Por cierto, como soy de los que va con atraso, ¿decidiste ya cuántos capítulos son al final? Un saludo.
Transcurrió podría ser una opción, lo tendré en cuenta ;)
ResponderEliminarSupongo que el hecho de que a algunos lectores pueda parecerles forzada la relación entre Pujales y Virginia le da mayor realismo, pues en la vida real como tú dices las historias de amores que encajan a la perfección y todo va color de rosas son las menos.
Si, sé cuantos capítulos son, pero para saberlo hay que terminar de leerlos todos jeje ;)
Un saludo.
Bien, Jorge, lo importante de un relato no es si es previsible o no (pese a que los giros inesperados siempre son acogidos con gusto por el lector), yo me centro más en cómo está escrito, por aquello de que así los spoilers no estropean el asunto, por mucho que ahora venga alguien y me diga el final de esta serie, me dará igual, porque a mí lo que me gusta es saborear cada capítulo. Este me ha gustado por dos cosas, por el lirismo con el que tiñes una relación frugal como la que describes, y por ese nuevo factor de intriga que le añades a la trama, y no precisamente por lo que se descubre con la llamada, sino por si el periodista y la investigadora serán cómplices a partir de este momento, o no... todo puede ser, y eso es lo que destaco de este episodio. Seguiré leyendo atenta a cómo se desarrollan los acontecimientos. Enhorabuena y un saludo friolero ;)
ResponderEliminarA mí sí me gusta jugar con lo imprevisible y lo inesperado, y más en un relato largo, aún cuando no todo lo que ocurre pueda ser imprevisible. Eso no quita que al margen de la historia se pueda disfrutar de la forma, tal como apuntas Eva. Desde luego espero no ser previsible en la mayor parte de los hechos que se narran, y más en los que vendrán a continuación, aún cuando toda la trama descansa sobre algunos hechos probados y otras especulaciones en torno a la muerte del poeta y por tanto quién esté informado sobre ello podrá adelantar más cosas que quien no. Respecto a la relación entre el periodista y Virginia... nada en esta historia es exactamente lo que parece, aunque se le pueda asemejar... y hasta ahí puedo leer. Saludos a esas tierras heladas al norte del norte.
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