miércoles, 30 de noviembre de 2016

Buscando a Lorca (Capítulos III y IV)

Capítulo III: Una conversación a dos colores.

    Descubrí a Lorca con tan sólo once años, reconozco que nunca fui una niña común. Tal vez si mi vocación no se hubiera materializado en la forma en que lo hizo, la escritura sería ahora mi sustento.

    El caso es que casi tres décadas después se me ofrecía la posibilidad de desentrañar por fin el misterio de la muerte del autor de Yerma, fusilado de madrugada al comienzo de la Guerra Civil en una cuneta de la carretera que une las localidades de Víznar y Alfácar, víctima de la barbarie impuesta por quienes glorificaron la muerte por encima de todas las cosas, y de las rencillas entre los clanes familiares que habían hecho fortuna con el cultivo de la caña de azúcar en la vega granadina una vez que se había perdido la colonia de Cuba. Algunos hechos se conocían acerca de las últimas horas de Lorca, pero muchas más eran las incógnitas sobre su muerte, entre ellas la fosa en la que reposaba su cadáver. Otros lo habían intentado antes. Todos fracasaron.

    No se encontró al escritor en el lugar que dedujo el hispanista Ian Gibson de los testimonios que pudo recoger allá por los años sesenta, en lo que hoy es el Parque Federico García Lorca, ya a la entrada de la localidad de Alfácar. Tampoco en las tres excavaciones realizadas en el enclave que más tarde se daría por cierto a raíz del análisis de la obra del escritor falangista Molina Fajardo, basándose en testimonios recabados de antiguos compañeros de partido que participaron en la custodia y asesinato del poeta, en los Llanos de Corbera junto al Peñón del Colorado, unos cuatrocientos metros antes de la ubicación anterior viniendo desde Víznar. Ahora, aquel anciano con cara de bonachón decía estar en posesión de una prueba gráfica, hasta el momento inédita, que indicaba la ubicación de la fosa. Y a mí se me aceleraba el pulso tan sólo con pensar en participar de aquel acontecimiento histórico y en el prestigio con que apuntalaría mi carrera.

    Aun así no fueron pocas las dudas que me asaltaron. Tardé un tiempo en volver a hablar, mientras mi anfitrión guardaba un silencio calculado dejando que reposara el ofrecimiento. Al fin, algo más recuperada, retomamos la conversación.

    —Mentiría si no reconociese que estoy abrumada. Pero un proyecto así, señor Cárdenas, no se construye de un día para otro. Hace falta financiación, subvenciones, permisos de excavación… es un proceso complejo, usted lo sabe mejor que yo.

    —No se preocupe por esas cuestiones —exclamó, restando importancia a las objeciones —Nuestra financiación es estrictamente privada, señorita Blake. No recibimos subvenciones de ningún tipo, ni las necesitamos. Respecto a los permisos, ya nos hemos adelantado y disponemos de la autorización de la Junta. 

    —Veo que no ha perdido el tiempo.

    —No suelo hacerlo. Por eso he venido directamente a buscar a los mejores —trató de halagarme de nuevo.

    No podía rechazar una oferta como aquella y Cárdenas lo sabía. Y aunque mi instinto seguía tratando de levantar una débil barrera de desconfianza, yo era también consciente. Sin embargo me asaltó una última duda que no pude dejar de expresar en voz alta.

    —¿Qué me dice de la familia del poeta? Es bien conocido que siempre se han negado a que se exhumaran sus restos  Caí en la cuenta de que había hecho mella en la confianza de aquel hombre. La faz de Alfonso Cárdenas mostró por un momento un rictus de contrariedad que trató de disimular al instante. Se tomó unos segundos antes de contestar. Me era imposible adivinar que escondía su mirada Supongo que sabe que sin su consentimiento no se podrá sacar el cuerpo —insistí.

    —No se le pasa una, querida. Reconozco que ahora mismo es nuestro mayor problema. Pero no es un problema insalvable, en todo caso.

    —Explíquese —le rogué.

