sábado, 24 de febrero de 2018

El Incidente Cooper. Capítulo III: Una ventana al más allá

A mi llegada a la mansión se me asignó un pequeño cuarto donde instalarme. Después de dejar mis cosas acudí de inmediato a ver al general. Se encontraban acompañándolo la doctora Emma Adams, una mujer de aspecto agradable que rondaría los cuarenta, y un joven técnico de nombre Andrew Morgan al que todos apodaban Bucket por la peculiar forma alargada de sus facciones. El sargento se encargaba del manejo de las dos estrellas tecnológicas del Proyecto, Aurora y Hades, de cuyas capacidades esperábamos grandes resultados.

Cooper se hallaba ya en fase terminal. Lo saludé pero fue incapaz de dirigirme la palabra, apenas era ya consciente de su entorno. El desenlace podría producirse de un momento a otro. Sus débiles constantes vitales eran continuamente monitorizadas y nuestros dos prodigios electrónicos se hallaban listos para ser operados en cuanto los médicos diesen el pistoletazo de salida. Nada más podía hacer allí y decidí ir a deshacer las maletas y entrevistarme con el brigadier Brown para ponerme al corriente del resto de detalles, dejando instrucciones precisas de que se me avisase si había algún cambio. Así transcurrió todo el día. Poco antes de las doce me fui a dormir, cansado como estaba del viaje y el ajetreo. Debían ser alrededor de las dos de la madrugada cuando me despertaron.

lunes, 19 de febrero de 2018

El Incidente Cooper. Capítulo II: El Proyecto Aurora

En pocos días la casa del general Cooper se transformó en un centro de operaciones. El alto mando había considerado la posibilidad de trasladarlo a un hospital militar, pero por deferencia a su rango se decidió que pese al mayor coste se trataría de trastocar su rutina lo menos posible. Entonces no lo sabíamos, pero aquel fue el primero de muchos errores.

Los equipos electrónicos se instalaron en una habitación amplia en el ala sur de la mansión, a donde se llevó su cama y cuanto fuese necesario para que estuviese cómodo. Junto con toda la parafernalia se alojó también un operario encargado de las cuestiones técnicas. Dos médicos se turnaban para permanecer en todo instante junto al general vigilando sus constantes vitales, ambos eran expertos en sus campos respectivos y llegado el momento serían cruciales para la monitorización del proceso. Todos los integrantes del equipo ostentaban rango militar y habían tenido algún tipo de contacto con Cooper previo al Proyecto.

Engrosaban además el operativo más de diez escoltas que vigilaban estratégicamente el perímetro, no dejando acercarse a nadie sin autorización. El brigadier George Brown fue asignado para supervisar la operación, convirtiéndose en los ojos del alto mando y en el militar de mayor graduación al cargo. Llegó un par de días después e instaló su despacho en la planta baja, no lejos de la habitación donde descansaba Cooper.

martes, 13 de febrero de 2018

El Incidente Cooper. Capítulo I: Un salón en penumbra

   Mi nombre es James Kaufman y desde hace ocho años soy coronel en la reserva del Cuerpo de Marines, casi el mismo tiempo que preciso de medicación y asesoramiento psicológico para poder afrontar lo que hemos dado en llamar vida. Aunque, en lo que atañe a la vida y la muerte, mi concepto de ambas a buen seguro tiene poco que ver con el de ustedes. Después de mi participación en el Proyecto Aurora, que más tarde y a tenor de los acontecimientos que se produjeron en aquellas fechas pasaría a conocerse en los archivos militares como el Incidente Cooper, no pude seguir vistiendo mis galones como si nada hubiera sucedido. 

    No albergo la esperanza de que estas líneas que escribo recluido en mi casa de campo puedan ser alguna vez publicadas y, si así fuera, quienes leyesen este documento seguramente no se tomarían los hechos en serio. En cualquier caso, no tengo ninguna duda de que desde muy arriba se haría todo lo posible para hacerlo pasar por las elucubraciones de un loco. Sea como fuere, siento la necesidad de desahogarme sobre un papel para exorcizar mis miedos, para purgar mi culpa y la de todos aquellos que siguen aún ciegos, escudados tras el nombre de la tan sacralizada Patria.