Relato para la final del torneo de escritores de TR 2017. Normas: Título: El Monasterio; Número de palabras: 2500 Máximo.
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Tomé los hábitos hacia finales de
la década de los setenta, apenas recién entrado en la veintena. Fue la mía una
vocación sincera y piadosa, no albergaba por aquel entonces duda alguna que
pudiera empañar mi fervor religioso ni mi entrega al Altísimo.
Amante como era de la soledad y
la contemplación del espíritu ingresé en la orden de los monjes Mendicantes,
siendo mi primer destino el monasterio de las Alhajas, en plena meseta
Manchega. Desfilé después por numerosos presbiterios hasta que el azar y tal
vez la suerte, aún hoy en día no logro discernir a cuál de las dos achacar el
extraño devenir de mi existencia, decidieron que fuese a parar al monasterio de
San Martín Cuesco, una abadía escondida en lo más profundo de las montañas
Asturianas, tan lejos de cualquier lugar que hasta se podría decir que lo
estaba de sí misma.
Escaseaban las vocaciones por lo
que, siendo un hombre joven y con cierta preparación, se me encomendó a mis
treinta y cuatro años el priorato del monasterio, habitado por monjes ya
ancianos. Jamás hubiera imaginado que la forma en que entendía la vida hasta
entonces cambiaría de manera drástica al poco de mi llegada, y mucho menos el
modo en que iba a suceder. Y es que el Monasterio de San Martín albergaba un
peculiar enigma. Un misterio por el que pronto sería conocido en el mundo
entero.
En el punto medio de la girola
que rodea al ábside de la iglesia abacial se encuentra una capilla presidida
por un pequeño rosetón vidriado. En su interior, sobre un altar empotrado en la
pared, una urna transparente guarda el preciado vestigio, un tarro de cristal que semeja estar vacío, el cual, según la tradición transmitida durante generaciones, alberga la más
insólita de las reliquias cristianas. Para que se me entienda sin dejar
resquicio a la duda, seré claro en la definición del susodicho. El contenido
del recipiente es un elemento expelido hace varios siglos del cuerpo de San
Martín Eustaquio Crisóstomo. Más concretamente, un pedo.
Debí haberlo supuesto, y es que el
topónimo con que bautizan las gentes comunes no suele dejar mucho resquicio a
la duda.
El caso es que por esos azares
del destino me vi abad de un monasterio que tan curioso secreto guardaba. Y
secreto seguiría siendo si cierto día de un caluroso Agosto un senderista
extraviado, de profesión periodista, no diera por casualidad con nuestro reducto
de paz y accediera al conocimiento de su arcano. El inocente reportero no tuvo nada
mejor que hacer que publicarlo en un periódico local y tal acogimiento tuvo la
noticia que en pocos días era la comidilla del país.
Comenzaron a llegar peregrinos de
los siete puntos cardinales, y digo siete porque semejante muchedumbre era
imposible que viniese tan sólo de cuatro de ellos, cada cual más interesado en
admirar tan insólito elemento. Surgieron debates en los Medios acerca de la
autenticidad de la pieza, las posturas se dividían entre quienes lo
consideraban un fraude digno de un recopilatorio de chascarrillos hasta los que
veían en su escatológica originalidad motivo más que suficiente como para
rendirle culto. Cuando el asunto traspasó las fronteras nacionales, la Santa
Sede se vio en la obligación de emitir un comunicado recalcando que la
adoración de la reliquia concernía tan solo a la propia fe personal del
individuo, evitando involucrarse en la santificación de una flatulencia, y a
tal grado de apasionamiento llegó la polémica que el Obispado decidió tomar
cartas en el asunto.
Se estableció una comisión
encargada de estudiar su autenticidad, con objeto de discernir si era procedente
permitir el culto al extravagante fetiche, y tras numerosas gestiones se
decidió que el equipo estaría compuesto por cuatro integrantes de reputado
prestigio. El primer miembro era un orondo Doctor en Química Orgánica por la
Universidad Complutense, de nombre Rogelio Ramírez, cuyo inusual tupé peinado
hacia un lado recordaba al de un estrafalario presidente norteamericano. Deberé
añadir que su rostro también se le parecía y además, casaba a la perfección con
la misión que se nos había encomendado.
Contábamos también con la colaboración
de la profesora Amelia Antúnez, Historiadora oriunda de la región que a pesar
de su juventud había ganado fama por sus trabajos sobre el medievo Asturiano. De
rubio cabello y sonrisa generosa, ponía el contrapunto a la excesiva seriedad
imperante en el grupo.
El tercer sujeto era tal vez el
más curioso. Se trataba de un Perfumista cuyo exagerado apéndice nasal delataba
sus dotes para ejercer la profesión. Supuse la intención del Obispado al contar
con sus servicios y en verdad no envidiaba en absoluto la tarea que le había
tocado en suerte. Lo habían bautizado como Porfirio Pérez, pero era más
conocido por el sobrenombre de Grenouille.
Por último, como experto que soy
en teología yo mismo presidía la comisión que debería deshacer el entuerto.
Llegados a este punto permítanme que me presente, soy el Padre Iván. Iván
Ibáñez.