    —García Lorca fue fusilado, como sabrá, junto a otros tres ajusticiados, el maestro Dióscoro Galindo y los banderilleros Francisco Galadí y Joaquín Arcollas. Hay versiones que incluso aseguran que podrían ser hasta seis las víctimas. Dos de las familias sí desean encontrar los restos de sus antepasados, así que la justicia nos autoriza a excavar. Otra cosa es que, llegado el caso, no podamos retirar los restos de Lorca de la fosa, ni cotejar pruebas de ADN o realizar una autopsia. Pero siempre podríamos recurrir a métodos de identificación indirectos como características anatómicas o incluso el descarte si conseguimos identificar a los otros tres. Y además…

    —¿Además? No me tenga en ascuas, se lo ruego.

    —Bueno, estamos negociando con la familia, aunque no le negaré que encontramos ciertas reticencias. Alegan que no quieren que todo esto se convierta en un circo mediático.

    —¿Y no lo será, verdad?

  —Es lo que menos nos conviene. Por eso debemos ser cuidadosos y mantener el máximo secreto hasta que obtengamos resultados. Nada de prensa, ni publicidad. Cualquier desliz podría ocasionar que la familia se echase atrás definitivamente. ¡Se imagina Virginia, se imagina la información que podría proporcionarnos ese hallazgo, las últimas horas del poeta ante nosotros como en un libro abierto!

    Asentí mientras un escalofrío me recorría la espalda. Por un momento me contagié de la euforia del anciano. Despejar las muchas incógnitas que permanecían en torno a la muerte de Lorca era un reto apasionante. Rendirle tributo ante su tumba, un anhelo que muchos de sus incondicionales perseguíamos.

    —Sea sincero conmigo, señor Cárdenas —le dije — ¿Usted cree que la negativa de la familia se debe sólo a ese motivo? Después de todo se trata de su antepasado, que se encuentra mal enterrado en una fosa común. Lo normal es que quisieran darle un destino más digno.

    —Y si fuera así, señorita Blake me dedicó una sonrisa pícara y sus ojos de un azul descolorido se iluminaron si hubiera algún otro motivo oculto por el que no quisieran que la fosa se abriera, ¿no cree que sería un aliciente más para hacerlo?


Capítulo IV: Entre Víznar y Alfácar.

    Visité el lugar de la futura excavación una mañana de Mayo. Me acompañaban algunos miembros del equipo y el señor Cárdenas, que por aquellos días se había convertido en mi sombra, junto con un par de integrantes de la Asociación. Se trataba de una inspección rutinaria previa a los trabajos, que no deberían tardar en comenzar. Caía una ligera llovizna que a fuerza de repetitiva nos empapaba.

    Nos encontrábamos en una carretera a medio camino entre las localidades de Víznar y Alfácar, no lejos de la ciudad de Granada. Las primeras estribaciones de la sierra de Huétor ondulaban el paisaje entre colinas arcillosas y campos de olivos que la lluvia salpicaba de brotes verdes. El lugar se hallaba a algo más de cincuenta metros en dirección Este de la ubicación señalada por Molina Fajardo, al borde de una curva de la carretera en el paraje denominado Cordel de la Fuente Grande. Hacia la parte baja, al otro lado de la estrada, serpenteaba la acequia de Aynadamar, la Fuente de las Lágrimas que los árabes bautizaron sin prever los trágicos acontecimientos que siglos después se producirían en ese mismo lugar. Del lado derecho de la comarcal, viniendo desde Víznar, el terreno se elevaba hacia la colina. Ascendimos bordeando un bosquecillo de olivos hasta cruzar un pequeño camino y continuar un poco más arriba, llegando al arranque del denominado barranco de San Martín. Allí alcé la vista hacia la montaña.

  Contemplaba las mismas formas onduladas que se adivinaban en la fotografía y desde idéntico ángulo. La Asociación había hecho sin duda un buen trabajo. Nos entretuvimos en inspeccionar el terreno y acotar distancias. Los resultados del georradar arrojaron datos esperanzadores. Discutimos acerca del punto exacto por el que comenzar y dónde se deberían instalar las lonas que preservasen la privacidad de la excavación de ojos curiosos pues, tal como habíamos convenido con Cárdenas, nuestro trabajo debía estar guiado por una absoluta discreción. No preveía entonces que ese mismo día recibiríamos el primer varapalo en ese sentido.

