Segundo relato para el torneo de Escritores de TR. Normas: Título: instante eterno. Número máximo de palabras: 2000
Caminamos bajo la luz de la luna hasta alcanzar la tapia. Los tres salvamos el muro adentrándonos en el recinto y haciendo crujir la hojarasca bajo los pies. Las tumbas desfilaban a nuestro alrededor elevando sus cruces como si quisieran alcanzarnos en un espeluznante abrazo. La noche Londinense era fría y el aliento se nos vaporizaba entre jadeos. Yo había estado en su entierro aquella misma mañana, pero orientarse en la oscuridad y con la premura de no ser descubiertos no era sencillo.
Al fin tras unos minutos que se hicieron interminables dimos con la tumba. Sobre la lápida un nombre esculpido en la piedra, Victoria Henderson. Corrimos la losa y comenzamos a excavar. La tierra estaba suelta y en poco tiempo el ataúd asomó ante nuestros ojos. Salté a la fosa y empeñé mis esfuerzos en levantar la tapa. Al fin ella apareció como un espectro llegado desde las tinieblas. Alumbré el interior a la luz de un candil que le dibujó alargadas sombras sobre la cara, parecía tan viva como antaño.
El cabello rubio y ondulado enmarcaba un rostro que siempre había sido inmaculado, la nariz redonda, pómulos definidos y unos labios que muchas veces había deseado. Sus párpados caídos escondían unos ojos que recordaba de un azul imposible y la faz parecía congelada para siempre en un instante eterno. El robo de cadáveres era un trabajo que me permitía sobrevivir en aquellos años del XIX, pero esta vez era diferente.
Victoria había sido un amor inalcanzable, una hermosa adolescente de clase alta y yo, un don nadie. A veces me hacía concebir esperanzas, de su boca salían promesas de amor imperecedero, pero la rigidez de las normas sociales transformaba en vanas todas mis ilusiones. Tenía un poder de seducción inigualable, una sola de sus miradas, la sonrisa más tierna o una palabra dicha con la entonación adecuada bastaban para que cualquier hombre se rindiera ante sus encantos. Pasó el tiempo y se concertó su matrimonio con un joven jurista que había conseguido el puesto de juez del Distrito. Sin duda no pasaría estrecheces y a mí, a mí se me partió el alma.
Mis compañeros terminaron por sacarme del ensimismamiento. El tiempo apremiaba, debíamos llevarla hasta la mansión del Doctor Baker antes de la salida del sol. La edificación se encontraba a las afueras, rodeada de vegetación que hacía del paraje un lugar sombrío. El Doctor Abraham Baker no lo era menos. Había hecho fortuna en el continente como reputado médico y ya en la vejez regresó a su Londres natal. Vivía sólo tras la muerte de su esposa, habiéndose convertido en un hombre huraño. Sin embargo era con mucho nuestro mejor cliente. Tan sólo ponía como condición que los cuerpos arrebatados de las tumbas los llevásemos directamente a la casa. Lo que hacía el médico con ellos era un misterio.
Llamamos a la puerta con la señal convenida, el anciano nos abrió mostrando su perenne gesto umbrío. El rostro surcado de arrugas, la frente despejada y el poco cabello que le quedaba cayéndole detrás de las orejas en una maraña encanecida eran la habitual estampa con que nos daba la bienvenida. Nos hizo pasar hasta una sala amplia decorada con muebles antiguos y dejamos el cuerpo inerte de Victoria sobre una mesa provista de ruedas. El Doctor la empujó trabajosamente hasta desaparecer tras una puerta. Nos estremeció el sonido seco de la cerradura al girarse la llave.
La espera se me hizo eterna. Era lo habitual en aquellos casos, pero en esta ocasión los minutos parecían transcurrir más despacio. Por fin regresó, pagándonos a cada uno la cantidad estipulada. Mis acompañantes desaparecieron como alma en pena tan pronto tuvieron las monedas. Yo aguardé hasta que estuve a solas con el Doctor.
— Me gustaría quedarme esta vez — le dije.
