Han pasado los años, toda una
vida con sus alegrías y sinsabores. Ahora soy una anciana que contempla el paso
del tiempo desde la distancia. Atrás quedaron los lustros de una brillante
carrera como magistrada en el Tribunal Supremo.
Conseguí hacerme respetar y lo
más importante, que respetasen mis ideas. Siempre destaqué por defender
pensamientos avanzados para la época en que vivía, no me arrepiento de ello. Cuando la
opinión mayoritaria aplaudía la aplicación de la pena de muerte como elemento
ejemplarizante y, por qué no decirlo, como una suerte de venganza, que no
justicia, del pueblo hacia individuos más o menos indeseables, yo sostuve la postura contraria. Hacerlo siendo mujer y en aquellos tiempos era
todavía más difícil. Al final la evolución natural de las sociedades terminó
por darme la razón.
Hoy habría cumplido los cuarenta.
La vida es cruel en ocasiones y nos quita lo que más queremos. El paso de los
años ha levantado un velo nebuloso en torno a mi memoria. Los recuerdos se me
escapan, me cuesta retener los hechos y las imágenes del pasado. Pero hay dos
cosas que jamás olvidaré. Me he encargado de que así sea. Al menos de que así
sea hasta el momento de cumplir al fin mi cometido. Después ya nada importará.
Recurro a métodos para fortalecer
la memoria, recursos mnemotécnicos que en la Asociación nos enseñan para no
olvidar, o para no olvidar demasiado. Ya no me queda nadie de los que
compartieron su vida conmigo años atrás. Unos se fueron cuando tocaba, otros
antes de tiempo.
Hoy hubiera cumplido los
cuarenta.
Un rostro alargado, la nariz algo
torcida, cejas pobladas de espeso pelo, una cicatriz en la barbilla
sobresaliendo por debajo de la barba recortada. No olvidar, no debo olvidar, no
puedo olvidar, no quiero olvidar.
¿Me habría dado tal vez algún
nieto? Ello ayudaría a mitigar mi soledad, la soledad de mis últimos días en
este mundo. ¡Me hubiera gustado tanto verlos corretear bajo un sol de
primavera! Hoy cumpliría cuarenta años y a buen seguro que su sonrisa, su
imborrable sonrisa, seguiría brillando como entonces. Porque nada podía robarle
la sonrisa de los labios, nada excepto aquello, nada salvo lo que fatalmente
terminó por ocurrir. Solo la muerte es irreversible.
Las manos huesudas, el porte
atlético, delgado aunque de contornos fibrados, alto, muy alto. No olvidar, no
debo olvidar, no puedo olvidar, no quiero olvidar.
Hoy es el día. He esperado mucho,
casi toda una vida. Nunca había hecho esto antes, pero siempre hay una primera
vez para todo. O para casi todo. No dudo, no quiero dejar ningún resquicio a la
duda, no puedo permitirme un titubeo. Antaño lo hubiera hecho ante la titánica
labor que me espera, pero hoy ya no tengo nada que perder. He salido de casa con las últimas
luces de la tarde.
Hace frío y me arrebujo bajo el abrigo. Llevo calzado plano y ropa cómoda, no deseo llamar la atención. Aún he de caminar un par de kilómetros, pero tengo tiempo. No saldrá hasta las siete. He ensayado el recorrido más veces. Los contactos que conservo en la judicatura me han facilitado información valiosa, incluso sé que nadie irá a buscarlo. Deberá callejear varios cientos de metros hasta la parada de taxi más cercana. Por fin llego a mi destino.
Hace frío y me arrebujo bajo el abrigo. Llevo calzado plano y ropa cómoda, no deseo llamar la atención. Aún he de caminar un par de kilómetros, pero tengo tiempo. No saldrá hasta las siete. He ensayado el recorrido más veces. Los contactos que conservo en la judicatura me han facilitado información valiosa, incluso sé que nadie irá a buscarlo. Deberá callejear varios cientos de metros hasta la parada de taxi más cercana. Por fin llego a mi destino.
Allá a lo lejos se recortan las cuatro torres sobre un muro impenetrable. La edificación ofrece una vista desoladora, triste como el lugar que es, triste como los personajes que la habitan. Me aposto en un callejón desde el cual tengo una buena perspectiva, donde comienzan las primeras casas. Por fuerza habrá de pasar por aquí. Al cabo de unos minutos lo veo aparecer cruzando la puerta en la distancia, puntual como un lord inglés. Observo de nuevo su figura espigada después de tantos años. Ha envejecido también, el tiempo no hace distinciones. Comienza a caminar en mi dirección.
