Tras casi seis meses, más de 30 participantes, 5 duelos y mucho trabajo, éste es el relato que presenté a la final del Torneo de Escritores de www.tusrelatos.com. Tuve el placer y al mismo tiempo podríamos decir desgracia de competir con un gran rival, mi compañero Paco Castelao, que estuvo a la altura de lo que se esperaba en un evento de éstas características, presentando un excelente trabajo. Sólo el hecho de haber participado y tener la suerte de haber llegado hasta aquí ha merecido la pena. ¿El resultado? A quien tenga curiosidad lo animo a seguir leyendo, pero no vale hacer trampas, los atajos no sirven en ésto de la literatura.
*****
El sol se ponía tiñendo de rojo el horizonte y dibujando un reflejo escarlata sobre el espejo de la ría. Lo vi agazaparse tras las islas que cierran la ensenada, para terminar besando aquellas aguas que a principios de la primavera aún debían estar demasiado frías. Una historia de amor envidiable, pensé, pues el paso de los eones no había sido capaz de romper su hechizo.
Me gusta pasear por la playa, escuchar el rumor de las olas hablar cuando golpean contra la orilla, sentir la arena abrazando mis pies al hundirse en sus entrañas y las caricias del mar sobre la piel desnuda. Cuando las fuerzas abandonan y la nostalgia se erige en dueña de mi espíritu, la quietud de esos lugares me devuelve la paz que no consigo de otro modo. Si los problemas que acechan son triviales me acerco a cualquiera de las playas urbanas que salpican la costa de mi ciudad. Si las penas se clavan en el alma como mil agujas, atravesando su carne imaginaria, busco el lugar más apartado que pueda encontrar. Aquella tarde había partido de la urbe y cruzado al otro lado de la ría recorriendo su costa hasta la punta oeste, donde la tierra se asoma al océano insondable.
Me encontraba en la playa de Melide, un extenso arenal rodeado de pinares al que no se accede más que por una pista sin asfaltar salpicada de baches cubiertos con una capa polvorienta. La playa forma una media luna de arenas blancas, flanqueada a ambos lados por sendas elevaciones rocosas sobre las que se enseñorean tres faros majestuosos. Uno en su lado oriental, más escarpado, y otros dos en la orilla occidental por la cual serpentea un sendero que conduce hasta la punta del Cabo Home, testigo mudo de naufragios y tragedias de las que dan cuenta las cruces que en memoria de tales hechos se levantan en medio de los acantilados.
Disfrutaba el privilegio de disponer del arenal para mí sólo pues lo poco avanzado del año y la hora tardía conseguían que pocos se acercasen hasta el lugar. Sentado junto a la orilla, oía suspirar a las olas, quejarse a las gaviotas, y la brisa no hacía más que azotarme el rostro y salpicarlo de agua impregnada en salitre. Parecía que se burlase de mí con su incansable ulular, susurrándome en los oídos frases cargadas de nostalgia. Con sólo veinticinco años empezaba a sentir que mi mundo se resquebrajaba.
Poco tiempo para haber vivido y sin embargo me parecía haber vivido ya demasiado. Empecé a trabajar a los dieciséis, compaginando el desempeño laboral con los estudios. Desde entonces no dejara de hacerlo. No hasta unos meses atrás. La maldita crisis se había llevado por delante mis ilusiones. Empezaba a sospechar que aquello no era tal cosa, sino una estafa urdida por un grupo de sinvergüenzas donde perdíamos siempre los mismos. Y hacía tan sólo una semana que había roto con Laura.
Laura, la de los ojos color miel y sonrisa cálida como la lumbre. Aunque los últimos meses a su lado habían sido difíciles, todavía la quería. No estaba seguro de que ella sintiese lo mismo. Siete años de convivencia crean muchos vínculos y no menos desavenencias. En nuestro caso había pesado más lo segundo. Al repasar el por qué de nuestra situación no acertaba a encontrar una explicación concreta y sin embargo ninguno de los dos podíamos negar que la relación se había deteriorado hasta el punto de necesitar descansar el uno del otro. Me levanté, acercándome hasta la orilla.
Agarré una rama que dormía sobre la arena y escribí unas palabras allí donde el agua del mar le daba mayor consistencia: A pesar de todo, aún te quiero. Sin duda la frase tonta de la semana, pensé. Poco duró el ensimismamiento, pues al poco rato otro objeto llamó mi atención. Algo flotaba sobre las olas.
Desconozco qué me impulsó a hacer aquello pero corrí hacia la mar con la ropa puesta hasta que el agua cubrió mi cintura. Tomé la botella, el corazón dio un vuelco al descubrir que en su interior bailaba un papel enroscado. Regresé a la orilla. Me costó quitar el corcho, había sido colocado a conciencia. Tuve que echar mano de la navaja para deshacerlo. Saqué el contenido y desenrollé la hoja. Leí con el aliento entrecortado.
Hola. Soy Ángela, y estoy buscando un beso. Pero no un beso cualquiera, sino el Beso que sólo alguien como tú es capaz de regalarme. Porque estoy segura que este mensaje habrá llegado a la persona correcta en el momento adecuado. Si tú tienes mi Beso, todos los primeros de Octubre, a la caída del sol, estoy en el Parque del Prado de mi ciudad, Montevideo, junto a La Diligencia, vistiendo un pañuelo rojo al cuello, esperando a que me lo traigas. No te demores.
La lectura me produjo una sensación confusa. ¿Quién podía haber escrito aquello? ¿Se trataba de una broma? ¿Alguna loca sin más quehaceres que enviar mensajes absurdos en una botella desde el otro lado del Atlántico? No le di más vueltas. Guardé el papel en un bolsillo, aún hoy desconozco todavía el por qué, y arrojé el recipiente otra vez al mar que lo acogió de nuevo entre sus aguas.
En la orilla, las olas habían borrado mi frase.
Me encontraba en la playa de Melide, un extenso arenal rodeado de pinares al que no se accede más que por una pista sin asfaltar salpicada de baches cubiertos con una capa polvorienta. La playa forma una media luna de arenas blancas, flanqueada a ambos lados por sendas elevaciones rocosas sobre las que se enseñorean tres faros majestuosos. Uno en su lado oriental, más escarpado, y otros dos en la orilla occidental por la cual serpentea un sendero que conduce hasta la punta del Cabo Home, testigo mudo de naufragios y tragedias de las que dan cuenta las cruces que en memoria de tales hechos se levantan en medio de los acantilados.
