—¡Eh tú,
Maradona!
A poca distancia, tan cerca que casi puede tocarla estirando el brazo, un policía jadea tras sus pasos. La chica posa la mirada, junto con sus esperanzas, en la esquina donde confluyen las calles Real y Alta. Sabe que si llega hasta allí, estará salvada. Casi cae al suelo al girar, nota como la pendiente se multiplica y le duelen las piernas. Vuelve la cabeza, el madero ha aguantado hasta mitad de la cuesta y exprime sus pulmones apoyado contra una pared. Contiene el deseo de dedicarle un corte de manga, nunca se sabe cómo será la próxima vez. En esta ocasión, la vitalidad de sus dieciséis años ha ganado la partida.
—¿Cuánto ha caído,
jefa?
—Mil pesetas y
esta chupa de cuero. Para ti, Lino, a mí no me queda. Y pásame un peta, joder,
que el día lo merece.
—Marchando una
de maría para la Maradona —José, el cagas, extiende el brazo con un
irracional temor a quedarse sin la extremidad.
—¿Qué tal tu viejo?
—Igual, tía.
Desde que cerraron el astillero folla más con la botella que con la parienta,
y eso siempre que no esté vacía.
—¿La botella?
—El astillero,
no te jode.
—Recondición,
creo que le llaman —apunta Jaime.
—Reconversión,
animal. ¡Reconversión industrial!
—No sé por qué
le dicen así, Maradona. Si fuese reconversión no lo cerrarían, digo yo.
—Pues tienes
razón.
—¿Mañana damos
el palo en la farmacia del Calvario?
—Junto con la basca
de Bichita, ¡va a ser algo grande! Y sed puntuales, coño, que os conozco.
Sentados bajo
los soportales de la plaza del Berbés los envuelve el aroma a ropa limpia de la
colada recién tendida en los balcones, maridado con los efluvios del vino
rancio que se sirve en la taberna. Las campanas de la concatedral de Santa
María tañen por encima de los tejados y las putas comienzan a tomar posiciones
en las esquinas con la caída de la tarde. Flota en el aire cierto poso de
fatalidad que impregna un mundo prendido con alfileres, a punto de hacerse añicos
por momentos. Y sin embargo, esa realidad que no deja de bordear el abismo les resulta, en ocasiones, acogedora.
Despunta el
ocaso en la playa de Samil. La silueta de las Islas Cíes, recortada a fuego sobre
la lengua de mar de la ría, embellece el horizonte. La pandilla llegó a mediodía,
subidos a un autobús al que accedieron por la puerta de atrás. Nadie tuvo valor de recriminárselo. Eduarda se ha apartado hasta unas rocas. Le ondea con la
brisa el cabello rizado que, junto a la habilidad para dar patadas a un balón,
le han valido su apodo. La acompaña el Jero, quien no deja escapar la
ocasión de pasar un rato a solas con ella. Allí sentada, con el bikini del
color de sus bucles, le parece incluso femenina.
—¿Sabes, Jero?
Siempre que vengo aquí pienso que puede ser la última vez. Yo moriré joven. Joven y sola.
—¿Por qué
dices eso? Nadie sabe cuándo va a palmar.
—Todo pasa demasiado aprisa. Además, sueño con ello.
—Eso son
tonterías. Yo a veces sueño que vuelo y, de repente, empiezo a caer y la espicho
contra el suelo.
—No es lo
mismo, Jero.
—El día que
muera, pienso tener tantas aventuras que contar que hará falta otra vida para
decirlas todas. Por eso no me va a importar morirme. Y a ti tampoco, Maradona.
—No habré hecho nada bueno, tío. Nada, salvo gastar parte del botín en comprar gusanitos
para los niños que van al cine en los Salesianos el sábado por la mañana.
—Algún día conocerás a un gicho y entonces, se
los darás a los tuyos —sonríe, azorado, el muchacho.
