lunes, 16 de enero de 2017

Buscando a Lorca. Capítulo XII: Algunas respuestas

    No podía dar crédito a lo que oía. Los García Lorca llevaban años poniendo trabas a que el cuerpo de su difunto antepasado se desenterrase y Ana García Lorca me había dado una razón convincente, la prolongación por cinco años de los derechos de autor de su Obra. Sin embargo, la propia Ana a través del Instituto había puesto dinero para financiar la excavación, una excavación que estaba condenada al fracaso porque, según la mujer acababa de confesarme, Lorca ya no se encontraba enterrado en la ubicación original.

    Por si no hubiese suficiente misterio, Cárdenas me aseguraba que una condición indispensable para tener acceso a la financiación era que yo misma me hiciese cargo de la dirección de los trabajos. Lo mirase desde cualquier ángulo, aquel galimatías carecía de sentido.

    Tenía ante mí a la persona que debería resolver todas esas dudas, aunque comenzaba a desconfiar de la finalidad última que tenían cada una de las palabras que pronunciaba. Ella no decía nada, dejando que tras lo que acababa de revelarme fuese yo quien marcase el rumbo que habría de tomar la conversación. Multitud de interrogantes me asaltaban y me era difícil centrarme en alguno de ellos.

    —¿Qué quiere decir con que no está allí? Por el amor de Dios ¿sabe usted cuanto tiempo y dinero se ha invertido intentando encontrarlo? —repliqué sin que pudiese evitar elevar la voz.

    —Me hago una idea. Podríamos llamarlo efectos colaterales. Es una historia complicada, Virginia.

    —¡Debe de serlo desde luego! ¿Qué es lo que ocurrió?

    —Verá, Lorca provenía de una familia pudiente.  El padre de Federico tenía dinero y en las horas siguientes a su detención intentó liberarlo por todos los medios. A través de un intermediario hizo llegar nada menos que trescientas mil pesetas de la época a los golpistas. Sin embargo no logró parar la ejecución. La familia perdió el dinero y a su hijo.

    —Poca importancia tendría lo primero en comparación a lo segundo.

    —Es cierto. Pero quedó una deuda que saldar. El asunto de Lorca se convirtió en un tema complicado para los sublevados, de cara al exterior no les daba muy buena prensa. Así que se arregló todo para que la familia pudiese recuperar el cuerpo. 

    —¿Qué ustedes han…? —dejé la frase sin terminar.

    —Así como lo oye. A cambio, no debería removerse más la cuestión y la deuda quedaba en cierto modo cubierta. Las autoridades trataron de hacerlo pasar por un mero asunto de ajuste de cuentas local, restando peso a las implicaciones políticas.

    —Les resultaría imposible hablar de ello durante la dictadura —añadí sin reponerme todavía.

    —Era un tema tabú, es verdad. Pero tampoco convenía hablar con la llegada de la democracia. Haber hecho tratos con el dictador no nos dejaba en buen lugar, aunque fuese por un asunto como aquel. Ni a la familia ni al propio Lorca, cuyo mito se vería resentido. Además, ya comenzaba a vislumbrarse la cuestión de los derechos de autor. Mantener la fecha que el régimen había hecho constar como oficial nos interesaba a todos. Revelar que habíamos rescatado a Lorca supondría desvelar su paradero y con el hallazgo del cuerpo corríamos el riesgo de que se actualizase la verdadera fecha de la muerte.

   —Así que simplemente dejaron que el mito siguiera creciendo. Mantuvieron silencio respecto al paradero de Lorca y se opusieron a que se buscase su cadáver alegando que no querían que se convirtiera en un circo mediático.

    —Así es. Sabíamos que jamás lo encontrarían allí por más que lo buscasen, pero tampoco estábamos dispuestos a contar la verdad.

    —Y sin embargo la fundación que usted preside ha financiado una empresa condenada al fracaso. ¿Por qué?

    —¡Ah, Virginia! Ahora es cuando todo esto se pone interesante. ¿No siente curiosidad?

    Se le dibujó una media sonrisa, consciente como era de que habíamos llegado a la cuestión clave en todo aquel entramado de engaños y mentiras. No me agradó su aire de suficiencia, sentía que yo no era más que un peón en ese tablero de ajedrez sobre el que se disputaba una partida que duraba ya ochenta años. Era consciente de que Ana me había situado en relación a los hechos justo donde ella había querido durante todo este tiempo.

    —No juegue conmigo, ya lo ha hecho lo suficiente durante estas semanas —le dije exteriorizando mi malestar.

    —Comprendo su enfado. Yo lo estaría también. Pero todo esto era necesario.

    —Lo sería para usted. Le costará convencerme de que lo era también para mí.