Disfrutaba el privilegio de disponer del arenal para mí sólo pues lo poco avanzado del año y la hora tardía conseguían que pocos se acercasen hasta el lugar. Sentado junto a la orilla, oía suspirar a las olas, quejarse a las gaviotas, y la brisa no hacía más que azotarme el rostro y salpicarlo de agua impregnada en salitre. Parecía que se burlase de mí con su incansable ulular, susurrándome en los oídos frases cargadas de nostalgia. Con sólo veinticinco años empezaba a sentir que mi mundo se resquebrajaba.
Poco tiempo para haber vivido y sin embargo me parecía haber vivido ya demasiado. Empecé a trabajar a los dieciséis, compaginando el desempeño laboral con los estudios. Desde entonces no dejara de hacerlo. No hasta unos meses atrás. La maldita crisis se había llevado por delante mis ilusiones. Empezaba a sospechar que aquello no era tal cosa, sino una estafa urdida por un grupo de sinvergüenzas donde perdíamos siempre los mismos. Y hacía tan sólo una semana que había roto con Laura.
Laura, la de los ojos color miel y sonrisa cálida como la lumbre. Aunque los últimos meses a su lado habían sido difíciles, todavía la quería. No estaba seguro de que ella sintiese lo mismo. Siete años de convivencia crean muchos vínculos y no menos desavenencias. En nuestro caso había pesado más lo segundo. Al repasar el por qué de nuestra situación no acertaba a encontrar una explicación concreta y sin embargo ninguno de los dos podíamos negar que la relación se había deteriorado hasta el punto de necesitar descansar el uno del otro. Me levanté, acercándome hasta la orilla.
Agarré una rama que dormía sobre la arena y escribí unas palabras allí donde el agua del mar le daba mayor consistencia: A pesar de todo, aún te quiero. Sin duda la frase tonta de la semana, pensé. Poco duró el ensimismamiento, pues al poco rato otro objeto llamó mi atención. Algo flotaba sobre las olas.
Desconozco qué me impulsó a hacer aquello pero corrí hacia la mar con la ropa puesta hasta que el agua cubrió mi cintura. Tomé la botella, el corazón dio un vuelco al descubrir que en su interior bailaba un papel enroscado. Regresé a la orilla. Me costó quitar el corcho, había sido colocado a conciencia. Tuve que echar mano de la navaja para deshacerlo. Saqué el contenido y desenrollé la hoja. Leí con el aliento entrecortado.
Hola. Soy Ángela, y estoy buscando un beso. Pero no un beso cualquiera, sino el Beso que sólo alguien como tú es capaz de regalarme. Porque estoy segura que este mensaje habrá llegado a la persona correcta en el momento adecuado. Si tú tienes mi Beso, todos los primeros de Octubre, a la caída del sol, estoy en el Parque del Prado de mi ciudad, Montevideo, junto a La Diligencia, vistiendo un pañuelo rojo al cuello, esperando a que me lo traigas. No te demores.
La lectura me produjo una sensación confusa. ¿Quién podía haber escrito aquello? ¿Se trataba de una broma? ¿Alguna loca sin más quehaceres que enviar mensajes absurdos en una botella desde el otro lado del Atlántico? No le di más vueltas. Guardé el papel en un bolsillo, aún hoy desconozco todavía el por qué, y arrojé el recipiente otra vez al mar que lo acogió de nuevo entre sus aguas.
En la orilla, las olas habían borrado mi frase.
— Se te ve muy bien. La vida desemparejada no te ha sentado mal después de todo.
Laura sonrió con timidez. Disfrutaba al verla sonreír pero había algo aquella vez que me desconcertó. Llevaba el pelo recogido en una trenza, lo que acentuaba la redondez de sus mejillas. Las líneas de los ojos perfectamente delimitadas y un discreto color encarnado en los labios. Iba muy arreglada, como era habitual en ella. Había transcurrido más de un mes desde el final de nuestra relación y quedamos para tomar un café. Y para hablar. Fui yo quien la llamó.
— A ti también se te ve bien —devolvió el cumplido, tal vez por compromiso.
— No me va mal — mentí.
El olor de su perfume trajo recuerdos de un pasado que se me antojaba haber vivido en otra vida. Cuando le hacía el amor esos efluvios me embriagaban, habían pasado a formar parte de su ser tanto como estaban prendidos en mi memoria.
— Bueno ¿y de que querías hablarme?
El tono tan directo me desarmó. Titubeé antes de responder, seguramente a ella no le pasó desapercibido.
— Pues… de nosotros, supongo.
Me arrepentí al momento de aquella frase, pero no podía devolverla a mis labios. No estaba seguro de que todavía hubiese un nosotros.
— ¿Sigues vaciando las tiendas los sábados por la tarde? — añadí en tono de broma, tratando de desviar la atención sobre el desliz.
— Ahora sólo es mi tarjeta de crédito la que lo sufre.
Lo dijo dibujando en sus labios una media luna, pero era obvio que no habíamos empezado con buen pie. En cierto modo parecíamos dos desconocidos que hubiesen concertado una cita a ciegas. O peor aún, dos desconocidos que a pesar de serlo tuviesen mucho que echarse en cara.
— Ya sé que ahora no estamos juntos, pero podría acompañarte algún fin de semana y luego podríamos ir al cine. No veo motivo por el que no debamos ser amigos.
Bajó la vista al principio. Luego me miró a los ojos, tratando de escrutar lo que escondían. Yo desvié la mirada por instinto, intentando ocultarlo. Cambió el gesto serio y tomó una de mis manos. Había olvidado lo liviano de su tacto. Es increíble lo que puede olvidarse en tan sólo treinta días.
— César, lo nuestro fue hermoso, pero todo tiene un final y no sirve de nada prolongarlo.
Hubiera deseado no seguir escuchando, pero tocaba aguantar el tipo. Después de todo yo había buscado aquello y entraba dentro de lo posible. Lo que vino a continuación también entraba dentro de lo posible, aunque yo no lo hubiese contemplado.
— Mira, te tengo cariño. Pero he conocido a otro chico. Estamos empezando y de momento nos va muy bien. Lo siento.
— A pesar de todo, aún te quiero.