Una gaviota
pica el vuelo hacia las aguas, rozando sus cabezas mientras grazna. Eduarda
señala al horizonte teñido en sangre.
—¿Lo miras?
El sol nos dice hasta mañana.
—¿Ves? Ahora
eres poeta. ¡Ya hiciste algo bueno!
—Calla,
idiota. Y déjame el mechero —añade sacando un canuto de la mochila— que
ya me entra el mono.
La habitación
es blanca, impoluta, tan diferente a lo que está acostumbrada que le parece
irreal. Pensaría que es libre si no fuera porque en las ventanas de la
enfermería, también hay rejas. Le cuesta girar la cabeza, junto a ella solo ve
un cuervo con alzacuellos que le toma la mano. El rostro demacrado se le
contrae y consigue que de sus labios resecos se deslicen unas palabras.
—No se imagina
lo que daría, por volver a empezar de nuevo.
Siente que la
presión sobre su extremidad se incrementa. Le cuesta tragar y tose.
—No había
futuro, ¿sabe? Qué íbamos a hacer, si hasta de comer faltaba en casa muchas
veces. ¡Teníamos tantas ganas de aventuras!
Apenas
pasa de los treinta, pero su cuerpo consumido aparenta haber soportado varias
vidas.
—¡Era tan
joven, como corría! Robaba el balón y driblaba a uno, a dos… nadie podía
pararme, llegaba hasta la portería, chutaba y… ¡gol!
Donde Eduarda
cree ver al hombre vestido con el clergyman, tan solo está la sombra
del gotero sobre la pared. Con cada movimiento, en su mano se clava más la
aguja. En un gesto de rabia toma al cura imaginario por las solapas.
—Me llamaban
Maradona, ¿sabe padre? —aspira entre estertores una bocanada y musita su última
frase— La Maradona.
Nota del autor: A
principios de los años ochenta, Vigo era una ciudad con un tejido social deslavazado.
La reconversión industrial, proceso por el que, según la versión oficial, se
intentaba modernizar la industria, provocó la reducción de plantillas y en
muchos casos el cierre de fábricas y astilleros, y los niveles de paro, sobre
todo entre la población juvenil, alcanzaron cotas máximas. En algunos barrios,
la prostitución y el trapicheo de drogas aumentaron de manera exponencial. Los
servicios sociales eran inexistentes. En ese ambiente caótico proliferaron las
bandas juveniles: Bichita en el barrio de Teis, llamada así por la película Wichita,
ciudad sin ley; las pandillas del barrio de Coia; la banda de la Herrería
en el casco viejo. Esta última estaba liderada por Eduarda, la
Maradona, quien con tan sólo 15 años se convirtió en su cabeza visible, y que con sus correrías dejó inscrita su leyenda en la memoria colectiva de la ciudad. Eduarda
murió joven, en la cárcel, víctima de una enfermedad que se cebó con la juventud
de la época, víctima de una sociedad fallida y víctima, también, de sus propios
errores.
Algunas aclaraciones para
entender la jerga:
Madero: policía.
Chupa: zamarra, cazadora.
Peta, canuto: porro.
María: marihuana.
Tío/tía: manera coloquial
de referirse familiarmente al otro.
Viejo/vieja: padre/madre.
Parienta: Mujer, esposa.
Follar: realizar el acto
sexual.
Dar el palo: robar,
atracar.
Basca: banda, pandilla.
Palmar, espichar: morirse.
Lo miras: entre los
oriundos de Vigo es habitual usar indistintamente el verbo ver y el verbo
mirar.
Gicho: persona, chico.
Mono: ansia por tomar una
droga, provocada por la adicción.
Cuervo: forma coloquial y
despectiva de referirse a un sacerdote.
Clergyman: camisa en la
que se coloca el alzacuello, habitual en los sacerdotes cristianos.
Zonas de la ciudad que se mencionan en el relato:
Calvario: Barrio popular
de Vigo, en la parte alta de la ciudad.
Berbés: Plaza porticada en
el barrio de pescadores de Vigo.