Porta un macuto que parece pesarle como si arrastrase sobre las espaldas toda una existencia. Su silueta se define cada vez más nítida bajo la luz mortecina de las farolas que ya han empezado a iluminarse. Al fin vislumbro sus facciones, la expresión siempre indiferente, desprovista de emociones. Esa cara alargada, de cejas pobladas, la nariz un tanto torcida, una cicatriz asomando bajo la barba ahora desaliñada. Y alto, muy alto. Ha llegado el momento.
Reprimo un ligero temblor en la mano. No dudo, no puedo permitirme hacerlo. Tres tiros a bocajarro son suficientes. El hombre me mira tumbado sobre el asfalto, ensangrentado, sin comprender todavía lo que ha sucedido. Dejo que contemple mi rostro y el terror se le dibuja en la mirada. Por lo visto me ha reconocido, hay cosas que son difíciles de olvidar.
Escucho sirenas en dirección a la
prisión, aquella que mi víctima acaba de abandonar después de cumplir su
condena, a buen seguro habrán oído los disparos. Pero en mi memoria, en lo
que queda de ella, únicamente hay un pensamiento para Ana, mi pobre niña a la que
aquel desalmado asesinó en un portal de una decena de cuchilladas con tan solo
veinte años. ¡Si no eres mía no serás para nadie! El hijo de puta nunca aceptó
que lo dejara. Mi ángel pagó con su vida semejante osadía.
Gracias, Jorge, por participar con este relato en EL TINTERO DE ORO. Un abrazo y suerte!!
ResponderEliminarGracias a ti David. Un abrazo!
EliminarJorge has escrito un relato duro donde la venganza es lo que le queda a esta mujer, al perder a su hija con veinte años en manos de este desalmado. Un abrazo.
ResponderEliminarEs duro sí, como la vida, que lo es también. Gracias Mamen, un abrazo!
EliminarVenganza larvada durante muchos años,... quizás esas sean las peores, pero desde mi punto de vista merecen la pena destacar dos singularidades,... que proceda de la carrera judicial y la lucha contra la enfermedad de Alzheimer,... ambas aportan el verdadero tono dramático al relato.
ResponderEliminarMe ha encantado Jorge!
Se trata de un antiguo relato que escribí para otro concurso y he retocado para este, el título obligatorio era "mnemotecnia", de ahí lo del alzheimer y de donde partió el resto de la trama. gracias por comentar Norte, abrazos.
EliminarDicen que la venganza se sirve en plato frío y la inteligente magistrada de tu relato parece dar la razón a este aforismo. A pesar del vivo recuerdo que guarda en su memoria, a pesar de ser ya una anciana a la que no le puede quedar mucho tiempo de vida, es capaz de urdir un plan para matar a quien le destrozó la vida. Impresiona porque es una mujer culta, con arraigados principios que deja de lado para asumir su cometido, sin aspavientos, fría hasta el final. Es un personaje complejo, a pesar de la brevedad del relato. Me ha encantado, Jorge. Enhorabuena de corazón.
ResponderEliminarUn beso muy grande y que tengas mucha suerte
En efecto el personaje tiene sus complicaciones, Ana. He intentado que navegase entre la lucidez y el olvido, no se con que éxito. Gracias por tus deseos, un beso.
EliminarHola Jorge,
ResponderEliminarMe ha encantado la narración, creando escenas muy detalladas y realistas de esa venganza, como respuesta ante ese daño causado a su ser querido, su hija. !Suerte en el tintero!
Abrazo
Muchas gracias Yessy por tu visita y comentario. Un abrazo!
EliminarHola Jorge, un relato muy inquietante, que tiene al lector atrapado en la lectura hasta el final. Una cuenta saldada, el dolor irremediable de una madre que no tiene nada que perder, solo vengar la muerte de su hija. Una historia muy bien narrada que me ha gustado mucho. Te felicito y te dejo mi abrazo.
ResponderEliminarDices bien Miry, el dolor de una madre es de las fuerzas más poderosas a las que podemos enfrentarnos. Gracias por comentar, un abrazo.
EliminarHola Jorge, un relato muy logrado, una protagonista que sin ser descrita imaginas, imaginas a cada paso qué hace, como lleva a cabo su venganza, un final demoledor que ha partido de una narración muy formal. Un abrazo
ResponderEliminarMe alegro haber conseguido que te metieras en la narración Eme, gracias por comentar, abrazos.
EliminarUn relato con un argumento muy de actualidad en más de un sentido, Jorge. Me ha gustado, al margen de la historia, el hecho de que muestras cómo hasta las convicciones más arraigadas y racionales pueden virar inesperadamente cuando intervienen los sentimientos humanos. Como juez tu protagonista nunca aprobaría sus propias acciones; pero ahora no es juez, sino madre doliente, y entonces todo es diferente... Da para pensar y mucho. ¡Estupendo texto!
ResponderEliminarUn abrazo y mucha suerte en el Tintero.