Había pensado en el momento adecuado para soltar la frase. Pero se quedó anclada en mi memoria, sin atreverse a salir. Al igual que las olas la barrieron un día de la arena, sus palabras la habían hecho esfumarse hacia lo imposible. Para siempre.
Deseé escapar lejos, muy lejos. A la playa más remota que pudiera encontrar.
Los últimos meses había naufragado constantemente en un mar de desconcierto. Pero lo que estaba haciendo carecía por completo de sentido. ¿Acaso me había vuelto loco? Supongo que cuando no se tiene nada que perder la razón cede el paso a lo irracional y nuestros actos dejan de regirse por la lógica, para pasar a ser guiados por impulsos. La primavera comenzaba a despuntar y coloridas flores adornaban el parque. Me sentía extraño por vivir dos Abriles en un mismo año. Con la salvedad de que era Octubre. Primero de Octubre, primavera en el Hemisferio Sur.
El viaje había consumido buena parte de mis ahorros. No me costó encontrar La Diligencia. Siguiendo el trazado de la avenida Lucas Obes bordeando el parque Prado, en el cruce con la avenida Agraciada se divisaba el monumento, algunos metros dentro del recinto. Un estrecho sendero empedrado conducía hasta un pequeño lago circular. En medio se levantaba una isleta y en su centro el conjunto escultórico donde una recua de caballos tiraba del carromato arrastrándolo fuera de las aguas. De pie sobre el estribo un hombre barbado blandía su látigo, con el que azuzaba a las bestias mientras a su espalda una mujer de senos generosos viajaba sentada sosteniendo a su hijo en el regazo. Delante del transporte otro solitario jinete dirigía la escena, ostentando el mando a la par que realizaba el menor esfuerzo. Caía la tarde, una tarde calurosa y llena de incertidumbre.
Buscaba sin saber muy bien el qué. Si el mensaje en la botella era cierto debería encontrar una mujer vistiendo un pañuelo rojo al cuello. Tal vez fuese tan sólo una broma y nadie acudiría a la cita. O quizás la misteriosa chica se hubiese cansado de buscar su Beso. O puede que algún afortunado se lo hubiera regalado y ya no necesitase de ningún beso traído desde el otro lado del Atlántico. La imaginaba morena, de estatura media y ojos castaños, esbelta, de complexión delgada y sonrisa natural en los labios, como Laura. O tal vez fuese rubia y más bien gordita, de ojos azules y tez inmaculada, con voz encandilante de sirena. O a lo peor, Ángela ni siquiera existía. Por si acaso me concentré en la gente que paseaba por el lugar. Entonces la vi.
Vestía pantalones vaqueros y una camisa morada que resaltaba su figura estilizada. El pañuelo rojo que se le anudaba al cuello hacía juego con sus zapatos. Estaba de espaldas, una melena ocre le caía lacia hasta casi alcanzar su cintura. Corrí hacia ella como empujado por un resorte. El corazón quería salírseme del pecho. Al llegar a su altura la tomé del brazo sin pensar demasiado en lo que hacía.
— ¿Ángela?
Se volvió y me miró desconcertada.
— Sí. Y tú ¿quién eres?
Contemplé su rostro y sus ojos marrones. Algunas arrugas le marcaban el borde de los párpados y el labio superior.
Aquella mujer debía rondar los cincuenta años.
Sentados en un banco en mitad del parque observaba como el viento ligero jugaba a despeinar sus cabellos. Ella sostenía el papel que le había dado instantes antes, por esos azares de la vida había vuelto de nuevo a sus manos temblorosas. La miraba con cierta incomodidad, esperando encontrar un momento para decir algo. Mientras tanto el silencio era mi mejor consejero.
— Nunca pensé que nadie viniera a devolverme esto.
Su voz aparentaba menos edad. Conservaba buena parte de la hermosura que sin duda la había adornado en su juventud. Tenía el rostro alargado y los pómulos marcados, los labios finos cuidadosamente delineados en rojo, la nariz un tanto respingona y la mirada profunda.
— Sin embargo aquí estás, primero de Octubre y puntual a tu cita — la tuteé con la familiaridad que otorgaba el haberla pensado tantos meses.
— Hace años que no venía. Fue una locura de juventud y ni siquiera entonces esperaba que apareciese ningún príncipe. No sé lo que me impulsó a venir esta vez. Ni quiero pensar en ello demasiado.
— ¿Años? ¿Qué quieres decir?
— Perdona, tú no tenías por qué saberlo. Escribí este papel con poco más de veinte. Era una chiquilla entonces.
Me sentí ridículo. Había viajado miles de kilómetros persiguiendo una quimera. No había nacido cuando aquel tesoro fuera lanzado al mar. Se suponía que el mensaje debía haber llegado a la persona correcta y en el momento adecuado. No estaba seguro si yo era esa persona, pero dudaba por completo del momento.
— Por aquel entonces era una joven soñadora — se justificó — supongo que esas tonterías me hacían sentir viva. Cada año que venía me sentía especial, aunque nunca pasara nada.
— No eran tonterías — le dije.
— Y tú ¿has cruzado el océano por esto?
— Es una historia complicada. Ya ves que puestos a hacer locuras, yo no soy el más cuerdo de los dos.
Se apartó con la mano el cabello que la brisa se empeñaba en introducirle entre los ojos. Transmitía delicadeza en cada gesto. Tan sólo habíamos intercambiado unas palabras y sin embargo la complicidad había llegado sin ser invitada.
— ¿Eres feliz? — inquirí en un impulso.
Encogió los hombros, dándome a entender que la respuesta no era tan trivial como la pregunta. Tardó unos segundos en contestar, tal vez ni siquiera ella misma conociese la respuesta.
— Tengo un marido, dinero, una casa lujosa y dos hijos estupendos — no pudo ser más concisa, ni más diáfano el significado de sus palabras.
— Bueno pues… supongo que pasaré unos días por aquí y volveré a mi país.
— Pero antes deja que te invite a comer a casa. Es lo menos que puedo hacer después de haber cruzado el océano por mí.
Fui incapaz de negarme, ambos habíamos esperado mucho como para matar aquel encuentro en una tarde. Me asomé al balcón de sus ojos y por un momento sentí vértigo.
— ¿Dejarás al menos que te devuelva tu Beso?