    A media mañana un coche aparcó al borde de la carretera. Un hombre vestido con gabardina y sombrero de ala ancha descendió y se nos aproximó subiendo el terraplén. Permaneció unos minutos en pie a una distancia prudencial mientras nos observaba. Nada podía impedirle la estancia allí y aunque me incomodaba su presencia decidí ignorarlo. No pude mantener esa actitud por mucho tiempo, al cabo de un momento se me acercó.

    Debió darse cuenta que era yo quien dirigía el grupo, pues no titubeó en elegirme como blanco. Rondaría la treintena, era de elevada estatura y bajo el sombrero empapado se adivinaba un rostro redondo.

    —No puede decirse que le hayan dado mucha publicidad al asunto tenía un marcado acento andaluz, sin duda se trataba de un lugareño. Supongo que apreció el ligero deje que aún conservaba mi voz, atenuado por los años lejos de aquellas tierras.

    —¿Qué es lo que quiere? —dije sin demasiada amabilidad.

    —No viene mucha gente por el pueblo y como soy hombre curioso me he acercado a echar un vistazo. Espero que no le moleste.

    —Es usted libre de echar los vistazos que guste.

   —¿Buscan algo? ¿o alguien tal vez? —preguntó directamente, esbozando una sonrisa conciliadora.

    —Si no desea nada en concreto, me disculpará pero tengo trabajo que hacer.

    No pareció intimidado. Tomó una tarjeta de debajo de la gabardina y me la extendió. Francisco Pujales López. Periodista, pude leer. Sentí deseos de estampar el puño contra su cara.

    —Estaremos en contacto, señorita —creí adivinar cierta sorna en sus palabras.

    Se perdió colina abajo, caminando sin prisa. Ojeé de nuevo la tarjeta. La hubiera tirado sin más si no fuera porque mi sentido cívico me impedía mancillar aquel paraje de ese modo. Terminé por guardarla en un bolsillo. Sospechaba que volvería a encontrar de nuevo a aquel tipo. No sabía entonces que estaba a punto de convertirse en una pieza crucial de la aventura en la que comenzaba a embarcarme. 



Capítulo siguiente: 
http://brumasdegallaecia.blogspot.com.es/2016/12/buscando-lorca-capitulo-v-de-una-mujer.html

22 comentarios:

  1. Estoy disfrutando mucho con tu historia, Jorge. Has sabido dosificar la intriga para mantener el interés de la trama y nos quedemos con ganas de seguir leyendo. Me gusta mucho el equilibrio entre sus elementos: la presentación de los personajes, los datos históricos, el suspense... Se nota bien el trabajo cuidadoso que hay detrás y el mimo que has puesto en ello al escribirlo. Me quedo esperando impaciente los siguientes capítulos, que me da a mí que este Francisco Pujales va a dar mucho juego. Un abrazo, Jorge, y mis felicitaciones

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    1. Gracias Ana, dará su juego este señor, si. Te agradezco que destaques que hay equilibrio en estos primeros cuatro capítulos, en ellos se sientan las bases de la trama y esperaba poder captar la atención de los lectores. Un abrazo.

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  2. Yo también me pregunto por qué la familia de Lorca no está interesada en hallar los restos del poeta.
    Llevas cuatro capítulos y ya estoy completamente enganchada a la historia.
    Seguiré a la expectativa.
    Un abrazo.

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    1. Pues a lo mejor averiguamos algo sobre ello Kirke :) me alegro que te hayas enganchado, espero no defraudar. Un abrazo.

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  3. Hola Jorge, tengo el gusto de haberte nominado para el premio Liebster Award. El enlace con las instrucciones para que puedas acreditarlo es http://hastaqueelesplendorsemarchite.blogspot.com.ar/2016/12/premio-liebster-awards.html¡Felicitaciones y que lo disfrutes! Pasaré a leer esta segunda entrega y te dejaré un comentario aparte. Un abrazo.
    Ariel

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    1. Gracias Ariel por la nominación. Me pasaré por tu blog en cuanto pueda a recoger el premio. Un abrazo amigo!

