domingo, 4 de diciembre de 2016

Buscando a Lorca. Capítulo V: De una mujer mayor y un hombre joven

    No tardamos en iniciar las excavaciones en busca del malogrado escritor. En aquellos días trasladé mi residencia a Granada para seguir de cerca los trabajos. Me hospedaba en un hotel en la parte baja del Albaicín, desde el que todas las mañanas veía salir el sol sobre los ladrillos rojos de la Alhambra. Progresábamos despacio y mi carácter impaciente empezaba a dar muestras de cansancio.

    Hasta ese momento no habíamos tenido que soportar la visita de muchos curiosos y la prensa se mantuvo relativamente alejada. El tal Pujales no había vuelto a dar señales de vida. Salvo alguna noticia esporádica en los periódicos nacionales disfrutábamos de cierta tranquilidad, después de todo se trataba de otro de tantos intentos por localizar a García Lorca y tras los continuos fracasos la opinión pública había perdido interés. Nadie conocía entonces el as que nos guardábamos en la manga y en el que tantas esperanzas habíamos depositado. A los pocos días, sin embargo, cierto asunto hizo que mi atención se centrase fuera del ajetreo de la excavación.

    Un hombre se presentó temprano en el hotel, antes de que partiese hacia el trabajo. Me entregó una carta certificada. Tras firmar el recibí, me dispuse a abrirla con la curiosidad asaltándome el alma. ¿Quién podría enviarme aquello? Se trataba de una citación en el Instituto Federico García Lorca. Alguien deseaba reunirse conmigo a primera hora del día siguiente y ese alguien rubricaba la misiva como Ana García Lorca.

    Acudí a la reunión no bien había salido el sol, inquieta por lo misterioso del reclamo. Las normas de la cortesía dictaban que me hubiera llamado previamente para confirmar disponibilidad, sin embargo aquello parecía más bien un lo tomas o lo dejas, segura como debía estar mi anfitriona de que la opción de no tomarlo era casi por completo descartable. La tal Ana García Lorca era sobrina-nieta del poeta y presidenta del Instituto que llevaba su nombre, una especie de portavoz oficiosa de la familia. En caso de que tuviéramos éxito en la búsqueda, su papel en el posterior desarrollo de los acontecimientos podría ser crucial.

    Me hicieron esperar en una salita durante algunos minutos, hasta que al fin pude pasar al despacho. Ella estaba sentada tras el escritorio. Se levantó al verme llegar y me tendió la mano, para volver a acomodarse de nuevo en el sillón. Debía rondar los setenta, era de complexión delgada y no muy alta. Lucía el cabello largo por debajo de los hombros, algo poco usual en las mujeres de su edad, teñido de un negro profundo. Un vestido verde oscuro le cubría el cuerpo, sobre el que llevaba puesto un chaquetón de color blanco. Se apreciaba su cara maquillada disimulando las arrugas, y los labios pintados de un rojo intenso. Se me quedó mirando unos segundos, como si tratase de traspasar mis pensamientos. La situación me incomodó un tanto.

    —Así que es usted quien está buscando los restos de mi tío. Difícil tarea teniendo en cuenta los precedentes  su voz sonó áspera, o al menos así me lo pareció.

    —Sólo dirijo la excavación.

    —Es su trabajo, por supuesto. Debe resultarle complicado manejar semejante empresa.

    —He hecho cosas peores.

    —Lo supongo. Sus referencias son excelentes.

    —Es curioso que últimamente todo el mundo se empeñe en halagarme.

    —No se haga ilusiones señorita Blake, no la he hecho venir para eso.

    —Usted dirá.

    Señaló con la mano un termo que se encontraba sobre una bandeja hacia un lado de la mesa y que hasta ese momento me había pasado desapercibido. Un par de tazas lo flanqueaban.

    —¿Le apetece?

    —Por supuesto.

    Ella misma hizo los honores, tomándose su tiempo sin ninguna prisa. Era delicada en los movimientos, por un momento aquella mujer de ademanes intimidantes se convirtió en una abuelita entrañable. Probé un sorbo todavía demasiado caliente, no obstante tuve que reconocer que el café estaba exquisito.

    —Dígame, ¿qué la mueve a buscar a Lorca?