Salesianos: Colegio
religioso en el que los fines de semana proyectaban películas, previamente
censuradas, a bajo coste.
Samil: La playa urbana más
popular de Vigo, con vistas privilegiadas a la entrada de la ría.
Islas Cíes: Islas que
cierran la Ría de Vigo, declaradas parque natural.
¡Qué bárbaro, Jorge! Como te tengo en mi blog, me avisa cuando escribes y aunque me gusta ir por orden no pude evitar echarle un ojo y me enganchaste de inmediato. Por el título, que sorprende, (y luego se justifica), y porque no es tu forma habitual de escribir, así que es un plus. Coloquial, callejero, lenguaje a pie de calle, los diálogos se salen, se me olvida estar leyendo y los escucho. Y por lo bien escrito, vívido y creíble, por la denuncia, por la realidad de aquella Galicia ochentera, imagino, de tantos lugares de esta España nuestra.
ResponderEliminarDesde luego, te felicito desde ya.
De podio, sin duda.
Hola Isabel. Pues te agradezco que te hayas saltado el orden de relatos para comentar el mío. Por cierto, espero que estes bien de salud, comentabas no hace mucho que andabas con algun problemilla. Es cierto que en general tiendo a crear personajes mas bien cultos y de hablar refinado, en esta ocasión tocaba lo contrario, bajar a la calle y mostrar esa jerga ochentera de los barrios bajos, algo que yo también viví en su momento. Los ochenta fueron una época que recordamos con nostalgia, todo era mucho más simple, pero también tuvieron su lado oscuro, que afortunadamente fuimos dejando atrás. Muchas gracias por comentar. Un abrazo.
EliminarMuchas gracias, Jorge, por participar con este relato en el homenaje a Harper Lee. Mucha suerte.
ResponderEliminarGracias a ti Marta, por el trabajo de organizar esta edición.
EliminarHola Jorge, muy bueno y muy bien explicado todas las palabras que tanto se usaban en los barrios. Suerte. Un abrazo
ResponderEliminarHola Nuria. Muchas de esas palabras eran las de mi entorno hace ya muchos años. Un abrazo.
EliminarMagnífico relato, Jorge. Muchas felicidades.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias Chema. Un abrazo.
EliminarHola Jorge un relato excepcional. Por el ritmo, por el ambiente y los dialogos y la trama. Mucha suerte. Un abrazo.
ResponderEliminarHola Ainhoa, he intentado que en tan poco espacio quedara lo mejor ambientado posible. Un abrazo.
EliminarMuy bueno. Gracias por escribirlo, y suerte.
ResponderEliminarGracias Guille, suerte a vosotros también.
EliminarQué agilidad y buen ritmo en los diálogos, felicidades. No has podido explicar mejor esos comienzos de los 80' y las malditas drogas que acabaron con la vida de tantos y tantos jóvenes. Como soy de esa generación, algunas palabras del vocabulario me sonaban. Suerte. Un abrazo!
ResponderEliminarHola M.T. Para quienes vivimos los ochenta siempre hay un poso de melancolía en ese recuerdo. También fueron tiempos duros. Un abrazo.
EliminarMuy triste tu historia, aun más sabiendo que se trata de un caso real! Cuantos "Maradonas" como el de tu historia se habrán quedado por el camino? La pobreza y las drogas son una triste y mala combinación, en muchos casos mortal! Un abrazote y suerte!
ResponderEliminarHola Marifelita. Si, fue un caso real, alrededor del cual con el tiempo se fue creando una leyenda. La pobreza atrae la marginalidad, y viceversa. Un abrazo.
EliminarMe gusta Un buen logro lo que has logrado
ResponderEliminarGracias Mucha.
EliminarEstremecedor, Jorge. Conozco los lugares, recuerdo la época, el ambiente que relatas, y todavía me estremezco al recordar a esos personajes y a muchos otros de los que rondaban por la zona. El temor a tropezar con ellos y la lástima al ver su decadencia. Atestiguo que todo esto que cuentas es el cuadro real de una época, que por desgracia, ha marcado las vidas de muchas familias.
