El doctor Johanson sostenía un bolígrafo con el que no había dejado de tomar notas en un cuadernillo. Percibí en su movimiento oscilante que le temblaba el pulso. Por las mejillas de Bucket corrían sendos regueros de sudor y el rostro de Emma destilaba miedo. Tan sólo el brigadier parecía mantener la compostura, obligado tal vez por el mayor rango que ostentaba.
Por mi parte no estaba muy seguro del tipo de emociones que dejaba traslucir mi semblante. Llevábamos meses preparándonos para aquel momento pero ninguno hubiéramos sido capaces de suponer semejante deriva en el experimento. No era tanto el hecho de haber contactado con un muerto. Tampoco los temores demostrados por Cooper, algo que entraba dentro de lo posible, ni siquiera la incerteza de que pudiéramos enfrentarnos a una segunda e imprevista presencia.
Era aquella voz, o el modo en la que Hades la reproducía, una voz que tenía la innata propiedad de desgarrar el más intenso de los terrores desde la profundidad del alma humana.
Traté de hacer acopio de valor. Me correspondía la responsabilidad de llevar el peso del interrogatorio, un interrogatorio que estaba pautado hasta el extremo pero que parecía haber descarrilado como una locomotora sin gobierno. Debían pasar de las cuatro de la madrugada, había perdido la noción del tiempo. Me obligué a realizar la siguiente pregunta.
— ¿Con quién hablo?
No contestó nadie.
— ¿Quién está ahí?
— YO SOY EL QUE SOY.
La misma voz inquietante y ronca.
— Esto es un experimento militar de alta clasificación. Repito otra vez ¿Con quién hablo?
— A QUÉ VIENE TANTO INTERÉS, CORONEL KAUFMAN.
El tono sonó desafiante. Que la presencia conociese mi nombre no era un buen augurio.
— ¿CÓMO ESTÁN SOPHIE Y LOS NIÑOS? ESPERO QUE EL PEQUEÑO ALEXANDER SE HAYA RECUPERADO DE LA OPERACIÓN.
— Esa información es personal —dije tratando de recordar si le había comentado a Cooper algo al respecto.
— LAS CUESTIONES PERSONALES HAN DEJADO DE EXISTIR AQUÍ.
— Quisiera hablar con el general Cooper.
— EL GENERAL DUERME AHORA.
— ¿Dónde está?
— ÉL ESTÁ AQUÍ CONMIGO.
— ¿Dónde, dónde es ahí?
— EN EL INTERIOR DE SU JAULA, CORONEL.
— En ese caso usted también es prisionero.
— ESO YA LO VEREMOS.
— Soy yo quien maneja la situación, no lo olvide.
— SÍ. HASTA EL MOMENTO.
— ¡General Cooper, si esto es un juego debe terminar de inmediato! —exclamó de repente el brigadier.
Silencio. Transcurrió poco más de un segundo, que nos pareció una eternidad.
— EL JUEGO TODAVÍA NO HA COMENZADO.
— Basta de acertijos. Exijo conocer a quién me dirijo.
— TAL VEZ PREFIERA NO SABERLO, CORONEL.
— ¡Váyase al infierno! —estalló Emma con voz temblorosa.
— EL INFIERNO ESTÁ AQUÍ TAMBIÉN.
Empezaba a cansarme de aquella situación. Estábamos perdiendo el tiempo y nuestros nervios se tensaban al máximo. El experimento se encontraba en punto muerto y éramos incapaces de determinar si había otra presencia atrapada en el confinamiento magnético o era el propio general quien debido al estrés u otra causa para nosotros desconocida había adoptado ese rol esperpéntico. Decidí tratar de acosar a la criatura en un intento de provocar un avance en alguna dirección.
— Si esto sigue así tendremos que cortar el suministro de energía.
— ANTES LE MENTÍ, CORONEL.
— No me cabe duda —respondí.
— ÁLEX NO ESTÁ MEJOR. HAN TENIDO QUE INGRESARLO ESTA TARDE.