    La pregunta me cogió por sorpresa. Durante unos segundos intenté dilucidar cuál sería la respuesta correcta, llegando a la conclusión de que tal cosa, de existir, no podía conocerla en aquel momento. Decidí jugármela e intentar dar un golpe de efecto.

    —El sueño va sobre el tiempo, flotando como un velero. 

    —Nadie puede abrir semillas —replicó —en el corazón del sueño.

    Sonrió por primera vez, incluso me pareció que por un momento sus ojos temblaban.

    —Fama, prestigio, dinero tal vez. Todo ello tendré si la excavación concluye con éxito. Pero le diré una cosa, Ana, leí a Lorca cuando niña y encontrar su tumba sería para mí el mayor de los honores.

    —Debo reconocer que juega usted bien sus cartas.

    —Intento ser lo más sincera que puedo.

    —¿Sabe Virginia? soy ya muy mayor y por mi trabajo he tenido que tratar con mucha gente, pero he de decirle que lidiar con las personas me cansa. A veces me gustaría encerrarme por una larga temporada para poder escapar del mundo. Empieza usted a caerme bien, tal vez sea debido a que se interesa en rescatar a los muertos, antes que a los vivos.

    —Mi exmarido no pensaría lo mismo —dije en broma.

    —Su exmarido era un idiota.

    Fui yo esta vez quien le devolví la sonrisa. Agradecí que el ambiente se hubiera vuelto algo más distendido. Me relajé un tanto y entretuve la vista en recrearme sobre la decoración del despacho. El mobiliario era antiguo y elegante, las paredes se hallaban salpicadas de cuadros entre los que destacaba un retrato de Lorca, y un par de lámparas de pie le daban un aire sofisticado. Lo más llamativo era el largo mueble que ocupaba la pared situada a mi izquierda, cuyos estantes se hallaban repletos de libros.

    —Así que para eso me ha llamado, para que le hable de mis motivaciones.

    —Tenía interés en conocerla, no lo negaré. Pero no se equivoque, por ahora estamos en bandos diferentes.

    —¿A qué se refiere?

    —Sabe usted que la familia García Lorca no aprueba la exhumación.

    —No me es desconocido —respondí con cautela.

    —Aunque su mentor don Alfonso Cárdenas es un negociador insistente.

    —Es un asunto que se escapa de mis atribuciones. Sólo espero que todos lleguen a un acuerdo.

    —Ya veremos —zanjó cortante —También la he hecho venir por otro motivo. Quería advertirla.

    —¿Advertirme?

    Volvió a tornar el rostro serio, como si el instante de relativa confianza que habíamos compartido unos segundos antes no hubiera existido jamás.

    —Señorita Blake, no quiero que tome mis palabras como una intromisión en su trabajo y mucho menos como una amenaza. Pero si va a seguir con esto creo que debe ser consciente de todo cuanto implica. No falta mucho para que este asunto alcance un punto de no retorno. ¿Realmente está dispuesta a implicarse hasta el final?

    —Le aseguro que no entiendo lo que quiere decirme.

    —No necesita entenderlo. Todavía no. Tan sólo le pido que piense en ello. Volveremos a hablar más adelante.

    Salí de la reunión con una sensación agridulce. No estaba segura de qué se traía entre manos aquella misteriosa mujer, capaz de inspirar simpatía y temor a un mismo tiempo. Decidí pasar por el hotel a darme una ducha y desayunar algo, había dado aviso en la excavación de que no contasen conmigo esa mañana. Según entré por la puerta, mis ropas fueron decorando el suelo de la habitación. 

    En una de las paredes había un espejo de cuerpo entero y me quedé mirando el reflejo de aquella figura desprotegida. Una mujer de mediana estatura, complexión delgada y largo cabello negro y ondulado me hizo una mueca burlona. Le sonreí y devolvió una carcajada. Siempre me había considerado atractiva, pero sentía cada vez más que el paso de los años iba dejando su poso. Últimamente no paraba de preguntarme si mi cuerpo seguiría resultando deseable a ojos del sexo opuesto. Decidí que no era momento ni lugar para comprobarlo. Dejé aquella chiquilla atrapada en un espejo, ahogándose en sus tribulaciones, y me dirigí hacia el baño. No caí en la cuenta de que tenía varias llamadas perdidas hasta volver a la habitación para buscar algo con que recogerme el pelo, con el agua ya corriendo desde la alcachofa hacia una bañera aún vacía.

