jueves, 4 de mayo de 2023

Lázarus (Versión para Zenda #HistoriasdeEuropa)

    Subo una segunda versión de mi relato Lázarus, que concursó en el Tintero de Oro. En este caso se trata de la versión presentada al concurso #HistoriasdeEuropa de Zenda libros. He aumentado el relato de las 900 palabras palabras iniciales hasta las 1000, y modificado algunos aspectos de la trama. Como era de esperar, el relato no quedó seleccionado entre los 10 primeros por lo que no opta ya al premio final.

*****

Marsella, año del Señor de 1172

Mordía el frío de la mañana cuando tres hombres tocados con una cruz pátea desembarcaron en la ciudad. Beltrán de Trémelay, caballero templario en misión papal comisionada, se hacía acompañar por el tuerto Hugo de Quadrells junto a Robert Dorset, un gigante que semejaba capaz de tumbar un oso. Caminaron apresurados hacia las sobrias murallas de la abadía de Saint-Víctor. Conducidos a un salón debatieron largo tiempo con el abad sobre el asunto que les concernía; los documentos hallados en el priorato de Saint-Maximin y remitidos a Sénanque podían, de ser auténticos, poner en jaque los cimientos de la cristiandad.

Al alba partieron provistos de monturas hacia el corazón de la Provenza. Una niebla incómoda los acompañó durante el trayecto, haciéndoles perder más de una vez el rumbo. Entrada ya la tarde arribaron a Notre-Dame de Sénanque, próspera abadía rodeada de campos de labranza. El prior Monceau, varón de estatura escasa y ancha cintura, se deshizo en alabanzas ante su presencia. Siete días dedicó Trémelay al estudio del manuscrito. Al octavo, consintió en exponer sus conclusiones.

—¿Es lo que temíamos? —inquirió Monceau.

—Peor, si cabe. Sobre su autenticidad no hay duda. El contenido cambiaría el mundo tal como lo conocemos.

—Entonces, debe ser destruido.

—Las órdenes son llevarlo a Roma, de donde espero que jamás salga por el bien de la Santa Iglesia.

—Así sea. Pero no servirá ahogar la palabra escrita mientras los hijos de la innombrable, y los hijos de sus hijos, sigan dando testimonio.

—Habrá cientos ya, y no veo qué daño puedan hacer.

—Ninguno, salvo quien ha heredado la facultad de obrar milagros. En la aldea de Beaujeu mora, y su voz debe ser también silenciada, sire.

Beltrán de Trémelay, hombre acostumbrado a tomar decisiones, supo enseguida qué había de hacerse. Dejó a sus compañeros el encargo de partir hacia Roma si no tenían noticias suyas en dos semanas, mandó hacerse la tonsura y se vistió con hábitos de monje, internándose a pie en las montañas.

 

Conforme avanzaba a través de los caminos oía historias de curaciones inverosímiles por parte de quien era llamada, según el ánimo del relator, la sorciere o L'illuminé. Antes de llegar a Beaujeu ingirió un preparado a base de hongos. Confiaba haber calculado la dosis justa para llevarlo al borde de la muerte. A mediodía entró en el poblado, preguntando por la hechicera. En vista de su estado lo llevaron ante una joven de largo cabello negro y poco más de veinte años. Entre convulsiones suplicó por su vida.

—Tendréis vuestro milagro, mas no en la forma que esperáis —le hizo saber la moza.

Beltrán de Trémelay agonizó durante tres jornadas. Tras su muerte, L'illuminé pidió encerrarse a solas con el cadáver y al siguiente amanecer, el caballero templario abrió los ojos de nuevo, con recuerdos vagos y poseído por un terror lacerante.

—¿Quién sois, que obráis el prodigio de resucitar a un muerto? —preguntó jadeando.

—Marie es mi nombre —dejó escapar una alegre risa— y lo era de mi madre y de cuantos antepasados tengo memoria.

—Se os ha concedido un poder que nadie tuvo sobre la Tierra, salvo el Hijo de Dios. El manuscrito advertía acerca de vuestro linaje, pero no quise creer. ¡Negros nubarrones se abaten sobre nuestra fe!

—Grande obra habéis necesitado para dejar de tomarme por hechicera y empezar a atisbar la luz, mi señor. Ahora que habéis visto, deberéis decidir si completar vuestra misión y darme muerte. El abate Monceau os estaría agradecido, pues mis discípulos son cada vez más reacios a seguir alimentando su estómago saciado y dedican lo poco que poseen al bien de la comunidad.