Me miró con el gesto hosco, creí ver cierta expresión de desprecio en sus ojos.
— Le pago para que me traiga cadáveres, señor Adams, no para que sea mi niñera.
— Sé cuál es mi trabajo, pero en esta ocasión quisiera verla.
Había previsto su negativa, el Doctor Baker guardaba un estricto celo sobre sus actividades. Sin embargo se le dibujó una sonrisa burlona, como si hubiera adivinado mi secreta devoción por la chica. Dando media vuelta penetró en la estancia contigua dejando la puerta abierta. Lo seguí dubitativo, con el corazón latiendo sin medida.
El cuarto olía a formol mezclado con otras sustancias que no conseguí adivinar. Estaba sucio y desordenado, algunas estanterías combadas por el peso sostenían frascos de contenido difuso. En el centro, la visión de algún tipo de mesa de operaciones me produjo un escalofrío. Sobre ella estaba Victoria, tendida en toda su longitud y completamente desnuda.
La impúdica visión me turbó, sentí que violaba su intimidad pero me fue imposible apartar la mirada. Era más hermosa de lo que hubiera imaginado, la forma perfecta de los hombros, senos de contornos redondeados y areolas todavía sonrosadas que semejaban la fruta prohibida del paraíso, el vientre plano y sus caderas anchas y acogedoras abriéndose en una sensual curvatura. El vello ralo del pubis, del mismísimo color del fuego, guardaba la entrada de su más codiciada intimidad. Baker dejó escapar una carcajada, para enseguida cubrirla con una sábana. En cierto modo respiré aliviado, no tenía derecho a contemplarla así. Todavía no.
— ¿Sabe que el cuerpo no muere del todo hasta varias horas después del fallecimiento? ¿Nunca ha sentido la tentación de jugar a ser un Dios?
Creí ver un abismo en la negrura de sus pupilas. Aquel hombre era un demente, sin duda. Un pavor atroz que arrancó de lo más hondo se apoderó de mí por completo. No podía demorarlo más.
Tomé un pesado mazo que descansaba sobre un estante, Baker estaba de espaldas, inclinado sobre el cuerpo. Apenas debió sentir nada cuando le golpeé a la altura de la nuca, cayó desplomado mientas un charco de sangre se formaba alrededor de su cabeza. Me quedé mirando a Victoria. Sentí la tentación de descubrir su cuerpo y contemplarla una vez más, pero no había tiempo.
Extraje del bolsillo un frasco y una jeringuilla. La droga que le había suministrado días atrás había hecho su efecto haciéndola parecer muerta a ojos de todos, incluso yo lo hubiera creído así si no conociera la verdad. Ahora el antídoto la devolvería a la vida.
Comencé a sentirla respirar, su busto se elevaba bajo la sábana incitándome a hacerla mía. Al fin un leve movimiento de los párpados me indicó que la consciencia afloraba desde el letargo en que había estado inmersa. Volví a contemplarle de nuevo el azul de los ojos, su mirada parecía aún emanar desde más allá del averno. La expresión que se le dibujó en el rostro indicó que me había reconocido. Sonrió. Todo había sido idea suya.
— Mi vida, todo va según lo convenido. Te creyeron muerta y yo te he rescatado de la tumba. Ahora podremos huir según lo planeado, nadie sabrá más de nosotros.
Me incliné y su boca buscó la mía, los labios le sabían a vida y muerte a un mismo tiempo, fríos todavía mas ávidos por hallar el calor de otro cuerpo. Podríamos haber huido desde el cementerio pero haberla traído hasta la casa del médico nos aseguraba disponer de un lugar bajo techo en el que Victoria pudiera recuperarse hasta estar en condiciones de emprender la marcha. Y lo más importante, necesitábamos el dinero que Baker guardaba y éste nos había franqueado el paso de la manera más sencilla y con el mayor de los sigilos.
— Ahora debes descansar, pronto estarás restablecida. Yo encontraré los ahorros del Doctor Baker que nos permitirán escapar de aquí y emprender una nueva vida, no tardaré.