Así pues nos embarcamos en la más
insólita tarea que jamás se había encomendado a grupo humano alguno, dilucidar
si aquel frasco cuyo origen se perdía en la memoria de los tiempos contenía, tal
como rezaba la tradición, un cuesco medieval, y si éste podría ser achacable al
santo hombre que daba nombre al monasterio. Y aunque puedan pensar lo
contrario, resultó ser un encargo de proporciones descomunales.
Durante dos largos meses
trabajamos en pos de la consecución de nuestros objetivos, cada cual realizando
las investigaciones concernientes a su campo. Procurábamos no obstante
juntarnos una vez por semana para intercambiar impresiones y hacer espíritu de
grupo. Éramos conscientes de que el mundo tenía puestos los cinco sentidos en
nuestra labor, en realidad más bien cuatro de ellos, y eso nos pesaba en el alma.
Al fin fijamos una reunión para tratar de emitir un veredicto.
No negaré que ese día los nervios
me carcomían. El obispado puso a nuestra disposición una sala en el mismo
Palacio Episcopal, el palacete de Pedrastia, y así asumimos nuestra
responsabilidad entre paredes de piedras centenarias. Como presidente realicé
una pequeña introducción, invitando a cada uno de los integrantes a exponer sus
conclusiones.
— Dado
que no tenemos acceso físico a la muestra— comenzó el Doctor Ramírez— he
tenido que someter el elemento al Espectrofotómetro, un método no invasivo que
por medio de un haz de luz puede determinar su composición química.
— ¿Y
qué nos ha revelado nuestra criatura?— inquirió Grenouille expectante.
— La
mezcla es compatible con una, digamos… flatulencia. Nitrógeno, hidrógeno,
oxígeno, dióxido de carbono y metano, en las concentraciones adecuadas.
— ¿Eso
quiere decir que es auténtico?— preguntó Amelia.
— En
realidad el… aire… presenta algunas anomalías en cuanto a la acumulación de
otros elementos. Sulfuro de Hidrógeno, ácido Butírico, Escatol y Azufre están
presentes en cantidades muy elevadas.
— Más
que una santa reliquia parece un pedo diabólico— rió Grenouille por lo bajo.
— De
ser verídico, su alimentación estaría basada en gran cantidad de cebollas,
coliflor, hongos y huevos, combinadas ocasionalmente con carne y pescado.
— Entonces
su conclusión es que no estamos ante una falsificación— insistí.
— Sería
concordante con un… flato… aunque no me veo capaz de emitir un veredicto
concluyente. Eso siempre que estemos hablando de una, ejem… ventosidad humana.
— ¡Pedo,
es un maldito pedo!— chilló Grenouille perdiendo la paciencia.
— Calma, señores— tuve que intervenir— ¿Qué nos dice usted, Amelia?
La Historiadora se ruborizó
levemente y trató de disimularlo recogiéndose el pelo en una coleta. Carraspeó
un tanto antes de hablar.
— Por
un lado la presencia del Santo ermitaño en estos lugares está documentada allá
por el año 1200— dijo con su voz melosa— Además la tradición oral le atribuye
numerosas curaciones de enfermedades intestinales, como he podido comprobar
entrevistando a varios paisanos de la zona. Y el culto a la reliquia está muy
arraigado desde tiempos antiguos, aunque en un ámbito geográfico reducido.
— ¡Ahora
tendrá hasta denominación de origen!— se desternilló el Perfumista.
— No
encuentro motivos para descartar su autenticidad— continuó ella — Sin embargo
a la hora de dar un veredicto, me temo que mis conclusiones se acercan a las
del Doctor Ramírez.
— Le
rogaría que fuese más concreta— pedí.
— La
historiografía en un principio apoyaría tal tesis, aunque al no existir casi
documentación escrita tenemos que basarnos en tradiciones orales, que son menos
fiables.
Finalizó con una sonrisa a la vez
que encogía los hombros en un gesto simpático cargado de inocencia.
— Como
añadido a su disertación he de decir que la teología admite la tradición oral
para dar validez a un objeto de culto — dije— por tanto desde ese punto de
vista no puedo poner objeciones. Aunque soy consciente de que esto nos deja en
el mismo lugar en el que estábamos.
— Ni
sí ni no, ni blanco ni negro— recitó Grenouille
como una letanía.
— Sólo
queda usted por emitir un dictamen, señor Pérez.
El hombre abrió los brazos
mostrando las palmas de las manos hacia arriba, en un gesto que no supimos cómo
interpretar.
— Aunque
nuestra pequeña criatura está cautiva
en ese frasco desde hace siglos — comenzó— mis particulares dotes me permiten
captar olores y matices ocultos al resto de los mortales. Y desde luego lo que
hay en el tarro emite un tufillo más bien desagradable, como de huevos
podridos, eso es innegable.
— Tiene
usted un olfato portentoso— traté de halagarle.
— Y
una vista también — añadió con cierta inmodestia— no sé si se han dado cuenta
que observado al trasluz se aprecia una ligera coloración verdosa.
Ramírez y Amelia se miraron con
expresión de incredulidad.
— Pero
en mi campo es importante trabajar directamente con la muestra, el encierro de
nuestro amigo representa un obstáculo
importante.
— Debemos
concluir por tanto que ninguno de los cuatro es capaz de emitir un dictamen
definitivo. ¿Se dan cuenta que no tenemos nada que decirle al mundo?— añadí
levantando la voz, mientras el desánimo recorría el grupo.