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  4. ¡Bien Jorge! Me tienes enganchado a la historia. El capítulo 3 me ha recordado al momento de Parque Jurásico en el que el señor Hammond contrata a los doctores Grant y Sattler (tiro de Wikipedia para los nombres) para que visiten su parque, y respecto al capítulo 4... ¿Qué decirte? Nos guías de forma magistral por los alrededores de la posible tumba de Lorca, y nos presentas a un nuevo personaje, el periodista Francisco Pujales.
    Te digo la pista, compañero. Hasta la próxima.

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    1. Que dos de los comentarios al relato digan que están enganchados a la historia es todo un halago Bruno, espero no defraudar. Vamos a ver que papel toma nuestro amigo Pujales en toda esta historia. Gracias por tu visita.

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  5. Por cierto. Te doy un consejo que me dieron a mí cuando empecé mi space opera "Érase una vez en Rebis". Pin un breve resumen de lo sucedido anteriormente para así poder enganchar a nuevos lectores. Yo lo he seguido, aunque sólo he colgado hasta ahora dos capítulos.
    Un saludo.

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    1. Pues es un buen consejo, lo tendré en cuenta. Gracias Bruno :)

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  6. III
    Se va perfilando el carácter y forma de ser de Virginia… le gusta la poesía, le gusta leer, y también escribir.
    Y como sin querer queriendo nos documentas la muerte de Federico. Buen trabajo de recopilación indispensable en esta aventura que nos estás contando.
    Dos incisos…hace bastantes años vi representada la obra de Yerma por la gran actriz Nuria Spert ¿Quién mejor que ella?
    Hace algún tiempo leí “Las trece últimas horas de García Lorca” de un escritor apellidado Caballero, no recuerdo su nombre y en el que se planteaba ya donde podría estar el cuerpo de Lorca y de sus compañeros asesinados, también de la negación de la familia del escrito a moverlo de la fosa en caso de que lo encontraran…también hay otra teorías que dicen que el cuerpo lo enterró la familia con ayuda de alguna autoridad…hay mucha especulación en torno a este tema.
    Haces bien en moverte entre la realidad histórica y la quimera, da visos de realidad la manera en que lo cuentas, repito es un tema que me parece interesantísimo.
    Los diálogos son coherentes, asertivos y frios (como corresponden, no son amigos, es una cuestión laboral), y de paso se utilizan los diálogos para informar.

    IV

    Buena labor de archivo, todos los historiadores coinciden en que probablemente esté enterrado entre Viznar y Alfáca (por lo que he leído, porque es un tema que me apasiona), y con lo cuidadoso que eres con los detalles las características geográficas y paisajísticas segur que se ajustaran bastante.
    ¡Vaya! Un periodista entrometido…y al parecer crucial para la trama!…a ver que pasa…

    Ya se va encaminando la serie, a ver como lo resuelves en próximos capítulos.

    ¡Vaya curre te estás pegado Jorge!

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    1. Conozco el libro de Caballero Isabel. La historia, ya lo veréis, se mueve entre la realidad histórica, la rumorología y bastante invención por parte del autor. Es un poco mezcla de todo, si estás al tanto de los entresijos en torno a la muerte de Lorca quizás algunas cosas te suenen, en otras espero poder sorprenderte.
      Respecto a la ubicación física del lugar, son muchas horas de documentación y de bucear en el google maps para al final escribir sólo un párrafo. Si alguien tiene curiosidad os dejo los enlaces de las ubicaciones geográficas:

      Este es el parque Federico garcía Lorca, donde Ian Gibson situó la fosa:
      https://www.google.es/maps/place/Parque+Federico+Garc%C3%ADa+Lorca/@37.2441345,-3.5534585,424m/data=!3m1!1e3!4m5!3m4!1s0x0:0xc25e3199ee22b389!8m2!3d37.2441701!4d-3.5532939