Es por eso, creo yo, que las leyes no deben hacerse en caliente, nuestras reacciones ante un hecho así por fuerza tienden a ser viscerales. Un abrazo Julia.
EliminarMe gustó la fuerza expresiva de tu relato, concentrada en el fluir de conciencia de la protagonista. excelente representación de la venganza postergada y lograda; aún a pesar de abarcar "una pena de muerte"que se rechazó en algún momento. Excelente.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu generoso análisis, Beba. Un abrazo!
EliminarQué relato más potente, Jorge. Por un lado tenemos el drama de una madre que se resiste a olvidar y por otro el de una magistrada del Tribunal Supremo que renuncia a sus principios por el amor de esa hija asesinada cruelmente.
ResponderEliminarTe deseo mucha suerte en el concurso, amigo, aunque, viendo la ristra de premios que ya acumulas, creo que no la necesitas, je, je, je.
Un abrazo.
Cada edición es una vuelta a empezar, Bruno, y el nivel es muy alto. Gracias por tu visita y comentario. Un abrazo!
EliminarBien hecho.
ResponderEliminarAsí suene políticamente incorrecto; así me repitan hasta el cansancio que la venganza no lleva a nada, que la justicia por propia mano es de bárbaros y no pueblos civilizados... yo tengo pocas certezas y una de ellas es de lo que sería capaz por un/a hijo/a... sólo pido nunca deber vivir esa experiencia.
Excelente relato demás está decir que me gustó muchísimo. Un beso.
No trato de expresar una opinión ni de ser moralizante, sólo de enfrentar a la protagonista a sus propios miedos y contradicciones. Gracias por comentar, Alma. Un abrazo.
EliminarUna historia que me ha dejado sin palabras. Impecable de principio a fin. Muy bien narrado, con un lenguaje cuidado; literario, sin dudarlo. Lo he leído dos veces y el relato crece cuando ya conoces la historia y disfrutas del estilo, el ritmo, la tensión, la ambientación, la luz mortecina, la ropa que visten... Provoca emociones y sentimientos. Cualquier otro final no habría sido tan redondo, tan brillante.
ResponderEliminar¡Felicidades, Jorge!
Muchas gracias Pilar.Muchas veces los pequeños detalles son los que marcan la diferencia, no hay que despreciarlos. Un abrazo.
EliminarExcelente texto, amigo Jorge, magnífica trama e impecable escritura con la que nos vas situando en el lugar adecuado en el momento preciso... ¡vamos, como siempre! Y como siempre debo darte mi más sincera enhorabuena.
ResponderEliminarPor cortesía debo desearte también mucha suerte en EL TINTERO DE ORO, aunque estoy seguro de que no la necesitarás.
Un fuerte abrazo, maestro.
La suerte siempre es necesaria, Patxi, y más en un concurso del nivel de este. Muchas gracias por tu generoso comentario y tus buenos deseos. Un abrazo.
EliminarSi la venganza es un plato que se sirve frío, el de Sara estaba ultracongelado, aunque ella mantenía viva la llama y el microondas a punto. Se opuso a la pena de muerte para terminar ejecutándola ella misma, rematando, así, una condena perfecta: veinte años de cárcel y pena capital. A destacar, además de la sólida construcción de la trama y un magistral desarrollo de la misma, la descripción de personajes, la ambientación y ese mantra que repite la protagonista como eje que vertebra, conduce y remata una historia para NO OLVIDAR, que apunta a lo más alto del podium. Mucha Suerte en El Tintero. Un abrazo, Jorge.
ResponderEliminarLa magistrada tuvo que esperar para ejecutar su venganza, pero lo consiguió por fin casi con su último aliento. Gracias por comentar Paco, un abrazo.
EliminarUn relato impecable, como siempre. La trama con un desarrollo claro y contundente le da mayor intensidad a la historia. Un tema para el debate, en suma delicado de acuerdo al punto de vista, individual o social, desde el cual se lo trate. Excelente texto. Un abrazo grande, Jorge, mucha suerte en el concurso!
ResponderEliminarAriel
Es un tema para debatir, tal como indicas, aunque no es el debate la intención de este relato pues no pretendo expresar una opinión personal al respecto. Es más, yo no coincidiría con la protagonista, pero ella ha cobrado vida propia. Gracias por comentar Ariel. Un abrazo.
EliminarDesde luego la venganza se sirve en plato frío dice el refranero popular y tu protagonista vivía para hacerla realidad.
ResponderEliminarUn tema durísimo y muy bien llevado a lo largo del texto, tanto que empatizas con ella y te hace reflexionar sobre esa pena de muerte y las veces en que algunos la merecen. ¿Juez y parte? Complicado y doloroso.
Mucha suerte en el concurso.