Sonrió. Sonrió del modo más hermoso en que jamás recordaba haber visto sonreír a una mujer. Los labios le temblaron y las mejillas se le arrebolaron de vida. Me pareció atisbar el deseo tras sus pupilas, aunque quizás sólo fue mi imaginación.
— No. Mejor no.
Ángela vive en una casa a las afueras, con un amplio jardín sembrado de palmeras. Su marido Mario es un hombre afable, aunque está poco en el hogar. Los negocios permiten a la familia gozar de una posición desahogada, a la vez que lo esclavizan.
Tienen dos hijos. Alejandro, un mozalbete larguirucho y hechizado por los coches de alta gama. Y Zulema, jovenzuela de escasos dieciocho, rubia de senos incipientes y ojos azules y vivarachos cuyo desparpajo a veces me sobrepasa.
Comimos sobre unas mesas de jardín, abanicados por hojas de palmera. Ángela contó entre risas el motivo de mi viaje y durante un buen rato fui objeto de las burlas de los chiquillos. En algún momento creí ver asomar los celos tras la mirada de Mario. Fue la primera, pero no la última, hubo más comidas como aquella en las que compartí horas de asueto con la familia.
A veces me asalta el deseo de devolverle a Ángela su Beso perdido, ese que no pude darle en el banco del parque. Sé que ella siente lo mismo, al menos en algunos momentos en que relaja su férreo autocontrol. Pero nunca ocurre nada. Ambos tenemos mucho que perder.
Ella un marido algo aburrido que la comparte con su trabajo, una casa lujosa y una vida llena de comodidades. Y yo…
Atardece en la playa de Punta Espinillo. Los pinares que la enclaustran y su entorno salvaje me recuerdan alguna de las que he dejado en mi tierra. Se trata de un lugar apartado, un tanto alejado de la ciudad. Vengo a menudo, es la mejor receta contra el bullicio.
Llevo aquí algunos meses. Termina la primavera y no me hago aún a la idea de pasar las Navidades en manga corta, mas son tiempos de cambio. Mario me ha ofrecido un empleo en el bufete, pero lo rechacé. Deseo valerme por mis propios medios. Trabajo a mitad de jornada descargando en el puerto y por las tardes doy clase a unos chiquillos. No es un mal comienzo.
Me he adelantado hasta la orilla. Es agradable comprobar que las olas son igualmente traviesas tanto en el sur como en el norte, siento sus frías caricias masajeando mis pies. Tomo una rama que flota sobre el mar y escribo unas palabras arañando la arena.
¿Sabes lo que siento en este preciso instante?
Contemplo la obra y me agradan sus curvas. Por lo visto escribir frases absurdas en la playa se ha convertido en mi especialidad.
— ¿Qué es eso?
Zulema ha llegado corriendo como viento fresco. No sabe de mi afición a la literatura efímera.
— La frase tonta de la semana, supongo.
— ¡Tú sí que eres tonto! — ríe.
Me planta un beso en la mejilla y la contemplo caminar hacia las aguas, el cabello dorado le campanea en una coleta sobre los hombros. Admiro las formas de su cuerpo juvenil, la redondez que le adorna las caderas y sus piernas largas, y siento celos del abrazo del mar cuando se sumerge en sus entrañas.
— Que te quiero — me respondo sin dejar de pensarla.
En ese momento las aguas inmisericordes se llevan mi obra para siempre, como en un Deja vu al que estoy condenado no importa donde me halle. Escucho el susurro constante de las olas, las gaviotas graznan sobre mi cabeza y la brisa me habla al oído acerca de imposibles.
Pero confieso que nunca le he hecho mucho caso.
NOTA: Relato presentado a la final del Torneo de Escritores de www.tusrelatos.com. Condiciones: Máximo 3000 palabras; Debe estar basado en la frase "Se lo que sientes en este preciso momento". Y por fin y tras una ajustada votación de 18 a 15... éste ha sido el relato ganador!
Enhorabuena, Jorge. Me alegro mucho por ti. Como dices, tuviste un gran rival de mucho talento (lo sabré yo que me venció merecidamente), pero tú no creas que te quedas atrás. Por algo has llegado donde has llegado. Yo disfruté mucho con tu relato, de gran calidad literaria, con una historia que engancha. Lo dicho, que te felicito de corazón y te mando un beso muy fuerte
ResponderEliminarMuchas gracias Ana por tus palabras. Lo cierto es que fue una final disputada. Me alegra que te haya gustado. Un beso.
EliminarBuen relato, amigo Jorge, con un más que merecido premio. Un saludo.
ResponderEliminarGracias Bruno por tus palabras. Un saludo.
EliminarFelicidades por la trama, el enganche, el dinamismo en tus palabras...seguro que tuviste grandes competidores, pero se entiende perfectamente que hayas ganado. Enhorabuena!!!!!!
ResponderEliminarGracias Marta :) pero seguro que exageras un poco jeje. El relato gustó mucho a unos y no tanto a otros, es lo que pasa cuando te metes tan de lleno en un género específico. Gracias por visita.
EliminarEn un torneo de escritores no se valora un relato, sino la obra de un autor (al menos la obra presentada al torneo) No vale la suerte de dar el golpe con una buena historia; hay que ser muy bueno contando historias para llevarse el premio. Sobre todo si compites con el elenco que han formado la parrilla de salida (a algunos os conozco y lo puedo constatar)
ResponderEliminarAlgunas veces me has dicho que soy demasiado generoso en elogios hacia tus escritos pero que quieres, a las pruebas me remito. Y creo que esta vez me dan la razón. Eres bueno, y punto. Mi más sincera y sentida enhorabuena compañero.
En cuanto al relato en cuestión, no voy a hacer ningún comentario al uso, porque creo que está todo dicho y yo, por esta vez, me callo.
Lo que si digo es que me ha encantado. Creo que los gallegos tenemos una cierta querencia por los sueños embotellados. Y otra cosa: creo que tenemos alguna conexión especial con el otro lado del Atlántico. ¿No te parece?
Un fuerte abrazo compañero
Bueno Isidoro, he de decirte que al ser un torneo por eliminatorias, en las tres primeras rondas he tenido unos rivales asequibles. Curiosamente los relatos de la segunda y tercera rondas, "secreto de confesión" y "elige un arma" son de los que más satisfecho me siento, quizás junto con éste, aunque los otros dos cosecharon mejores críticas. Sí es cierto que en semifinales y final me tocó medirme con dos grandísimos escritores como son Jose Capel y Paco Castelao.