La besé de nuevo, me dolía tener que separarme pero era necesario. Ascendí al piso superior, rebusqué por las estancias deambulando en un estado frenético, vaciando estanterías, revolviendo cajones, asomándome a los rincones más insospechados. Tenía que estar por algún lado, yo sabía que Baker guardaba el dinero en aquel lugar, lo sabía.
No tenía mucho tiempo, el sonido del minutero de un reloj colgado en la pared me lo recordaba a cada instante, susurrando su interminable cantinela sin regalarme ni un segundo. Cuando ya desesperaba advertí el leve crujido de una tabla al pisarla. Busqué con qué levantarla y tras un arduo esfuerzo obtuve la recompensa. Los fajos de billetes se me escurrían entre las manos. No duró demasiado la alegría pues al momento oí un grito que provenía del piso inferior. Era Victoria.
Me precipité escaleras abajo sin reparar en el estruendo que provocaron mis pasos. La angustia por no saber qué iba a encontrar me consumía y el terror se adueñó de mi ser al temer que algo fatal le hubiese ocurrido. Nunca hubiera podido imaginar lo que en realidad verían mis ojos.
De pie en mitad de la sala estaba Victoria, cubriendo su cuerpo con la sábana. A su lado una figura erguida que mostraba su sonrisa triunfal y despiadada me heló la sangre. William Henderson, Juez del Distrito Londinense, sostenía una pistola en la mano derecha con la que me apuntaba.
— Vaya señor Adams, creí que después de mi última advertencia no volveríamos a encontrarnos. Un error que espero tener ocasión de subsanar esta noche.
— Haga lo que quiera conmigo, pero deje marchar a Victoria — supliqué.
Mas Victoria no parecía necesitar que nadie se apiadase de ella. Tomó con toda naturalidad del brazo al que era su marido y con gesto pausado lo besó en la mejilla.
— Como puede comprobar ha vuelto a perder. Ella me lo contó todo, sus planes de fuga, el modo en que ésta se llevaría a cabo. Necesitábamos terminar con el robo de cadáveres en la ciudad, la gente empieza a ponerse nerviosa y mi carrera peligra. Usted nos ha llevado hasta la raíz del problema, aquel que ponía el dinero y hacía funcionar todo el engranaje — el tono de su voz pretendía humillarme, recreándose en su triunfo — Seguirlo desde el cementerio fue sencillo, debería ser más precavido. ¡Victoria se ha sacrificado mucho por mi futuro, por nuestro futuro!
La derrota cayó sobre mí como un buitre se abalanza hacia la carroña. Me había dejado engañar igual que un niño iluso, apostando al juego del amor sin saber que mis adversarios tenían una mejor baza. Aquel era el final, ya no deseaba llegar más lejos, nada merecía la pena si no la tenía a ella. Me encomendé a un Dios que siempre me había dejado de lado y dispuse mi alma a entrar de la mejor manera posible en el reino de los muertos.
— ¿Has venido solo como te pedí, amor mío? — escuché decir a Victoria al oído del Juez, lo suficientemente alto como para que pudiese oírla. En sus ojos aprecié aquel brillo cautivador que tantas ocasiones me había hechizado.
— Claro que sí, querida. Espero que ahora puedas explicármelo.
Se elevó sobre las puntas de los pies hasta alcanzar sus labios. El Juez Henderson comenzó a doblarse sobre sí mismo y el arma que sujetaba cayó al suelo. Contemplé, sin comprender lo que sucedía, como una mancha encarnada se agrandaba bajo su camisa hasta que el hombre se desplomó como un fardo pesado. Victoria se volvió hacia mí y dejó caer la tela que la cubría, mostrándome su desnudez sin pudor alguno. En la mano sostenía un puñal ensangrentado.
— Tarde o temprano lo hubiera sabido. Era un hombre poderoso y tenaz, jamás estaríamos seguros.
Comprendí que no fui yo el engañado. El Juez había sucumbido al poder de seducción de aquella mujer a la que yo tanto amaba y sin querer admitirlo temía a un mismo tiempo.