ResponderEliminarSi además lo narras con esta maestría, no puedo más que felicitarte, una vez más, por tu forma de transmitir.
Un abrazo.
Hola Carmen. Yo tuve la suerte o la desgracia de ser de un barrio de la periferia y todo eso me tocó mas de refilón, lo que no evitó que más de una vez me dieran el palo por la calle. Y a pesar de eso recuerdo ver un muerto por puñalada una vez en mi barrio, siendo yo aun niño. Las andanzas de la Maradona las conocí de oídas en su día, que en el colegio a donde iba había elementos también de cuidado. Eran tiempos duros y gente dura también, la mayoría de los cuales acabaron muy mal. En esa época daba miedo andar por ciertos sitios, y en el caso viejo según que horas y que lugares no se entraba. No digamos en la parte alta, la Herrería, que afortunadamente hoy está muy cambiada. Seguro que tendríamos muchas aventuras que contar de la época. Gracias por comentar. Un abrazo.
EliminarEspléndido relato, contado al ritmo trepidante y peligroso de la droga y la marginalidad. Los 80 tuvieron efectos similares en muchos lugares del mundo, pero lo que agrega sabor y veracidad es el lenguaje local. Muy interesante cómo lo has planteado hasta la muerte de la pobre Maradona. Un abrazo
ResponderEliminarHola Juana. Siempre que escribo relatos que cuentan cosas muy locales, pienso en como se sentirán y se entenderán desde lugares a los que todo esto les queda mas lejos, sobre todo los compañeros que nos leéis desde el otro lado del atlántico. Quizás por eso la nota final de autor, que intenta poner un poco de contexto para los que esto os toca más de refilón. Compruebo, por tu comentario, que los 80 no fueron muy diferentes en otros lugares, sin duda una época que aunó a un tiempo lo mejor y lo peor. Un abrazo.
EliminarHola Jorge. Tu excelente relato me hizo volver atrás en el tiempo. Pero no a Vigo, sino al Buenos Aires de los años 70, 80. La jerga de los chavales es muy parecida y muy peculiar. Y el ambiente con las supuestas reconversiones que camuflan el paro, con la María y su exterminio de la juventud, su desesperanza, aderezado con ese nombre de Maradona, dios y diablo, esperanza y desconsuelo, alegría y tristeza, todo en uno.
ResponderEliminar¡Me encantó! Un abrazo. Marlen
Hola Marlen. Tu comentario va en la línea que el de Juana, parece que esa época tuvo puntos comunes en varios lugares, se ve que hasta la miseria se globaliza. Maradona es en efecto una especie de Dios para los argentinos, pero en este caso el apodo era real de una chica que vivió deprisa y mal en los ochenta. Un abrazo.
EliminarHola Jorge, excelente relato, muy bien narrado. Una triste historia, aún más sabiendo que es real, cuántos jóvenes terminaron en esas condiciones, muriendo o llevando una vida espantosa por culpa de la pobreza o falta de oportunidades, allá, aquí, en todos lados.
ResponderEliminarExcelente que hayas aclarado ciertos términos y palabras.
Saludos.
PATRICIA F.
Hola Patricia. Fueron tiempos duros, de pocas oportunidades en los que la droga buscó también la suya para destrozar vidas y barrios enteros. Espero que la jerga local no haya restado legibilidad al relato. Un abrazo.
EliminarHola, Jorge, nos traes un relato extraordinario, capta al lector en cuanto empieza a leerlo y le deja con ganas de más. Me ha parecido que muy bien podía ser un capítulo de una novela sobre los años ochenta en Vigo, con la reconversión industrial, la pobreza, las pandillas, las drogas… (En el Bilbao de esa época también se dio una situación similar). No he necesitado leer tu nota de autor para entender de qué iba la historia. Me encanta esa creación que has hecho del ambiente pandillero, con su propio lenguaje, lo bien que has caracterizado a los personajes. Los coges cariño, sobre todo a la lideresa Maradona Y al final, pues que sientes como si fueran personas cercanas ese cruel final. Lo tuyo es pura Literatura. Cautivas al lector y lo llevas a reflexionar.