— Sería
todo más sencillo si pudiéramos manipular físicamente el elemento— sentenció
Ramírez.
— Eso,
eso, acceso físico— coreó Grenouille
con una risita malévola.
— Pero,
ello supondría abrir el recipiente— objeté.
— Ya
se ha hecho otras veces. Salvando las distancias, recuerde el caso de la Sábana
Santa— apuntó Amelia.
— ¡Y
qué distancias!— exclamó Grenouille.
— Habría
que pedir permiso al Obispado.
— No
tenemos nada que perder.
Debatimos el asunto durante unos
minutos, pero el punto muerto en que nos encontrábamos no dejaba mucho margen
de maniobra. Así pues acordamos solicitar la autorización y volver a reunirnos
en cuanto fuese posible. Como diría el gran César, la suerte estaba echada.
El Obispo no pudo negarse. La
opinión pública contenía el aliento, nunca mejor dicho, esperando un veredicto
y la comisión de expertos no era capaz de proporcionarlo sin la prueba
solicitada. Fijamos una fecha para la extracción, en la que los cuatro
estaríamos presentes.
Era una jornada soleada.
Decidimos almorzar en el pueblo más cercano para después desplazarnos hasta
allí. Quiso el Diablo que en la localidad no hubiera más que una casa de
comidas y ese día tenían plato único. Disfrutamos, eso sí, de una excelente fabada asturiana.
Subimos al monasterio, por imperativo, con las ventanillas del coche abiertas.
El Obispado había tomado la precaución de cerrar el cenobio para nosotros y aunque algunos curiosos merodeaban ninguno podía acceder al interior. Caminamos a lo largo de la nave sumidos en un silencio casi sepulcral, hasta alcanzar la capilla. El lector comprenderá que por decoro, no entre en detalles acerca de la inclusión del adverbio casi. Al llegar a su altura se me antojó que la reliquia nos miraba con una sonrisa burlona.
El Obispado había tomado la precaución de cerrar el cenobio para nosotros y aunque algunos curiosos merodeaban ninguno podía acceder al interior. Caminamos a lo largo de la nave sumidos en un silencio casi sepulcral, hasta alcanzar la capilla. El lector comprenderá que por decoro, no entre en detalles acerca de la inclusión del adverbio casi. Al llegar a su altura se me antojó que la reliquia nos miraba con una sonrisa burlona.
El Doctor Ramírez procedió con
cautela, no sin antes enfundarse las manos en unos guantes de plástico,
remedando las habilidades de un proctólogo. En aquel momento ya se apreciaba en
el lugar cierto tufo no muy agradable. La prueba consistía en la introducción
de una delgada cánula a través del tapón, por donde se dejaría pasar una
pequeña cantidad de la muestra hasta una bolsa transparente, para luego
sellarlo de nuevo. El gas podría tratarse en el laboratorio con comodidad. Nada
podía salir mal. O eso pensábamos.
El caso es que por el contacto
con aquella sustancia infernal durante siglos, el tapón se hallaba carcomido en
su zona inferior y al ser penetrado por la cánula comenzó a deshacerse. La
parte superior, más intacta, no pudo soportar la presión y los pedazos del
tarugo salieron despedidos emitiendo un revelador bufido, liberando su tóxico
contenido. Ramírez consiguió sellar la abertura pero el daño ya era
irreparable. Sólo entonces comprendimos el error que había cometido el Obispado
al no incluir un quinto miembro en el equipo, especialista en guerra NBQ.
Tal vez fuese debido a la
combinación de aquel flato gran reserva con los efluvios de las habichuelas, o
quizás pesaba alguna suerte de maldición sobre la demoniaca reliquia, lo cierto
es que el ambiente se tornó irrespirable. Un miasma nauseabundo se adueñó de la
iglesia y como buenamente pudimos nos arrastramos hacia el exterior pugnando
por una bocanada de aire. La vista se me nubló aún no hube llegado a la puerta.
Entre estertores alcancé la luz del día. Mis compañeros me siguieron, a un lado
pude ver como Amelia se desvanecía sobre los escalones. No lo pensé dos veces y
me acerqué hasta ella.
La tomé entre mis brazos y
comencé a realizarle la respiración boca a boca. El aroma de su perfume se
abrió camino intentando disipar aquel hedor pestilente. A la mente se me vino
la imagen de una fila de estanterías derrumbándose. Intuí que el orden de las
cosas ya nunca sería el mismo. Alguien moría en aquel instante. Alguien nacía
también.
Lo último que recuerdo son sus ojos
abiertos en los que me sentí caer hacia el abismo, antes de perder yo mismo el
conocimiento.
Permanecimos una semana
ingresados en proceso de desintoxicación, salvo Grenouille que por su especial sensibilidad necesitó el doble de
tiempo. Según los médicos tuvimos suerte de no presentar secuelas permanentes.
Ni que decir tiene que el encargo encomendado a nuestra comisión derivó en un
rotundo fracaso. Pero a cambio el inescrutable destino me concedió la dicha de encontrar
a la mujer con la que comparto hoy en día mi vida.
Atrás quedó el encierro monacal y
ahora ocupo el tiempo entre el amor, la escritura y el cuidado de cuatro niños.