Beltrán permaneció en la aldea unos días, reponiéndose más de las heridas del alma que del cuerpo. Para todos era solo un monje, pero ante Marie no podía ocultar secretos. Observaba las maravillas que la joven prodigaba sin cautela como si ya hubiera confiado su sino al comisionado. Mas el destino tenía planes propios para ambos.

Aparecieron en Beaujeu un caballero tuerto y otro tan grande como un roble. Trémelay salió a su encuentro.

—¿Qué ocurre, que la hechicera sigue con vida? —acusó Quadrells.

—No encuentro culpa alguna en esta mujer.

—Si no os parece suficiente poner en duda con sus artes la religión verdadera, ¡sois tan culpable como ella!

Los cruzados desenvainaron. Beltrán disponía solo de una daga oculta bajo el hábito pero la sorpresa y su destreza consiguieron hundir el puñal en el costado del tuerto. Una espada agitó el aire y Trémelay comprendió que no tenía posibilidad alguna frente al gigante. Viéndose perdido embistió dejando descubierto su flanco izquierdo y recibiendo la mortal estocada del enemigo, mas la maniobra le permitió llegar hasta el corazón de Dorset, que cayó con la daga clavada en su pecho.

—Ya veis, Marie, pongo por segunda vez mi vida en vuestras manos —resolló cuando esta acudió a él.

—Poco sabéis sobre milagros, mi amigo. El precio de una tercera vida es demasiado elevado.

Un aura nebulosa rodeó su cuerpo alabeado y la brisa le agitó el cabello, susurrando una despedida. Cuando Marie abrió los ojos, dos lágrimas resbalaron por sus mejillas.

—Vendrían otros, no habría lugar donde esconderme —dijo sin apenas fuerzas— Vuestra misión es más elevada. Llegará el día en que los hombres estén preparados para la verdad.

La joven arañó a duras penas una bocanada de aire bajo la mirada temblorosa del caballero Beltrán de Trémelay, que la sostenía como si la muerte no hubiera estado rondándole poco antes.

—Poned a salvo el manuscrito que relata la odisea de mis antepasados partiendo de Jerusalén. Marie-Madeleine es mi nombre, descendiente de María la Magdalena y de Jesús al que llamaban el Cristo, a quienes ruego acojan mi alma. Lázarus os llamaréis desde ahora, mi apóstol.

Marie-Madeleine expiró en brazos de Lázarus, al tiempo que una bandada de aves remontaba el vuelo tras de ambos. Aquel día murió una mujer y, bajo el sol poniente, nació una esperanza.

10 comentarios:

  1. Muy buenos tienen que ser esos diez que optan al premio. En cualquier caso, ellos se lo pierden. Me encanta tu relato, Jorge. Muchas felicidades.
    Un abrazo.

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    1. Muchas gracias Chema por tus siempre amables comentarios. He leído los 10 finalistas y hay de todo, relatos mejores y otros que creo que sinceramente cojean. En cualquier caso el jurado decide, si es que han llegado a leérselo jaja. Un abrazo.

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  2. ¡Hola, Jorge! Jo, más que un relato es como si fuera una película donde uno va imaginando escenas e imágenes conforme va leyendo la historia. Un relato muy en la línea de una trilogía Los hijos del Grial o la famosísima Código Da Vinci.
    La motivación de los esbirros defensores de la cristiandad es bien curiosa, por cuanto Marie en modo alguno cuestiona la Fe, al contrario. Da testimonio de la existencia de un Ser Divino de la que ella es prueba viviente. Lo que cuestionaría, evidentemente, es la autoridad eclesiástica, al Papa, cardenales y obispos cuyo papel, en presencia de una descendiente de Jesús, sería innecesario y prescindible. Algo que desde luego no estaban dispuestos a renunciar ni ante Dios, je, je, je...
    Bueno, al menos el relato tuvo el reconocimiento merecido en El Tintero. El concurso del Zenda, no sé, el premio me parece una barbaridad, ¡1000 euros! Además, desde que finaliza el plazo hasta que se anuncia el ganador solo pasan cinco días, dudo mucho que el reconocido jurado se ponga a leer en tan poco tiempo los cientos de relatos que puedan participar. Un abrazo!

