Las jornadas siguientes fueron agotadoras. Trabajábamos a un ritmo extenuante, presionados por la Asociación y por nosotros mismos. Varias veces me asaltó la duda ¿y si no lo encontrábamos?
Tal como había hecho notar la señora García Lorca en nuestra entrevista, los precedentes no eran nada alentadores. No hubiera sido más que otro fracaso en la larga lista de intentos frustrados, pero para mí sería un duro golpe, tanto había volcado mis ilusiones en aquel proyecto. Cárdenas se mostraba aún más impaciente, rayando en lo surrealista. Su interés por encontrar a Lorca parecía ir más allá de culminar un reto profesional o un ideal. Todos los días recibía varias llamadas preguntando por los avances.
En cada ocasión me costaba mayor esfuerzo justificar que todavía no teníamos resultados. Aquel trabajo era diferente a cuanto había realizado hasta el momento y horadar la tierra en busca de un enterramiento clandestino estaba resultando una tarea más compleja de lo esperado. Jamás en toda mi carrera me había planteado la posibilidad del fracaso y sin embargo todas las noches sus siete letras se me aparecían en pesadillas que parecía no iban a acabarse nunca.
Muy a mi pesar tuve que ausentarme unos días de nuestro campo de operaciones. Ciertos asuntos urgentes en Madrid me reclamaban. Al partir sentí la sensación de que dejaba atrás algo que había pasado a formar ya parte de mí. Fue en la capital donde recibí la noticia.
Era una tormentosa noche de verano. Hacía bochorno y las nubes se entretenían en descargar aguaceros sobre las calles. Me había empapado al bajar del taxi a pesar de tener que caminar tan sólo unos metros. Subí a mi apartamento y tiré la ropa mojada al interior del tambor de la lavadora, sin dejar de estornudar. Lo último que me faltaba era resfriarme. Me disponía a darme una ducha cuando sonó el móvil. Me pareció tener un deja vu. Era de mi equipo en Granada. Algo había sucedido.
Me temblaba la voz cuando respondí. Al otro lado de la línea, mi interlocutor parecía todavía más nervioso. Al principio no cesaba de repetir mi nombre sin parar. Conseguí tranquilizarlo un tanto a pesar de no ser en aquel momento la persona más indicada. Por fin pude entender lo que decía.
—¡Lo hemos encontrado, Virginia! Hay una fosa… entre tres y cinco cuerpos, aún no estamos seguros… lo que sí es cierto… es que a uno le falta una pierna. Una pierna Virginia, ¿lo has oído? ¡le falta una pierna!
Tuve que sentarme sobre la cama mientras mis pulmones pugnaban por una bocanada de aire. A la mente se me vino el nombre de Dióscoro Galindo, el maestro de Pulianas. Uno de los que habían sido fusilados con Lorca aquella aciaga madrugada.
El maestro cojo de Pulianas, ¡al que le faltaba una pierna!
Capítulo siguiente:
http://brumasdegallaecia.blogspot.com.es/2016/12/buscando-lorca-capitulo-viii-una-de-cal.html
El maestro cojo de Pulianas, ¡al que le faltaba una pierna!
Capítulo siguiente:
http://brumasdegallaecia.blogspot.com.es/2016/12/buscando-lorca-capitulo-viii-una-de-cal.html
Qué emoción, Jorge. Por un momento me he creído Virginia y me ha dado un vuelco cuando he leído la noticia que le daban por teléfono. Pero qué bien manejas el suspense. Estoy tomando nota de cómo estructuras la historia. Mis felicitaciones. Un beso
ResponderEliminarPues gracias Ana por eso tan bonito que dices en tan pocas palabras. No se como manejo el suspense porque yo ya me sé la historia y para mi no tiene ningún suspense jaja pero que mis lectores digan eso de lo que escribo es muy halagador.
EliminarQue tú digas que tomas nota de lo que hago tiene tela, viniendo de la gran Ana Madrigal. Deberíamos ser los demás los que tomásemos nota. Pero bueno, la forma en la que intento mantener el suspense no es más que partir de un nudo central que es la columna vertebral del relato (en este caso la búsqueda de la tumba de Lorca) a la que rodean otras tramas que giran en torno a ella y sobre las que voy desvelando pistas según conviene.
Un capítulo como este es más descriptivo al principio, frases más largas y elaboradas, pero cuando llega la hora de acotar el misterio las frases se vuelven más cortas y contundentes, cada una da paso a la siguiente llevando la lectura un poco más cerca del desenlace pero dejando siempre la incógnita en el aire. También es importante focalizar los hechos en algo tangible que contribuya al misterio, por ejemplo no es lo mismo que Cárdenas le proponga sin más a Virginia encontrar a Lorca a que le diga que tiene una fotografía con la ubicación del lugar; o que en la llamada le digan a Virginia que han encontrado la tumba de Lorca a que le digan que encontraron una fosa con un cadáver sin una pierna.
En fin, que me enrollo demasiado. Gracias por tu fidelidad a la serie Ana. Besos.