    Me senté sobre la cama, dispuesta a devolver la llamada. Sonaron cuatro o cinco tonos antes de que descolgasen. Respondió una voz masculina.

    —Vaya, arqueóloga, pensé que se la había tragado la tierra.

    Reconocí el acento andaluz del periodista que me había visitado el primer día en la excavación. Sentí vergüenza al hallarme desnuda, aunque él no pudiera verme.

    —Es usted. No le hubiera devuelto la llamada de haberlo sabido. ¿Qué quiere?

    —Me preguntaba si querría cenar conmigo esta noche. Conozco un restaurante que la sorprenderá.

    —No se anda con rodeos. Pero pierde el tiempo,  no sé que clase de persona se ha creído que soy.

    —No le propongo una cita romántica —rió al otro lado de la línea —Se trataría de un encuentro profesional.

    —Razón de más para que lo descarte.

    —Escuche Virginia, conozco su secreto, el motivo por el que esta vez sí esperan encontrar a Lorca. Pero no tema, no tengo intención de contárselo a nadie. Tan sólo acceda a cenar esta noche, creo que podremos intercambiar puntos de vista beneficiosos para ambos.

    Maldije por lo bajo a todos sus antepasados. ¿Cómo podía haberse enterado del asunto de la fotografía? Me encontraba entre la espada y la pared.

    —Está bien, usted gana. Pase a recogerme a las nueve por el hotel. Seguro que sabrá cómo encontrarlo, dado que también ha localizado mi número.

    Colgué el teléfono y lo arrojé con desgana sobre la cama. Todavía faltaban doce horas para que terminase aquel maldito día en el que los problemas no hacían más que acumularse. Me escurrí bajo la ducha y cerré los ojos, con la intención de no pensar en nada durante muchos minutos.


Capítulo siguiente:
http://brumasdegallaecia.blogspot.com.es/2016/12/buscando-lorca-capitulo-vi-algunos.html

21 comentarios:

  1. Leído a vuela ojos me encanta el giro que está tomando.
    Mañana te lo leo y comento con calma Jorge.

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    1. ya ves Isabel, ha aparecido en la trama la bruja del cuento. Espero tu comentario. Un abrazo.

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  2. Pero qué bueno eres, Jorge. Menuda envidia no tan sana tengo. Me ha encantado la escena del espejo que no sólo describe a Virginia como es sino cómo se ve a sí misma. Con lo difícil que es mantener el suspense, tú consigues mantener la intriga y haces que no pueda parar de leer.. No sabes cla impaciencia con la que espero el siguiente capítulo. Un abrazo muy fuerte, Jorge

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    1. No se si debería ser objeto de envidia Ana, pero la envidia puede ser también un acicate para progresar si se entiende como un elemento constructivo.
      Me encanta que te encante la escena del espejo, además de un elemento de separación entre el final de la conversación con Ana y la llamada de Pujales, pretendía dar un toque íntimo y acercar a la protagonista al lector, además de proporcionarle una descripción física de ella y ahondar un poco en sus propios miedos.
      Este es efectivamente un relato de suspense así que si realmente produce ese efecto me siento satisfecho. No obstante la historia está concebida para que el verdadero suspense llegue unos capítulos más adelante, a ver si de verdad lo he conseguido. Que alguien diga de algo que has escrito que no puede parar de leer es el mejor de los halagos sin duda. Espero no defraudar las expectativas, fundamentalmente en cuanto a la coherencia de los hechos según se vayan desarrollando.
      Gracias por tu visita Ana. Un abrazo.

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  3. -Jorge, Hay algo que me ha gustado mucho de este capítulo, y es no solo que se haya complicado la trama, como era de esperar…es que los interlocutores (Ana García Lorca y Virginia no son personajes de cartón piedra, las has humanizados al prestarle a sus rasgos algo que me parece importantísimo, “emoción”, en este caso emoción contenida por el corsé de la educación). A ambas les une el poeta, a una por lazos familiares, y a la otra no solo por obligación laboral…las dos mujeres tocan el mismo palo psicológico (cultivadas, educadas, de carácter fuerte y sensibilidad). El poema de Lorca un nexo de unión y un buen recurso.
    Lo único que no me termina de casar es el título...al menos no como "Leitmotiv" de este capítulo y a pesar de la conversación telefónica con el joven.
    -Los diálogos los manejas con soltura.
    - La parte en que Virginia se mira al espejo y además de reflejarse, reflexiona burlándose un poco de su imagen...me encantó.
    - Bien por la primera parte informativa del discurrir de los trabajos cotidianos (y aburridos) de excavación.
    - Con la parte final abres un interrogante…y dan ganas de seguir leyendo.
    Gran suspense, sí señor.
    Nos vemos en el próximo compañero.



