Cuando escribí este relato no sabía que con el tiempo se haría mayor. Creció en extensión y creció hasta ocupar el lugar reservado tan solo a los inmortales; como su protagonista, una chica que vivió deprisa y murió joven. No predicó con el mejor ejemplo, pero si dejó su impronta en la memoria colectiva de una ciudad.
Este cuento obtuvo un accesit en el XI Certamen de relatos Vigo Histórico. Gracias al jurado que lo consideró merecedor de tal galardón.
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Eduarda corre sobre el empedrado irregular de la ciudad vieja.
—¡Eh tú, Maradona!
A poca distancia, tan cerca que casi puede tocarla estirando el brazo, un policía jadea tras sus pasos. La chica posa la mirada, junto con sus esperanzas, en la esquina donde