    Hizo una pausa durante unos segundos, el silencio se volvió incómodo. Empecé a preguntarme si no me habría extralimitado al dejar patente mi disgusto. Había algo extraño en la mirada de aquella mujer, una suerte de aura protectora que emanaba de sus ojos, a pesar de que sabía que desde el principio me había utilizado.

    —Virginia, en mi vida he cometido muchos pecados y ha llegado la hora de expiar algunos de ellos. Este es el primero —concedió.

    —No la entiendo.

    —Mucha gente ha vivido de la herencia de Lorca, algunos exclusivamente de ello. No seré yo quien tire la primera piedra, aunque siempre he procurado vivir de mi trabajo también me he beneficiado. Han pasado muchos años, todos los que participaron en los hechos que rodearon su muerte ya se han ido y la figura de Lorca es lo suficientemente fuerte como para soportar que se conozca la verdad. Sin embargo, mantenerlo escondido haciendo creer al mundo que sigue enterrado en una fosa común, sólo por unos cuantos millones más, es un insulto a su memoria. ¡Ha llegado la hora de cambiar eso! Ha llegado el momento de redimirme. De redimirnos.

    —Comprendo. ¿Y el resto de la familia está de acuerdo?

    —Ese es el problema, Virginia. La opinión mayoritaria es la contraria. Y mientras tanto algunos se permiten una vida de lujo que no se han ganado, a costa de seguir mancillando el recuerdo de mi tío.

    —Admito que le moleste esa actitud en los herederos, pero ¿Qué tiene que ver eso con el hecho de que el Instituto haya puesto dinero para desenterrarlo, sabiendo además que jamás iban a encontrarlo allí?

    Se le adivinaba tristeza en la mirada, aquella batalla perdida que parecía librar con su familia debía de venir ya de muy lejos y sin duda la desgastaba.

    —La intención era forzarlos a que diesen su brazo a torcer y accediesen a reconocer la verdad ante la opinión pública. Se trataba ya del cuarto intento por localizar a Lorca y en esta ocasión la prueba de la fotografía parecía definitiva. Al no encontrar el cuerpo y sí hallar los de sus supuestos acompañantes, era cuestión de tiempo que se aventurasen conjeturas en los medios y tarde o temprano se sabría lo ocurrido. Toda la presión recaía ahora sobre la familia. Mi opinión era que debíamos adelantarnos y revelarlo, pues lo contrario nos dejaría todavía en una situación más difícil en el momento en que se supiese.

    —Pues debe de haberlos puesto en su contra después de patrocinar la excavación.

    —¡No sea ingenua, ellos no saben nada acerca de quien financia la excavación! Soy yo quien maneja los entresijos del Instituto, no me fue difícil desviar fondos en secreto. Reconozco que su amigo periodista ha hecho un buen trabajo. La familia sólo sabe que me ofrecí voluntaria para donar una muestra de ADN, pero como les hice ver eso sólo aceleró el proceso para descartar que Lorca se encontrase allí. Los investigadores habrían llegado a la misma conclusión recurriendo a pruebas anatómicas.

    —Deduzco, por lo que me cuenta, que la estrategia no ha funcionado.

    —Así es, las posturas siguen enrocadas. Confían en capear el temporal de algún modo. El poder del dinero es más fuerte que el del honor, por lo visto.

    —Podría haber optado por convocar a los medios de comunicación y revelar la verdad, sin más.

    —Podría. Pero a cambio de forzar un enfrentamiento directo con la familia, enfrentamiento que no deseo. Hasta ahora todo se ha mantenido en una discrepancia de pareceres interna. Después de todo, son de mi misma sangre.

    —Así que no irá usted más allá de maniobrar en la sombra.

    —Podríamos decir que así es.

    —Entonces Ana, tanto esfuerzo para nada. Me temo que ambas hemos fracasado.

    —No se crea, ninguna de las dos lo hemos hecho.

    —¿No hemos fracasado? —pregunté con sorpresa.

    —Claro que no. Para eso está el plan B.

    —¿El plan B? ¿Qué diablos es el plan B?

    Volvió la cabeza hacia el mar y calló de nuevo por un instante. Parecía que pensase con cautela la siguiente frase que iba a pronunciar.

    —Una vez le pregunté si estaba dispuesta a seguir adelante hasta las últimas consecuencias. Ha llegado el momento de hacerle de nuevo la misma pregunta, Virginia ¿Lo está?

    —Claro que lo estoy —afirmé sin titubear.

    Ana García Lorca apoyó los brazos sobre la mesa, se inclinó hacia adelante y me atravesó con la mirada. Su rostro se transformó en una máscara impenetrable, duro como el mármol esculpido de un busto de la antigua Grecia. Habló con la voz firme. Y lo que dijo me heló la sangre.

    —Señorita Blake, ¡el plan B es usted!