¡Bueno bueno bueno! Menudas expectativas has creado con el final de este capítulo que en su mayor parte es de transición. Me gusta Jorge como mezclas los episodios tranquilos, casi rutinarios, con los más álgidos, este tan bien titulado "punto de inflexión" es una buena prueba de ellos.
ResponderEliminarNo me pienso perder el próximo ni loca.
Pues si Isabel, el capítulo pretende dar un respiro al lector y pausar la acción antes de que las cosas tomen un rumbo diferente. También es un punto de inflexión en el relato. A ver que pasa en el siguiente episodio.
EliminarPues creo que tu protagonista va por el buen camino. Encontrar en una fosa a un cojo cuando otro cojo fue fusilado con Lorca... pinta bien. Aunque el autor eres tú y ya nos contarás si va bien o no.
ResponderEliminarDosificas la intriga y la acción a partes iguales, por eso la lectura se hace muy agradable.
Genial, sigo a la expectativa.
Un saludo.
Muy evidente no? blanco y en botella, como se suele decir... a ver que nos depara esta historia en capítulos sucesivos. Espero ser capaz de colmar vuestras expectativas Kirke. Saludos.
EliminarEs fácil sentir la emoción de la protagonista con ese cojo. Dosificas muy bien la intriga y haces que ese final nos enganche del todo, esperando la continuación, eso es un arte.
ResponderEliminarFantástico.
Saludos
Al final me lo voy a creer de tanto que lo repetís jaja. Me alegra haberos enganchado a la historia. Saludos Conxita.
EliminarParece que la investigación va a dar su fruto. ¿O no? ¿Nos guardas alguna sorpresa, amigo Jorge?
ResponderEliminarBueno, espero impaciente el próximo capítulo.
Un abrazo.
En realidad espero que aguarden varias sorpresas Bruno. Próximo capítulo en breve. Un abrazo.
EliminarPerdón por llegar tarde, aunque me alegro de no haber todavía leído el capítulo siguiente. De veras, Jorge, que eres un maestro, entre otras cosas, para construir la intriga. Me ha gustado mucho la forma en que rematas esta parte del relato. No tomo notas como Ana, pero recorro dos veces el texto para ver si aprendo algo de la técnica. En la primera no me detengo, solo disfruto de tu amena lectura. Y ahora me voy corriendo al próximo. Un abrazo.
ResponderEliminarAriel
No llegas tarde Ariel, no hay tiempos estipulados para la lectura así que cada uno seguís vuestro propio ritmo. Te agradezco los elogios, este es un relato de intriga y precisamente esa es la sensación que se busca crear en el lector, pero sinceramente yo todavía soy un aprendiz en esto. Es muy difícil para el autor determinar las sensaciones exactas que se producen en los lectores, tú lo sabrás también, pero en el caso de la intriga y el suspense creo que lo es más todavía pues para el autor no hay secretos escondidos, por eso son tan importantes las opiniones de los lectores para saber si se va bien encaminado. Un abrazo Ariel y gracias por tu comentario.
EliminarUn capítulo corto, muy buen punto de inflexión. La búsqueda terminó (parece ser), pero los misterios tan solo acaban de empezar. He leído tu respuesta al comentario de Ana. Muy acertado todo lo que dices, los subterfugios a la hora de dosificar el misterio y todo eso. Es la técnica del buen escritor, jugar con las palabras, bailar con ellas, no simplemente narrar un acontecimiento "en plano". Todo contribuye, igual que cuando cuentas como Virginia se desnuda al llegar a su casa, constipada, echa la ropa a la lavadora, se dispone a ducharse y zas... "deja vu" El contrapunto perfecto a la sensual escena del hotel. Te veo en el próximo capítulo que, por otra parte, ya has publicado.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Efectivamente Isidoro, tal como dices, todo contribuye a la trama, tanto las propias ramificaciones de la historia como la forma y el momento de contar las cosas o el propio lenguaje empleado en cada momento. Es un equilibrio difícil que requiere práctica y en el que siempre se está aprendiendo. Por otro lado, el personaje de Virginia, aparte de su faceta de mujer independiente, cultivada y con carácter, tiene también su punto sensual y he querido mostrarlo en algunos pasajes como este por ejemplo.
EliminarA ver si me pillas leyendo antes de que publique de nuevo jajaja. Un abrazo Isidoro.
Breve (en comparación con los anteriores) pero jugoso capítulo por la revelación que trae consigo, presagio de un nuevo rumbo en la excavación y las averiguaciones y descubrimientos que vendrán después. ¡Un saludo!
ResponderEliminarPues si este capítulo se quedó más pequeñito. Queda mucha historia por delante. Un abrazo José Carlos.
Eliminar¡Desde luego que es un punto de inflexión, Jorge, y a menudo punto han llegado! Creo que me voy corriendo ahora mismo a leer el siguiente, porque no quiero perderme lo que va a suceder a partir de ahora, qué nervios.... ¡Saludos precipitados!
ResponderEliminarAl meollo de la cuestión han llegado... o tal vez no y el meollo sea otro... que será será... yo también me voy corriendo al próximo capítulo!
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