A veces preguntan cómo nos conocimos y entonces Amelia y yo nos miramos con una
sonrisa cómplice. Algún día serán lo suficientemente mayores como para contarles
que el culpable fue un simple pedo, mientras
tanto ese es nuestro secreto.
En cuanto a la reliquia, allí
sigue en un monasterio perdido en medio de ninguna parte, recibiendo todavía la
visita de decenas de curiosos. Cuando me acerco al lugar no puedo evitar
ensimismarme con la inscripción que esculpida en piedra preside su entrada.
Aunque borrosa, aún es legible. Si hubiéramos tomado en serio su
advertencia tal vez los hechos que acabo de narrarles hubieran transcurrido de
otro modo:
Cave cum fetere quod habitat in domo Dei *
* Cuidate del hedor que habita en la casa de Dios
Quienes hayáis seguido el torneo comprobaréis que he cambiado el último párrafo y pasado al final la cita en latín que aparecía al principio. Cuando escribí este relato lo hice con la idea de que en cuanto se me ocurriese una historia mejor la sustituiría para presentarla a la final. No me pareció adecuado presentar un relato de humor (por qué tenderemos siempre a considerar este género como un género menor?) y menos cuyo protagonista fuese un pedo. Al terminar de escribirlo ya tenía mis dudas, y entre eso y que no se me ocurrió nada más, finalmente este fue el relato presentado.
ResponderEliminarDe todo cuanto he escrito este es posiblemente el relato del cual me es más difícil hacerme una idea de la sensación que provoca en quien lo lee. Supongo que es el tipo de cuento con el que puedes tocar el cielo o el infierno, pero quien desea alcanzar lo primero ha de arriesgarse a perecer en el segundo. Contra todo pronóstico y en contra de lo que hubiera podido imaginar el relato obtuvo muy buenas críticas, y en una final a tres con un resultado de 32 – 21 – 7… ¡éste fue el relato ganador!
No voy a revelar quién fue el ganador de la final porque soy la primera en comentar y no quiero estropearte el suspense. Solo quiero decirte que me sorprendió mucho este relato que tiene todos los ingredientes de la buena literatura. Es una historia original con tintes surrealistas, elegir un pedo como reliquia me pareció magistral. Tiene una fina ironía que deja ver la inteligencia del narrador-protagonista. Y sobre todo está muy bien escrito. Ya sé que hay quien dice que lo importante es tener una buena historia y que no hay fallos que no puedan subsanar un corrector de estilo pero yo creo que un buen escritor hace literatura hasta con una mala historia. Y en tu relato, no solo has sabido contarla con maestría sino que tenías una buena historia.
ResponderEliminarA propósito, yo voté por el ganador y volvería a hacerlo.
Un beso
En realidad Ana la idea la tenía en mente desde hace bastante tiempo, pero nunca me había decidido a escribirla. Necesitaba este empujón del concurso para ponerme manos a la obra. Estoy totalmente de acuerdo contigo en que un escritor que se precie y sienta un mínimo respeto por lo que hace, ha de poner todo de su parte cuando encara una historia, por supuesto también en lo que se refiere a estilo y corrección, quien habla tal como comentas en mi opinión no se puede considerar un escritor, más bien espera recibir los halagos de sus lectores sin pasar primero por el esfuerzo y trabajo que conlleva escribir. Muchas gracias por tus palabras y por tu voto también, aunque esto último se supone que se hace en conciencia. Se te echó de menos en el torneo, a ver si para la próxima. Un beso.
EliminarPero bueno!!!!
ResponderEliminarAún no lo he leído Jorge, pero conociendo tu magnífica manera de escribir, a priori no me extraña para nada que sea el relato ganador.
No quería dejar de felicitarte y me he alegrado muchísimo compañero.
Me lo guardo para leerlo con calma, y ya te diré.
¡En-ho-ra-bue-na!
Un fortísimo abrazo Jorge.
Gracias Isabel, ha sido una experiencia interesante y un motivo que me ha obligado a escribir en una época en la que precisamente por falta de tiempo y ajetreo laboral no me apetecía mucho.
EliminarUn pequeño tirón de orejas... ¿qué es eso de leerse los comentarios antes que el relato? el factor sorpresa respecto al argumento echado por tierra... ay ay, muy mal eh! jajaja. Pues nada. espero tu comentario que ya sabes que opino que siempre aporta mucho. Un abrazo!
¡Ay...! leyendo ahora el comentario de Ana Madrigal me doy cuenta que no tenía que haberlo dicho, pero como tú mismo en la frase final afirmas que es el relato ganador, pues eso... que me lancé a felicitarte campeón.
ResponderEliminarNo si ya lo digo yo en mi comentario, no hay ningún misterio. La idea era que os enteraseis al final, pero veo que la impaciencia te ha superado jaja.
EliminarNo es fácil hacer humor, pero tú lo has bordado en este relato. Habiendo elegido el Santo Cuesco como eje del relato, se podía caer en un humor grosero y con poca gracia. No es el caso. Has manejado el tema de manera sútil, con fina ironía y has construido el relato de forma muy inteligente. Con unos personajes bien dibujados y ciertas dosis de crítica al estamento clerical. Absurdo que incluso la Santa Sede se preocupe de un pedo medieval y gasten dinero en investigar la autenticidad de la flatulencia. Quizás todo en ese estamento huele a podrido, como el cuesco de San Martín. Acertado el nombre del palacete de Pedrastia, que casi pasa inadvertido. Genial la referencia al "perfume" de Suskind, a través del perfumista Grenouille. En fin, un relato redondo, ganador. Ya lo dije en la final, el mejor del torneo, sin duda. Mis felicitaciones a un escritor consagrado. Compites en otra división, compañero. Un abrazo.
