Jamás todo esto se me hubiera pasado por la cabeza. Ahora, la acción más horrible parece incluso justificada.
Escucho sus
gritos desde el cuarto contiguo. Seguramente intuye cuál es su destino, ¡maldita!
La cama golpea contra el suelo produciendo un estruendo seco que resuena en
todo el sótano. El buen juicio me ha obligado a esposarle muñecas y tobillos a
los hierros del pie y el cabecero.
¡Eva! Musito
su nombre como si ello pudiera devolvernos a los tiempos felices.
Un día la quise. Vivía por ella, respiraba sus palabras y me alimentaba de su sonrisa. Esos ojos color cielo eran el sol y las estrellas. Pero ya no podrá haber jamás nada que podamos compartir. ¡Nada! Y a pesar de todo, la amo.
Desplazo el
émbolo de la jeringuilla hasta expulsar un pequeño chorro líquido. Todo está
listo. Abro la puerta.
Su cuerpo
desnudo se retuerce sobre el colchón, las piernas abiertas mostrando su sexo
impúdico, el cabello revuelto, un odio inabarcable refulgiéndole en la mirada.
Aun así, se me antoja hermosa. Le clavo la aguja, trata de morderme, sin
conseguirlo. Al cabo de unos minutos solo se escucha ya su respiración
sosegada.
Hundo la cabeza entre sus senos aún calientes y lloro, y me maldigo, y maldigo a la humanidad mientras de afuera me llega, ahora sí, el alarido de aquellos que llenan las calles sedientos de sangre. De todos esos que algún día fueron como yo y ahora… ¡y ahora no son más que un ejército de zombis!
Muchas gracias por aceptar el reto un mes justo después del día de San Valentín. Un fuerte abrazo, Jorge.
ResponderEliminarHola, Jorge.
ResponderEliminarVaya giro, no me lo esperaba, y me ha sorprendido. Fíjate que he llegado a pensar que se trataba de un psicópata, pero hace que la frase del principio, cobre todo el sentido. Y sí, es cierto, nunca sabemos cómo vamos actuar hasta vernos en una situación límite, pero hay escenas como la de tu relato que se podrían justificar solas.
Muy bueno, Jorge.
Abrazos, y feliz fin de semana.
Un final Inesperado. Muy bueno. Un abrazo
ResponderEliminarUn buen relato con un final sorprendente. Felicidades.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Hola, Jorge! Ostras, el final me dejó zombificado, je, je, je... Desde luego que ese giro final ofrece al lector una relectura muy distinta a la inicial. Sin duda, nunca se sabe lo que podemos llegar a hacer en según qué circunstancias. Estupendo micro. Un abrazo!!
ResponderEliminarDe ser un malo cabrón con visos de asesino psicópata ha pasado a ser un corazón roto movido a la piadosa eutanasia. Muy bueno. Un cordial saludo y gracias por la lectura.
ResponderEliminarUn excelente relato con un giro final muy interesante. Un abrazo, Jorge.
ResponderEliminarParecía un psicópata y resulta que es un superviviente en un mundo de zombis. Con razón dice que «ahora, la acción más horrible parece incluso justificada». Hay situaciones que nunca nos hubiéramos imaginado que cambian el concepto de lo que está bien y lo que está mal. Un relato muy inquietante.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola, Jorge, qué relato más intenso, hasta el punto de que aparecen los zombis al final. Un desamor muy de terror, no hay duda.
ResponderEliminarUn abrazo. :)
Buenas, Jorge.
ResponderEliminarVaya final. No me lo esperaba para nada. Un giro narrativo muy interesante. Pasa de ser un psicópata, o eso me parecía, a... La verdad es que no sé qué es peor de las dos cosas. Pero me ha gustado. Un buen microrrelato.
Un saludo.