ResponderEliminarFelicidades porque le has puesto corazón además de conocimiento y el arte de la escritura.
Un fuerte abrazo.
Un fuerte abrazo.
Hola Pilar, para extraordinario tu comentario. Supongo que los efectos de la reconversión fueron similares en muchas partes, y Bilbao que es una ciudad industrial no iba a ser menos. La verdad es que la mejor forma de dar vida a un personaje y entrar en su interior es a través de los diálogos. La contrapartida es que si quieres hacerlos creíbles y naturales no puedes ir directo a lo que quieres contar, y eso ocupa mucho espacio, espacio que está muy limitado en estos retos. Me hubiera gustado poder ahondar más en los personajes, espero aun asi que hayan calado. Efectivamente la idea es fomentar en el lector ese cariño hacia estos macarras que en realidad tanto daño hicieron, buscando su parte humana y mostrándolos en las duras circunstancias que les tocó vivir, huyendo de mitificar a los personajes. Fueron lo que fueron y así hay que contarlo. La frase en la que Maradona confiesa que compraba gusanitos para los niños que iban al cine es real, y refleja esa doble cara que he intentado plasmar. Al final, yo también le he cogido cariño a la Maradona. Muchas gracias por tu generoso comentario, Pilar. Un abrazo.
Eliminar¡Hola Jorge! Me parece que has compuesto un relato muy trabajado, tanto por la jerga como por la composición. Los personajes están muy bien definidos y son creíbles. Desde la primera línea logras meternos en la historia y trasladarnos hasta una época y una ciudad azotada por un supuesto "progreso" que lo único que está consiguiendo es dejar a miles de personas en la estacada.
ResponderEliminarUn saludo y suerte.
Hola Rocío. Fue una época dura que he intentado retratar lo mejor posible en 900 palabras, desde la óptica de los personajes. Muchas gracias por comentar. Un saludo.
EliminarBuah, que pasada, Jorge. Un homenaje a todos esos chavales que vivieron aquella epoca aciaga en muchos lugares de nuestro pais. El relato es perfecto. En dialogos, en las descripciones del narrador para situar la escena, en atmosfera, en tensión, en personajes... Un homenaje a la literatura quinqui que, aunque parezca mentira, aun sobrevive en nuestros dias. Qué lástima el daño que la droga y el Sida hizo en esta gente y cuantos murieron siendo casi unos niños. Mis dieces, compañero. La Maradona me ha robado el corazón. Mucha suerte en el concurso. Un abrazo!!
ResponderEliminarHola Pedro. He intentado que la voz del narrador contrastase con la de los chavales. Para ello me he valido de un narrador onminiscente, dado que escribirlo en primera persona relatando alguno de los personajes hubiera obligado a mantener el tono y la jerga en todo el relato. Muchas gracias por tu comentario. Un abrazo.
EliminarUna época en la que muchos/as pasaron penurias y al igual que tu protagonista cayeron en el mundo del trapicheo y la mayoría no consiguieron salir de esa cloaca que los atenazaba y los convertía en dependientes de la droga.
ResponderEliminarBien contado
Un abrazo Jorge ( por cierto no sabía que fueras de Vigo)
Puri
Hola Puri. Efectivamente, muchos de los que quedaron atrapados en la droga en esa época tuvieron finales tristes. Jaja he comentado que soy de Vigo más de una vez, además, nuestro ínclito alcalde Caballero ha venido a este espacio a menudo a encender sus luces navideñas. Un abrazo.
EliminarHola, Jorge. Un relato excelente de una época gris que acabó con la vida de muchas buenas personas. Suerte en el concurso. Un saludo.