ResponderEliminarFíjate Jose que después de haber recibido decenas de comentarios en la final, este creo que es el que mejor analiza el relato, lo que pone de relieve tus cualidades de buen lector.
EliminarEl cuento no es demasiado explícito respecto a la crítica que encierra, cada uno puede leerlo según sus preferencias y su forma de entender la vida, como un simple relato de humor o como algo más. Pero desde luego mi intención desde el primer momento era, además de mover a la risa, hacer una crítica velada hacia el estamento clerical. Desde el segundo párrafo en el que hago militar al protagonista en la orden de los monjes Mendicantes para enviarlo luego al monasterio de las Alhajas, todo son referencias en ese sentido.
Precisamente este era una de las cuestiones que me echaba para atrás a la hora de presentarlo a la final, pues podía haber gente que se sintiera molesta u ofendida en un tema tan delicado. En todo caso como digo todo ese armazón de crítica subyace sin ser excesivamente evidente, de forma que cada cual pueda interpretar lo que más guste.
Una de mis preocupaciones era también no caer como señalas en lo burdo, cosa fácil con este tipo de humor, traté de recurrir a crear imágenes de manera indirecta en la mente del lector, más que abordar las diferentes situaciones de forma más directa.
Lo del palacete de Pedrastia tiene su historia. Figuraba ya en la primera versión, pero me pareció una referencia demasiado directa así que lo eliminé. Después de varias lecturas me pareció tan evidente el mensaje que pensé que dejarlo no supondría ninguna diferencia.
También el histriónico Grenouille tiene su historia. Era el único personaje que no tenía claro desde el principio y surgió cuando tuve que describirlos. Representa el contrapunto gracioso e irreverente al resto, desde sus rasgos físicos a su forma de comportarte. En el primer párrafo sitúo la historia en una referencia temporal, en la versión original ocurría unos 10 años antes, hasta que casi a punto de enviarla me di cuenta que "El perfume" había sido escrito en 1984 y las fechas no cuadraban. A última hora añadí diez años más, y menos mal porque hubiera sido un error de bulto.
Muchas gracias por tus palabras y tu acertado análisis, no tenía muy claro hasta que punto este tipo de cosas llegaban a vosotros, como no tenía claro si realmente el cuento movía o no a la risa. Gracias a comentarios como este me voy haciendo una idea.
Felicitarte también por tu trayectoria en el concurso, sin duda escritores como tú contribuyen a elevar el nivel y hacer que la participación merezca la pena. Un abrazo.
¡Excelente, Jorge! Me encantó leerlo, no solamente por el tema tan original y llevado con altura, sino por lo bien escrito, por cómo estructuraste la historia, por la mirada crítica hacia tantas tonterías de la iglesia. Yo me preguntaba -y no quiero ser grosera- cómo habría entrado el pedo en el frasco ¡un milagro! a menos que el propio santo se acercara el envase, en un momento que sintió cierta revolución intestinal, para dejarlo como legado a la posteridad.
ResponderEliminarMe gustaron los guiños a El Perfume de Süskind, me causó gracia el nombre eligido para el palacete: Pedrastia, tan acorde con lo que ocurre con muchos curas.
El final, estupendo. Mis felicitaciones y me alegra que tan buen trabajo haya sido reconocido.
Un abrazo.
jaja Mireia yo me hice esa misma pregunta muchas veces mientras escribía, pero esa es otra historia que deberá ser contada en otro momento, como dicen en la Historia Interminable. Lo de las reliquias da para escribir un tratado, si tuviéramos que buscarle lógica a todas habría que descartar la autenticidad del 99% así de buenas a primeras. En todo caso la solución más sencilla suele ser la más cierta, así que apuntas a una posibilidad con muchos visos de ser la explicación más plausible. Aunque también puede ser que algún seguidor incondicional le pidiese tal regalo con la esperanza de que tuviese propiedades curativas. Me alegra que te haya gustado, gracias por tu comentario. Un abrazo.
EliminarUn relato de humor, con esa fina ironía que tiene todo el relato es muy difícil de escribir y lo has bordado, así que muchas felicidades aunque no hubiera ganado es un gran relato.
ResponderEliminarConseguir que con un protagonista así no se convierta en algo tosco es un gran reto y tú lo has conseguido sin ninguna duda.
Así que muchas felicidades por la calidad del relato y la tuya como escritor.
Un beso
Como dije en un comentario anterior, una de mis mayores preocupaciones era no hacer un relato burdo o tosco como tú dices. Las líneas generales las tenía en mente antes de empezar a escribir pero cuando me puse a ello no tenía claro que el resultado fuese algo publicable. Me alegra que te haya gustado Conxita y gracias por tu comentario. Besos.
EliminarHe disfrutado muchísimo de tu “elaborado” relato: humor inteligente elevado a sarcasmo, moderación en los términos escatológicos, el lenguaje preciso y cuidado contrasta con el sujeto protagonista del texto, nada más y nada menos que “un señor cuesco”.