EliminarEste relato me deja una sensación extraña, cuando lo pensé tuve claro que la fuerza del mismo tenía que estar en el lado romántico y en como se contaba la historia. La trama, aunque un tanto secundaria, debía tener cierta intriga para no aburrir al lector durante tanta extensión. Y es curioso comprobar como ese planteamiento de la historia ha sido su punto fuerte y débil al mismo tiempo, pues hay quien se ha deshecho en elogios por su punto romántico y a quién eso le ha parecido poco interesante. Supongo que en un texto tan marcado influye mucho el gusto personal de cada quien. No obstante fue la apuesta que hice para la final y salió bien.
Te agradezco mucho tus elogios, aunque siempre me parecen exagerados. No obstante viniendo de quien vienen se agradecen mucho más, pues te considero un escritor de peso, que además no sueles callarte las críticas cuando hay que hacerlas.
Y sí, es cierto que algo tenemos con el otro lado del atlántico, aunque en este caso se trataba de buscar un lugar de origen adecuado para la botella ;)
Un abrazo amigo Isidoro.
Enhorabuena,Jorge! Desconozco cómo escriben los demás, pero tú lo haces francamente bien. No es que yo sea una especialista pero me encanta leer y me he vuelto muy exigente. Tus relatos me enganchan,los leo y los disfruto hasta el final. No dejes de escribir nunca. Un saludo.
ResponderEliminarGracias Auxi por tus palabras. En esto de escribir se está aprendiendo constantemente, así que la exigencia propia y la de los lectores es algo que debe estar siempre presente. Bicos.
EliminarJorge, primero de todo, enhorabuena, pues creo que eres justo vencedor. Al menos desde que yo empecé a seguir el torneo, te he votado en cada uno de los duelos pues tu relato me había parecido superior al del compañero. No obstante, te reconozco que esta frase fue el que menos me enganchó, quizá aquejado de un tono demasiado almibarado para mi gusto, o quizá porque seguía cegado por la brillantez de "Elige una arma" y la inteligencia de "El guardián del bosque".
ResponderEliminarEso no quita que tu relato siga siendo muy bueno, y sobre todo sólido. Cuando lo comenté en el torneo, destaqué la sensación de satisfacción que deja. Es decir, es un relato que cierra muy bien lo que abre, y como lector terminas con la misma sonrisilla que debe tener el protagonista. Esto se debe a que nos llevas muy bien por su periplo, y consigues que nos importe (aunque personalmente no me identifique con él). Si bien al principio nos lo presentas demasiado inseguro e inmaduro, es en su locura donde va encontrando la madurez y a través de eso nuestra empatía con él (no hay nada mejor para empatizar con el lector que hacerle testigo del crecimiento personal). Cuando conoce a Ángela es cuando el relato se despega de lo más endulzado y nos regala el golpe con la realidad. A pesar de ello, tu personaje sigue empeñado en su romanticismo egoísta (yo lo entiendo así, él no quiere, necesita querer) y es ella la que le para los pies, casi como si fuera todos nosotros gritándole al chaval, "Chico, tu idealismo es muy bonito, pero la vida no es esto". Eso me ha gustado mucho, y para mi completa el crecimiento del personaje, el cual pone el freno, y comienza a disfrutar de la serenidad sin tener la necesidad de estar amando a flor de piel continuamente. Aún así, la gente nunca cambia del todo, y con el final nos devuelves ese idealismo, aunque ahora más sereno, sin tanta prisa, más orgánico, y también más sexual y natural (ya no es sólo platonicismo, hay cierto deseo por Zulema).
Por supuesto, la imagen de la ola, con la frase tonta de la semana, cierra magníficamente el relato, y es por eso que te digo, que se siente un cuento redondo.
No te digo nada de las descripciones, pues son tu especialidad, y es increíble como consigues que sin esfuerzo veamos todo lo que cuentas. Esto es algo que requiere de mucha imaginación visual y riqueza en la sintaxis y el vocabulario, y tú lo dominas como pocos. Contigo es como ver una película, y eso para mí es primordial y por desgracia algo bastante olvidado en la gente que empieza a escribir.
En definitiva, Jorge, no me gusta ser pelota y por eso no te digo que me parece tu mejor relato (sería muy fácil decirlo, pero espero que tú me lo digas a mi de la misma manera, aunque ambos sabemos que a veces duele), y personalmente tú personaje principal me resulta en algún momento demasiado blando (por suerte mejora mucho al final). Pero de verdad te aseguro que es un muy buen trabajo, sólido hasta rabiar, con un cierre magnífico, y una sensación de plenitud de diez. Te lo has currado muchísimo, y te aseguro que has sido justo vencedor. Te puedes sentir muy satisfecho.
Enhorabuena, maestro.
Hola Jorge, estoy muy contenta de “encontrarte” por aquí de nuevo. Felicitarte de nuevo por ser CAMPEÓN del torneo en TR, y es cierto que tuviste un gran rival con Paco Castelao. Basicamente repetirte el comentario de la Web, donde te decía que tu relato irradia serenidad y calma a pesar de los conflictos emocionales del protagonista. Las descripciones paisajistas, además de estar encajadas en lugares que parece conocer bien el autor, son tremendamente visuales y luminosas (sol, reflejos, espejo de agua), así como la descripción principal de Laura llena de luz (ojos de miel, sonrisa cálida como la lumbre). Igualmente describe con detalle el lugar de encuentro en el país de Ángela, supongo labor de documentación. Se ha evitado con maestría el uso del llamado vulgarmente “yoismo”, a pesar de utilizarse la primera persona. Al ser el protagonista un joven vulnerable, sensible y “abandonado”, hace que sintamos simpatía casi inmediatamente por él. La elaboración del lenguaje en los diálogos con los componentes adecuados: las oraciones cortas, los puntos suspensivos, los moduladores como el “mira”, o el “bueno” …aportan naturalidad y espontaneidad. Un buen giro de tuerca final.
EliminarY lo más importante de todo Jorge, las palabras del autor provocan efectos emotivos en el lector.
