sábado, 21 de febrero de 2015

Lo que de verdad importa

Como una galaxia de violáceas supernovas los adornos pendían en el techo del centro comercial. Multitud de luces que no dejaban de parpadear parecían señalar el camino hacia las tiendas, incitando al instinto consumista de las masas. El recinto se hallaba abarrotado de clientes que realizaban sus últimas compras navideñas. Otros años había participado también de aquella explosión de júbilo, pero ahora vagaba en forma errática por los pasillos detrás de Ana, portando un cargamento de bolsas mientras ella escrutaba los escaparates en busca del regalo adecuado. Habíamos dejado a los niños durante unos días en casa de su hermana. Eso nos daba mayor libertad para disponer de nuestro tiempo y además, yo necesitaba pensar.

La vorágine comercial me había mantenido la mente ocupada durante toda la tarde, pero cuando descendimos las escaleras mecánicas hacia el parking mis miedos regresaron. Cargamos el maletero y suspiré aliviado en cuanto vi desaparecer aquella maraña de cachibaches bajo la chapa.

– ¿Conduces tú? – preguntó Ana tratando de leerme el rostro.

No tuvo necesidad de escuchar mi negativa. Ocupó el asiento del conductor y yo me senté a su lado. Antes de arrancar se inclinó para besarme en la mejilla. A pesar del paso de los años aún sentía un cosquilleo en el estómago cada vez que posaba sus labios sobre mi rostro y ella lo sabía.

Cuando entramos en la casa tan sólo nos saludó el silencio. Echaba de menos el corretear de unos pies menudos y los gritos de los pequeñajos cuando acudían a recibirnos. Ahora dudaba si había sido buena idea librarnos de ellos por unos días, aunque de haber estado con nosotros probablemente no hubiera reunido el aplomo para mirarles a los ojos. Sentía que les había fallado, a ellos... y a Ana.

Mientras mi esposa deshacía los paquetes encontré refugio en la soledad de nuestra habitación. No me encontraba con fuerzas para ayudarla. Me quité la ropa y dirigí mis pasos hacia el cuarto de baño. El agua cayéndome sobre las sienes desde la ducha me relajó un tanto y al mismo tiempo disimuló algunas lágrimas, que se escaparon para fundirse con los regueros que parecían arrastrar también mi ánimo hacia el desagüe. Noté de repente un tacto frío sobre el hombro.

Ana estaba detrás mía, tan desnuda como yo mismo. Aunque ya había alcanzado los cuarenta su cuerpo se me antojaba el de una niña, rezumaba lujuria e incitaba al deseo. Posé mi mano sobre uno de sus pechos y como si hubiera accionado un resorte, en el rostro se le dibujó una sonrisa. Jamás sería capaz de hilvanar una frase que pudiera expresar cuanto la amaba, pero nunca nos habían hecho falta las palabras. Entonces me derrumbé.

Tuve que agacharme en la bañera y el llanto se apoderó de mí como si fuese un niño. Ana no dijo nada. Se limitó a cerrar el grifo y se sentó a mi lado, acariciándome el cabello empapado. Dejó que me desahogara hasta consumir todas mis lágrimas y entonces me tomó la barbilla con su mano de princesa, obligándome a mirarla.

– No es el fin del mundo – me dijo –  Otros han perdido su trabajo antes que tú y muchos más lo harán después. Saldremos adelante. No olvides nunca esto, ¡lo que de verdad importa jamás conseguirán arrebatártelo!

Me sentí caer en el pozo de sus ojos. Sonreí y como si un espejo me devolviese su imagen, de nuevo los labios se le curvaron en una media luna radiante.


– Vamos a buscar a los niños – le rogué –  ¡Vámonos ahora mismo!



NOTA: relato escrito para el concurso con temática "El fin del mundo" del Círculo de Escritores.

Licencia Creative Commons
Lo que de verdad importa por Jorge Valín Barreiro se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.
Basada en una obra en http://brumasdegallaecia.blogspot.com.es/2015/02/lo-que-de-verdad-importa.html.