ResponderEliminarA mi parecer, con este trabajo has demostrado madurez narrativa, y sobre todo, has roto el falso mito de que el humor es un género menor. Ahí tienes al Gran Quevedo y sus universales sátiras, incluido su “poema al pedo”, y sin duda, habrías hecho las delicias de Cela quien afirmaba públicamente que reprimir los aires era causa de daño cerebral, y hasta el mismísimo emperador Tiberio Claudio dio permiso real a sus súbditos para ventosearse en su presencia por considerar que era contrario a la salud del pueblo jeje
De tu trabajo me ha gustado TODO:
- El lenguaje serio, respetuoso y moderado utilizado
- El ritmo y el tono detectivesco.
- Los continuos guiños o vis cómicos sin exagerar (entre otros la utilización de Grenouille protagonista de El Perfume)
- El trato irónico y crítico, y sobre todo inteligente, que has dado a los estamentos religiosos.
- La manera en que has tratado las diversas secuencias hasta el delirante e hilarante y conseguido final.
Deconozco quienes fueron tus competidores, seguramente algunos “grandes” de TR, pero estoy convencida de que si hubiera leído este relato me habría decantado por él, porque, aunque pueda parecer contradictorio, tu “cuesco” ha prestado a la narrativa un aire fresco y renovador.
Te felicito querido y admirado compañero, y te doy un fuerte abrazo campeón.
Resaltas algunas de las claves del relato, Isabel. Este es un cuento de contrastes, el lenguaje serio y a veces un poco artificioso, los términos técnicos... contrastando con lo banal e incluso ridículo del asunto. Lo religioso contrasta con lo demoniaco o infernal. La seriedad de Ramírez contrapuesta al desparpajo de Grenouille, el recogimiento del Padre Iván contra la vitalidad y la dulzura de Amelia, la adoración y el culto a una reliquia con el hecho de que se trate de un mundano pedo... he tratado de buscar esos contrastes durante toda la historia porque tienden a provocar gracia y refuerzan el aspecto crítico del cuento.
EliminarVeo que todos hacéis mención al guiño a Grenouille, la verdad es que se me ocurrió sobre la marcha y creo que ha sido uno de los aciertos del relato, y a la vez a punto estuvo de provocar una sonada metedura de pata como le dije a Jose.
Lo del final me lo han comentado mucho pero no sé si os referís a la escena dentro de la iglesia o al final que reservo para la pareja, o ambos. La escena de la iglesia estaba pensada como el colofón al resto de la historia y la parte donde se habría de cargar más el peso humorístico del cuento.
Y es curioso lo que dices del aire fresco, Purple dijo exactamente la misma frase en su nota a la final.
Gracias por tu generoso comentario Isabel, nos leemos en tu "Casa del Francés". Un abrazo.
Me refería al final de cuando se abrió la caja de Pandora o la caja de los truenos y se expandieron todos los malos gases, las frases del flato... cuando alguien murió en él, y también renació. Es genial Jorge..
EliminarNota.- Acabo de leer el comentario de Purple y ha estado acertadísimo.
Ahhhmm Gracias :) Me refería al comentario de Purple en TR, donde dice la misma frase que has puesto tú :)
EliminarMe ha encantado esa ironía con el tema a tratar. He sabido de reliquias de lo más extravagantes, pero lo de venerar la flatulencia de un santo es insuperable, la verdad.
ResponderEliminarSe me ocurre que deberían haber realizado la prueba del carbono 14 para saber la antigüedad del pedo, pero claro, de un gas... es más que complicado.
Está claro que los efluvios gaseosos tuvieron un gran impacto en el narrador, pues a través de ellos consiguió encontrar al amor de su vida.
Buen relato, con ironía, humor y muy bien contado. Enhorabuena, y gracias por compartir pues se te echaba de menos por estos lares.
Un abrazo, Jorge.
Pues la verdad no sé si un gas es susceptible de someterse a la prueba del carbono 14 pero si es así igual para el próximo intento lo tienen en cuenta, quizás tengan más suerte. Yo creo que nuestros protagonistas han quedado suficientemente escarmentados como para no volver a intentarlo así que tendrán que buscarse a otros. La idea de venerar una flatulencia se me ocurrió hace tiempo, precisamente oyendo hablar en un programa de radio acerca de reliquias extravagantes, y me quedé pensando ¿Qué puede ser lo más raro que se pueda venerar como reliquia? pues ahí está la respuesta. Quien me iba a decir entonces que aquella idea serviría un día para ganar la final de un concurso. Un abrazo Paloma.
EliminarHola Jorge. Debo decirte que en la votación final no le he puesto el voto a tu relato (¡ay, qué feo que es decirlo!). Es que era muy difícil la elección. Es lo que tienen esas competencias. Me queda un sabor amargo porque es como leer libros de diferentes escritores buenos; hay que quedarse con uno y no con todos. Ahí destacaba yo que este relato tenía una muy buena narrativa y señalaba el virtuosismo desplegado en el desarrollo del argumento.
ResponderEliminarDebo decirte que no descubrí, en su momento, los rastros de la pluma del autor. Releyendo ahora, nuevamente, el texto, debo decir que sí, que está presente tu estilo, tu sello. Quizás, por el tema o por el tono de humorístico, no haya pensado en que eras tú el autor.