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    1. Analizas un punto importante del relato Isabel, como es la personalidad, los rasgos y las emociones de los personajes. He intentado, no se si con mayor o menor acierto, dotar a cada personaje de una personalidad y modos de hacer propios a través de los diálogos, que abundan en el relato. También como dices de manifestar sus sentimientos y emociones a través de ellos, aunque muchos de los diálogos tienen partes en las que exclusivamente se da información al lector sobre los hechos. Según progresa la historia las relaciones entre los personajes se vuelven más intimas y creo que esa seriedad distante se relaja un poco, aunque esto lo juzgaréis vosotros.
      Como le comentaba a Ana, la escena del espejo trata de acercar al lector (y he de decir que también al autor) al personaje. Espero que en capítulos posteriores ese suspense del que hablas se siga manteniendo. Un abrazo Isabel.

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  4. La trama se complica y Virginia tiene que vérselas con un nuevo personaje. ¿Amigo o enemigo? Sólo tú lo sabes, amigo Jorge. Y después está ese periodista que dice saber cuál es el as que guarda la expedición.
    Me tienes en ascuas, compañero.

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    1. Creo que clasificar a Ana como amiga o enemiga sería difícil hasta para mí Bruno. Es un personaje que dará mucho juego, fría, calculadora, manipuladora y muy inteligente, una mujer de cuidado. Gracias por tu visita. Un abrazo.

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  5. Vaya con Ana García Lorca, ya podía ser más explícita, me ha quedado una intriga...
    Genial, sigo enganchada, menos mal que no tardas mucho en publicar los capítulos porque la trama se pone cada vez más interesante.
    Un saludo.

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    1. De eso se trata Kirke, de quedarse con la intriga jeje. No te preocupes que todo se aclara, pero hay que esperar. Próximo capítulo hacia mitad de semana, espero. Un saludo.

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  6. Me ha deslumbrado este capítulo, qué habilidad, maestría y seguramente trabajo, para desarrollar los diálogos, para darles contenido y con ellos además ir modelando la personalidad de Virginia y de Ana. Un trabajo que te ha quedado presentado de maravilla porque se le hace muy fácil y ameno al lector el seguimiento de la trama, que, supongo, implica una gran elaboración de tu parte. Y con el agregado de que la estructura literaria interna tiene una fuerza y un suspenso intenso y sostenido. Un capítulo que invita a seguir disfrutando de la historia. Un abrazo y mis felicitaciones Jorge.
    Ariel

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    1. Los diálogos son uno de los pilares de este relato. De hecho uno de los problemas ha sido intentar no sobredialogar excesivamente los capítulos y el relato entero, en ocasiones me parece que le puede faltar más texto. Efectivamente las personalidades de los protagonistas intentan expresarse a través de los diálogos, espero que la esencia de cada personaje se capte bien. Gracias por tu visita y comentario Ariel. Un abrazo.

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  7. Bueno pues ya he acabado con los capítulos porque empecé la serie desde el último y te aseguro que no me ha decepcionado en lo más mínimo, así que esperando la continuación.
    Un saludo

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  8. Bueno, pues he llegado al capítulo 5. Dices que la historia se sustenta en los diálogos, y eso resta descripciones y ambientación. Asimismo, al estar narrada en primera persona, solo podemos conocer el punto de vista de uno de los implicados en la trama… Bueno, tiene sus desventajas al narrar, pero a mí me gusta. Tiene el sabor de los clásicos del suspense. Te imaginas a Mike Hammer, en blanco y negro, contando sus peripecias en un caso o interrogando a un testigo… Bueno, en tu caso no es el duro detective, pero es una mujer con una personalidad y facultades como para tenernos bien enganchados. Además, los diálogos también caracterizan muy bien a quien habla si sabes usarlos y tú lo haces impecablemente. Incluso te das la maña para hacer una descripción física de Virginia usando esa primera persona en una escena genial, como es la del espejo. Por cierto, escena con la información ajustada al milímetro. Nos da la idea que quieres dar sin hacer la descripción demasiado explícita y, por tanto, artificial teniendo en cuenta que se trata de una “autodescripción”. A mi entender, un gran acierto que, además, como tú bien dices, sirve de corte entre los dos diálogos (primero con una mujer, segundo con un hombre) y deja un delicado toque erótico cuando ella “se siente desnuda al teléfono” o va “decorando el suelo con su ropa”.