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22 comentarios:

  1. ¡Madre mía!, si Maquiavelo levantara la cabeza. Esta pariente del pobre Lorca le ha salido fina. En serio, me parece una trama muy buena que a medida que avanza se va complicando más. Estoy deseando seguir leyendo para ver cómo termina. Un abrazo y hasta el próximo capítulo

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    1. Si que es rebuscada esta Ana, mira que le da a la cabeza. Un beso Ana.

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  2. Para empezar: en solo unas cuantas líneas nos has puesto en antecedentes, un breve resumen efectivo para seguir la serie.
    La verdad que es ingeniosa la manera en que te las has apañado para resolver que no se hubiese desvelado el desenterramiento del cuerpo (por un lado el acuerdo con el padre para resolver la deuda…el silencio durante el régimen franquista… el silencio posterior por intereses… todo perfectamente hilado, y tal como lo cuentas todo parece hasta posible… y eso es de buen cuentista, así que tampoco me extrañaría nada que el plan B funcionara (sea el que fuera)
    Desde luego Jorge tienes dotes de estratega, hasta ahora hay coherencia en todo el relato, manejas los hilos de la trama con inteligencia, apoyándote, especialmente en los coloquios donde consigues informarnos de la situación y hacernos ver, además, carácter de las dos oponentes (o camaradas).

    A por el XIII campeón.

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    1. Fíjate Isabel que mantener la coherencia del argumento es una de mis obsesiones. Cuando se idean historias complejas siempre se juega al límite de lo posible y siempre me pregunto si la historia que ideo será creíble para el lector y no quedarán flecos sueltos. Dedico mucho tiempo a pensar en todas las posibilidades y siempre encaro con algo de miedo la reacción de los lectores sobre estos aspectos. Si te ha parecido coherente me doy por satisfecho. Habrá más circunstancias en las que la coherencia argumental de la historia se ponga en juego, vosotros diréis que os parece. Un beso.

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  3. Jorge no dejas de sorprenderme, muy pero que muy bien resuelto, fíjate que yo ya no sé qué es ficción y qué es realidad de tan bien contado e interesante cómo está el tema, imagina que porque voy siempre fatal de tiempo que si no me pondría a rastrear por internet la muerte de Lorca.
    Un abrazo

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    1. Al término de la publicación de todos los capítulos tal vez haga una entrada con los hechos que son reales, los que forman parte de la leyenda negra sobre el tema y los que son fruto de la imaginación del autor. Para quien no conozca los detalles es normal que se líe, pues en esta historia se mezclan mucho realidad con ficción. Despistar al lector en ese aspecto era uno de los objetivos, me alegro de haberlo conseguido. Un beso Conxita.

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    2. Lo has conseguido con éxito, te lo aseguro- Y sí, a mi me encantaría al finalizar saber qué hechos son verídicos y cuáles fruto de tu imaginación desbordante.
      Besos

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    3. trataré entonces de hacer una entrada sobre ello Conxita. Gracias por seguir la historia. Bicos.

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  4. Estoy enganchado a la trama en torno al cuerpo de Lorca, amigo Jorge. Has desvelado el misterio con el que arrancó esta fascinante aventura pero, en vez de terminar, le has dado una vuelta de tuerca y nos dirijes a una nueva meta. El plan B; ¡pasemos a él lo antes posible!
    Un abrazo compañero.

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    1. Todavía quedan algunos misterios por resolver en la trama Bruno, pero a estas alturas de la historia creo que había llegado la hora de desvelar este. A ver que os parece el plan B je je. Un abrazo.

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  5. Estaría bien lo que dices Jorge, que cuando finalices la serie pusieras una reseña de los hechos reales, tengo curiosidad por saberlo, y además internet puede ser un foco de desinformación si no se usan páginas fiables... ¡anda que si nos creyéramos todo lo que está publicado en las redes! así que no quedará otra que esperar a que termines.

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    1. Espero ser una fuente de información fiable Isabel. La verdad es que he leído bastante sobre el tema antes de arrancar con la historia y de ahí la cantidad de información y de sucesos que se dan en la trama. Trataré de complacer la curiosidad de mis lectores publicando un resumen sobre los hechos. Bicos.

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  6. Impactante esta entrega, Jorge, es realmente un placer disfrutar del modo en que manejas los hilos de la trama para generar el suspenso y la intriga a cada paso. Me gusta sobre manera la habilidad que muestras para no dejar resquicio a la veracidad de lo que se está contando (me refiero a tu historia, no a los sucesos verdaderos, que no conozco), y ese final es de maravilla, el plan B, una carta ganadora que has sacado de la manga. Me ha gustado mucho este capítulo. Y el todo te está quedando como una joya. Un gran abrazo.
    Ariel

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    1. La verdad amigo Ariel es que empleo mucho tiempo tratando de encontrar y corregir esos resquicios de los que hablas, para que todo resulte lo más convincente posible, y siempre me queda la duda de si lo consigo realmente. Veremos que nos depara el plan B. Un abrazo.