— ¡No juegue conmigo! —por un momento perdí la compostura, tratando de convencerme de que no se trataba más que de una artimaña.
— SI USTED NO ME AMENAZA.
— ¡Basta ya! —Intervino Brown, airado —Yo estoy al mando y no me temblará el pulso a la hora de tomar medidas contundentes.
— BRIGADIER, COMPRENDO SU INQUIETUD. NO SE PREOCUPE, PRONTO PODRÁ VOLVER CON ANNE.
— ¿Quién es Anne? —pregunté.
— ¡Maldita sea! —exclamó Brown.
— SU AMANTE. DE LA QUE SU INOCENTE ESPOSA NO SABE NADA.
Silencio de nuevo. Aquel ser endiablado calculaba las pausas con precisión matemática.
— TODAVÍA.
— ¿Conocía Cooper esa información? —pregunté al brigadier bajando la voz. Su rostro estaba pálido.
— ¡Por Dios, nadie conoce esa información! —respondió entre dientes.
En aquel instante me di verdaderamente cuenta de que teníamos un problema. Desvié la mirada hacia Emma. Sus ojos se cruzaron con los míos y adiviné que compartíamos los mismos temores.
— Dígame qué es lo que quiere.
— CHARLAR JIMMY, SÓLO CHARLAR.
— ¿Cómo se ha introducido en la máquina? —preguntó Brown.
— ESO DEBERÍA RESPONDERLO USTED.
Miré hacia Bucket, que por toda respuesta se encogió de hombros.
— HACE TANTO TIEMPO QUE YA NO RECUERDO COMO ES —por primera vez la presencia tomó la iniciativa.
— ¿A qué diablos se refiere? —preguntó esta vez Johanson.
— ¡A ESTAR VIVO!
— Deduzco que alguna vez lo estuvo.
— LO AÑORO.
— ¿Qué hay más allá? —decidí que no perdíamos nada tratando de aprovechar el incidente para obtener información.
— ¿DESEA SABERLO, JIMMY? VENGA AQUÍ.
— Creo que dadas las circunstancias soy yo quien decide lo que se hace.
— SUBESTIMA LO QUE NO CONOCE, CORONEL.
— Y usted subestima su posición.
El ente rió. El sonido envolvió la estancia y nos heló la sangre.
— HA LLEGADO EL MOMENTO DE DESPEJAR ESA DUDA.
— No me es útil, quienquiera de quién se trate —dije perdiendo la paciencia.
— ARTHUR, CORONEL. ME LLAMO ARTHUR. Y USTEDES SÍ ME LO SERÁN A MI.
Bucket reclamó nuestra atención. Miré hacia los controles de Aurora pero me era imposible descifrar la maraña de datos que se agolpaban en la pantalla. Lo que sí pude comprobar fue como poco a poco la luz que emitía disminuyó en intensidad.
— Perdemos energía.
— ¿Qué diablos ocurre? —la voz del brigadier sonó sobresaltada.
— No lo sé, la potencia baja. El contenedor magnético se debilita —añadió Bucket.
— ¡Dios mío! —exclamó aterrorizada Emma.
— ¡Contrólelo Andrew, por lo que más quiera!
Tan sólo con mirar al técnico podía darme cuenta de que la situación era grave, manipulaba los controles en aparente desorden.
— ¿Qué han hecho, qué han hecho, malditos ingenuos?
Una voz conocida nos gritó a través de Hades.
— Cooper, por el amor de Dios ¿Qué está ocurriendo?
— ¡No puedo controlarlo, la potencia sigue bajando! —volvió a chillar Bucket.
— ¡Ha estado ganando tiempo… la energía, todo este tiempo han estado dándole energía!
Entonces comprendí. Tuve que hacer un esfuerzo por acallar el terror que pugnaba por adueñarse de mis emociones. El general tenía razón, no habíamos sido precavidos. Y a punto estábamos de pagarlo caro.