ResponderEliminarHola Enrique. Una época difícil, sin duda. Gracias por comentar, saludos.
EliminarBravo, Jorge. Eres único para desarrollar una historia en tierras gallegas. Conviertes la ciudad en una protagonista más. La historia brutal. La tragedia de tantos niños, en esos tiempos tan difíciles, queda bien reflejada en las facciones de La Maradona.
ResponderEliminarTe deseo lo mejor en el concurso. Un abrazo.
Hola Bruno. La Maradona es historia de Vigo, historia negra, que como todas estas tragedias tienden con el tiempo a romantizarse. Gracias por comentar. Un abrazo.
EliminarJorge, me dejas maravillado con el relato que nos has regalado. La ambientación es tremenda, encabezada por esos diálogos y su jerga, solo con ellos la visualidad de la escena salta de la pantalla. Y casi ni hacía falta el glosario que nos dejas al final que con el contexto se entiende a la perfección. Muy bien trabajado, como el escenario, que brota como una mapa bien estudiado, y con ellos una trama que estremece, las injusticias no solo vienen por parte de la gente sino también por una economía traicionera bien orquestada que no deja a títere con cabeza, aunque nunca dejen de manejarnos a su antojo.
ResponderEliminarFelicidades por un trabajo tremendo, en su fondo, y absorbente, en su ejecución.
Mucha suerte y un fuerte abrazo!
Hola Pepe. Es un mundo que conocí de joven, aunque a mi no me tocó de lleno, y eso supongo que influye a la hora de plasmarlo en palabras. Es una trama sencilla, que se centra más en los personajes que en los hechos. Muchas gracias por tu comentario. un abrazo.
EliminarMuy logrado el género de realismo sucio. Los escenarios, los personajes y las situaciones son lo más insignificantes y habituales posibles. Se encuentran alejados del ideal del sueño americano aunque sin ahondar en reflexiones morales, quedando reducidos al mínimo.
ResponderEliminarHay picos en la trama, sí, pero los sucesos son vulgares y nada extraordinarios que, sin embargo, reflejan las tragedias sordas que se resuelven en cada rincón de cualquier realidad. La historia toca su final sin resolver muchas cuestiones como metáfora de que la vida sigue su curso imperturbable y que pase lo que pase, nunca pasa nada. Te felicito.
Hola Alfredo. Muchas veces los sucesos más cotidianos son los que más calan. En este caso, como dices, no hay grandes intrigas, sino el discurrir de la vida que poco a poco va envolviendo a los personajes en una abrazo oscuro. Muchas gracias por comentar. Saludos.
EliminarMagnifico relato, Jorge, engancha desde el primer momento. Unos personajes y diálogos estupendos. Un gran homenaje a toda una época. Enhorabuena, Un abrazo!
ResponderEliminarHola Lola. me alegra haberte atrapado en la historia, la intención era más retratar a los personajes que crear una gran intriga, Un abrazo.
EliminarHola.. que bueno este relato que nos has regalado. Tan estupendos son esos diálogos que, a aún en jerga, crean una imagen perfecta en la mente de la situación y los personajes... me ha encantado.. ¡saludo!
ResponderEliminarHola Octavio, la jerga es muy particular de la época, no se si en otros lugares se vivió algo parecido, Gracias por comentar, un abrazo.
EliminarHola, Jorge.
ResponderEliminarUna historia tremenda... Los años 80 también se han cebado con mi barrio donde vivo, en Gijón. Los que han sobrevivido hasta hoy ahora parecen ancianos: sin dientes, con enfermedades. La droga estaba por todas partes. Entraba por el puerto de Gijón desde Galicia. Había calles, donde no podías ni pasar. Qué pena de la chica. ¿Cuántos como ella han quedado por el camino? Creo que demasiados. Y me da que no muy lejos en el tiempo, veremos casi clo mismo, pero con fentanilo.