Irene
¡Caramba! Siempre nos sorprendes... Y como ya nos has acostumbrado... jaja, iba pensando que no podía ser el tío un asesino, a ver, (piensa algo más original...me decía ¿pero qué diablos??) Lo último que se me hubiera ocurrido... Entonces logras que en lugar de odiar al tipo... lo Adoremos...
ResponderEliminar¡Otro derroche de habilidad!! Aplausoooosss
Un fuerte abrazo!
Hola, Jorge, un micro que no deja indiferente, creando interrogantes a su inicio y horribles especulaciones, hasta que nos llega ese final, donde reculamos y casi o sin el casi, le damos la razón.
ResponderEliminarUn micro tremendo en su contexto y en el que el desamor existe en ella por una causa mayor y fuera de su control, en el, aun existe. Feliz semana.
Quise referirme al amor con eso de que en el aún existe y creo que no dejo saber con claridad
ResponderEliminarTremendo, Jorge. Menudo giro final. Esa última frase cambia por completo el sentido del cuento y obliga a releerlo. Yo también había pensado inicialmente en un psicópata y ese cambio es muy impactante pero hace que todo encaje perfectamente. Muy buen micro.
ResponderEliminar¡Toma ya! Jorge un dezamor con "Z" de zombie. Menudo giro compañero.
ResponderEliminarAbrazo literario
Es un microrrelato oscuro y perturbador que mezcla amor, desesperación y horror con un giro apocalíptico inesperado. El tono es intenso desde el principio, con la tensión de los gritos y la cama golpeando, y la narración en primera persona sumerge al lector en la mente atormentada del protagonista. Me encanta cómo contrasta el recuerdo idílico de Eva (“ojos color cielo”) con la violencia actual, mostrando un amor retorcido que culmina en la inyección. El final, con los zombis afuera, es un golpe brillante que resignifica todo: su acto no es solo locura, sino un intento de protegerla o liberarla.
ResponderEliminarFelicidades.
¡Ay Jorge! ¡Qué bien te quedó! Le estás haciendo la competencia a N. de la Flor Ruiz y su blog con Z de Zombie porque a ella le encantan estos temas y a mí ufff, también. Me gusta tu propuesta, original, podemos sentir al protagonista sufrir por la "víctima" y ejecutar ese último acto donde la jeringuilla dispensa a la par amor, paz y sosiego a ella, víctima del virus zombi, pero él quedará, irónicamente un poco "zombi" entre los vivos recordándola hasta poder sanar. Un relato muy fuerte y con mucha personalidad. Abrazos.
ResponderEliminarSe me olvidaba incluir el enlace a mi participación en el reto, para que no tengas que buscarlo, porque además salgo en el espacio de comentarios con un perfil que abrí en bloggers hace años y no se corresponde con mi perfil real en wordpress. La Url de mi micro para este reto es:
ResponderEliminarhttps://marcosplanet.blog/mensaje-desde-una-cima-nevada/
Ese final es desconcertante, pensaba que era un psicópata y mira tú al final con los zombis nos hemos topado.
ResponderEliminarUn abrazo Jorge
Puri
Un giro final muy sorprendente. Curioso relato.
ResponderEliminarUn saludo.
Realmente me sorprendiste al final, pues hasta el momento pensaba que él era un sicópata y dejaste totalmente sorprendida con ese final, muy buen micro.
ResponderEliminarSaludos
PATRICIA F.
¡Hola Jorge! Un giro inesperado el de ese desamor. En un apocalipsis zombi las cosas están un poco difíciles para enamorarse o seguir enamorado de una persona que ha perdido su alma. Con el principio nos has puesto en situación, imaginándonos otros escenarios posibles que nada tienen que ver con este, y después, poco a poco, nos has ido mostrando la catástrofe.
ResponderEliminarUn saludo.
Jorge un relato inquietante con ese giro que no lo esperaba, pensaba en un sicópata era un Zombi. Un abrazo
ResponderEliminarVaya por Dios! Los zombies tambien se cargaron su historia de amor! Tremendo e inesperado final! Je je! Un abrazote!