Un abrazo apretado Jorge, de Isabel Caballero
Alejandro, antes que nada te agradezco tu sinceridad y por supuesto te animo a que expreses fielmente lo que te sugiere el relato. Siempre digo que la alabanza excesiva te deja con la sensación de que el lector oculta algo, pues es imposible (o casi) que todo guste en un relato. De la crítica se aprende a mejorar, y además da mayor peso a las alabanzas que se vierten sobre el texto. Es cierto que la crítica a veces duele, pero cuando se hace con respeto y es sincera no hay ningún problema, si no admitiésemos la crítica no tendría sentido publicar (no te preocupes que ya me cobraré venganza jejeje... es broma).
EliminarNo se si el personaje principal parecerá demasiado blando, la idea era más bien presentar a un chaval efectivamente enamoradizo, pero sobrepasado por las circunstancias con que la vida lo estaba castigando, por desgracia todos a lo largo de nuestra existencia creo que atravesamos alguna fase así, donde perdemos el horizonte. Sin embargo el muchacho emprende una huída hacia adelante buscando un imposible, escapando de todo aquello que lo atormenta. La botella es una excusa para romper con su presente. Por otro lado el personaje de Ángela es una mujer que en su juventud fue soñadora y enamoradiza igual que él, pero que ha perdido esa frescura sumida en un matrimonio monótono y carente de emociones, en el que sin embargo se ha acomodado porque le permite un elevado tren de vida. Sin embargo en el fondo echa de menos aquella frescura de antaño, aunque en el último momento siempre apuesta por el conservadurismo y por contener sus emociones.
Zulema sin embargo es todo despreocupación, reflejo de lo que tal vez un día fue su madre pero antítesis de lo que es. Y esto es lo que tanto atrae a César, que aunque siente cierto amor platónico por Ángela, se da cuenta que esa frescura de Zulema la que le atrae y siente que el viaje ha merecido la pena por encontrarla.
Ese es en esencia el perfil que quería darles a los personajes y que deseaba transmitir con la historia, que no con las palabras de forma explícita. No se si así habrá llegado al lector. Por tus palabras creo que has captado bien la esencia que quería dar a Zulema, los perfiles de César y Ángela parece ser que no he conseguido transmitirlos del mismo modo. Habrá que reflexionar sobre ello.
Te agradezco tus palabras sobre las descripciones. Son importantes para situar al lector y ralentizar la acción. Éste, que no es un relato de acción sino un cuento deliberadamente pausado, pedía a gritos pararse en esos escenarios, que por otro lado son reales por lo que he intentado transmitirlos con la mayor fidelidad al lector. En la foto que acompaña al relato se puede ver la playa de Melide, en la zona noroeste de la ría de Vigo, un lugar sorprendentemente salvaje tan cerca de una ciudad y que sirvió de inspiración para el inicio de la historia. Los enclaves Uruguayos tan sólo los conozco en fotos y he intentado guiarme por ellas del mejor modo posible. Por último la idea de la frase tonta de la semana está inspirada en una canción de La Quinta Estación, donde se me ocurrió encajar el título en una frase sobre la arena.
En fin, que me enrollo, gracias por tu visita y extenso comentario, y también por tu sinceridad.
Un abrazo.
Isabel, me alegra mucho también encontrarte por aquí. Este mundo bloguero es un lugar mucho más nuestro que TR, donde podemos expresarnos con mayor libertad y en mi opinión compartir de forma más extensa nuestras inquietudes literarias. No hay más que ver los comentarios que dejan algunos compañeros para darse cuenta de la generosidad con que se entregan a la lectura y la crítica, y eso es lo importante, aprender y captar la esencia de lo que escribimos a través de los ojos de nuestros lectores.
EliminarGracias por la felicitación, aunque como he dicho los rivales duros me tocaron en las dos últimas rondas, al contrario que mis compañeros tuve unas tres primeras rondas relativamente cómodas (sin ánimo de menospreciar a nadie, pero hay que ser sinceros con lo que hay).
Veo que te has apuntado a la moda de repetir comentario en el blog y en TR jajaja ... no te preocupes que yo también lo hago muchas veces, tanto Ana como Alejandro, Purple, Isidoro o Ricardo lo habrán sufrido en alguna ocasión.
No tengo muy claro a que te referías con "yoismo", lo he buscado y parece se refiere a hacer de uno mismo el centro del universo, pero no se si esa era la idea.
Me quedo con esa última frase de que las palabras del autor provocan efectos emotivos en el lector. Es muy difícil conseguir eso, pero era precisamente lo que buscaba con toda la historia, conseguir identificar al lector con los personajes hasta que hiciesen suyas sus vivencias y transmitir sus mismas emociones. No se si lo habré conseguido, el escritor vive la maldición de que nunca podrá llegar a sentir su relato como sus lectores.
Un abrazo Isabel, y gracias por pasarte.
Jorge, tienes razón y creo que he sido demasiado injusto con algunas palabras. Ocurre que tiendo a ser muy cínico con el romanticismo si no está difrazado de sexualidad o fascinación. Es un problema mío, que era un romántico empedernido en la adolescencia, igual que César y a base de decepciones me convertí en Ángela. Lo único que yo realmente descubrí el amor de pareja cuando menos romántico lo viví, cuando mi vida no dependía de cada acto o decisión de ella. Es por eso que ante estos personajes yo los interpreto de otra manera. Me comentas que no lo has conseguido transmitir, y no pienso así. A mi me has transmitido, pero diferente a tu idea inicial, y eso es lo maravilloso de la interacción lector-escritor. Es más, Ángela me encanta, la siento un personaje que bien podría haber escrito yo.
EliminarSi te vuelvo a molestar, es porque tengo la sensación de que te he transmitido poco aprecio con el relato, y no es así. Que me gustaran más los dos anteriores no es menoscabo de este, en serio. Si no no lo habría votado por encima del bastante buen relato de Paco.
Perdóname la pesadez, pero me había quedado con mal cuerpo al intuir cierta decepción en uno de tus párrafos (puede que me equivoque, interpreto fatal estas cosas). Es más, cosas que me comentas no las había apreciado de igual forma, y pienso que este relato me merece una segunda lectura. Como ejercicio me voy a proponer hacer algo romántico, y cuando acabe le pienso dar otra vuelta al tuyo, quizá más contagiado de un espíritu que tengo perdido.
Pero, sobre todo, quiero que te quede claro que es un relato sobresaliente. Sólo espero que la excelencia (de 11) de Elige un arma, no te cause inseguridad con los siguientes. Si te sirve de consuelo, a mi PIGS, que me ha ocupado tres meses, no me ha parecido ni la mitad de bueno que "El dios del viento" que escribí justo antes.
