miércoles, 28 de diciembre de 2016

Buscando a Lorca. Capítulo X: Mentiras y traiciones

    En los últimos días, por alguna extraña casualidad, ciertos comportamientos se repetían en mi persona. Uno de ellos consistía en hablar desnuda con el móvil en la mano, y aunque esta vez había tomado la precaución de enfundarme en mi lencería negra, confieso que en aquel momento ni me importaba tal circunstancia ni el hecho de que Pujales me viera pasear de esa guisa por la habitación con una sonrisa idiota en los labios, mientras yo braceaba y daba voces a mi interlocutor.

    Llamé a Cárdenas hecha una furia. Me sentía engañada y pedí una explicación. ¿Cómo podía haberme ocultado semejante información? Aquello daba un nuevo enfoque a todo el asunto.

jueves, 22 de diciembre de 2016

Buscando a Lorca. Capítulo IX: De lo eterno y lo efímero

    Los rayos de sol se colaban a través de las cortinas. Del exterior llegaba el canto de los pájaros que colonizaban la copa de un árbol cercano. Me levanté al baño poniendo cuidado en no despertar a mi acompañante y regresé al calor del lecho. Cubrí mi cuerpo hasta la altura de los ojos agarrando la sábana con las dos manos de modo instintivo, y dejé pasar el tiempo. 

    En los últimos años había estado tan volcada en mi carrera que definitivamente pasara demasiado tiempo desde mi última vez. Estuve tentada de regresar sola al hotel, pero no me pareció apropiado desaparecer sin más. Permanecí un rato acunada por la sinfonía que me llegaba desde el otro lado del cristal de la ventana, sin que el sueño se decidiera a abandonarme del todo. Cuando el periodista mostró señales de despertar noté como un calor repentino me subía hasta las mejillas. Se dio media vuelta y nos quedamos mirándonos el uno al otro. Sonreí como una adolescente insegura y me besó en los labios.

domingo, 18 de diciembre de 2016

Buscando a Lorca. Capítulo VIII: Una de cal y otra de arena

    La noticia corrió, esta vez sí, como la pólvora entre los medios de comunicación del país sin que pudiéramos hacer nada por evitarlo. Habíamos encontrado una fosa con varios cadáveres e indicios claros que nos hacían pensar que al fin la tumba de García Lorca había sido localizada. El mito del poeta granadino ganó varios enteros y todos los informativos abrieron al día siguiente con el hallazgo.

    Tomé inmediatamente un avión hacia Granada. En el aeropuerto, un nutrido grupo de periodistas me asaltó. No esperaba tal recibimiento e intenté zafarme de sus insistentes preguntas. Mi pensamiento se hallaba en esos momentos en la excavación, a la que deseaba llegar cuanto antes.

martes, 13 de diciembre de 2016

Buscando a Lorca. Capítulo VII: Punto de inflexión

    Las jornadas siguientes fueron agotadoras. Trabajábamos a un ritmo extenuante, presionados por la Asociación y por nosotros mismos. Varias veces me asaltó la duda ¿y si no lo encontrábamos?

    Tal como había hecho notar la señora García Lorca en nuestra entrevista, los precedentes no eran nada alentadores. No hubiera sido más que otro fracaso en la larga lista de intentos frustrados, pero para mí sería un duro golpe, tanto había volcado mis ilusiones en aquel proyecto. Cárdenas se mostraba aún más impaciente, rayando en lo surrealista. Su interés por encontrar a Lorca parecía ir más allá de culminar un reto profesional o un ideal. Todos los días recibía varias llamadas preguntando por los avances.

jueves, 8 de diciembre de 2016

Buscando a Lorca. Capítulo VI: Algunos interrogantes

    Escogí un vestido de noche, color negro y con adornos en plata. Había metido alguna ropa elegante en el equipaje antes de salir de Madrid,  pues nunca se sabía en qué momento podría necesitarla. No es que quisiera impresionar al periodista, pero la promesa de cenar en un restaurante que me sorprendería, esas habían sido sus palabras, me hizo tomar la precaución de no desentonar cualquiera que fuese el lugar y aquel vestido era lo que tenía a mano en ese momento. Acostumbrada a pasar muchas horas en el lodazal de una excavación, había desarrollado una tendencia a compensar ese aspecto desarreglado en cuanto tenía ocasión.

    Pujales apareció un poco después de la hora acordada. Como había previsto, no tuvo problemas para encontrar el hotel. Al verme hizo algún comentario halagador acerca de mi indumentaria y yo me reproché el no haber tenido valor para correr el riesgo de llevar una ropa más desenfadada, teniendo en cuenta además que él vestía de modo informal.  Apenas conocía a aquel hombre pero ya había decidido que no me caía bien. Esperaba cumplir el compromiso y satisfacer lo suficiente su curiosidad profesional sin desvelar información comprometedora, con la esperanza de que al fin me dejase tranquila. De no ser así tendría que tomar otras medidas.

domingo, 4 de diciembre de 2016

Buscando a Lorca. Capítulo V: De una mujer mayor y un hombre joven

    No tardamos en iniciar las excavaciones en busca del malogrado escritor. En aquellos días trasladé mi residencia a Granada para seguir de cerca los trabajos. Me hospedaba en un hotel en la parte baja del Albaicín, desde el que todas las mañanas veía salir el sol sobre los ladrillos rojos de la Alhambra. Progresábamos despacio y mi carácter impaciente empezaba a dar muestras de cansancio.

    Hasta ese momento no habíamos tenido que soportar la visita de muchos curiosos y la prensa se mantuvo relativamente alejada. El tal Pujales no había vuelto a dar señales de vida. Salvo alguna noticia esporádica en los periódicos nacionales disfrutábamos de cierta tranquilidad, después de todo se trataba de otro de tantos intentos por localizar a García Lorca y tras los continuos fracasos la opinión pública había perdido interés. Nadie conocía entonces el as que nos guardábamos en la manga y en el que tantas esperanzas habíamos depositado. A los pocos días, sin embargo, cierto asunto hizo que mi atención se centrase fuera del ajetreo de la excavación.