De todos modos, quiero decirte aquí que tu narrativa es siempre magnífica, el nivel de tu prosa tiene una estatura que vuela muy alto, no cabe duda. Y como ya te han dicho los compañeros, que de esto saben mucho más que yo, la originalidad del tema, la construcción de los personajes, la trama y el final son de destacar. A mi también me ha quedado muy grabado el perfumista, un personaje redondo, el cual ha sido, según mi humilde modo de ver, un verdadero acierto para la historia.
Me alegra muchísimo que hayas logrado, una vez más, ganar el primer puesto. ¡Enhorabuena, Jorge!
Ariel
jaja sé que no votaste por mi relato Ariel, pero para eso son las finales anónimas, cada uno debe valorar según sus gustos y opiniones y sé que a ti siempre te tira más el tema sentimental. Me hubiera molestado mucho ganar sabiendo que la gente vota por mí por el hecho de ser yo y no por la historia. Yo pensaba no obstante que estaba bastante claro quien era cada quien, a Paco se lo veía a leguas y descartado él, era cosa de dos. Por la extensión del texto y algunas palabras y giros (el uso de quizás o tal vez, se me antojó, intuí, cierto, el caso es que, permítanme que...) que tiendo a repetir con frecuencia creo que se notaba, incluso en algunas fases creo que el relato tiene cierto parecido con "elige un arma" que presenté a la tercera ronda de la edición del año pasado. De todas formas si de verdad he conseguido ocultar mi estilo tanto mejor, para mí es un halago.
EliminarMuchas gracias por las felicitaciones, a ver si te vemos un día compitiendo también, sería un plus para el torneo. Un abrazo.
Con sinceridad, amigo Jorge... ¿A qué tipo de mente se le puede pasar por la cabeza hacer un relato sobre un pedo medieval? Je, je, je. O está enfermo o es un genio, y creo que estamos ante el segundo caso.
ResponderEliminarEl relato es genial, de verdad, por lo que no me sorprende que ganará el concurso. Muy bueno el nombre del monasterio (me resultó raro hasta que nos desvelaste la reliquia que guardaba) y me ha gustado el guiño a El perfume, con ese homenaje a Grenouille.
La verdad es que no se me ha hecho para nada largo. Muy bien estructurado y me alegro por que al Padre Iván le haya ido tan bien en la vida.
En definitiva, me alegro mucho por este reconocimiento que te llevas.
Un abrazo, compañero.
Jaja pues ya ves, original al menos si que parece que ha sido la historia. Lo del nombre del monasterio supuse que habría gente a la que le sonase raro, pero así se crea un poco de intriga al respecto. El nombre de Grenouille la verdad es que le viene que ni pintado al personaje. A ver si un día escribimos una segunda parte sobre las andanzas del Padre Iván. Un abrazo Bruno.
EliminarHola Jorge, como dicen por ahí los compañeros, escribir cuentos de humor sin caer en lo chabacano es muy difícil y tu en este caso lo consigues,el santo cuesco así lo demuestra.
ResponderEliminarEn el texto alternas seriedad con sarcasmo, empiezas describiendo todo detenidamente y el lector consigue meterse en la historia de forma rápida. Hacer de un " pedo " algo digno de conservarse para luego venerar es lo mas rocambolesco que he leído en mi vida. Te felicito por la idea.
Saludos.
Puri
Bienvenida Puri, es un placer contar con tu comentario. Has dado con una de las claves del relato, contar una historia surrealista desde un punto de vista serio y formal, donde los protagonistas se implican en la aventura con todas sus consecuencias.
EliminarGracias por tu visita y comentario. Un saludo.
Jorge, pocas alabanzas se pueden hacer ya a un escritor que ha ganado el torneo las dos ediciones seguidas (aunque sabes que salí muy mal parado de Tusrelatos, sé que quedan al menos una decena de escritores de mucho talento). Por más que el hecho de ganar un certamen no siempre resulta clarificador, cuando ya repites dejas claro que lo tuyo no es ni mucho menos una casualidad. No lo fue en el primero, y tampoco ahora, es posible que seas de los narradores más sólidos y versátiles de los que se encuentran por la web.
ResponderEliminarPasando ya al quid de la cuestión, este magnífico relato ha supuesto un agradable reencuentro para mí con tus letras, ya que creo que tienes especial don para el humor, tal y como demostraste con el que puede que sea mi relato favorito de entre los tuyos, "Elige un arma". Es digno de alabanza que además mantengas el tono contenido y dentro de una 'pompa' solemne y no te vayas al desparrame. Ya lo hacían los Monty Python (O Jose Luis Cuerda, alumno aventajado), que mostraban lo absurdo pero siempre con la cara muy seria, es sin duda la mejor manera de plasmar una situación como la que tú nos cuentas.
Sigo. Leyendo este monasterio hay una cosa que me ha llamado la atención, y es lo medidísimo que está. No falta ni sobra nada, tiene la cantidad justa de descripción, acción y diálogos. Para los que estamos acostumbrados al exceso y la pomposidad, contemplar esta capacidad cuasi matemática para que todo quede tan bien encajado, despierta una sana envidia. Tú historia se lee fluida, es divertida y se siente diferente a todo lo leído, una cosa cada vez más complicada. Y es que no sólo eso, es que eres un 'jodío' y hasta juegas con el suspense, que nos haces preguntarnos que va a pasar al final.