— ¡El generador, sargento apague el generador! —exclamé abalanzándome a su vez sobre los controles.
— ¡Demasiado tarde, el contenedor cae!
Oímos un pitido agudo a través de los amplificadores. Al mismo tiempo la luz en la habitación comenzó a oscilar.
— ¡Hay que salir de aquí! —gritó Emma, mientras Johanson corría ya hacia la puerta.
— ¡No abre, está cerrada! —exclamó.
Yo tenía la llave, la palpaba en el interior de mi bolsillo mientras la duda me atormentaba.
— ¡Nadie va a salir! —ordenó el brigadier esgrimiendo una pistola, como si con ello se sintiese más seguro —Cumplan con su deber, señores. Sea lo que sea a lo que nos enfrentamos no actuaremos irresponsablemente.
Se hizo la oscuridad. Tan sólo unas luces de emergencia que habíamos tenido la precaución de instalar iluminaban la estancia. Los cuerpos se tornaron sombras difusas. El palpitar de nuestras pulsaciones casi se podía percibir llenando el espacio vacío.
— AHORA ESTAMOS EN IGUALDAD DE CONDICIONES.
Esta vez la voz no provenía de las entrañas de Hades. Flotaba en la sala aparentando acosarnos desde todas partes.
Ahora sí que me he quedado impresionada e intrigada. No me fío nada de este Arthur pero me intriga un montón. ¿Quién es? Y sobre todo, ¿qué va a hacer? Por cierto, me encantan los diálogos, son buenísimos. A ver qué pasa con el siguiente capítulo.
ResponderEliminarUn beso, Jorge, cada día te superas
Siempre tiendo a meter muchos diálogos en las historias largas, por un lado me sale así y por otro creo que os aburriríais de lo lindo si escribiese tantos capítulos sólo de narración. Gracias Ana por tu generoso comentario. Un beso.
EliminarEl relato está más que interesante, Jorge. He leído dos partes de un tirón y también habría podido leer diez con tal de saber qué está sucediendo realmente y qué consecuencias tendrá. Has creado una perfecta atmósfera de tensión, misterio y terror que engancha, ¡enhorabuena!
ResponderEliminarCreo que los implicados van a lamentar haber puesto el experimento en marcha... ¡ya estoy deseando leer la continuación!
Un abrazo.
Pues que te hayas animado a leer las dos partes seguidas es un buen indicativo Julia, que me deja más que satisfecho. Gracias por tu comentario. Abrazos!
Eliminar¿Pero cómo se te ocurren estas ideas Jorge?...
ResponderEliminarUn relato tremendo, donde mantienes la tensión siempre en alto, no decae en ningún momento. Juegas con nosotros, y con una de las emociones más primarias, “el miedo”, el miedo a lo desconocido, a la muerte, a lo que hay más allá de ella. El infierno y sus demonios fue uno de los terrores con que los curas y monjas afligieron a muchos niños y niñas.
Has sabido unir ciencia ficción con terror, y generas en tus lectores (en mi como lectora), cierta ansiedad a pesar de saber que todo es un juego (el juego de escribir).
El uso de las exlamaciones, las frases cortas, los diálogos escuetos, y sobre todo, que el “ente” o lo que quiera que sea el comedor de energía sabe dar donde más duele, en el centro neurálgico del miedo… en los hijos, en los seres queridos, sabe aflorar justo lo que más escondemos. En este sentido has sido muy inteligente Jorge.
A ver que pasa...