Un abrazo Jorge, y te ruego disculpes el tono utilizado. Ese mismo día comenté cuatro historias, y de ellas la tuya era posiblemente la mejor. Y aún así, sólo fui duro con esta. No me pareció justo, y de ahí mi disculpa.
Jajaja Alejandro que no me has molestado hombre! ya te dije que aprecio siempre los puntos de vista sinceros del lector. Mi comentario tan extenso es porque quería dar el punto de vista del autor también, que no se si es el que más cuenta pero es como yo había concebido la historia. Además tampoco he apreciado una crítica dura en tu comentario. Y por otro lado, como ya quedó bastante claro en los comentarios que recibió el cuento en TR, al ser un relato tan marcadamente de género, romántico en este caso, la opinión del lector se ve muy influenciada por sus gustos. En TR con comentarios menos extensos hubo quien hizo una crítica más dura. Y por el contrario los hubo que pusieron el relato por las nubes. Por eso creo que ha influido mucho la forma de ser y de leer de cada uno.
EliminarEn el caso de "elige un arma" es un relato que divierte a una gran mayoría, con una personalidad literaria menos marcada quizás y con la dificultad añadida, y la gracia, de los versos, además de la ambientación histórica que siempre queda elegante, de ahí posiblemente su éxito. Son relatos distintos y para públicos diferentes. Podríamos decir simplificando mucho que "elige un arma" es un relato de masas y este uno más de "frikis del romanticismo". Pero no me arrepiento de haberlo planteado así para la final, era lo que me apetecía escribir desde el principio del torneo si tenía la suerte de llegar y he sido fiel a esa idea, asumiendo todas las consecuencias. Conociendo a Paco suponía que iba a plantear un relato de misterio, pues es su especialidad, y daba por sentado que la final se dirimiría entre dos géneros muy distintos. Así fue, y no me fue tan mal :)
Siéntete libre de comentar lo que te venga en gana, con el único límite del respeto que se que siempre lo tienes. Ya sabes que aquí siempre serás bienvenido.
Mis más sinceras felicitaciones por tu victoria, has demostrado ser el digno campeón. Creo haberlo dicho ya, pero no sólo tus relatos te hacen merecedor del trono, tus comentarios son para enmarcar. Te has implicado como pocos y has hecho que el torneo sea uno de los alicientes para entrar en TR. Yo voté por este relato, magnífico,aunque has publicado durante el torneo alguno que me ha gustado más. Tienes mucho mérito, tu rival es de los mejores escritores de TR, pero tú desde luego tampoco te quedás atrás. En definitiva, eres un pedazo de escritor y ya estás tardando en publicar algún libro que recopile tus relatos. Un abrazo fuerte.
ResponderEliminarBueno bueno Jose, que me vas a sacar los colores. Muchas gracias por tus palabras. Es cierto que el torneo ha sido un aliciente para seguir la web, pero el torneo lo hemos hecho entre todos. Ahora que no nos lee nadie te cuento un secreto. Comentaba un usuario destacado de la web que eras su favorito para ganar el torneo. Cuando leí el comentario pensé para mis adentros que yo estaba de acuerdo, tú también eras mi favorito. Has dejado grandes relatos, tu "no presiones ese botón" pasará sin duda a la historia del torneo y de la página. La suerte quiso que nos midiéramos en la semifinal, con un título que para mí fue el más difícil de todos cuantos me tocaron. Podría haber pasado cualquiera de los dos y ahora es posible que fuese yo el que tuviera que felicitarte a ti, con el permiso de Paco que como dices es de los mejores de la página.
EliminarEn todo caso te agradezco tus exageradas alabanzas. Lo del libro no sé, pero tengo en mente empezar a probar suerte en algún concurso literario, que eso ya son palabras mayores.
Un abrazo para ti también.
En primer lugar, muchísimas felicidades Jorge por ese más que merecido premio. Sin duda eres uno de los mejores escritores de Tus Relatos (sin desmerecer a Paco, Purple, Ana, Ricardo o Isabel por supuesto). Has demostrado con creces tu bagaje relato a relato. Vencer en una competición contra tan buenos contrincantes no es nada fácil.
ResponderEliminarBien, en cuanto al cuento que te ha hecho ganar el concurso, debo confesar que aunque me ha gustado mucho, para mí está un pelín por debajo de "Elige un arma" (tengo pendiente la lectura de "El guardián del bosque"), y no por que los personajes o la trama sean inferiores, sino porque en el anterior es que pusiste el listón demasiado alto en cuanto a ingenio, y este quizás es un relato más mundano, en el buen sentido de la palabra. Curiosamente y a diferencia de Alejandro, a mí el personaje de Ángela me es menos creíble que el César, supongo que por cosas de la edad, ya que me identifico más con él por su juventud y el idealismo que emana. Lo que sí me encandiló, aparte de las soberbias descripciones que haces, fue la forma en que acabas la historia (por cierto lo de dejar el final abierto a la imaginación del lector es todo un acierto), cerrando un círculo perfecto. Es decir, nos muestras al inicio al protagonista en una playa con todo su dolor por la ruptura sentimental, y en el final nos lo vuelves a situar en una playa, ya recuperado del mazazo y nuevamente ilusionado por una chica (Zulema). Al menos así es como lo interpreto, aunque puede que me equivoque.
En cualquier caso, nuevamente te felicito por la pedazo de historia que nos brindas y por el premio. Además, secundo yo también lo del libro de relatos, me parece una idea fantástica.
Un abrazo Jorge, y a seguir escribiendo mucho.
Gracias Enrique por las felicitaciones. A mi eso de las clasificaciones entre mejores o peores escritores cuando se le compara a uno con gente de probado nivel siempre me ha parecido un poco fuera de lugar. Hay historias mejores o peores y a veces le llega la inspiración a uno y otras a otro. El haber ganado el torneo ha tenido un importante componente de trabajo pero también uno no menos importante de suerte.
EliminarEs curioso como todos comparáis el relato de la final con "elige un arma", supongo que porque han concursado en el mismo torneo, aunque no son relatos comparables ni en temática ni en estructura ni en las sensaciones que buscan crear en el lector. Pero como ya he comentado "elige un arma" es un relato de gustos más generales y con pinceladas que tienden a gustar a todos, mientras este es más de gustos específicos.