ResponderEliminarAhora. Esa palabra actúa como un ancla, y te das cuenta cuando la historia resuelve y esa palabra acaba uniendo en un único discurso la última frase con la primera; el efecto es el doble salto mortal que esconde ese final, pues no solo es un giro argumental totalmente inesperado, sino que además hace filigranas con el tiempo narrativo. Si toda la acción transcurre en el presente, gracias a ese "ahora" final que completa al "ahora" de la primera frase, el tiempo pasa a ser otro, el narrador se sitúa de repente en un tiempo posterior, y la frase "Jamás todo esto se me hubiera pasado por la cabeza" encuentra su verdadero encaje. Si con la palabra "zombie" se completa el vuelco en el argumento, con la palabra "ahora" ocurre otro tanto con el tiempo narrativo.
ResponderEliminarEn cuanto al tema, veo que has escogido, como yo, un desamor sin culpa, al menos sin culpa de los dos intervinientes. Tal vez sea esa culpa la que habitualmente desvía el tema desde el vacío primordial que deja esa pérdida —que es para mí lo importante del desamor— a todo ese universo de miserias de la condición humana que provoca y/o que paga por estos afanes. Con esta acertada elección, y con tu mano diestra, te ha quedado un desamor bastante limpio y profundo, sin cuentas pendientes, además de narrar un sacrificio insoportable que es quizás una de las mayores demostraciones de amor posibles, si por amor se entiende desear y procurar el bien del otro, incluso a costa del propio.
Y por último, el giro argumental. Si elimináramos la ultima frase seguiría quedando un magnífico relato pero bien distinto, donde se vería perfectamente reflejada la mente de un maltratador, un psicópata que acaba con su pareja por motivos que no quedan claros pero él son suficientes. Porque todos los psicópatas encuentran justificación para sus propios actos, por depravados que sean estos y por insostenible que resulte aquella. El hecho es que solo una frase transforma un acto deplorable en el más altruista que uno puede imaginar, y aquí radica la habilidad con que se urde este maravilloso engaño: es creíble, y es muy bueno, con o sin zombis. Grande, Jorge.
Un gran abrazo, y mi enhorabuena por este gran relato.
Hola, Jorge. Buen giro final. Había pensado que era un psicópata.
ResponderEliminarUn abrazo
A veces, como en este caso, el amor obliga a hacer cosas que uno no desearia hacer, aunque claro, nunca podría imaginar que esa cosa fuera sacrificar a tu amada para salvarla de algo peor.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, sobre todo por la intriga que no se despeja hasta al final.
Un saludo.
¡Hola Jorge!
ResponderEliminarEs genial cuando un relato te lleva de la mano por un terreno turbio, incómodo, emocionalmente cargado… y de repente, con una sola frase, te vuela la cabeza y te obliga a reinterpretarlo todo. El giro final con los zombis no es solo un golpe de efecto: es la pieza que reordena la historia y le da un nuevo sentido, más trágico, más humano… y también más aterrador.
Lo que parecía un crimen atroz cometido por un psicópata celoso se transforma en un acto de amor desesperado en medio del apocalipsis. Y lo más brillante: no necesitas explicarlo todo. Dejas que el lector complete los huecos, se cuestione su juicio previo, y eso es narrativa en su forma más pura.
Además, me encanta cómo usas el contraste entre el recuerdo idílico de Eva y la brutalidad del presente para mostrar que el amor puede resistir incluso en medio del caos… aunque tenga que convertirse en renuncia.
Gran relato, Jorge. Y gran lección narrativa: a veces, el monstruo no es quien parece.
Un abrazo
Hola Jorge, muy buen relato, el final totalmente inesperado, a veces por amor hay que tomar decisiones muy difíciles. Felicidades por esta gran aportación.
ResponderEliminarUn abrazo 🤗
Soprendente relato, muy buen aporte. Un abrazo Jorge!
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