      Este es el sitio donde apuntó Molina Fajardo y donde se han realizado los últimos intentos por encontrarlo, un antiguo campo de tiro del ejército en tiempos de la Guerra Civil:
      https://www.google.es/maps/@37.2413046,-3.548238,73m/data=!3m1!1e3

      Y este es el lugar donde sitúo yo la fosa (un poco a mi criterio) del otro lado del barranco de San Martín, un poco más hacia el este:
      https://www.google.es/maps/@37.2408344,-3.5458579,141m/data=!3m1!1e3

      A ver como se resuelve si ;)

      Gracias por tu visita Isabel.

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  7. Efectivamente, estás manejando la historia manteniendo la intensidad del suspenso sin quebrarla, tal vez oscilando, pero nunca cayendo y sí incrementándose hacia el final del cuarto capítulo. Descuento desde ya la mayúscula documentación que has consultado antes de poner una palabra sin apoyarla en una base firme. No conozco en profundidad la historia trágica de la ejecución de Federico a manos de las autoridades franquistas, pero en mi caso, he leído con avidez estos dos capítulos llevado por el interés que genera el argumento, desde el punto de vista literario. Tengo entendido que se han generado muchas controversias alrededor de semejante tema entre los españoles, que también hubo excavaciones, y que además está de por medio la negativa de la familia a la exhumación, en fin, que me parece que has encarado un tema difícil y al mismo tiempo muy apasionante. Por estos dos caminos que llevas el argumento van mis sinceras felicitaciones. Y me quedo aquí, Jorge, esperando la continuación de esta espléndida aventura. Un gran abrazo.
    Ariel

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    1. En realidad esta es una historia de suspense, así que ese el efecto principal que pretendo provocar en el lector, la curiosidad, las ganas de seguir leyendo, el misterio a medida que la trama avanza. Veremos si el resultado final cumple ese objetivo. Es cierto lo que dices, aquí en España es un tema recurrente y cada vez que se plantea una nueva excavación se pone de actualidad, supongo que del otro lado del atlántico la historia es menos conocida.
      Gracias por tu visita y tu siempre amable comentario Ariel. Un abrazo.

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  8. Bueno, bueno, Jorge. Y con esto quiero decir que es bueno de verdad. El tema histórico y más enmarcado en algo tan clavado en nuestra "memoria histórica" como la Guerra Civil, es un acierto. Y elegir la búsqueda del cuerpo de Lorca como punto de ignición, mejor todavía. Un misterio que llama a misterio. Incluso esa negativa de la familia a exhumar sus restos (por demás real) contribuye a ese misterio, que mezcla la realidad con la ficción (ya te lo dije) hasta ese punto tan difícil de conseguir, pero sin embargo, tan satisfactorio, en el que no se sabe dónde está una y dónde la otra. Magnífica labor en ese sentido. Y digo esto porque me imagino que no estamos más que en el preámbulo, y el relato (la aparición del periodista lo confirma) va mucho más allá que la simple búsqueda o sus resultados.
    Me gustan mucho las descripciones tan detalladas. Porque has dicho en uno de los comentarios lo del Google maps, que sino, te aseguro que creería (incluso estaba por apostar por ello) que estuviste físicamente, inspeccionando, el lugar de tu imaginaria excavación. Magnífico realmente.
    Es de agradecer la continuidad de publicación, je. Incluso te permites sacar los capítulos de dos en dos... supongo que para engancharnos mejor... Pero no has de preocuparte por eso. A los que te hemos comentado, a mí el primero, creo que ya nos tienes en el bolsillo para seguir esta saga. Espero que tengas éxito con este relato Jorge, porque lo merece. Es un gran trabajo. Por cierto, que ya veo que hay una nueva entrega. Me voy a leerla, pero si me lo permites, te la comentaré un poco más adelante... Ya sabes que voy un poco a remolque, je, je
    Un fuerte abrazo amigo