Un abrazo y suerte en el concurso
Hola Pluma del Este. Las ciudades industriales fueron las que más sufrieron los cambios políticos y económicos de la época; Gijón y Vigo son dos ciudades muy parecidas, aquí también había barrios donde no se podía entrar con seguridad. Afortunadamente todo eso ha cambiado para mejor. Un abrazo.
EliminarHola, Jorge. Buena crónica de un tiempo no tan remoto nos describes y con mejor gusto narrativo; no cargas las tintas del relato, siendo como un observador imparcial de esa desolada vida, y sin visos de esperanza, donde tienen que subsistir tus protagonistas.
ResponderEliminarEl detalle aclaratorio final es el contexto que, si bien lo podíamos intuir, tú nos lo confirmas. Así como la ayuda con la jerga empleada en los diálogos.
Saludos y suerte.
Hola Vanjav. Traté de plantear el relato desde dos ópticas diferentes, la del narrador que va describiendo la realidad y que aporta algo de belleza al escenario en el que se desarrolla, y la de los chavales que se ven envueltos en ese mundo cuyas circunstancias los van envolviendo en esa negrura de la que no son plenamente conscientes. Gracias por comentar. Un abrazo.
EliminarMuy bien escrito y muy real. Pobres desgraciados aquellos que mirieron tan jóvenes, y parece que no cambia la cosa en según que lugares, cada día, drogas nuevas salen, como el terrible fentanilo.
ResponderEliminarHola De la Flor. La verdad que no sabian donde se metían. Gracias por comentar. Saludos.
EliminarHola, Jorge, un relato muy visual y bien accionado.
ResponderEliminarLos cambios siempre cuestan, y el precio a pagar por la supuesta modernidad y desarrollo social y económico, casi siempre hunde a los más desvalidos, que precisamente fueron el pilar que sostuvo el trabajo pesado y necesario, hasta que la tecnología hizo su aparición, y con ella el despido, y la codicia de forma colectiva en los que estaban al frente.
Un relato ameno a pesar de los pesares, bien estructurado y bastante completo todo lo que expones en el, y como aclaratoria. Un abrazo
Hola Harolina. Muy cierto lo que dices, el precio de las crisis siempre lo pagan los más indefensos. Un abrazo.
EliminarHoooola, Jorge.
ResponderEliminar¡Guauuuuuuu!
Enhorabuena por el Tintero de Oro. ¡¡¡Felicidades!!!
Un abrazo.
Hola Pluma del Este. Muchas gracias, y felicidades a ti por tu Plata. Un abrazo.
Eliminar¡Felicidades campeón!, Sabía, más que intuía, que el oro en esta ocasión, era para ti, muy merecido sin duda. Un abrazo y a disfrutarlo, Jorge.
ResponderEliminarMuchas gracias Isabel. Si que se disfruta un oro después de tanto tiempo sin saborearlo jeje. Un abrazo y felicidades por tu Bronce.
EliminarEnhorabuena, Jorge. Aposté por tu relato. Era un caballo ganador. Oro más que merecido. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarGracias Pedro. A decir verdad nunca se sabe lo que gana o no, me extrañó no verte entre los mencionados, a mi juicio tu relato era muy bueno y merecía bastante más, pero así es el Tintero muchas veces. Un abrazo.
EliminarPues venía a felicitarte por el tintero de oro y veo que no te comenté.
ResponderEliminarUna historia triste dura y dramática de unos años malos en que el sida se llevó mucha gente, sin vivir en ciudades sin reconvención industrial.
Veo a Luis Tossr y a Javier bardem viendo los lunes las correrías y trapicheos de la Maradona.
Las alucinaciones y la soledad de la muerte sólo pudo pulirla aquellas ilusiones por el fútbol wue le dieron snimo en su juventud y slgo bueno que recordar cuando ya mo quedaba nada.
Ahora sí:
Felicidades por el tintero y por un relato ran dramático en el que has sido plasmar con diálogos la sccion.
El finsl es magnífico con ese asertivo y radical cambio de escenario.