    Me gusta el personaje que has creado para la sobrina-nieta de Lorca. Es el contrapunto perfecto para la personalidad de la arqueóloga. Y como se justifica la entrevista al margen de las negociaciones con Cárdenas. Y por supuesto el periodista, que nos deja con la miel en los labios. En conjunto, se abren varias líneas de misterio que forman una trama muy sugestiva. Y eso que, tal como dices, no hemos llegado al nudo.

    Te veo en el próximo capítulo

    Un fuerte abrazo

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    1. Bueno Isidoro, la historia también tiene descripciones, lo que pasa es que el peso de los diálogos es elevado y eso puede llegar a cansar al lector, así que he intentado compensarlo en parte introduciendo algunas partes de narrativa intercalada, espero haber logrado el efecto deseado.
      La escena del espejo por lo visto es la que más ha gustado del capítulo, tendré que desnudar más veces a mis protagonistas jeje. Efectivamente la intención erótica, aunque de un modo un tanto comedido, estaba presente en el momento de escribir ese pasaje, me alegra que la hayas apreciado.
      El personaje de Ana está en parte basado en la realidad y otra gran parte, en lo tocante a su personalidad, es imaginación mía. Quizás es de los protagonistas, la que tiene una personalidad más marcada.
      Nos vemos Isidoro, sea en otro capítulo de esta historia en una próxima entrega de tu sensual creación cibernética. Un abrazo.

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  9. Una de las virtudes (y también un reto) de la narración de relatos se encuentra en lograr un equilibrio entre descripciones y diálogos. Influye la temática escogida y el mensaje que se quiere transmitir no cabe duda. Por eso creo que hasta ahora logras bien ese equilibrio. Fíjate que el personaje de Ana me ha recordado a su manera al de la "Condesa" de la película "La novena puerta", interrogando sobre las intenciones del buscador (buscadora en este caso) de una verdad. Es por ello que el personaje es una incógnita, ya que tiene algo de guardiana del apellido familiar, pero a su vez creo que se relajará un poco cuando encuentre una persona que de verdad no busque fama y gloria al encontrar la tumba, sino que lo haga por el respeto que merece el gran poeta.

    Me he enrollado un poco jaja, pero nuevamente un buen capítulo para seguir hilvanando la historia y engranando nuevas piezas en la maquinaria de la narración. ¡Un abrazo!

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    1. En cierto sentido has calado bien al personaje de Ana, José Carlos, aunque la mujer tiene más dobleces. Veremos que da de sí. Gracias por tu visita, un abrazo.

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  10. Bueno, bueno, Jorge, la cosa se va poniendo interesante... coincido con algunos comentarios que han destacado los diálogos, me parecen conseguidos, pero me quedo con la escena ante el espejo. Entiendo que digas que también es una manera de acercar al personaje a ti como autor, en cierto sentido, los vamos conociendo a medida que los construimos, así que te comprendo perfectamente. La bruja del cuento, como tú la denominas, también tiene su lado bueno, así que estoy intrigada por saber más sobre ella, de igual modo que del periodista que también se guarda su as en la manga, no van a ser únicamente los “tombraiders” ;) Seguiré leyendo a ver si me entero, Jorge. Abrazo de oso :)

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    1. Veo Eva que además de leerte el capítulo te has leído los comentarios, trabajo extra que te está dando esta serie, que además como llegas la última (de momento) tienes unos cuantos jaja. Se agradece en todo caso esa dedicación con la que lees. Qué razón tienes en eso de que vamos conociendo a los personajes a medida que los construimos, sobre todo en estos relatos más largos, a veces parece que son ellos los que nos llevan a nosotros por donde quieren. La bruja del cuento dará mucho juego la pobre, pero no pienso adelantar nada de lo que tiene preparado, para eso hay que seguir leyendo. Gracias por tu visita Eva, abrazos.

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