Jamás llegué a conocerla del todo. Pero grabado en mi memoria quedó para siempre el instante eterno en el que sonriéndome pronunció aquella frase.
Jamás llegué a conocerla del todo. Pero grabado en mi memoria quedó para siempre el instante eterno en el que sonriéndome pronunció aquella frase.
— ¡Ahora ya somos libres!
En general el relato ha tenido buena acogida, tanto es así que ha pasado a la final. Sin embargo ha recibido críticas bastante exacerbadas de un usuario que le encontraba pegas en cuanto a su coherencia argumental. No soy muy amigo de justificaciones innecesarias que entorpecen el texto, dejando las conclusiones más o menos evidentes al lector, sin embargo en este caso he tenido que realizar algún comentario al margen para aclarar algunos aspectos de la trama. Me gustaría conocer vuestra opinión al respecto y si le veis alguna pega no dudéis en comentarla. Gracias.
ResponderEliminarAnda, Jorge, hasta cuando vas de incógnito me enganchas. Yo no vi los fallos argumentales porque casi no respiraba por saber qué ocurriría al final. En todo caso, me ha gustado mucho cómo te ha quedado. Enhorabuena, Jorge. Un beso
ResponderEliminarjaja yo tampoco los vi Ana, pero no se si para el lector queda todo claro o falta información, por eso os preguntaba. Lo del usuario creo que iba más bien por el desconocimiento de los fenómenos de catalepsia y enterramientos de vivos en el XIX, si has seguido el debate en el perfil del torneo en facebook habrás visto la discusión. Se te ha echado de menos este año en el torneo Ana. Un beso.
EliminarEs un relato que da tres giros imprevistos.
ResponderEliminarA mi me parece que está muy bien hilvanado en todos sus detalles. Algo de lo que te preocupas enormemente Jorge, en todos tus trabajos, incluido este, es de que tenga consistencia o coherencia los textos, se te dan especialmente bien los de corte detectivesco. Vamos, que en mi vida he diseccionado un cadáver, y si veo sangre me dan mareos, pero me parece que podría ser posible la trama que Victoria ha ideado (bueno, tu mente perversa jeje).
Hay un puñado gerundios pululando por el texto a los que no tengo nada que alegar porque están separados los unos de los otros y no se estorban, ni espesan el texto, (un gerundio bien colocado puede ser una ayuda)
Personalmente prefiero el “pero” o el “sin embargo” al “mas”, pero como es un escrito situado en otro siglo pasado ¿época Victoriana?, los “mas” me parecen adecuados pues hace que el relato suene a la vieja usanza.
Me ha gustado especialmente el clima de la primera parte cuando vagaban en el cementerio entre las tumbas, y por supuesto, ya te lo dije, los giros de tuerca que has sabido dar.
Desconozco como eran los relatos del concurso de TR, a mí me ha parecido un buen trabajo.
Enhorabuena Jorge, un abrazo muy grande y hasta pronto.
¡Ahhh se me olvidó! La historia es perfecta para el título propuesto.
EliminarUn final no previsible es el mejor que se le puede dar a una historia y esa era la idea de los giros finales, que el lector se mantuviese atento ante lo imprevisto y que se pudiese esperar cualquier cosa. Respecto a lo de la documentación es cierto que siempre lo hago cuando empiezo un relato (en esta ocasión no ha sido diferente) lo que no implica que no pueda cometer errores.
EliminarEl tema de los gerundios lo tienes más controlado que yo, procuro efectivamente que no se repitan demasiado. Lo del mas es cierto que no se debe abusar de él pues su uso excesivo resulta artificioso, aunque viene muy bien para aligerar el texto de peros excesivos.
Ay los cementerios! que tendrán que son tan atractivos y llenos de misterio.
Y el resto de relatos en esta segunda ronda eran muy buenos, me tocó eliminatoria con otros dos escritores de muy alto nivel, uno de ellos era nuestro común amigo Purple, que acaba de publicar su relato en su blog, así que ya te puedes imaginar. Pasar así de ronda te deja aún mejor sabor de boca.