Abrazoo
Hola Gabiliante. Pues ni me había dado cuenta que no habías comentado. Entrañable la referencia a Los Lunes al Sol en tu comentario. Muchas gracias por la felicitación, un abrazo!
EliminarUn relato estremecedor, precioso y tan real en aquella época. Y con una prosa muy cuidada y muy bonita. Enhorabuena.
ResponderEliminarUn beso.
Gracias Rosa. Escogí un narrador onminiscente para buscar ese contraste entre la prosa trabajada y fluida del narrador que pinta un entorno hermoso y el lenguaje coloquial de los protagonistas imbuidos en su mundo marginal, me pareció un contraste acertado y visto el resultado, parece que no fue mal. Un beso.
EliminarHola Jorge.
ResponderEliminar¡Muchísimas felicidades por el Oro! Desde luego, merecidísimo. Me alegro mucho porque entre tantas participaciones, tu relato destacaba especialmente.
Te diré que fuiste el portavoz del concurso, porque creía que la ceremonia era mañana. Y cuando recibí tu comentario, pensé que era una broma. Había tantos buenos aportes, que no esperaba ser nominada. Así que yo encantada.
¡Que lo disfrutes mucho! Nuevamente Felicidades y a seguir escribiendo, que me gusta cómo nos haces entrar en tus relatos y vivirlos.
Un abrazo. Marlen
Gracias Marlén. Nunca se sabe bien cual es la tecla para tener ese poquito que hace que te voten más que al resto, a veces relatos muy buenos, según mi humilde criterio, se quedan fuera incluso de las nominaciones. No se si es bueno o malo haberte quitado la ilusión de enterarte de tu posición en la gala jaja, la próxima vez esperaré más antes de hacer la ronda de felicitaciones. Un abrazo.
Eliminar¡Felicidades, Jorge! Me alegra mucho que hayas conseguido el Oro con esta historia que siento tan próxima. Siempre es un placer leerte, pero este relato es mucho más que una historia muy bien contada.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias Carmen. Para mi también es un cuento especial, porque es mi ciudad y es mi época. No se si conociste en persona a la Maradona, yo supe de sus correrías por terceros, casi mejor así jeje. Por cierto me sorprendió no verte entre los nominados, para mi tu relato tenía calidad para estar ahí. Un abrazo.
EliminarFelicidades, Jorge! Menudo golazo que has marcado, pero claro, con Maradona todo es más fácil.
ResponderEliminarEnhorabuena por ese tinterazo, y más con esta edición de tanto nivel.
Un abrazo
Gracias Pepe. Es cierto, cada vez los Tinteros están más difíciles, y por eso la ilusión es mayor. Es verdad que la Mano de Dios, tal vez dio un empujoncito esta vez. Un abrazo.
EliminarFelicidades, Jorge, por ese oro tan bien merecido. Nos das lo mejor con tu trabajo y la comunidad sabe responder.
ResponderEliminarUn abrazo enorme!!
Gracias Bruno, que te voy a decir a ti, que trabajas como nadie tus relatos. Un abrazo.
Eliminar¡Felicidades por el Tintero de Oro! Me ha ocurrido como a Trujamán: la ceremonia me pilló trabajando todo el día y fuiste tú con tu comentario en mi blog el que me anunció mi posición en el concurso. Un abrazo y gracias.
ResponderEliminarGracias Enrique, y siento haber estropeado la ilusión de la gala, como de decía a Marlén, esperaré un poco la próxima vez. Un abrazo.
Eliminar¡Sensacional! Qué bien sabes conmover... Y tiene tu más puro estilo, preciso, hondo y a la vez muy ameno.
ResponderEliminarUn gol de los buenos tu oro. Merecidísmo. ¡Enhorabuena!
Un abrazo :)
Hola Maite. Esa era la idea, sacar una lagrimita jaja. Me alegro que te haya gustado, muchas gracias por comentar. Un abrazo!
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