Respecto a los personajes, has visto bien los diferentes matices psicológicos de Ángela y César. Ángela ha dejado atrás ese idealismo que la realidad termina por poner en su sitio, pero que a la vez nos hace capaces de dar pasos hacia adelante y luchar por lo que queremos, sustituyéndolo por una rutina cómoda y sin complicaciones que a pesar de todo no la llena. Y César más joven e idealista a pesar de que la vida le ha dado ya las primeras bofetadas.
Aciertas con la visión del final, efectivamente César vuelve a ilusionarse con el amor a miles de kms de la vida que ha dejado atrás. Lo de cerrar el círculo es algo a lo que tiendo en más de un relato.
Muchas gracias por tu visita y comentario. A ver cuando vemos publicado algo tuyo otra vez. Un abrazo Enrique.
Hola Jorge,
ResponderEliminarEscribo tu nombre y me da la sensación de que me he equivocado, pero tendré que acostumbrarme a llamarte por tu verdadero nombre y no Lucio como en TR, si es que me abres la puerta para dejarte algún comentario en tu blog.
Como me has dicho es ancha la red, y a pesar de eso no es difícil encontrar lo que uno busca si se lo propone. Y así es que a pesar de que no cuento con habilidades para manejarme en este mundo virtual he podido dar con tu sitio, lo cual me ha puesto de mejor humor, luego de todo el éxodo que ha habido por TR.
Quiero felicitarte, aunque con un poco con retraso, por haber sido el ganador con este magnífico relato. Pienso que tú estás acostumbrado a los elogios, pero quiero dejarte aquí el mío, en este lugar. Considéralo como que te traigo un presente a tu hogar.
Este texto ha sido para mí uno de los mejores que te he leído; me gusta muchísimo cuando abordas el tema romántico ya que considero que es una de tus mejores armas. Yo soy de los pondrían este relato “por las nubes”.
Una de las cosas que más me ha fascinado es la falta de grietas, el mueble que elabora un ebanista y que uno ve ya terminado y lustrado, las junturas que no se descubren, las vetas de la madera que se continúan sin escalonarse en las piezas que lo componen. Si fuera música con seguridad no tendría disonancias.
Por otra parte, has acertado sobremanera al tratar las descripciones en modo tan delicado como lo merece el tema. Me refiero tanto a las exteriores, por ejemplo, los escenarios, como a las interiores, las emociones de Ángela, las cavilaciones del personaje que narra.
Y bueno, ni que hablar de la trama, que la has sacado como de la galera de un mago. Mientras leía el relato no dejaba de preguntarme por cuales senderos nos estabas llevando, dónde se encontraría el punto de destino, cómo sería el desenlace. Intriga, suspenso.
Y por último he disfrutado de tus lugares, de tu playa en forma de media luna al otro lado del faro, y también de los que están en la margen de enfrente de mi ciudad, sobre este río marrón que tanto quiero. Cuando las escenas ya llegaron a Montevideo mi ansiedad aumentó sin que pudiera detenerla hasta el final.
Es un placer para mí haber llegado hasta aquí. Espero que salga mi avatar para que me reconozcas.
Te mando un gran abrazo.
Ariel
Ariel! que alegría verte por el cibermundo bloguero, bienvenido, es un placer tenerte por aquí!
EliminarNo hace tanto tenía mi blog puesto en mi perfil de TR así que no es ningún secreto. Aunque ya lo he quitado no creo que sea difícil seguirme la pista, pero veo que has resuelto el acertijo en poco tiempo, no esperaba menos :)
Gracias por las felicitaciones por el torneo, viniendo de ti me hace aún más ilusión. Los elogios como dices siempre agradan, pero son un amigo peligroso, tienden a no hacernos ver los muchos defectos que tenemos. Por eso agradezco tanto la crítica positiva como la no tan buena, siempre que elogian demasiado uno de mis relatos tiendo a pensar que algo se calla, aunque pueda no ser así.
Es curioso lo que pasa con este relato porque a los que les ha gustado efectivamente lo han puesto por las nubes, y a quienes no lo han criticado también a fondo. Pienso, como he comentado alguna vez, que es un relato muy de género y que gusta o no según inclinaciones personales del lector. En todo caso me alegra contarte entre los primeros.
Por cierto aunque hay muchos usuarios Uruguayos en TR no sabía que eras de Montevideo. Situé ahí la segunda parte del relato porque me cuadraba de perlas para la historia y me daba margen temporal para situar el envío de la botella unos cuantos años antes. Además me permitía hacer un guiño soterrado a los escritores Uruguayos de TR. No conozco Montevideo y me informé en internet y viendo fotos, seguro que he cometido más de un error en las descripciones y los escenarios que espero me disculpes.
Por cierto como puedes ver en el margen izquierdo del blog tengo enlazados a varios compañeros de TR que seguro que estarán encantados de verte por aquí. He visto que has creado un blog, tengo pendiente una visita, a ver si con la llegada del fin de semana las ocupaciones laborales me dejan algo de tiempo.
Un abrazo Ariel, me alegra mucho verte por aquí.
Es que la vida de este mundillo bloguero son las visitas y los comentarios de los compañeros, que siempre se agradecen. El placer es mío Ariel de tenerte por aquí y de poder añadir tu blog a mi lista de blogs que sigo. Puedo decir que todos los que están ahí además de grandes personas son grandes escritores. Si necesitas alguna ayuda con el blog no dudes en preguntar, a pie del blog tienes un formulario de contacto que puedes utilizar. Hablamos Ariel, un abrazo.
ResponderEliminarEstaba tan metida y enganchada que me pareció corto y quedé con ganas de más. Sería genial que escribieras una segunda parte o algo así. Me encantaría leerlo
ResponderEliminarBuscando en google cuál es la "frase tonta de la semana" canción de la agrupación en ese entonces, La Quinta Estación, soy muy curiosa y dije debe haber una historia detrás de esa canción y resulté aquí. Me encantó
EliminarHola Anónima. Es un relato antiguo y a mi modo de ver quizás demasiado recargado en algunas partes. me alegra que te haya gustado. de momento no hay planificada segunda parte, pero quien sabe. Saludos.
EliminarEfectivamente, el título está sacado de una canción de la Quinta Estación :)
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