Un abrazo
Complicado, cierto, Conxita. me agrada saber que has empatizado con la juez, eso es buena señal. gracias por comentar. Un abrazo.
EliminarCoincido con los compañeros a la hora de decir que " la venganza se sirve en platos fríos" y en el caso de tu protagonistas diríamos que está congelado. Es complicado ser juez y parte y en este caso se ve muy claro Aunque es un tema complicado, al final uno llega a solidarizarse con ella.
ResponderEliminarUn abrazo Jorge.
Suerte en el concurso
Puri
Gracias Puri, al final hizo lo que deseaba, aún a un precio alto, pues quitar una vida siempre es una losa en nuestra conciencia. Un abrazo.
EliminarHay cosas que jamás se olvidan, y una de ellas es la muerte de un hijo/a. Y si, además, ha sido a manos de un desalmado, la memoria del padre, o de la madre, como es el caso, lucha para no que ello no caiga en el olvido. El tesón de esta madre coraje logra no olvidar para poder perpetrar su venganza.
ResponderEliminarUn relato muy bueno y potente. Que tengas suerte en el concurso.
Un abrazo, Jorge.
El olvido es siempre un enemigo poderoso, aunque a veces hay cosas que deseemos olvidar para siempre. Gracias por comentar, Josep. Un abrazo.
EliminarCuando el dolor nos atormenta lo único que puede aliviarlo un poco es la venganza. Acabar con quien nos ha herido. También saco de este relato otra lectura. Nos posicionamos en ciertos temas, en este caso la pena de muerte, con la generosidad que nos da la distancia, ahora, cuando nos toca...Me ha gustado mucho el relato, Jorge. Suerte en el Yintero
ResponderEliminarEl posicionamiento del afectado es siempre subjetivo e impulsivo, por tanto también inadecuado para la mesura que requiere la labor de legislar, pienso yo. Sin embargo es cierto que cualquiera en su situación vería las cosas de otra forma. Cracias por comentar, Conrad.
EliminarHola Jorge. Has coincidido en la temática de malos tratos y abusos con el aporte del compañero Patxi.
ResponderEliminarLas repeticiones funcionan bien en este caso, (la de los 40 años), refuerzan la intencionalidad.
Bien porque sea precisamente un miembro judicial(no diga miembra ¿eh?), quien esté en contra precisamente de la pena de muerte y es la que ejecuta finalmente. Cuando a uno le tocan lo suyo, lo más suyo, ya se sabe, la parte más visceral aflora.
Un abrazo Jorge, suerte compañero.
Es cierto Isabel, todos tenemos nuestra parte visceral y sale a relucir en circunstancias muy concretas. Gracias por comentar. Un abrazo!
EliminarHola Jorge
ResponderEliminarUn relato magnífico tanto por su argumento como por la forma en que lo has relatado.
Tiene fuerza, dolor, amor...es un relato de los que te llega dentro.
Enhorabuena y saludos
Gracias Paola, me alegro de que te haya gustado. Un saludo!
EliminarNuestras convicciones más arraigadas quedan en nada ante nuestros dramas personales.
ResponderEliminarUna buena narración de hechos que no son para nada parte de la ficción.
Un abrazo y suerte, compañero.
Gracias Francisco por tu visita y comentario. Un abrazo.
EliminarQue complicado es impartir justicia cuando el damnificado es uno mismo, se tambalean los principios defendidos y aflora nuestra visceralidad. Llegamos a empatizar y comprender a la madre que durante años consigue afianzar en su memoria, entre recuerdos nebulosos, la imagen del asesino de su hija para urdir una fría venganza. El amor paternal, la soledad, la justicia, la venganza, todo en un magnífico relato. Un abrazo, Jorge.
ResponderEliminarGracias Jose, desde la distancia de tu retiro forzado en esta edición, las cosas se verán con mejor perspectiva. Un abrazo.
EliminarMi más sincera enhorabuena, amigo Jorge, por tu brillante TINTERO DE PLATA.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Gracias Patxi, es todo un honor teniendo en cuenta el nivel del concurso. Un abrazo.
Eliminar¡Enhorabuena Jorge! Lo único que lamento es que no estemos juntos en la próxima edición de Tintero. Vete haciendo sitio en tu pared para colgar tu plata compañero. Un abrazo de los fuertes.
ResponderEliminarCierto Isabel, el destino ha querido que no coincidamos en estas rondas finales del Tintero, y es muy probable que tampoco coincidamos en la última. Gracias por tus buenos deseos. Un abrazo.
EliminarENHORABUENA, Jorge, por tu Tintero de Plata. Te estás quedando sin espacio en las vitrinas. Un abrazo, amigo.
ResponderEliminarGracias Paco, empieza a hacer espacio tú también que te auguro más éxitos. Un abrazo.
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