Bicos Isabel.
Vayamos por partes (como diría el coetáneo de Victoria y de Adams, Jack el Destripador).
ResponderEliminarPor una parte me ha parecido genial cómo has jugado con el lector, primero haciendo parecer una historia tipo Frankenstein (al menos yo he pensado en ella), luego haciéndonos creer en el amor de Victoria y el pobre Adams, luego haciéndonos creer en la traición de Victoria, y por último mostrándonos a una Victoria ladina y de la que yo, personalmente, no me fiaría mucho, las cosas como son. Insisto, has jugado con el lector y eso me ha encantado.
Por otra parte, no sé exactamente qué pegas te pusieron al texto. En la realidad, y hasta donde mis conocimientos de farmacología llegan (aunque sea una inmodestia, son bastantes) no hay ninguna sustancia que haga parecer muerta a una persona durante días (por ahí se habla del veneno del pez globo pero hay más leyenda urbana que realidad) y mucho menos un antídoto que inhalado la contrarreste. No sé si esa pega de "coherencia argumental" estaba basada en esto, en cualquier caso, es un relato de ficción, no un documental del National Geographic, así que te puedes inventar la sustancia que quieras que para eso eres el escritor.
A mí me ha gustado mucho porque, además de todo lo expuesto antes, la ambientación es estupenda. Espero que tengas mucha suerte en esa final.
Un abrazo.
Efectivamente la idea era hacer pasar al lector por esas fases, quería despistar con la intención del relato e ir cambiando la perspectiva según se avanza.
EliminarRespecto al tema de las drogas, no soy ningún experto pero me tomé la molestia de documentarme antes de empezar a escribir. Leí algo sobre el haloperidol, una droga que supuestamente puede provocar esos síntomas. También hay numerosas referencias literarias respecto al hecho de inducir este estado y la posterior resurrección, desde Shakespeare hasta Dumas. También en la novela "Eisenheim el Ilusionista" de Steven Milhauser y en su versión cinematográfica "El Ilusionista" se induce el estado de catalepsia con una droga y se despierta con un antídoto por inhalación. Son efectivamente referencias noveladas, pero ahí están formando parte del acerbo literario universal.
Gracias por tus buenos deseos Paloma. Un abrazo.
Leí vuestros comentarios en facebook y me parecieron muy enriquecedores por ambas partes. Sinceramente, yo no aprecié ningún fallo argumental. Tras leer las apreciaciones que hizo el mencionado usuario (un gran escritor, por otra parte) me logró convencer, pero cuando leí tus argumentos cambié de nuevo de opinión (para que veas el gran criterio que tengo). De cualquier forma, tu relato me parece el justo ganador de la semifinal. Tanto la ambientación, la trama y los giros finales conforman un gran texto. Mis felicitaciones. Espero (si es que vuelvo a concursar) que el azar no me cruce de nuevo contigo. ¡Imposible competir!. Un abrazo
ResponderEliminarjaja la argumentación es un arte, dentro de unos límites se puede argumentar y contraargumentar casi todo y el efecto causado depende no sólo de las referencias proporcionadas sino de como se encauza la argumentación misma.
EliminarNo se si soy o no el justo ganador, cuando leí los otros relatos pensé que la eliminatoria era muy difícil y de hecho no estuvo claro hasta los últimos días de votación. Tu relato en concreto era muy bueno y así lo valoraron los lectores. Es difícil saber que tipo de relato va a triunfar pero por la experiencia del torneo anterior creo que la clave está precisamente en hilvanar una trama que enganche al lector, eso se valora más que un relato más abstracto o con una narración cuidada pero más pesada, sobre todo cuando hay tantos lectores y tan heterogéneos. Al final influye mucho también la suerte. Siento que nuestro cruce en semifinales haya terminado del mismo modo en dos años consecutivos, te merecías un puesto en la final. Un abrazo Jose.