Y ahí es dónde ya te vas a la comedia pura, con un final de campanillas, en el que además metes la historia de amor para conseguir que no todo sea esa 'sorpresa' que no es tal por esperada. Le das ahí ese toque personal que le faltaba, pues devuelves el protagonismo al monje, que había entrado en una trama más coral, pero que como guía del relato tenía que ser el que experimentara el cambio, "el viaje del héroe".
Paro por aquí, porque me doy cuenta de lo atropellado de mi análisis. Llevo mucho alejado de todo esto, y se me ha olvidado hasta como se comenta. Sólo decirte que eres un crack, que enhorabuena, que es un relato muy divertido (aunque mi favorito sigue siendo elige un arma), y que tu capacidad narrativa es sobresaliente. Pocas veces se puede apreciar un texto tan bien medido en relación a su composición.
Te dejo compañero. A ver si me pongo pronto con tu novela de Lorca, que pinta muy interesante y ambiciosa. Un abrazo.
Bienvenido de nuevo Alejandro, tras tanto tiempo de ausencia. Te agradezco tus felicitaciones por el Torneo, aunque creo que a todo eso que has dicho hay que añadirle mucha dosis de suerte, y creo que yo la he tenido.
EliminarEs cierto como comentas que es este un relato muy medido, de no ser así podría haber sido un fracaso estrepitoso además de un relato burdo. He intentado ser original y sutil, mezclando lo serio con lo absurdo como acertadamente apuntas. Lo del suspense es algo que intento que esté presente en mayor o menos medida en todo lo que escribo, a veces con mayor o menor acierto, al margen de los aspectos formales de la obra es lo que termina por enganchar a los lectores y define en gran medida la sensación al final de la lectura. Me alegra que en este caso hayas experimentado esa sensación.
Gracias de nuevo por tu visita, sabes que tus certeros análisis y comentarios son siempre bienvenidos en esta mi casa. Un abrazo.
Enhorabuena por el relato, Jorge. Original y escrito con maestría. Tanto el "tema" como la forma de narrar atrapa al lector, que se debate entre la seriedad monacal y el humor desternillante. Genial es la palabra que lo resume. Un saludo.
ResponderEliminarGracias Manoli, pretendía moverme entre esos dos extremos que mencionas, la seriedad y el humor como contraste. Bienvenida. Saludos.
EliminarHola Jorge, feliz que el concurso del tintero de oro de David nos haya puesto al "pié de letras" he leído este relato ¡monumental! me encanta esa sátira, los momentos descritos, el diálogo, bueno y el final "amor a santo pedo" jajaja. ¿Sabes? escribí también sobre pedos, voy a ver si lo encuentro en el blog....tic, tac, tic...no lo encuentro ahora. Lo voy a subir otra vez, hace tiempo que lo hice. Bueno a lo que iba, genial encuentro. Te sigo por tus letras y gracias por el comentario dejado a ese "señor del sombrero marrón" Boloduy, está feliz, le encanta Momo. Un abrazo
ResponderEliminarHola Eme, encantado de que me visites, y todo un detalle que después de pasar por el relato del concurso te hayas ido a leer y comentar otro de mis relatos, un relato este que precisamente me ha dado muchas alegrías pues fue ganador de un concurso de una web literaria. Estoy deseando leer tu cuento sobre un "pedo", ahora me ha entrado curiosidad. Sigo también tu blog. Un abrazo.
EliminarHola, Jorge,
ResponderEliminarAntes de nada felicitarte por el premio, merecido, desde mi punto de vista, pese a no conocer las aportaciones de los demás participantes, porque creo que es un buen relato el que has presentado. En cuanto a lo de que el humor es un género menor, considero que no lo es en absoluto. Al contrario, es muy complicado hacer reír sin caer en el recurso fácil y zafio, y más tratándose de un tema escatológico como el que nos ocupa. En cambio, tú lo has resuelto con ironía y la suficiente delicadeza a fin de evitar la chabacanería, todo un mérito, ya digo, al ser un pedo el protagonista del relato. Me ha encantado el tono del discurso y el final de la historia era un tanto esperado a tenor de lo que adelanta el narrador al principio, pero desde luego que resulta tan divertido como entrañable, teniendo en cuenta que de semejante embrollo nació el amor entre la feliz pareja. Un placer leerte, Jorge, reitero mi enhorabuena por tu triunfo. Saludos de noviembre :)
Gracias Eva. Tienes razón que es difícil hacer humor sabiendo tocar la tecla adecuada y sin resultar ridículo, infantil o zafio. Hay que trabajar mucho un relato de humor para que resulte bueno y consiga arrancar al menos una sonrisa, será por eso que no trabajo mucho el género jaja, nunca me parece que algo que escriba sea lo suficientemente gracioso. Gracias por las felicitaciones, un saludo.
EliminarSorprendente e irreverente a partes iguales. Muy bueno. El humor es necesario como el aire, y la mejor literatura lo sabe desde muy antiguo.
ResponderEliminarSaludos y enhorabuena.
Bienvenido Juan Antonio. Qué sería de nosotros sin el humor. Gracias por comentar. Un saludo.
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