21 comentarios:

  1. En estos días millones de personas sienten que se les acaba el mundo como al personaje de tu historia, cada pérdida de empleo es un cataclismo familiar. Un abrazo muy bueno relato

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    1. Muy cierto lo que comentas. Gracias por pasarte Mercedes.

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  2. Su propio fin del mundo! Buena reacción la de su mujer

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  3. Magnífico, Jorge. Un fin del mundo personal. Un narración estupenda y unos personajes totalmente creíbles. Un gran relato.
    Un saludo.

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    1. Gracias Ricardo, suerte también en el concurso. Nos vemos por tusrelatos.

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  4. Magnífico Jorge, ahora has sido tú el que me has dejado más despistado que un esquimal en Hawai. Hasta casi el final del relato venía rumiando que el fin del mundo para el protagonista era que le habían detectado una enfermedad terminal o algo parecido. Algo trágico, sin vuelta atrás, que no se podía reparar. Pero no, el fin del mundo era en realidad la pérdida del empleo. Un trance de lo más común en nuestros días que no debe obsesionarnos ni hundirnos, puesto que, como acertadamente dice Ana, "lo que de verdad importa jamás conseguirán arrebatárnoslo". La atmósfera también está muy conseguida, cargada desesperación en consonancia con la pesadumbre del protagonista. Un abrazo.

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    1. Hay muchos tipos de fin del mundo, este puede ser uno de ellos. Gracias por pasarte Enrique. Abrazos.

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  5. ¡¡¡Uuufff!!! Me he emocionado... Pero muchísimo... Tiene una ternura muy especial... La desesperanza, a pesar de ser tan triste, está cargada de dulzura, de mimo... El Amor que transmite es Mágico... Es como una Caricia de Letras...
    ¡Precioso!
    ¡Besitines! ;)

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    1. Gracias Jara, lo que es precioso es tu comentario. Un saludo.

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  6. Un relato lleno de realismo Jorge. Consigue atraparte. Me gusta, un saludo!!

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  7. Me ha encantado la realidad de tu relato. Hay fines del mundo muy jodidos, más que invasiones alienígenas. Hay gente que no sale de eso porque es muy duro. Tocas bien los hilos y presta muchas de las emociones que describes, las haces sentir. Muy bueno, señor desconocido pero concido futuro guía de un paraíso gallego! Abrazo

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    1. Gracias Ana!! si el relato es capaz de transmitir algún sentimiento entonces ha merecido la pena escribirlo. P.D.: tan desconocido ya no soy ;)

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  8. Jorge me ha parecido muy tierno tu relato. Me ha encantado el apoyo sin pedir nada a cambio, el amor, la confianza, en unos momentos en que el hombre lo necesita.
    Desgraciadamente un relato de mucha actualidad. Cuanto dolor!
    Saludos

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  9. Me encanta como penetras en la psicología del protagonista. Hasta el hecho de que vaya detrás de su mujer en el centro comercial denota cómo se siente relegado. Es verdad que un trabajo es más que un medio de ganarse la vida, constituye una parte importante de nuestra identidad, de ahí que hayas reflejado tan bien su depresión. Pero lo mejor, la esperanza y el amor que viene de la mano de mi tocaya. Te felicito y te mando un abrazo

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  10. Lo más triste del relato, el cual es un drama en toda regla (aunque con final alentador para la felicidad del protagonista), es que es una historia que no tiene un encuadre específico en el tiempo, ya que puede ocurrir en cualquier momento y época.

    Reflejas bien el pesar del protagonista, e introduces el apoyo de la mujer, indispensable para que él no se quede hundido en el pozo de la tristeza.

    ¡Un saludo Jorge!

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    1. En realidad este relato fue escrito para un concurso cuya temática era "El fin del Mundo", y se me ocurrió que los fines del mundo personales pueden ser a veces los más dramáticos. Gracias pasarte y comentar José Carlos. Un saludo.

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