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    1. Gracias David. Realmente en el relato se deja a elección del lector opinar acerca de la divinidad o no de Jesucristo, cuyos poderes podía venir de facultades más terrenales, de hecho esas facultades se "heredan", pero es totalmente cierto que para la mentalidad de la época efectivamente, Marie Madeleine debía ser heredera del hijo de Dios. Has dado en el clavo con la cuestión del miedo que le tienen, todo el discurso de la iglesia se derrumbaría, desde la idea de un Jesús célibe, la posibilidad de que el hijo de Dios pudiese haber tenido descendencia, la naturaleza divina o no de esos descendientes, la autoridad que tendrían sobre los fieles en menoscabo de la Iglesia y un largo etcétera.
      Es un honor que los compañeros del Tintero hayan valorado el relato en la forma en que lo han hecho, sin duda han sido generosos.
      Respecto a Zenda... bueno 1000 euros por mil palabras es algo que se ve habitualmente, lo que no es tan habitual es que se haga una vez al mes. Lo de los plazos me lo he preguntado muchas veces, son tan ajustados que no se como y con que detenimiento el jurado se puede leer todo eso, hay ocasiones en los que se han superado los mil relatos. Entiendo que se los reparten entre los 5 de forma que a cada uno le toca una parte y en todo caso pondrán en común los que pasen la criba, pero ¿se los llegan a leer todos? también he tenido esa duda.
      Gracias por pasar y comentar. Un abrazo.

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  3. Hola, Jorge.
    Parece casi idéntica, salvo por el final, donde explicas más detalladamente la cuestión del linaje. Creo que está mejor, puesto que hay lectores que no tienen por qué estar familiarizados de antemano con las teorías acerca de la posible descencendia de Jesús.
    Lo de los concursos es así, la mayoría de las veces ni leen lo que tienen, pues les llegan en masa miles de cuentos. O basta que tengan cualquier prejuicio con la temática, p.e y fuera. Es una lotería, pero sirve para incentivarnos.
    Un abrazo

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    1. Hola Maite, siento haberos hecho pasar por leer otra vez la misma historia jaja. En realidad es igual salvo que lleva unas cien palabras de más y que se altera el momento en el que se pone en conocimiento del lector que Marie es en realidad descendiente de Maria Magdalena y Jesús, que en este caso se desvela al final. Es una duda que me asaltó con la versión del Tintero, si había acertado o no desvelándolo a mitad de historia. Para vosotros que ya habíais leído la primera versión entiendo que el efecto sorpresa de este cambio habrá desaparecido. Muchas gracias por esta segunda lectura y por tu comentario. Un abrazo.

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    2. Sí, claro, al haberlo leído antes, no he sentido sorpresa y no puedo darte una opinión objetiva. Lo que recuerdo de la primera lectura es que estuvo muy bien que lo desvelaras antes. El final, ya es bastante deslumbrante de por sí, no necesita tal sorpresa, por eso le ha emocionado a tanta gente. Además, la historia muestra una gran cohesión, es muy sólida en sus tres partes.
      Pero esas cien palabras de más de esta versión dan más detalles a la historia.
      Je, je, como dudamos los escritores. A mí me pasa mucho también. Cuesta ver la historia desde dentro.
      Un abrazo!

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    3. Bueno, pues ya sois varios los que me habéis comentado que mejor la Magdalena en el medio que al final, asi que será mejor así. Si, dudamos mucho porque como tu dices no podemos ver lo que escribimos con los ojos de nuestros lectores, pero asi tiene que ser jaja. Un abrazo Maite.

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  4. Saludos Jorge. Que relato mas completo has proporcionado, con todo ese trasfondo historico, que a veces no domino del todo. Y que finalmente uno descubre que la Guerra termina siendo una historia de horrores muy terribles. Con esa arma en un segundo se borran ciudades enteras. Vivimos pues en un mundo sometido al miedo nuclear. Mismo que ha resurgido ahora con la guerra de ahora. Buen relato para el tintero. Aplauso.

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    1. Hola Lucy, supongo que este comentario iba para el relato "Sol naciente", aunque se ha colado aquí en "Lázarus". A mi la historia me gusta mucho y puede que a veces de por supuesto que el lector conoce acontecimientos que no son tan obvios, disculpas si eso ha podido despistar algo en la trama. El miedo nuclear es por desgracia algo cada vez más cotidiano. Gracias por comentar. Un abrazo.

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