Es este un relato para leer a solas en una habitación oscura, ¿a que sí? jaja bueno a mí como escritor, y supongo que nos pasa a todos, se me hace muy difícil llegar a saber lo que transmite lo que escribo, y se me hace difícil creer que lo que escribo pueda transmitir verdaderamente miedo, aunque ese es el objetivo. He etiquetado el relato en su primer capítulo como suspense, ciencia ficción y terror y esos son los tres pilares entre los que trato de moverlo. La muerte y el más allá dan da mucho juego en ese sentido, seguramente como dices influenciados por las raíces cristianas de nuestra cultura, donde el miedo junto con la culpa es uno de sus principales motores. Bien visto lo que apuntas de las exclamaciones y frases cortas, de hecho tuve que recortar algo los diálogos pensando en ello porque tendían a salirme frases más largas. Dado que la tensión va increscendo hacia el final, el uso de las exclamaciones se hace más presente. Gran análisis como siempre Isabel, un placer contar con tu ojo crítico. Un abrazo.
EliminarVaya, sabes cómo enganchar con una historia y dónde parar para dejarnos con el alma en vilo.
ResponderEliminarAdemás, reflejas muy bien el perfil de los personajes. Esos militares que no pierden la arrogancia ni ante algo que, a todas luces, se escapa a su control. La fanfarronería típica del estamento militar aquí se muestra muy bien. Y eso de poner en mayúsculas lo que dice Arthur es una herramienta que da idea de quién tiene la sartén por el mango (por muy chulitos que se pongan los del experimento).
Esperaré a la semana que viene para saber cómo juega Arthur con esa panda de ingenuos.
Un abrazo.
En una historia por capítulos es importante dejar una incógnita al final de cada uno, es un truco muy útil que recomiendo usar. Fíjate que a yo los militares con cierto rango los imagino tal como los describes, arrogantes y bastante insensatos, cegados por propia mentalidad militarista, y así he tratado de reflejarlos.
EliminarLo de las mayúsculas le he dado muchas vueltas, llegué a poner los diálogos del ente en minúsculas pero al final opté por dejarlos así. La parte negativa es que resaltan sobre el resto del texto opacándolo un tanto. Sin embargo he querido por un lado diferenciar la voz de Arthur de la del general Cooper, ambos atrapados en el contenedor magnético, y por otro inducir un sentimiento de amenaza en vosotros los lectores. Acierto o no, vosotros tenéis la última palabra. Un abrazo Paloma.
Desde luego cada vez va a más, qué bien has sabido dotar a ese ente de personalidad propia, da miedo y los otros no se dan cuenta que se les ha descontrolado el experimento. Muy interesante, esperando la continuación y felicitarte por tu imaginación, es como ver una película de MIEDO.
ResponderEliminarUn abrazo
Creo que a estas alturas tienen ya difícil dar marcha atrás, así que este experimento descontrolado tendrá que seguir y a ver como termina. Gracias por tu comentario Conxita. Un abrazo.
EliminarHola Jorge
ResponderEliminarEn mi opinión, has acertado plenamente con el uso de las mayúsculas. Nada más verlo he pensado en esos dos aspectos que mencionas. Por un lado, de distingue claramente la voz de cada uno de los entes (Cooper y Arthur) y sin necesidad de engorrosas acotaciones que quitarían agilidad al diálogo. Por otro, resalta el poder del ente, su control de la situación e incluso esa voz cavernosa (me la imagino como esas voces modificadas por el distorsionador que usan los terroristas en las películas, ja ja)
Buen recurso. Por otro lado, el dialogo, genial. Me parece bastante complicado crear un diálogo en el que al mismo tiempo hay que dar información, ser vago y todo ello de forma vertiginosa, sin hacerlo aburrido o incomprensible. Tú has integrado muy bien acción y diálogo, para, economizando palabras, hacernos comprender y sentir todo el terror de la situación. Me vienen a la memoria las primeras frases de Cooper, antes de ser "apartado" por el ente y, me intriga mucho la continuación. Me quedo en ascuas, amigo Jorge, y espero que no sean las del infierno, JA, JA, JA
Un fuerte abrazo
En realidad este capítulo tenía un principio (el contacto del ente con los militares) y un final (la liberación del confinamiento). El resto había que meterlo en medio, es decir, era relleno para ir de un punto a otro de la historia. Claro que el relleno hay que tratar de hacerlo de forma que sea interesante y que además aporte algo, es decir, que sin él la historia no fuese la misma, sin que parezca que hay prisa por llegar a la resolución pero al mismo tiempo sin excederse para no hacerlo pesado o redundante. He tratado de escribir el capítulo bajo esas premisas, parece que no ha ido mal del todo.