Hola Jorge, desconozco ese debate pero tal y como te han comentado los compañeros a mi me ha parecido un muy buen relato que consigue mantener la tensión del lector y en el que juegas varias veces con nuestras suposiciones para después cambiarlas, has conseguido que fuera viendo a Victoria tal y como tú querías y que al final me sorprendieras de nuevo.
ResponderEliminarAsí que por mi parte felicitarte por este gran relato, perfectamente ambientado como te he visto hacer en otras ocasiones y como dices documentado con esos efectos de los narcóticos que se utilizan para fingir la muerte de Victoria.
Un abrazo Jorge
Como haces notar Conxita parte de la idea del relato es inducir una idea preconcebida en el lector sin llegar a decir en ningún momento que eso es lo que está ocurriendo, para luego dirigir la historia por otro camino. Intento que el interés se mantenga apelando a su curiosidad por ver como sigue la historia. Por supuesto la ambientación y la documentación son muy importantes. Un abrazo y gracias por tu visita.
EliminarNo he visto los comentarios y el debate que mencionas por facebook. En cambio, me ha invitado Horacio a votar y, fíjate lo que son las cosas, he votado por el tuyo. Estaba en segundo lugar. Ni bien leí los primeros párrafos, reconocí de inmediato tu narrativa, tuve que morderme la lengua para no decirlo, no porque tuviese dudas sino por todo lo contrario, estaba tan claro para mi que el texto tenía tu sello. No dudé en que era el mejor y asi lo argumenté. Yo no veo fallos, Jorge, muy por el contrario, está impecable. De verdad lo digo, más allá del afecto que te tengo, he votado en base a lo que cada uno de los tres había escrito. Ninguna duda de que era el que tenía todas las virtudes, entre ellas, eso que tanto te preocupa que es la cohesión argumental, los detalles de la trama, documentarte sobre aquello que puede arrojar dudas para estar seguro, eres muy cuidadoso en ello.
ResponderEliminarMe alegra mucho que hayas pasado a la final, has hecho un buen trabajo. Un gran abrazo Jorge, y que tengas: ¡Mucha suerte!
Un abrazo.
Ariel
Veo que empezáis a conocerme bien, ya no puedo esconderme jaja. Ahora tengo curiosidad por saber en que detalles me has reconocido. La verdad es que la eliminatoria fue difícil pues como habrás podido comprobar los otros dos relatos eran muy buenos. Tuve suerte que este fue el que más gustó, supongo que era el más dinámico de los tres. Una pena que no esteis más usuarios de la página en el torneo, hubiera sido más emocionante. Gracias por tus buenos deseos Ariel, un abrazo!
EliminarDesconozco el debate que ha generado tu relato, pero me gustaría conocer cuál es ese fallo argumental que alega el lector pues yo no he encontrado ninguno. Al contrario, me ha parecido genial la forma en que lo has estructurado, con ese inicio en el cementerio londinense, seguido del primer giro en el que nos encontramos con una Victoria viva y cómplice de nuestro protagonista, para después dar un nuevo giro en el que nos muestra a una fría y calculadora mujer, capaz de engañar a todos (engañarnos a todos) con tal de alcanzar su libertad.
ResponderEliminarEso sí, de ser yo el protagonista, me cuidaría mucho de Victoria; aunque puede ser que esa continúa sensación de peligro sea lo que verdaderamente la haga tan irresistible.
Me alegro que haya pasado a la final y te deseo lo mejor, amigo Jorge.
Mucha suerte.
En realidad el debate comenzó en torno a la posibilidad de que la solución de la droga para hacer dormir a la chica fuese coherente, que pudiese sobrevivir un día enterrada o que el método ideado por Victoria para desaparecer y asesinar a su marido sin levantar sospechas fuese coherente. Pienso que hay cosas que se sobreentienden en el relato y no debería ser necesario explicar, así como se supone cierta cultura en los lectores respecto a los fenómenos de catalepsia y enterrados vivos en la antigüedad, sobre todo en el XIX, tanto en su vertiente real como novelada. Entrar al mínimo detalle en el relato lo haría denso y lento, además de dejar en evidencia al autor con justificaciones innecesarias. Así que el debate, como ves, ha girado en torno a estos temas.