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  7. Al igual que a Conxita no tengo muy claro qué te estás inventando y qué es cierto. Por ejemplo, eso de que la familia de Lorca intentó evitar la ejecución, a mí me suena muy verosímil. Manejas muy bien la imaginación, de manera que no tus hipótesis no se muestran descabelladas.
    También manejas muy bien el suspense, que el plan B sea Virginia me deja en ascuas.
    Enhorabuena, esta historia no decae en entretenimiento ni en intriga.
    Un abrazo.

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    1. Pues lo de que la familia Lorca intentó evitar la ejecución y pagó un rescate es, efectivamente, cierto Kirke. Hay cosas que lo son y cosas que no, todo se mezcla un poco. Un abrazo.

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  8. ¡Aquí llego, Jorge! Un poco tarde, como siempre, si tenemos en cuenta que acabas de lanzar una nueva entrega, pero sé que te tengo pendiente. Creo que voy a tener que organizarme un poco mejor, porque el tiempo no me da más de sí…

    Bueno, compañero, estás creando un halo enigmático alrededor de la personalidad y la vida de Ana García Lorca, y vas a tener que contarnos cosas, ehh, porque casi promete tanto el culebrón de su vida como la misma trama de tu historia, ja, ja. Me parece que has dado una resolución original, coherente y trabajada a la primera incógnita: el porqué de la financiación del proyecto. Primero, el currado análisis de la documentación y segundo, la imaginación que le has echado para buscar soluciones plausibles, es decir, que no toquen los cimientos de la realidad histórica, pero imaginativas, utilizando, por supuesto, todo el potencial de ese gran personaje creado, que es Ana. Ahora nos queda desarrollar el potencial de nuestra otra protagonista, el plan B. Por cierto, como siempre, un diálogo magnífico, donde se nota el cuidado puesto en no dejar flecos o explicaciones ambiguas.

    Aunque me salte mi orden de lectura, me voy a ir al capítulo siguiente, que ya me has picado

    Un abrazo

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    1. Pues sí Isidoro, el que la trama sea creíble y coherente es una de mis obsesiones y paso mucho tiempo pensando sobre ello. Siempre me queda la duda de si realmente no quedarán flecos sueltos que puedan invalidar las hipótesis que se plantean. Respecto a tus ganas de saber, no te preocupes que todo se acabará desvelando a su debido tiempo. Muchas gracias por tu tiempo que sé que es escaso y por tus siempre generosos comentarios. Un abrazo.

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  9. Creo que desde el primer encuentro entre ambas ya se podía intuir que Ana era mucho más de lo que mostraba, y que tenía sus propios planes interiores, y me alegra ver que no andaba muy desencaminado. A fin de cuentas ella ha obrado en defensa de ciertos intereses relativos al patrimonio Lorca, colaborando a su manera a alimentar la pantomima respecto a la tumba.

    A la espera de que una lectura del próximo capítulo me desvele más sobre el plan secundario. ¡Un saludo!

    P.D: Por si no lo has leído, te recomiendo la novela gráfica "La araña del olvido", sobre una investigación que Agustín Penón realizó en los años 50 sobre la muerte de Lorca.

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    1. Perdona por tardar en responderte José Carlos pero he he estado de viaje por trabajo y no he tenido tiempo para nada. El personaje de Ana está concebido, como dices, como una persona que oculta mucho más de lo que dice y que no da puntada sin hilo.
      Veo que como buen Granadino has leído sobre García Lorca, espero no haber cometido ningún error documental a lo largo de los capítulos jeje. Gracias por la recomendación. Un saludo!

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  10. Coherente eres a lo largo de toda la serie, es algo que yo también valoro mucho tanto a la hora de leer como de construir una trama. Es más, la confesión de Ana sobre las desavenencias familiares era de esperar, dado que siempre hay intereses encontrados cuando don dinero anda de por medio. Por otra parte, le das humanidad al personaje poniéndola de parte del honor a la memoria de su tío, pese a haberse enriquecido también a costa de ocultar los hechos reales (en la ficción). E imagino por dónde irán los tiros para utilizar a Virginia como plan B para destapar el asunto, pero prefiero saberlo de primera mano leyendo el siguiente episodio. Bicos ;)

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    1. Es que Ana aunque es un poco bruja, tiene una parte humana también, pequeña, invisible... pero está ahí jeje. En el fondo no debe ser tan mala como la pinto, pobrecilla. me alegro Eva que te parezca coherente la historia, es una de las cuestiones que más me preocupan al encarar este tipo de relatos. Besos.

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