EliminarComo siempre agradecer tus comentarios minuciosos Isidoro, es un placer tenerte como parte integrante de este blog. Un abrazo.
¡Lo publicas el viernes y yo desconectada desde el fin de semana! Menos mal que ya he dejado de morderme las uñas... me quedo más tranquila al leerlo, jajajja, me río de mí misma, claro porque de todo menos tranquilo se queda uno al leer este nuevo capítulo, Jorge, empieza la acción, no me lo irás a negar, porque otra cosa no presagia este final... la tensión se palpa en el ambiente, y hasta debe olerse, porque sudar a chorros en una habitación cerrada es lo que tiene... ¡y con un ente pululando nada menos! El tal Arthur tiene carácter, desde luego, veremos qué nos depara en un futuro próximo ;)
ResponderEliminarDeseando leer la siguiente, desde luego, Jorge. A ver con qué nos sorprendes. Enhorabuena y un beso enorme :)
Ves Eva? no se puede dejar la Red ni por un día, que luego pasan estas cosas! dejando las bromas aparte, claro que sí, que el fin de semana es para disfrutar y estar con la familia que ya bastante tiempo invertimos por aquí. Y tienes razón, después de una semana metidos en la habitación sudando a mares, debe de oler de lo lindo. Va siendo hora de que los libere ya. Próximo capítulo en breve. Besos Eva.
EliminarJo, una historia atrapante de verdad. Tanto, que ni me he dado cuenta de las mayúsculas, las cursivas y demás recursos. Simplemente he disfrutado, y devorado, el capítulo totalmente dentro de la historia. Y ese es el objetivo de este tipo de relatos de suspense, terror o ciencia ficción. Nada hay que nos saque de ella y eso es lo esencial.
ResponderEliminarEstoy contigo en la importancia de los diálogos. Dos intervenciones atinadas sitúan al lector en situación sin necesidad de descripciones o más narración. Solo quedan contar los días hasta la siguiente entrega, Jorge. ¡Fantástico! Un abrazo.
Pues ese David es el mejor de los piropos, porque en esta historia no se trata de elevar la prosa al máximo, ni de perfilar los personajes hasta el extremo (aunque eso nunca debe descuidarse)... se trata de generar tensión y suspense y dejar un gancho para que queráis saber más. Todo lo que haga sombra a ese propósito debe quedar en un segundo plano. Si lo he conseguido me doy por satisfecho. Espero que los capítulos venideros estén a la altura, el escritor siempre duda de lo que hace, como debe de ser. Un abrazo.
EliminarLa trama se complica, aunque ahora sabemos el nombre del ente... Arthur. ¿Quién será ese Arthur y qué pretende hacer a nuestros protagonistas?
ResponderEliminarBuenísimo diálogos. Soy muy aficionado a practicarlos, como bien sabes, y me gusta el ritmo que les das a los tuyos.
Nos vemos en el siguiente capítulo.
En un relato largo los diálogos son imprescindibles, de otro modo tanta narrativa sería tediosa para los lectores, además es complicado retratar a un personaje sin ellos. Me alegra que te hayan gustado Bruno, sobre todo viniendo de tí que los manejas a la perfección. Nos vemos, como dices, en el siguiente.
EliminarAhora me está recordando una sesión de OUIJA, ese experimento tan peligroso. Desde luego, este ente parece realmente peligroso, en todos los sentidos. Veamos cual es su juego.
ResponderEliminarUna ouija tecnológica podríamos decir, con las ventajas e inconvenientes que ello implica, como nuestros protagonistas tendrán ocasión de comprobar. menudo atracón que te has pegado Paco. gracias por tus lecturas.
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