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    1. En este relato Isidoro hay mezcla de muchas cosas, realidad, leyenda urbana e invención del autor, espero que al final todo quede coherente y bien hilvanado, ya me diréis al término del relato. Efectivamente estamos en los capítulos de presentación, donde cobra más peso la presentación de los personajes y la introducción de la historia.
      Respecto a las descripciones, aunque conozco Granada, obviamente en el lugar donde supuestamente está la fosa, entre Víznar y Alfácar, no he estado nunca así que hay que tirar de las facilidades que nos brinda la tecnología.
      Los capítulos a partir del V los iré subiendo ya de uno en uno. Si subí los 4 primeros en dos publicaciones es porque éstos primeros tienen poca entidad por sí solos, dado que la trama aún no está desarrollada, y no quería que el lector perdiese interés.
      Por cierto ayer subí ya el VI así que llevas dos de retraso ya Isidoro jaja, no te preocupes, todos tenemos el tiempo tasado.
      Gracias por tu tiempo y tus siempre extensos y valiosos comentarios. Un abrazo.

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  9. Muy bueno Jorge, me ha gustado también curiosear por esos enlaces que nos dejas.
    Te aseguro que me tienes bien enganchada a la historia, los diálogos que acostumbran a ser difíciles de llevar, los manejas con auténtica soltura y consigues interesar al lector y mucho.
    Se te abren esas preguntas que tú como escritor ya estás manejando y con las respuestas que seguro nos sorprenderás.
    Como curiosidad, tienes toda la historia acabada y nos vas dosificando los capítulos, ¿es así? Porque me parecería aún más difícil que fueras construyendo la historia poco a poco.
    Un saludo

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    1. Si Conxita, la historia está terminada y la voy publicando más o menos a razón de dos entregas por semana. Me alegra tenerte enganchada, esa es la intención, veremos si os puedo seguir sorprendiendo con el resto. Parte del mérito del interés que despierta la tiene el propio tema, que de por sí es intrigante. Un saludo y gracias por comentar.

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  10. Saludos nuevamente Jorge, no voy a extenderme en lo que ya te resalté en los otros capítulos, es decir, que sigues haciendo una buena labor (respaldada por la documentación previa que hiciste) a la hora de recrear con el mayor realismo posible los detalles de la historia.

    Por lo demás, el desarrollo de la narración y los diálogos siguen un buen curso que genera el interés necesario para leer más capítulos, lo que es muy positivo porque ya sabes lo complicado que es intentar enganchar a la gente un capítulo tras otro. Así que buen trabajo nuevamente.

    P.D: Como apunte autóctono, hay otro parque dedicado a Federico García Lorca en Granada capital, donde está la que fue su casa. Lo digo por si quieres especificar que el cercano a Alfácar no es el único importante en la provincia. ¡Un abrazo!

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  11. Sí José Carlos, estuve en el parque García Lorca de Granada, a las afueras de la ciudad en lo que era la Huerta de San Vicente, la casa de la familia Lorca en la ciudad. Ahora es un museo dedicado al poeta, durante la documentación de esta historia valoré la posibilidad de incluir un capítulo en ese enclave... la respuesta en capítulos posteriores jeje. No obstante quien mejor que tú como Granadino que eres para hablar sobre estas cosas. Gracias por tu visita. Un abrazo.

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  12. Sigo disfrutando de la investigación en aras de establecer el paradero de los restos de Lorca, Jorge, me gusta el tono formal que has decidido darle, como para dejar claro que no te tomas a broma el asunto que te traes entre manos. Ninguna pega sobre la documentación, de la que haces gala para ir guiando al lector en tus propios conocimientos sobre la materia. Y, como apuntó ya Isabel, el personaje de Virginia va tomando forma, además de introducir los elementos de suspense en la trama, como la figura del periodista que conocemos al final del capítulo IV. Seguiré leyendo, Jorge, a ver qué me depara la historia ;) Bicos :)

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    1. Ese tono formal me temo que seguirá a lo largo de la historia, no en vano es una historia de suspense. Tres de los personajes principales de la historia ya han hecho acto de presencia, alguno más falta por aparecer en próximos capítulos. Gracias por comentar Eva, y hasta el próximo. Biquiños :)

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