EliminarTe agradezco tus buenos deseos Bruno, veremos que nos depara la final. Un abrazo.
Totalmente de acuerdo contigo Jorge, que un texto excesivamente documentado espesa y ralentiza, no somos enciclopedias ni pretendes hacer un tratado sobre la narcolepsia o como se llame, y aunque sueles escribir generalmente en un registro realista no me parece necesario detallar demasiado, más aún en un relato, si se tratara de una novela, donde puedes permitirte dilatarte y dar información a través de los diversos capítulos, ya es otra cosa. Yo confío en tu criterio, estoy convencida de que te has documentado, al menos en lo básico.
EliminarPero bueno, un debate nunca está de más.
Un bico o beso y hasta pronto Jorge.
En este caso además se trabajaba con un límite de palabras, lo que hacía más necesario reducir las explicaciones. En todo caso como dices, un relato corto no da para meterse a explicarlo todo al detalle pues nos encontraríamos con que las justificaciones ocuparían más que el propio relato en sí y sería infumable. Por supuesto hay que ser coherente en el desarrollo de la trama, pero hay cosas que son de lógica y otras que van en la supuesta cultura general del lector. No obstante igual confiáis demasiado en mí Isabel jeje.
EliminarTe agradezco el comentario y el apoyo. Biquiños, que se dice por aquí.
Hola Jorge, ya echaba de menos uno de tus relatos, ja, ja
ResponderEliminarMe gusta el entorno londinense para este tipo de historias. Crea un ambiente que todos tenemos en mente, ja, ja. Húmedo, neblinoso, putrefacto, perfecto para iniciar la narración en un cementerio, profanando tumbas. Curioso, pero el momento en el que describes la entrega del cuerpo, a Victoria desnuda sobre la mesa de operaciones… me recuerda algún cortometraje en blanco y negro (de esos muy al estilo de Hitchcock) cuyo título me resulta ya imposible recordar, pero cuyas imágenes guardo en la memoria (a lo mejor algún episodio de "Mis terrores favoritos", ja, ja, que era lo más que podíamos ver en mis tiempos jóvenes)
Genial relato amigo. Driblas a tu antojo nuestras expectativas y nos bandeas a un lado y a otro de las conjeturas, ja, ja. Excelente, si n duda. Creo que Baker o Victoria, son nombres que han hecho de talismán para que de tu pluma surja una joya como ésta: la joya de la corona, ja, ja
Ah, en cuanto a la coherencia argumental… Creo que cada cosa tiene su lugar. En un texto de este tipo, el cuestionar si es o no posible realmente una situación, me parece fuera de lugar. No me voy a extender porque, a las alturas que llego yo a tu blog, creo que ya se ha dicho todo, ja, je… pero suscribo lo que, por ejemplo, comenta Kirke Libris, entre otros.
No sé si lo conoces o si podrás conseguirlo, pero te voy a recomendar una obra en cómic que te resultará deliciosa. Es un libro de relatos cortos ambientados en el Londres victoriano. Te aseguro que no tiene desperdicio. Se llama "Green Manor", de Bodart y Vehlmann
Un fuerte abrazo, compañero. Eres bueno. Te mereces el premio.
En realidad este cuento bebe de muchas influencias, no es muy original salvo quizás en el desenlace en el que trato como dices de despistaros en relación a por donde van los tiros. No es raro por tanto que evoque imágenes de otros libros o películas, ese ambiente londinense al que te refieres es muy típico. Trataré de localizar el libro que indicas, viniendo recomendado por tí seguro que es bueno. Un abrazo Isidoro.
EliminarMuy bueno, Jorge, vas conduciendo al lector de las narices por las distintas vertientes de la historia. El suspenso no para nunca.
ResponderEliminarLa única cosa que no me cerraba del todo era la falta de oxígeno debido al tiempo pasado por Victoria dentro del ataúd. Pero si fueron unas horas creo que es factible.
Pobre Adams, probablemente volverá aser usado y a caer en alguna otra de las maquinaciones de Victoria.
Te marco un error de tipeo: "¿Has venido sólo como te pedí, amor mío?" Solo va sin acento.
Como finalista te deseo toda la suerte.
Un abrazo.
Lo de la falta de oxígeno es algo que revisé antes de escribir, aunque ya conocía el tema. la catalepsia es un estado de muerte aparente que en numerosas ocasiones se confundía con la muerte real en tiempos antiguos, al no existir máquinas con las que poder certificar la muerte. Una de las características de este mal es que ralentiza al mínimo las funciones vitales, incluido el consumo de oxígeno, por lo que la supervivencia durante horas o incluso días con una reserva limitada es posible. Por otro lado un ataúd no es un recipiente hermético y la tierra deja pasar alguna cantidad de aire, aunque en pequeñas proporciones. En el siglo XIX hay casos documentados de enterrados vivos que sobrevivieron más tiempo en ese estado. Caso diferente es si la persona está consciente, donde el consumo de oxígeno es mucho más elevado.
EliminarToda la razón con el solo, que funciona como adjetivo y no como adverbio y por tanto debe ir sin tilde.
Gracias por tus deseos para la final. Un abrazo Mireia.
Hola, Jorge. Me he leído el relato y tras hacerlo, me fui a tusrelatos.com para buscar el debate que mencionas, pero no lo encontré. Luego vi en el comentario de Ana que te referías a una publicación del torneo de Facebook, y allí lo hallé. Sé que te tomas muy en serio todos las historias que escribes, y que te documentas concienzudamente, por lo que cuando leía a Paco, me encontraba con sensaciones contradictorias. Por un lado me parecían lógicas algunas cosas que decía, pero por otro sabía que tú tendrías una explicación coherente. Y cuando vi tus réplicas, supe que yo estaba en lo cierto.
ResponderEliminarPor otro lado, he de decir, que lo único que me chocaba un poco era el hecho de que pudiera vivir enterrada, aun habiendo inducida a la catalepsia por la droga. Sin embargo, por lo que te he leído, parece ser que es posible.
En cuanto a lo demás, como lector de Poe, no tuve problema en creérmelo, y por consiguiente, me pareció que la trama tenía coherencia.
Sabía que te guardabas un giro para el final, porque siempre lo haces. Y cuando llegó el primero y vi que quedaba mucho relato todavía, pensé que habría otro... Y cuando llegó el segundo y volví a ver que aún quedaba relato, sospeché (aunque no convencido del todo) que te guardabas otro as en la manga. Eso sí, en ningún momento adiviné cuál podrían ser esos giros. No sé cómo lo haces, pero siempre me sorprendes con ellos.
En definitiva, un trabajo relato, como siempre, muy bien ambientado al principio, donde se narran unos hechos que necesitan más descripciones para adentrarnos en la atmósfera, y un ritmo más acelerado que implica la recta final.
Un saludo, Compañero.
Bienvenido Ricardo de tu exilio temporal, me alegra verte de nuevo. Nadie es infalible y todos podemos cometer errores, pero desde luego en mi caso de lo que no creo que puede acusarseme es de no documentarme cuando escribo, seguramente y a pesar de ello habrá errores en mis relatos pero nunca dejadez en relación a la coherencia de la trama.
EliminarRespecto al tema de la supervivencia en la tumba tras sufrir de catalepsia la verdad es que no esperaba que os extrañarais tanto, el propio Poe en su relato "El entierro prematuro" hace una disertación introductoria sobre casos de su época (aunque es cierto que Poe es un escritor y no un investigador) y cualquiera que esté interesado en el tema habrá leído sin duda acerca de esta enfermedad y la ralentización de las funciones vitales hasta casi el grado de muerte que provoca.
Sí, es cierto que suelo echar mano de giros imprevistos, en eso consiste la literatura de suspense, un final previsible da al traste con cualquier relato.
Me alegra verte de nuevo, espero que eso signifique que vuelves a escribir y a publicar. Un abrazo.